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UN RETO JUNTOS por miau

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Notas del capitulo:

Holaa, disculpen el retraso, pero lo acabo de terminar.

CAPITULO IX: Una Impactante Noticia.

Metieron rápidamente al castaño en la ambulancia y sin responder a las preguntas, que inútilmente formularon Oliver y Pierre, partió inmediatamente.
El pelinegro busco desesperado a su alrededor algún transporte para seguir a la ambulancia. Vio pasar un taxi a unas cuadras y corrió hacia él sin hacerle ningún caso al rubio francés que lo llamaba.
- Siga a esa ambulancia – fue todo lo que dijo al subirse al taxi.

LeBlanc dio un suspiro cuando vio desaparecer el vehículo que llevaba a ambos japoneses. Miro a su alrededor y vio a una turba de periodistas salir del estadio, se oculto rápidamente, lo que menos quería ahora era dar una entrevista. Fijo su vista en los múltiples ojos que buscaban alguna señal del peli castaño o de algo hasta que alguien se subió una camioneta y arranco a lo cual los demás periodistas lo siguieron, cual corderitos, subiéndose a sus respectivas camionetas.
- Espero que todo vaya bien – se dijo con preocupación y entrando nuevamente al estadio, debía de regresar para saber que había pasado con el partido.


Nicole salió del estadio demasiado tarde (miau: compréndanla ella no es tan rápida como un jugador de futbol), cuando la ambulancia ya había partido, rápidamente subió a su carro y condujo rápidamente siguiendo a la ambulancia.


Oliver veía como los demás autos daban paso a la ambulancia y le impedían el paso a él.
- Joven no creo que podamos avanzar – le comunico el conductor.
El pelinegro frunció el ceño mirándolo fieramente y con la voz más demandante de su vida le dijo al conductor.
- No me importa si se pasa las luces o comete infracción. Yo le pagare todas las infracciones, solo no pierda a esa ambulancia. – El conductor se estremeció ante lo dicho por el joven japonés y apretó el acelerador.
El taxi paso raudo a través de los carros, casi chocándolos y recibiendo de paso unos cuantos insultos de los demás conductores. Logrando casi alcanzar a la ambulancia, casi, porque no lograban alcanzarlo por completo debido a un carro que iba justo detrás de la ambulancia y no los dejaba pasar. Lo bueno de todo es que no habían chocado con nadie y todavía no se habían ganado una infracción (miau: pobre señor taxista), además de que no habían perdido a la ambulancia.


En el estadio las cosas ya no eran tan caóticas, las cosas se habían calmado cuando los periodistas se dieron cuenta que Misaki ya no estaba, y aunque todavía había desorden las cosas se calmaban poco a poco, lo que permitió que el arbitro reiniciara el partido.


Cuando la ambulancia llegó al hospital bajaron rápidamente a Tom, al mismo tiempo dos carros se estacionaron y dos personas bajaron mas que rápido. En el caso del taxi el pelinegro al momento de salir le dio al conductor doscientos euros y aunque el taxista trato de decirle que era mucho Oliver no lo escucho y le dio las gracias antes de entrar rápidamente al hospital.
Entro en el hospital y vio como Tom era atendido. No le dejaron acercarse y lo alejaron del peli castaño alegando que esperara. Se quedo parado un momento hasta que, apoyándose en la pared, poco a poco resbalo y quedo arrodillado en el suelo. Una lagrima salió de sus ojos y aunque debían de ser mas las retenía diciéndose que debía de ser fuerte y que Tom saldría bien de esta.


Vio como entraban al peli castaño a una habitación mientras le ponían una sonda, se quedo afuera, no era conveniente que interviniera hasta que el muchacho despertara, además estaba segura de que tratarían de reanimar al castaño y después hacerle unos exámenes. Dio un suspiro y cayo en una banqueta del hospital, había corrido demasiado. Alzo su vista y sus ojos azules dieron con un joven pelinegro que estaba en el piso, le miro con curiosidad; paso unos minutos y el joven se paro y pasándose la mano por los ojos se sentó a su lado. La científica lo detallo unos momentos y cuando el pelinegro le dio la cara – pues sintió que le estaban observando – ella le reconoció. “Es él” pensó sorprendida.


La mujer de cabello negro y ojos azules, que volteo a ver, le miro sorprendida. No entendió su reacción y solo fijo su vista al piso. Estaba tan angustiado que no tenía cabeza para nada.


