4. El dulce no es tan desagradable entre tus labios
- NO
Había sido la rotunda respuesta de Roronoa Zoro cuando la navegante del barco prácticamente le había ordenado unirse a la actividad que todos los demás tripulantes realizaban en esos momentos. En la cubierta del Sunny, extendidos alrededor de una larga mesa de madera, se encontraban diversos ingredientes para preparar chocolates; desde el elemento principal que era el chocolate líquido en diversos colores y sabores, pasando por cuberturas y polvos dulces de multicolor, gomitas, galletas, granulados y confites, hasta los moldes para darles formas divertidas, y las cajitas, celofanes, bolsitas y listones donde envolver sus creaciones.
Y es que ese día, el calendario marcaba 14 de Febrero, día de San Valentín, y Nami había sugerido preparar sus propios chocolates para obsequiárselos entre ellos. Todos estaban muy emocionados con la idea, a excepción, claro está, de Roronoa Zoro, puesto que consideraba ese día como su enemigo natural.
- vamos, será divertido- insistía Nami, empujando a Zoro por la espalda hasta acercarlo a la mesa
- he dicho que no- reafirmó el peliverde con los brazos cruzados sobre su pecho y los pies bien plantados en el suelo- es una ridiculez
- Zoro-kun…- habló la chica con una sospechosa dulzura- gasté mucho dinero para conseguir todos los materiales, y si no participas TODO ese dinero terminará sumándose a tu deuda…
- tks…- Zoro tragó con fuerza, si su deuda con aquella mujer seguía aumentando, necesitaría al menos seis vidas más para pagarla- arpía usurera- refunfuñó por lo bajo, pero al recibir un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó contra el suelo, supo que lo había escuchado.
- que te diviertas- Nami tomó al peliverde por la camisa, y levantándolo del suelo, lo sentó en una silla frente a la mesa. La pelirroja también tomó su lugar, y después de unas risillas dirigidas al espadachín, el cocinero del barco comenzó a hablar
- muy bien chicos, antes que nada- explicaba Sanji, subiendo las mangas de su camisa hasta la mitad de su brazo- deben asegurarse que sus manos estén limpias- tomó una toallita húmeda de la mesa para retirar cualquier rastro de suciedad de sus manos, a lo que sus nakama lo imitaron, tomando cada uno una toallita que estaba frente a ellos- primero deben tomar uno de los moldes y verter un poco del chocolate dentro de éste. Si quieren más de un sabor, deben esperar a que el chocolate del fondo anterior se endurezca un poco…- explicaba calmadamente mientras realizaba la labor hasta terminar el primer chocolate de ese día.
Los tripulantes no tardaron mucho en comprender la técnica y pronto sus chocolates comenzaron a tomar formas más complicadas que círculos, cuadrados y corazones. Franky se había hecho un molde especial para recrear la mascarilla de león característica del Sunny con el dulce; utilizando las formas básicas que tenía a la mano, Usopp se las ingenió para hacer figuritas de hombres preparándose para una batalla; Robin utilizó los poderes de su fruta del diablo para preparar chocolate en forma de pétalos de flor, siendo ella quien más había producido; los chocolates de Nami eran círculo con glaseado amarillo y símbolos de berries sobre ellos; Sanji preparó corazones de diversos colores y adornos dulces; Chopper preparó esferas de chocolate que adornó con diversos materiales para semejasen los rostros de sus nakama, Brook había preferido darles forma de huesos, algo extremadamente raro para la ocasión. Los únicos que parecían tener problemas para preparar su chocolate eran Luffy, que se comía todo lo que tuviese a su alcance, y Zoro, que terminaba por romper todo lo que tocaba.
Una venita de frustración apareció en la frente del espadachín; aquella tarea era demasiado delicada para sus toscas manos. Ya había roto tres moldes, cuatro cucharas y sus chocolates, por alguna razón, terminaban en cientos de trocitos. Una risa llamó su atención, y al levantar la vista, se encontró con la mirada burlona del cocinero, retándole a darse por vencido. Pero una vez que Roronoa Zoro se proponía hacer algo, debía lograrlo costara lo que costara.
Zoro tomó un nuevo molde de forma rectangular, juntó unos cuantos trocitos de chocolate que habían quedado de sus últimos intentos y los puso dentro para luego verter más chocolate sobre ellos, y en cuanto esa base se endureció, vertió un chocolate diferente hasta llenar el molde. Al solidificarse todo el dulce, retiró el molde con todo el cuidado que pudo; puso un poco de polvo blanco con confites de colores sobre el chocolate y sonrió triunfante; aun cuando tenía una apariencia un tanto extraña, lo había logrado. El peliverde preparó unos cuantos chocolates más de la misma forma hasta que la actividad de ese día se dio por terminada cuando los ingredientes se agotaron más rápido de lo que Nami calculó, pero al mirar la cara de su capitán embadurnada de chocolate y dulce, supo enseguida por qué.
