Hace cerca de una hora y media que salí del trabajo rumbo a mi departamento…
Hace una hora que estoy en el….
Se suponía que en estos momentos debería de estar entregando unos informes
Pero no es así, me encuentro sentado en la soledad de mi casa, con la mirada fija en chimenea que permanece apagada, sentado sobre el sofá con la correspondencia entre mis manos, pensando en todo y nada a la vez mientras el tic tac del reloj en la pared retumba en las paredes creando eco, marcando el correr del tiempo.
Así que es verdad …
Los rumores que han corrido por toda la empresa de un tiempo acá son ciertos
Es verdad que te casaras…
*
*
*
Llego al trabajo, con dos horas de retraso, pero no importa, nadie me dice nada, como reprocharle algo al jefe de este gran imperio, al único heredero de este reino que se ha forjado durante 100 años.
Entro a mi oficina, lujosa, amplia e intimidante para cualquiera que ingrese.
Te encuentras hay sentado junto a mi escritorio esperando a que me dignara a aparecer, y frunces el ceño en cuanto me ves traspasar la puerta.
Eres el único que se atreve a mirarme de aquella manera, la única persona en esta maldita empresa que tiene el valor para reprocharme algo o indicarme cuando estoy equivocado.
Me entregas unos cuantos papeles que necesitas que firme, lo hago sin protestar, sin leerlos siquiera, se que eres el mejor en tu área, no desconfió de ti.
-entonces, es verdad Hayato, es verdad que te casaras-
-si, ¿ya te llego la invitación?- preguntaste con una gran sonrisa en tu rostro.
-si hace unos momentos la vi en la correspondencia…. Muchas felicidades-
-gracias señor, lo esperamos en la boda –
Sin decir mas, te marchaste, vi la puerta cerrarse tras de ti, mirando el camino que recorriste y pensando en tus ultimas palabras
“lo esperamos en la boda”
Recordando lo que decía aquella invitación…
“le invitamos a celebrar el matrimonio de Yamamoto Takeshi & Gokudera Hayato”
Boda…
Matrimonio…
Yamamoto Takeshi & Gokudera Hayato
Yamamoto Takeshi
Y yo no….
*
*
*
No se cuantas copas bebí, lo único que se es que la botella de jack daniels que compre al salir de la oficina se acaba de terminar.
Veo tu silueta desde mi auto…
No se en que momento termine afuera de tu casa, observándote como un espectador anónimo, como un adolescente espía a la vecina cuando esta se cambia o simplemente se arregla para ir al colegio. Me encuentro aquí, a las 12 de la noche, afuera de la casa de uno de mis trabajadores, pasado de copas, observando cada uno de sus movimientos como un acosador.
Bajo de mi auto y atravieso la calle, llego hasta la puerta de tu casa, toco el timbre una sola ves, se que te molesta cuando lo hacen sonar un par de veces.
Espero pacientemente a que me abras, escucho como bajas por las escaleras, pero te detienes a medio camino y dudas en continuar o no, como culparte, pasa de la media noche, no es hora de visitas.
Saco mi móvil del bolsillo de mi pantalón y marco tu número, contestas enseguida.
-¿sucede algo señor?- preguntas del otro lado de la línea, te escuchas algo nervioso…
-abre la puerta soy yo, hace frio aquí afuera-
te escucho correr escalera abajo y después como giras el picaporte y la cerradura cede ante ti.
Abres la puerta y te observo con claridad, aun mantienes sujeto tu celular, pero en el momento que nuestras miradas chocan ambos cortamos la llamada.
-¿puedo pasar?-
-si, adelante- te haces a un lado y paso al interior de tu casa, apenas si nos hemos rosado, pero eso es suficiente para ti, para notar mi estado – a estado bebiendo – me reprochaste al instante en que cerrabas la puerta y me invitabas a tomar asiento en la sala
-solo un poco-
-¿sucedió algo? –
-no… te doy muchas felicitaciones por tu boda, y si no voy espero lo entiendas-
-¿no ira a mi boda señor Hibari? –
-gracias por la invitación pero no creo que pueda ir, tengo demasiadas cosas que hacer – respondí cortésmente, tratando de no ofenderte, peso supongo que resultaría imposible no hacerlo, después de todo considero un hecho de muy mal gusto no ir a los eventos que me invitan, a pasar de odiar estar rodeado de multitudes de personas, siempre e sido cortes, y asisto al menos por un rato.
-bueno, me gustaría mucho que asistiera- me dices con una sonrisa en tus labios, pareces feliz, tan seguro de lo que estas apunto de hacer.
-gracias- sin decir mas me levanto y comienzo a caminar rumbo a la entrada, también te pones de pie y me sigues, me detengo cuando me encuentro en el marco y volteo a mirarte.
Me acerco un paso a ti y te abrazo, al principio te extrañas un poco por mi acción pero de igual manera me correspondes.
-suerte en tu nueva vida- te susurro mientras dejo que mi orgullo se apodere de mi, a pesar de que siento que tu boda es una desagradable noticia, de que quiero besarte, cerrar la puerta, subir las escaleras y tirarte sobre tu cama…me quedo callado y afronto los hechos, soy un buen jugador, lastima que también sea un buen perdedor y sepa aceptar cuando e perdido la guerra…
-Y si has elegido esto, Si es justo lo sabes solo tu, el es el hombre perfecto que querías, Al que no querrás cambiar o perder jamás- te digo sin soltarte, aun manteniéndote entre mis brazos, de la manera que se nunca te lograre tener.
-¿Te sientes listo para cambiar tu vida, cambiar de casa, ir al mercado a sacar las cuentas a fin de mes, a tener un hijo y un perro? – te pregunto, asientes en modo de respuesta…
-listo para soportar suegra, cuñado, sobrinos, familia, la cena en navidad, dolor de cabeza frecuente, Y todo esto por amor… -
Finalizo mientras me separo de ti y veo como una lágrima se asoma por tus ojos dispuesta a salir, pero la limpio antes de que aquello ocurra
-muchas felicidades-
Me doy la vuelta, salgo de tu casa, cruzo la calle hasta llegar a mi auto, sin darte oportunidad de decir algo mas me marcho…
Quizás me valla de viaje al extranjero por un tiempo
Para olvidar…
Para olvidarte….
Para olvidarme de ti…
Si tuviera mas coraje o valor te diría, que el hombre perfecto que tu querías nunca lo notaste, nunca lo entendiste, siempre estuvo junto a ti…
Yo estaría dispuesto a cambiar de vida, Cambiar de casa, ir al mercado a sacar las cuentas a fin de mes, a tener un hijo y un perro, a ver la casa hecha un desastre, rayones por las paredes y huellas por toda la alfombra y muebles.
A soportar suegra, cuñado, sobrinos, familia, la cena en navidad y también el dolor de cabeza frecuente ante las presiones que implican una familia, Y todo esto lo haría por amor…
Y quizás me iré
Para olvidar
Para olvidarte