Paso media hora para que alguien lo sacara de su ensimismamiento. Alzo la vista, era el padre de Tom que sacudiéndolo por el hombro le llamaba con un marcado tono de preocupación.
- ¿Dónde esta mi hijo?
- Entraron a esa sala – respondió el pelinegro, sus ojos querían aguarse, pero no debía de permitirse tal cosa.
El señor Misaki noto el terrible estado en que estaba el jugador japonés. Comprendía el sentir de Oliver, él mismo estaba preocupado por la salud de su hijo; pero el joven mediocampista debía de estar peor, después de todo él era el esposo de su hijo. Mostrando empatía y tratando de tranquilizarse él también se sentó al lado del pelinegro y puso una de sus manos en su hombro en muestra de que tenía su apoyo y ayuda.
- Mi hijo es fuerte y muy sano. Estará bien – El apoyo del padre de Tom llegó al pelinegro que tranquilizándose por el apoyo de su suegro.
- Eso espero. Gracias señor Misaki – trato de sonreírle a su suegro, pero el gesto no le salió.


Pasaron algunos minutos y en el pasillo en el que estaban callados las tres únicas personas que lo ocupaban: un jugador de futbol, un artista y una científica, no volaba ni un mosquito; estaban en sumo silencio, cada uno pensando en el joven castaño que había pasado a la sala de hospital hace ya mucho rato.
- Ya paso mucho tiempo – la voz preocupada del artista rompió el silencio en el que estaban los tres.
- Señor Misaki – Oliver de pronto se dio cuenta de algo importante – usted… ¿Quién le aviso que Tom estaba aquí? – El padre de Tom miro confundido al esposo de su hijo, asumiendo que no se había percatado antes de algo tan obvio como eso “Esta muy preocupado por Tom, tanto que no se fijo en eso” pensó sonriéndole a su yerno.
- Fue el entrenador del Marsella quien me aviso, pero como estaba viendo el partido por la TV ya estaba buscando un hospital cercano al estadio para ver a mi hijo.
- Entiendo.
- A veces es útil tener un móvil – Le mostro su móvil al pelinegro.
- Es cierto – Oliver busco su móvil y pensó que seria buena idea tener el numero de su suegro – Me gustaría que me dé su numero.
El señor Misaki solo asintió ante el pedido del pelinegro y estaba dispuesto a darle su número telefónico y pedirle el suyo al pelinegro cuando vio que los ojos de su yerno se abrían en sorpresa, como si hubiese olvidado algo y hasta ahora lo recordara; de hecho eso era precisamente lo que pasaba.
Oliver miro su celular y vio el número de llamadas que había perdido – porque estaba a modo silencioso – y todos eran de su entrenador en el Cataluña. Paso saliva, tenia que dar una buena explicación, una muy buena explicación a su entrenador.
- Regreso enseguida señor Misaki – Decidido se levanto del asiento en el que estaba. Si se tenía que enfrentar a su entrenador, por teléfono, lo haría, pero él no se iría de Francia hasta ver que Tom estuviera bien.
- Esta bien – fue todo lo que respondió el mayor al ver la determinación en los ojos del capitán japonés.

Atom doblo la esquina del pasillo y diviso un pequeño jardín; se dirigió hacia el mientras marcaba el numero de su entrenador.
- ¡Oliver! – Escucho al otro lado de la línea – No se donde estés, pero te quiero en el hotel ahora.
- Lo siento entrenador. – Empezó calmadamente – Asumiré cualquier castigo que usted me ponga pero me quedare en el hospital.
- ¡¿Hospital?! ¡¿Qué hospital?! – El entrenador del Cataluña se jalaba los cabellos.
Oliver tuvo la sensación de que no debió de haber dicho eso, pero debido a eso se le prendió un foquito de idea.
- Mi esposo tuvo un accidente y no pienso moverme del hospital hasta saber como esta.
- ¡¿Esposa?! ¿Cuándo te casaste? - ¿Por qué sentía que había escuchado una pregunta similar? No le dio importancia al mal entendimiento de su entrenador (que cambio el “o” por la “a”).
- Un día – la broma del pelinegro lo le hizo gracia al entrenador – Puede tomar esto como una emergencia familiar. Regresare a España a penas se recupere mi esposo.
- Y ¿Cuánto tomara eso? – el sarcasmo salió natural en el entrenador.
- Uno o dos días – el pelinegro lo dijo con firmeza – Cuando llegue a España escuchare todo lo que me quiera decir y ya le dije que acataría cualquier castigo. Yo solo quiero asegurarme que este bien.
- … - El entrenador quedo callado ante la firmeza de Oliver.
- Nos vemos en España y perdone por las molestias – El jugador del Cataluña cortó la llamada y dando un suspiro preocupado se dirigió nuevamente hacia la habitación de Tom.