Cuando los demás comenzaron a envolver los chocolates, Zoro se levantó de la mesa y, dejando sus dulces dentro de una canastita con un papel rojo de fondo, se dispuso a irse, mas la navegante se puso frente a él, cerrándole el camino
- ¿qué quieres ahora?- reprochó el moreno con el ceño fruncido
- debes regalar tus chocolates y recibir los tuyos- Nami tomó su mano y depositó uno de los chocolates que ella misma había preparado
- no me gustan las cosas dulces…- pero la navegante no le hizo caso y volvió a plantarlo frente a la mesa, donde comenzaron a acumularse los dulces.
Como era de esperar, los chocolates de Sanji terminaron en mano de las dos mujeres del barco, mientras que había reservado apenas un par para sus demás nakama; los de los demás fueron entregados equitativamente entra cada uno de los mugiwara, a excepción de los de Franky, pues el cyborg había destinado la mayoría de sus chocolates a Robin. Zoro miró su canastita de chocolates, si no quería ser molestado de nuevo por la navegante, no tenía más opción que hacer lo que le había dicho; repartió uno a uno sus chocolates entre sus nakama, pero al llegar al final, se dio cuenta de que no había preparado los dulces suficientes; sólo le quedaba un chocolate y aun faltaban dos personas a quien debía repartirles… Sanji y Luffy.
- [[de todos modos, no creo que el cocinerucho lo hubiera aceptado]]- pensó con el espadachín con molestia- aquí tienes Luffy…
- ¿puedo tomar los otros también?- preguntó esperanzado el pelinegro, refiriéndose a los chocolates que había recibido Zoro
- adelante- el joven capitán agradeció con una sonrisa, mas antes de tomar los dulces, se detuvo y comenzó a buscar entre sus bolsillos
- yo también tengo algo para ti- de la bolsa de su pantalón sacó un pequeño y deforme dulce, apenas del tamaño de su pulgar, envuelto en un celofán verde. Lo desenvolvió con cuidado y lo puso frente al espadachín, ofreciéndoselo
- no me gusta el chocolate, es demasiado dulce- replicó Zoro, ganándose un puchero enfadado por parte del pelinegro
- cómelo- reprochó Luffy- ¡es una orden de tu capitán!
- ¡he dicho que no! ¡No me importa si es…!- pero las palabras de Zoro fueron cortadas cuando sintió el chocolate contra sus labios, y sosteniéndose sobre las puntas de sus pies, Luffy empujó con su lengua el chocolate hacia el interior de su boca.
Aprovechando la distracción del espadachín a causa de la sorpresa, el más joven se colgó de su cuello y lo besó, dejando que el chocolate se fundiese entre sus bocas, impregnándolas de ese empalagoso sabor. Zoro parpadeó un par de veces, aun incrédulo de lo que estaba ocurriendo, pero el suave contacto de su capitán contra sus labios le hizo ceder pronto, y olvidando que estaban en la cubierta del barco, con las miradas de sus nakama sobre ellos, rodeó la cintura del más joven con sus fuertes brazos y profundizó el beso, pasando su lengua hacia la cavidad del más pequeño, notando enseguida el dulzor que había quedado a causa de lo todo el chocolate que se había comido.
Duraron así unos minutos, encerrados en el pasional beso, enredando sus lenguas y endulzando sus bocas hasta que les faltó aire. Zoro se separó lentamente del rostro de su capitán y correspondió a la juguetona sonrisa que le dedicó. Y repentinamente, al escuchar los susurros de sus nakama, recordó que no estaban solos. Al igual que la mayoría de los presentes, el peliverde enrojeció considerablemente, deseando desaparecer en ese mismo momento… ¿cómo es que había terminado besando a Luffy en frente de tantos testigos?
Nadie dijo nada, simplemente comenzaron a desaparecer de la cubierta con una sonrisa traviesa mientras miraban al espadachín, quien aun no lograba deshacer el nudo que tenía en su garganta.
- ¿estás enfadado?- preguntó de pronto Luffy en cuanto estuvieron a solas
- no te preocupes- el mayor acarició suavemente los cabellos de su capitán y se apartó de él para empezar a subir las escaleras que llevaban a la torre del vigía
- ¿a dónde vas?
- a entrenar un poco
- ¿puedo ir contigo? ¡Compartiré mis chocolates! Shishishi~
- si quieres
Luffy se apresuró a tomar los chocolates, y estirando su brazo libre, llegó hasta arriba de la torre. Lo único que esperaba Zoro era que su capitán no le interrumpiera en su entrenamiento, y que, cuando compartiera sus dulces, lo hiciera de la misma forma que momentos antes… porque, después de todo, lo dulce no era tan desagradable entre sus labios…
The End