Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sucio por Enea

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Para aclarar, este fic no es un plagio. Ni siquiera sabía de la existencia de El Verano Verde de Helena Dax y lo leí hace relativamente poco para contrastar si de verdad se parecían tanto y tengo que decir que sí, me sorprendió bastante, pero puedo asegurar que no lo hice a posta. Este fic lo vengo pensado desde hace tiempo porque soñé con él y la idea se fue haciendo grande y más grande hasta que, tachan, aquí la tenemos. 

Puedo decir que el único parecido que hay entre los dos fics es el primer capítulo y ya. (Me dejó totalmente anonadada). Estoy pensando en mandarle un mensaje cuando pueda a Helena Dax(que por cierto, si alguien no la conoce, tiene que pasar por su perfil en fanfiction dado que escribe muy bien) para comentárselo, por si un día, por azares del destino, viese este fic y pensase que es un plagio. Ahora no tengo tiempo. Cuando acabe los exámenes lo haré sin más dilación. 

Bueno, a leer!

Cap 1: Vacio

 

 

Fecha: 11 de Abril. 2006.

 

 

Se escurría entre la muchedumbre cual gusano. Nadie lo notaba. No, nunca había sido percibido. Era como si de repente se hubiese convertido en una sombra del mundo, algo que no se ve, algo que no se siente. Algo que está pero que no se toma en cuenta. Sin sentimientos, sin pensamientos..

Para él estaba bien así. Nadie le reconocía, nadie le recordaba, nadie le hablaba. ¿Solitario? Tal vez. Pero indiscutiblemente necesario. Era importante no llamar la atención. Hacia poco más de un mes que había escapado y no podía permitirse volver. No otra vez. No ahora que sabía la verdad.

La soledad era una constante en su día a día, así que ahora, justo en ese instante ya no le molestaba tanto. Además, nunca estaba solo del todo. Siempre estaba.... bueno, esa cosa. Recordándole una y otra vez lo que había hecho, lo que había ocurrido y lo que, desgraciadamente, había dejado atrás.

No, ya no era el mismo. Ahora solamente era una sombra. Un monstruo en el cuerpo de una frágil figura de aspecto no más de veintiséis años cuando por dentro no era más que algo putrefacto, viejo y casi sin vida. Un ser oscuro que lo único que sabía era sobrevivir, deslizarse entre la masa de gente y.. seguir. Primero un pie, luego el otro. Sin ganas. Esperando. Siempre esperando. Pero en esta ocasión a la ya tan conocida y anhelada muerte. Aquella en que más de una ocasión le había esquivado tan galantemente. Porque sabía, joder, sabía que ya no podía volver. No, eso ya era imposible. No pertenecía a ningún lado. Ya nadie se acordaba de él. Ni siquiera él mismo sabía cómo se llamaba. ¿Jonh? ¿Rich? ¿Yuu? ¿Dennis? Todos a la vez y al mismo tiempo ninguno. Los pocos que le notaban le llamaban Dennis. Los que solamente sabían de su presencia, le llamaban Bicho Raro, jamás un nombre le había parecido más acertado. Sí, eso es lo que era. Un bicho a la vez que raro. Un parásito que su mayor deseo era morir, pero tan cobarde que seguía en vida, esperando, siempre esperando, a que alguna cosa le saque de ahí, que alguien(¡quién sea!) aparezca y le diga; Yo sé lo que sientes. Te comprendo y por eso, ven conmigo, te haré sentir cosas que jamás hayas sentido.

Estúpido.

Estúpido.

Y estúpido.

Todavía teniendo esas esperanzas que no servían más que para que el dolor se hiciese más y más profundo. ¿Cómo podía esperar que alguien viniese a por él? Era un... monstruo. No, era algo mucho peor que eso. Y estaba sucio. Todo él estaba sucio. Asquerosamente manchado. Por todas partes.

