Onodera Ritsu, fatigado del odio de Haitani pensó en tantas cosas que había vivo esos últimos años, pensó en lo que paso hace ya tanto en ese mismo lugar. Hallen-Hill, aun recordaba el primer día que piso el pueblo.
Aun no había tecnología, ni nada que hiciera que apartara su vista de lo vivido que era ese pueblo, con su gente que parecía sonreír en todo momento. Pero principalmente lo recordaba a el.
Se conocieron en un viaje de negocios, fue como si la frase “amor a primera vista” funcionara solo con ellos. Sus ojos, su voz, sus brazos y todo aquello que tenían que prometía ser infinito.
Y de pronto todo cambio. El cayo y no pudo sobrevivir, aun recordaba la obscuridad rodearlo completamente. Lamentaba tantas cosas que ya no podía remediar, cosas de la cuales aun ni si quiera sentía remordimiento hasta ese momento.
Pero el destino es cruel y lo trajo de vuelta. Estaba de vuelta, después de morir la vida se sentía tan vacía que solo le queda esa amarga sensación de estar en una espiral de depresión incapaz de hacer algo por su cuenta. Lo único bueno de todo fue que pudo conocer a sus buenos amigos Misaki y Hiroki, a veces se preguntaba como podían ser tan ingenuos. Una de las pocas que tenia de bueno de volver a de la muerte es que ¿Ya no mueres? Mentira.
El había muerto muchas veces después pero cuando lo hacia inmediatamente parecía despertar en su mismo cuerpo solo que con apariencia de niño, eso significaba que por siempre tendría que repetir un patrón de vida que le causaría dolor.
Ahora estaba de nuevo en una posición similar que a la de ese entonces, solo que esta vez por más que quisiera su corazón se sentía tranquilo. Ya no importaba que la maldición no se rompiera, que aquel hombre que conoció, que se parecía tanto al amor de su vida supiera la verdad.
No importaba. Solo tenía en mente una cosa y esa era poder decirle lo mucho que lo amaba desde el día que lo conocía, aunque eso haya sido al menos unos doscientos años atrás.
—Solo espero que esta vez si pueda decirlo — se dijo a si mismo mientras intentaba que la obscuridad no lo devorara.
HALLEN- HILL
El Amigo del Pintor
El tenía varios planes para su fututo, un futuro en el que no era un empleado más de una enorme mansión donde los que vivían allí parecían más unos simples campesinos que gente con títulos importantes.
El libro que encontró en el cobertizo decía varias cosas que de ser verdad quería intentar, como por ejemplo tener lo que siempre deseo; Una hermosa esposa, un hijo y mucho dinero. Para irse con su hermano muy lejos de ese lugar. Lo único bueno en ese lugar era que tenia de amigo a una de las personas más ricas, pero no eso contentaba su corazón.
—Dese obtener lo que deseo —no podía dejar pasar esa oportunidad, ya que si lo hacia seguramente se arrepentiría.
Esa noche su hermano no estaba en casa, fue a prepararse para atender el negocio al día siguiente. Las instrucciones del libro daban a entender que seria un invocación del se de otro lugar.
Realmente deseaba no quedarse atrapado den ese pueblo jamás. Recito las palabras que venían en aquel libro, pero debido a su poco conocimiento del tema, no se di cuenta a que invoco a uno de los mas opresores espíritus que podía encontrar.
La poca luz que emitía el cuarto donde estaba cada vez se hacia mas pequeña, hasta que todo quedo en simple obscuridad. La presión parecía ser mas fuerte, parecía que ya no había oxigeno a su alrededor y lo pero es que no se encontraba solo.
Una mujer le veía desde el otro lado de la habitación, sonría delicadamente, podía notarlo a la poca luz que se colaba por algunos hoyos de la casa.
—Vaya, vaya …— camino por la habitación viendo a quien lo había invocado — Tu alma esta corrompida por la codicia —No podía ver como era físicamente la mujer. Ni si quiera sabia exactamente lo que estaba sucediendo— Pero vamos a ver el asunto aquí — trono los dedos haciendo que la habitación se iluminara — ¿Qué es lo que deseas?—
El hombre casi se muere del susto al ver que aquella figura no aprecia tener rostro.
— ¿Quién eres tu? —
— ¿No lo sabes? ¿Acaso no fuiste tu quien me llamo?.... — ella se rio, pero ¿Como podía hacerlo si no tenia rostro? —Pensó cuando intentaba evadirla — Vamos no seas tímido, dime los deseos ocultos de tu corazón y yo te lo daré — de nuevo se escucho su risa.
— ¿A cambio de que? — pregunto, esos seres siempre pedían algo y lo que fuera el posiblemente el se lo daría.
—Listo, lo que quiero depende de lo que tú pidas —
—Deseo tener poder, dinero, amor, salud y todo aquello que esta vida me haga feliz —sonaba tan convencido que el aspecto no tardo en tonar su rostro del lado izquierdo.
—Quiero tu corazón… hablo de la persona que esta destinada amarte en esta vida — aseguro. Al hombre le pareció sospechoso, algo no andaba bien con ese trato.
—No se a que se refiere. —
—No tienes por que saberlo, así tu corazón nunca sufrirá. Pero ten cuidado que eso podría trae consecuencias que jamás imaginaste — ella se acerco, e inmediatamente el otro se aterrorizo, si bien no tenia rostro, tal parecía que los demás era de una mujer normal.
— ¿Obtendré todo lo que deseo? Seré feliz — eso era lo único que le importaba en ese momento.
—Claro, en esta vida obtendrás todo lo que deseas — tentó sus mas oscuros deseos, aquellos que a simple vista nadie podía ver, aquello que anhelaba en su corazón. —Solo que también me quedare con lo que mas amas. Me parece justo ya que tú deseas la plenitud en esta vida —
No tenia que pensarlo mucho, era aun trato bastante bueno, el entregar a una persona que pudo conocer pero que al no saber quiera probablemente no se sentiría afectado por que esta muriera o desapareciera
—Acepto —
La mujer tal vez no tenía rostro, pero pudo jurar que en ese momento ensancho una sonrisa que pocas veces en su vida podría presentar. Era como hacerse una imagen mental de lo que desconocía.
—Vendré por ello el día de tu boda — le extendió la mano en señal de que el trato se cerraba. Esa su ultima oportunidad para retractarse de lo que esta haciendo. Pero lo deseaba tanto. Deseaba tanto no ser uno más del montón de personas que no lograban nada en la vida, encerradas en cuatro paredes de pobreza de la cual nunca podían salir.
Su deseo oculto.
Posiblemente era una treta para apoderarse de su alma pero ya no le importaba realmente lo que realmente importa era alejarse de una vez de esa vida indeseable que estaba destinado a tener.
—Claro —acerco su mano a la suya intentando que no quedara atrapado en ella.
Al tocarla era suave pero fría, como si se tratase de un muerto. Si no fuera por el pequeño dolor que sintió no notaria que esa cosa en realidad nunca lo toco, pero una si una gota de sangre rodo por mano hasta llegar al suelo de la casa.
Quizá si no fuera por la herida de su mano podría pasar por lo sucedido como un sueño. Un horrible sueño.
Sin saber lo que realmente significa en ese momento entregar algo que estaba destinado a hacerte feliz.
“Alguien pensó en el amor como un regalo, entonces ¿Qué hay de quien lo rechaza y lo regala?”