Cuando volvió con el padre de su esposo lo encontró hablando con el medico que atendía a Tom (miau: ¿No les molesta que las cosas importantes que esperas, pasen en la ausencia de una? A mi si) Frunció el ceño enfadándose consigo mismo por demorarse tanto hablando por teléfono. Se calmo un poco y fue hacia los dos mayores.
- ¿Esta bien Tom? – la pregunta le salió automáticamente, sin pensar.
- Tu eres… - El medico del Marsella lo miro e hizo una mueca como tratando de recordarlo.
- Soy Oliver Atom. ¿Esta bien Tom?
- Oliver – llamó el papa del peli castaño – El doctor Freiz me decía que podemos entrar a ver a Tom.
- Si, pero solo familiares.
- Oliver es un familiar – El señor Misaki miro seriamente al doctor y luego se dirigió a su yerno – Oliver ve con mi hijo, estará feliz de verte.
- Gracias señor Misaki – Iba a pasar por la puerta por la que, hace como una hora, había pasado su esposo, cuando la voz del medico le paro los pies.
- Espera. La habitación es la 420 – Le dijo sin mirarlo.
- Gracias – Diciendo eso, desapareció tras las puertas para ver a su esposo.


La doctora Nicole hacia lo que las viejas cucufatas hacían bien, escuchar las conversaciones ajenas. Se había enterado de la condición de Tom, las pruebas que le hicieron y las pruebas que faltaban por hacerle, escuchando atentamente lo que el medico del Marsella le decía al padre del castaño (Se entero que era el padre de Tom Misaki cuando el medico salió preguntando por los familiares de este). Cuando el pelinegro llegó y pregunto por su pareja se entero del número de su habitación. Sonrió, jamás pensó que se le diera tan bien el escuchar conversaciones ajenas “Lo de escuchar lo ajeno debe estar en mis genes femeninos” se dijo muy feliz parándose de su asiento disimuladamente. Ya sabía lo que necesitaba saber.

Camino por el pasillo y se metió al baño de mujeres. Una vez ahí saco de la pequeña cartera que llevaba (infaltable para cualquier mujer (miau: no creo que tanto -.-)) su bata de medico y un estetoscopio.
- Siempre es bueno estar preparada – Mientras se ponía la bata y el estetoscopio.
Se arreglo un poco y salió del baño rumbo a la habitación 420 (miau: esperemos que ahora no se equivoque jijijijiji).


Oliver encontró la habitación y abrió la puerta, sin tener siquiera la decencia de tocar.
- Tom – Corrió a abrazar al castaño - ¿Estas bien?
- Oli – Correspondió el abrazo, pero apenas lo hizo un gemido doloroso salió de sus labios.
- Lo siento – Se separo inmediatamente de su esposo al pensar que le había hecho daño.
- No sabia que habías llegado – Trato de desviar el tema para no preocupar al pelinegro.
- Fue algo inesperado, pero vine a verte jugar o mas bien a espiarte.
- Entiendo. Es probable que nos enfrentemos en el próximo partido – El castaño sonrió débilmente, pues se encontraba muy cansado.
- Tom – la voz seria de Oliver desentono en la tranquila conversación que estaban teniendo - ¿Qué paso? – e hizo la pregunta del millón.
El castaño miro atentamente a su esposo y con un suspiro respondió.
- No lo se.
- Cómo que no lo sabes.
- Bueno, hace días que me siento raro. Me da más hambre de lo usual, a veces me dan uno ligeros mareos al despertarme y aunque estoy muy activo, siento que me canso con más facilidad. Pensé que era a causa del estrés, pero ahora no se.
El pelinegro escuchaba atentamente a su Koi y poco a poco se empezaba a preocupar más. El castaño no estaba mejor, no sabía que le pasaba.
Cuando Oliver iba a abrir la boca para hablar una voz le interrumpió.
- Ahora entiendo todo. Parece que después de todo si paso – una mujer de cabello negro y ojos azules había entrado a la habitación sin pedir permiso.


Cuando paso por la puerta por la que había entrado el joven pelinegro la mujer se dio cuenta de que estaba en el área de hospitalización. Más segura camino buscando la habitación 420 y cuando la encontró se dio con la sorpresa de que la puerta estaba entreabierta, trato de golpear la puerta para llamar la atención de los dos jóvenes jugadores de adentro; pero se detuvo al oír lo que decía el castaño.
- Bueno, hace días que me siento raro. Me da más hambre de lo usual, a veces me dan uno ligeros mareos al despertarme y aunque estoy muy activo, siento que me canso con más facilidad. Pensé que era a causa del estrés, pero ahora no se.
Simplemente no lo pudo evitar. Entro a la habitación y casi en automático dijo:
- Ahora entiendo todo. Parece que después de todo si paso.