No recordaba nada de su... vida. De cuando en verdad vivía. De cuando había sido feliz. ¿Lo había sido alguna vez? ¿Había tenido padres? ¿Había tenido amigos? ¿Había querido a alguien, aunque sea una vez? ¿Alguien lo abrazó cuando tuvo miedo? ¿Alguien lo recogió cuando más lo necesitaba? ¿Alguien, en verdad, lo amó? ¿Todavía había alguien que lo recordase, a él, no ha Dennis o al Bicho Raro que era ahora? Sólo recordaba dolor, tristeza y un profundo agujero que lo atravesaba, que no le dejaba respirar, que le quitaba la vida poco a poco. Que le recordaba una y otra vez... que no era nadie. Que nadie le quería. Nadie le abrazaría nunca, jamás. Ni siquiera le tocaría. Nadie le recogería cuando cayese. Nadie le curaría ni estaría a su lado un día de fiebre. Nadie lo amará ni nadie se acordaría de él. No. Él era una sombra más. Otra que intentaba sobrevivir en un mundo donde todos eran luces, brillantes e inmaculadas. Ciertamente, él no encajaba.

Pero cuando el cuchillo se hundía en la tierna piel de sus muñecas le asaltaba una y otra vez las mismas preguntas, las mismas estúpidas esperanzas. Y su mano se abría en torno al puñal, dejándolo caer. Observaba como la sangre se derramaba hasta crear un pequeño charco alrededor del utensilio, pero no se preocupaba. No era nada grabe. Lo sabía. No moriría por algo así. Pero se ganaría otra cicatriz. Una de tantas. Las dos muñecas estaban llenas de ellas. Muestras que decían claramente de que era un cobarde. Un estúpido. Que no había aprendido nada. Nada. Y que, como siempre, volvería a caer.

El gorro de la sudadera negra que le cubría casi el rostro por completo ya estaba más que mojado, pero aún así siguió andando, sin saber dónde ir, sin saber absolutamente nada. Solamente que quería andar. Que se ahogaba y necesitaba con urgencia un poco más de aire para poder sobrevivir un día más, una hora más, un minutos más... aunque sea un estúpido y patético segundo más.

Pronto comenzaría a correr, pero eso, siendo sombra o no, llamaría la atención de los pocos transeúntes que a esas horas de la madrugada y encima con el chaparrón que estaba cayendo había por ahí. Porque nadie estaba corriendo. ¿Por qué él lo haría? No había razón.

Y el frío... su fiel acompañante. Aquél que se aferraba a su espalda y nunca le soltaba. Su mejor amigo y su acérrimo enemigo. Oscuras imágenes le venían siempre que lo sentía en la piel, en sus manos, en sus mejillas. Pero no comprendía. No sabía que significaban esas visiones.

No podía diferenciar de la realidad del sueño, por eso siempre tenía miedo. Miedo a que, un día, algo pasase, algo bueno que le diese esa esperanza tonta que tanto buscaba con anhelo, hasta llegando a la locura, y que, después, volviese a despertar en su hoyo, solo y abandonado, sin nadie. Siendo una sombra. Siendo Dennis. El Bicho Raro.

Aún después de leer su carta no tenía muy claro qué hacer. Lo más seguro es que todo fuese mentira. Bueno, parte de lo que decía era mentira. No podía hacerle caso en lo demás. No debía. Y no lo iba a hacer.

La lluvia no le limpiaba, no, tal vez le hacía sentir menos… incómodo, pero aún así tenía la frenética sensación de que necesitaba con desesperación una ducha. Larga. Con mucho jabón en el cuerpo. Con una esponja rasposa que consiguiese de una vez hacerle sentir limpio. Él.

Pasó por un callejón lleno de prostitutas que intentaban no mojar sus cortas(por no decir escasas) ropas. Cuando lo vieron aparecer, empezaron a hacer cualquier cosa para llamar su atención. No se impresionó. Desde hacia mucho tiempo que había aprendido que ciertas personas podían ver a las sombras, sobre todo aquellas que estaban acostumbradas a ellas. Como las prostitutas. Pero a él no le interesaba. Al principio se sintió... feliz. ¡Alguien lo notaba! Pero luego se percató de que lo único que intentaban con él era tocarle y eso, para todos, estaba prohibido.

