Capítulo 5
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-¿Cómo son tratados los hijos de los humanos con los de tu especie?- le pregunto Wufei a Treize luego de terminar una pelea de espada.
-Igual que los de nuestra raza y los humanos que son sus parejas, con respeto y de forma libre- le respondió el general castaño tomando agua de su termo.
El joven chino seguía siendo distante, pero no había sido necesario convencerlo de que había estado en un error, el solo se había dado cuenta al ver su entorno.
-La mayoría de la nueva generación se encuentra en nuestro planeta, pero hay algunos que ya son adultos y han venido a la tierra, tu compañero piloto llamado Trowa es uno de ellos-
-Sí, me entere- dijo enfundando su arma y saliendo del salón.
Treize lo vio marcharse con sus pupilas de un completo color rojo, cada día se le hacía más difícil contenerse, pero también cada día había aprendido a amar cada forma de ser del muchacho y no quería lastimarlo… cuanto podría soportar por protegerlo.
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-¿Dónde estoy?- exigió saber Heero, lo último que recordaba era que ese marques lo había drogado, trato de moverse peo como imaginaba estaba amarrado, esa era una nueva posición, pero no lograba definirla bien pues su cuerpo estaba recién despertando de los efectos.
Estaba sobre una cama boca arriba, sus brazos estaban atados a la cabecera de metal de la cama, su pecho también tenía una sogas que le daban vuelta al colchón y sus piernas estaban abiertas y atadas para que no las pudiera mover, la mayoría de su cuerpo estaba en forma horizontal solo la parte superior de su pecho y su cara estaban vertical, debajo de su culo había un cojín que lo elevaba un poco de la cama.
Alarmado se dio cuenta que estaba desnudo.
-¿Qué piensas hacer?- le exigió saber el joven castaño cuando apareció el marques Zechs.
-Ya que no me crees, no me queda otra opción que demostrártelo- los ojos azules del humano se abrieron y por primera vez el Specials detecto miedo en ellos, aunque en esos momentos no era lo que quería ver.
-¿No te atreverías?- muy tarde se dio cuenta que sus palabras eran un reto.
-¿Qué no? Te presento las larvas que en mi mundo sirven para crear en ustedes terrícolas una matriz falsa-
-No lo hagas- exigió aunque sus palabras salieron como un murmullo.
-¿Me crees?- le pregunto el mayor, el joven terco negó cerrando los ojos sin atreverse a decir una palabra más que lo tentare a rogar porque lo soltara.
-Entonces nuestro primer hijo será la prueba de que no miento-
Sintió como un peso callo en el extremo inferior de la cama, abrió los ojos para ver cómo el gusano se movía y se dirigía lento y seguro entre sus piernas.
-Vasta, detenlo- le grito el castaño, pero para desesperación suya el marques se había marchado, trato de soltarse pero su cuerpo estaba bien sujeto, ni siquiera podía moverse.
El gusano era de color entre amarillo azul y verde, eran ambos extremos fino y en medio gordo, media cuando se estiraba para avanzar como veinte centímetros y cuando se hacía pequeño quince, la parte más gruesa tendría unos diez centímetros de espesor, pero sus puntas no medirían más de un centímetro.
Cuando la oruga llego hasta el medio de sus piernas, contuvo la respiración y se mordió la lengua para no gritar, le habían contado millones de veces de la dolorosa experiencia que los humanos eran obligado a pasar por esos extraterrestres, ese criatura se abriría paso desgarrándolo y alimentándose de su sangre en el proceso, solo el dolor de su tamaño sería suficiente para hacerlo desmayar.
Pero no gritaría, resistiría y mataría a ese engendro que querían que diera a luz y a ese desgraciado del marques por hacerlo pasar por esto.
El primer extremo de la larva todo por fin su agujero habiéndolo estremecer de los nervios, su tortura era como aterciopelada, sintió como a poco esta empezaba a forzar para entrar, aunque no lo hacía con brusquedad… todavía.
Sintió como el centímetro de la punta entro por fin en su cuerpo, venciendo la resistencia que trataba de mantener, poco a poco la sensación de que entraba algo en contraflujo se hizo patente, lo sentía moverse, pero nunca sintió que el gusano forzara o le desgarrara. Trataba de expulsarlo pero el igual seguía entrando, perdió la noción del tiempo que paso en eso.