Dos pares de ojos miraban a la doctora intrusa. Nicole se amonesto internamente por no haber podido reprimir su impulso. La doctora miro a ambos jóvenes y se dio la vuelta solo para cerrar la puerta y ponerle el seguro para asegurarse de que nadie más entrara a la habitación.
- ¿Quien es usted? – Hablo Tom.
“La hora a llegado” fue lo que pensó la científica antes de darse la vuelta y enfrentar a los jóvenes.
- Soy la doctora Nicole Rosee – decidió que debía de empezar con la presentación y buscando en su bolso, saco una billetera de la que extrajo dos tarjetas y se las tendió a los jóvenes – Medico e Investigadora especializada en fertilidad.
- ¿Especializada en fertilidad? – Se oyó la suave voz de Tom.
- Trabajo en un famoso laboratorio de fertilidad, aquí en Francia.
- Entiendo, pero que hace aquí – Se oyó de nuevo la voz del castaño, mientras que ambos jóvenes la escudriñaban con curiosidad y confusión a la vez.
- Necesito que me escuchen. Seré lo mas breve que pueda – Quería ir al punto, pero se sentía en la necesidad de explicar las cosas desde el principio para que los jóvenes la entendiera.
Ambos jóvenes asintieron.
- Verán hace dos meses, viaje con mi sensei a una isla paradisiaca para realizar un trabajo, un trabajo discreto – Tomo aire y continuo – El trabajo implicaba unos chocolates muy especiales.
- ¿Chocolates? – preguntaron confundidos ambos.
- Chocolates que tenían, prácticamente, el 100% de éxito en fecundidad. Era un producto muy especial – volvió a suspirar – El caso es que esos chocolates, por error ajeno a la voluntad, fueron a parar a la habitación equivocad, la habitación de dos jóvenes que también fueron a esa isla paradisiaca.
Oliver y Tom se miraron y recordaron sus pequeñas vacaciones de hace dos meses.
- Esos jóvenes eran ustedes – Vio que los jugadores iban a abrir la boca, pero Nicole se adelanto – y estoy segura de ello porque los vi y pedí la información de ustedes dos a la recepción.
- ¿Nos esta acusando…?
- ¿…De comernos unos chocolates?
Ambos jugadores completaron su pregunta en perfecta sincronización.
- No – Sacudió la cabeza y continuo – Como dije eran unos chocolates muy especiales. Seguramente han de recordarlos.
La doctora los insto a recordar e inevitablemente se les vino a la cabeza la vez que “jugaron” con unos chocolates.
- Si. – El jugador del Marsella fue el primero en dar sus excusas – Lo sentimos, pensamos que era una cortesía del hotel.
- Lo lamentamos de verdad – Continuo el pelinegro – Aunque fue raro – se le vino un recuerdo a la cabeza – después de eso no dejaba de sentir un extraño calor.
- ¿Se tomaron la botella de chocolate? – ambos jóvenes asintieron sonrojados – Eso era afrodisiaco – soltó sin mas. ambos jugadores se sorprendieron y por fin pudieron comprender algunas de las cosas que les paso.
“Así que la causa de eso… ” “Fueron esos chocolates…” llegando a la misma conclusión se sintieron avergonzados de no haberlo sospechado siquiera.
- Pero el problema no es ese – Los japoneses volvieron a prestarle atención – El problema es que eran unos chocolates para fertilidad. Verán en un principio no me preocupe de que embarazaran a una chica – Ambos la miraron ofendidos, pero Nicole los ignoro olímpicamente – Pero cuando descubrí, por accidente, la relación que tenían, pues me alivie mas; pero… le abrieron a mis ojos una posibilidad que nadie había pensado.
Nicole callo un momento y continuó.
- Debido a ustedes regrese a Francia e hice un sin numero de experimentos, para confirmar la hipótesis que ustedes habían instalado en mi cabeza.
- ¿Qué hipótesis? – preguntaron al tiempo y sintiendo internamente que era algo de suma importancia.
- Todas las pruebas que hice, mostraron que era posible, muy posible. Y por los síntomas que dices que tienes – dijo mirando a Tom – y la información que conseguí. Es casi seguro de que estés embarazado.
Y el silencio se hizo.

Continuara…

Notas finales:

Como siempre el buzon esta abierto miau


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