Había llegado a la conclusión de que ellas eran un intermedio entre los suyos y las luces, los normales por así decirlo. Al igual que los bandidos y los asesinos. Todos éstos podían verle. Podían saber con exactitud cuándo se había movido y en qué dirección.

Las olas chocaban fieras contra la arena provocando que el agua salpicase por doquier. Se había quitado los zapatos y los calcetines y pensaba seguirse desnudando pero luego pensó que lo mejor era llevarse también la ropa. Cuando sus pies tocaron el agua salada, se detuvo, pensativo. Él ya no iba a utilizar más la ropa que portaba, eso era obvio, pero a lo mejor alguien necesitado pasaría por ahí y las viese...

Sin titubeos se quitó la sudadera y la camiseta que portaba debajo de color naranja. Después llevó sus manos a los pantalones, unos vaqueros normales, y se los bajó junto con los calzoncillos blancos. Los tiró lejos del agua. No quería que éste se la llevase y entonces su última obra de caridad se viese saboteada estúpidamente.

Sus pies tocaron el frío mar. Tan fría como su propia alma. Tan oscuro como él mismo y a la vez tan solitario. Siendo mero espectador de lo que ocurría a su alrededor sin tener ni voz ni voto. Dejando morir todo lo que tenía en su interior.

Cerró los ojos cuando el agua le tocó la cintura. No pudo evitar recordar esos ojos marrones, profundos, cálidos que algún momento le habían mirado. Le habían hecho sentir que él, joder, él tenía derecho de poder tenerlo. De ser normal. De que podía luchar. De que tenía una mínima oportunidad de saber qué se sentía al ser feliz.

Triste y estúpido niño sin conocimientos del mundo. Dolor, traición, rencor, odio, humillación. Eso es lo que le había enseñado. Una lección que lejos de agradecer, lloraba por ella cada segundo de su vida.

Usado.

Tirado.

Inservible.

Muerto.

Así se sentía. Y ya no podía más. La desesperación era tanta que le costa respirar. Sus pulmones se negaban a más, su corazón gritaba por un poco de auxilio pero nadie oía. Nadie entendía. Porque el era Dennis. El Bicho Raro.

Por última vez abrió los ojos, encontrándose con la oscuridad que proporcionaba las aguas marinas, ahora calmas, tan calmas como en ese momento se sentía. Era como siempre hubiese esperado eso. Y, por un breve segundo fue feliz. Todo lo feliz que puedes llegar a ser cuando la sensación de que el aire empieza a escasear se incrementa a marchas forzadas, pero no le dio importancia. No la tenía.

Oh, sí. Ya lo sentía. Esa mano tan escurridiza en ocasiones, tan esperada. Se sentía cual polluelo empezando a volar. Ahora era su turno de salir de la jaula. Ahora, por fin, era libre.

Notas finales:

Corto pero intenso o por lo menos, eso espero. Me he comido la cabeza a más no poder para escupir este capítulo. 

Los dos primeros son necesariamente cortos porque explican cómo empezó el calvario de nuestro protagonista y cómo... ¿empieza su recuperación? No sé si llamarlo así, pero bueno. 

Por cierto, no sé si os habréis dado cuenta de que pongo fechas. Es necesario que vayáis vigilandolas. En ocasiones pondré capítulos con fechas totalmente diferentes y separadas con bastante tiempo.

El próximo capítulo será en el 11 de Julio del 2002, por si alguien no lo sabe, son 11 días después de la muerte de Draco. Así iré, a ver cómo me sale el experimento. Si alguien no se entera, que me lo diga. Me hace ilusión probarlo porque a mi esto de los saltos en el tiempo y tal me fascina(tener el poder... mmmm....) pero si a alguien no le gusta me lo puede comentar lo discutimos y podría cambiarlo (TT_TT)

Bueno, próximo capítulo y los siguientes ya seran largos. Estos, bueno, ya lo he dicho, necesarios y cortos. 

Espero sus opiniones!! Y buena suerte con los exámenes!

PUBLICIDAD!

He estrenado un nuevo fic No... pero... ¿Por qué? y he actualizado(INCREÍBLE) el fic que ya estaba algo perdido Muy adentro...  

*Petonets*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).