Pasaría como una hora cuando por fin sintió que el otro extremo del gusano entraba por fin a su cuerpo, no había sido doloroso pero si desagradable, nunca sintió como si el gusano fuera más grueso que el centímetro y medio de sus puntas.
Sentía un ligero malestar en el estómago y unas nauseas al sentir e imaginar al gusano removerse en su interior, pero no dolor.
-A pesar de verse tan gordo el gusano, cuando este entra a un cuerpo, no forzar su entrada, acopla su tamaño al de la abertura, por la que pasa así tarde tiempo en haberlo- le explico el marques saliendo entre las sobras de la habitación.
-Me comerá- aseguró el chico.
-Dudo que sientas dolor, solo un malestar y será mientras el gusano se acopla a tu cuerpo y crea la matriz, para mañana estarás bien.
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-¿Y ahora como haces para liberarte?- de duelos de espadas, pronto Wufei y Treize pasaron a los de karate, en esos momentos el mayor le aplicaba un llave al joven teniéndolo de espalda al suelo e inmovilizándolo con una rodilla en la espalda.
-Así- respondió el otro volviéndolo con un movimiento y trepando sobre sus caderas y haciendo que los brazos del mayor quedaron detrás de su cuello, lo que no espero Wufei fue sentir entre sus piernas como el amigo del general, que estaba muy animado, lo quería atacar.
-Ahh- soltó un jadeo el castaño al sentir el roce, al ver el efecto el pelinegro repitió el movimiento teniendo el mismo resultado.
-¿Qué haces?- lo miro excitado Treize soltándose las manos de detrás de la cabeza para colocarlas en las caderas del chico y hacer que se moviera hacia él.
-¿Tu qué crees?- le dijo burlonamente el chico acercándose a su cara y mirando directamente esos ojos rojos que los devoraban con lujuria y amor, antes de unir sus bocas en un demandante beso.
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A la mañana siguiente Heero se despertó sin dolor pero si con una sensación extraña que no terminada de descifrar.
-¿Qué haces aquí..?- le exigió saber al ver al marques, pero sus palabras murieron al ver por primera vez el rostro que se ocultaba detrás de esa fea mascara.
-¿Todavía no me crees?- le pregunto devuelta quitándose la corbata que cargaba.
-Ya estoy llevando tu mugroso parasito, puede que exageraran sobre el dolor, pero sé que cada día tu engendro me devora…- una fuerte cachetada lo interrumpió.
-Nunca vuelvas a decirle a nuestro hijo engendro- por raro que parezca Heero no se atrevió a contradecirlo –Además… por los momentos solo llevas la matriz-
-¿A qué te refieres?-
-El proceso de reproducción o apareamiento de nuestra especie no se diferencia mucho del de la suya después de crear la matriz- esas palabras fueron suficientes para que el chico entendiera, pero a pesar de que lo asustaron, para su asombro también lo excitaron y así lo demostró su despierta hombría, el todavía seguía desnudo y atado a la cama, solo con una sábana de seda verde que lo cubría –Y te hare suplicar por mas- prometo el Márquez.
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Quatre hacia dibujos con su dedo sobre el pecho de su amado Trowa, no sabía cómo decir lo que quería y no estaba seguro de querer el método… pero si el fin. Así que reuniendo valor le dijo a su casi dormida pareja.
-Quiero tener un hijo tuyo- el castaño más dormido que despierto le respondió sin pensar.
-Pronto mi vida, a tu matriz solo le faltan dos meses para que termine de formarse-
-¿Qué?- grito sorprendido el rubio sentándose y despertando del todo al castaño con un susto -¿Cómo que a mi matriz le faltan dos meses? ¿Cundo me pusiste el gusano? ¿Por qué demonios no me pediste permiso para hacerlo?- el castaño observo avergonzado a su pareja.
-Lo siento mi vida, sé que no tenía derecho, pero te lo puse casi hace ocho meses, cuando regrese después de recuperar la memoria-
-Pero luego de aquella ocasión no me volviste a tocar-
-El remordimiento de lo que hice no me dejaba verte a la cara- el rubio lo observo pensativo.
-Tienes suerte de que ahora si quiera tener un hijo tuyo- le dijo sonriente mientras lo besaba.
-Tengo toda la suerte del universo-