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UN RETO JUNTOS por miau

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Notas del capitulo:

El tercer capitulo ya esta listo. Gracias a todas aquellas personas que me dejaron un reviews. Espero que siga gustando este fic. Sin mas a leer.

CAPITULO III: Las consecuencias de nuestra noche.

 

Abrió los ojos lentamente, el sol alumbrando toda la habitación, por la claridad pudo notar que ya era tarde, posiblemente medio día. Necesitaba mirar un reloj, trato de levantarse, pero su cuerpo regreso a la cama debido al dolor que comenzaba a sentir en su parte trasera. Recordó la noche tan… candente que pasaron, definitivamente no había sido normal el que lo hicieran una y otra vez, como si estuvieran en celo.

Escucho una puerta abrirse y de inmediato dirigió la vista al pelinegro que salía del baño secándose la cabeza.

-          Despertaste, pensé que dormirías todo el día – Eso fue lo que Oliver pudo apenas decir, se veía en sus ojos una especie de profunda culpa, y no era para menos, había estado preocupado toda la mañana porque Tom no despertaba y por supuesto, esto  aumento cuando en un intento de despertar a Tom, lo movió y el castaño se quejo entre sueños; decidió entonces destaparlo, pero al hacerlo se encontró con una mancha de sangre para nada pequeña, aunque tampoco era grande, era de un tamaño fácilmente notable. Fue entonces que entendió, lo había lastimado, había sido un bruto con él. Lo tapo cuidadosamente para que durmiera, dudaba que Tom se levantara, al menos por ese día, por lo que decidió que se daría un baño y ya limpio podría limpiar a Tom y salir a comprar algunos medicamentos que seguro el castaño iba a necesitar.

-          No es tu culpa – fue lo que agrego inmediatamente al darse cuenta de lo mal que se sentía su koi – anoche algo nos paso y…

-          Si lo es, te lastime y por eso ahora ni siquiera has de poder pararte.

-          Estaré bien es solo un pequeño dolor se me pasara…

-          No mientas, te quejabas dormido, a pesar de que te moví solo un poco

-          Entonces yo también soy culpable – se sonrojo – no te detuve. Además no quisiera discutir en mi primer día como “casado”.

Oliver sonrió sin quererlo, era ese carácter tan suave, tan delicado y comprensivo lo que mas amaba de Tom, sin importar que pasara él siempre lo hacia sentir mejor.

-          lo siento – se disculpo una vez mas mientras lo abrazaba.

-          Estaré bien, aunque ahora lo que necesito es una buena ducha – Oliver le dio un beso en la frente notando algo extraño en el castaño, por lo que levanto la mano y la coloco en su frente a la vez que hacia lo mismo en la suya.

-          Estas con fiebre – le dijo preocupado

-          ¿Enserio? – Misaki estaba algo mareado, pero se dio cuenta, por la mano de Oliver, que éste tenia razón.

-          Te llevare a la ducha y luego comprare algunos medicamentos o mejor llamare a un medico para que te atienda – la culpa volvió a surgir en el pelinegro – te lastime mucho – dijo en voz baja, pero fue oído por Tom.

-          No lo hiciste, no se que paso anoche, pero no es tu culpa – sonrió – además creo que con unas pastillas y el baño la fiebre se me pasara.

-          Pero…

-          Se me pasara Oli – lo interrumpió.

-          De acuerdo – suspiro en derrota – pero si te sube la fiebre aunque sea un poco o cualquier otra cosa, entonces si llamare a un medico – Tom iba a decir algo pero lo ignoro – sin objeciones.

-          Esta bien, pero ahora lo único que quiero es tomar un baño y volver a dormir.

Sin demora el ojinegro levanto a su pareja de la cama, estilo nupcial con todo y sabanas, y lo llevo al baño donde lo sentó en una banca mientras se apresuraba a preparar la tina y alistar las toallas.

 

Cuando todo estuvo preparado deposito al pelicastaño suavemente en la tina.

-          Esta fría – se quejo su koi.

-          Lo se, pero si queremos que te baje la fiebre así tiene que ser.

Oliver pasaba una suave esponja por la espalda de su Koi ayudándolo a lavarse. Noto como Tom levantaba un poco su trasero y trataba de lavar esa zona con el agua; haciendo que al instante el agua bajara por sus muslos un tanto rojiza desapareciendo después entre la demás masa de agua que rodeaba a su pareja. Se aparto un poco, pues aun se sentía culpable y anoto mentalmente comprar ungüento para lesiones y heridas.

 

Cuando el baño termino nuevamente Oliver tomo a su koi estilo nupcial, esta vez envuelto en toallas, y lo llevo a la habitación, donde lo ayudo a cambiarse y acostarse, beso suavemente su frente y le dijo que descansara en lo que el iba a comprar los medicamentos.

 

Entro a la primera farmacia que vio, para suerte suya no había tanta gente, se acerco a la señorita que atendía.

-          Deme unas pastillas para la fiebre, por favor.

-          Por supuesto señor, se le ofrece algo mas – le decía la señorita mientras anotaba su pedido en el computador frente a ella.

-          Un ungüento para raspones y lesiones en… zonas delicadas – la señorita lo miro curiosa, por lo que agrego – es que tuve un accidente y me lastime… ahí. – señalo sus partes intimas.

-          Tenemos un ungüento especial para esos casos – anoto el pedido mientras pensaba en la locura que pudo cometer el joven frente a ella – pero es bueno que su accidente no haya pasado de unos rapones y golpes ya que es la zona mas delicada para un varón – miro con mas detenimiento a Oliver – me sorprende que este caminando – dijo lo ultimo aguantándose la risa al imaginar lo que sea que le hubiese pasado al pelinegro.

Apenas le dieron la bolsa de medicamentos con su cambio salió volando de la farmacia, no le había gustado nada la mirada de la señorita que lo atendió y que parecía querer reírse de su supuesto accidente; además debía de llegar lo antes posible con Tom.

 

Corriendo llego hasta la puerta de su habitación y se detuvo justo antes de entrar, con cuidado abrió la puerta, pues no quería interrumpir el descanso de su koi y con cautela entro, tratando de hacer el mínimo de ruido posible. Puso sobre la mesa los medicamentos y empezó a revisarlos, leyendo sus respectivas advertencias. 

 

Con el mismo sigilo con el que entro, se aproximo al teléfono para pedir el desayuno. Tan pronto se lo trajeron trato de despertar a Tom, aunque él prefiriese que descanse debía de tomarse las pastillas y aplicarle el ungüento, aunque lo ultimo iba a ser un poco difícil, pues aun sentía ese calor lujurioso, lo bueno es que al parecer iba desapareciendo poco a poco.

 

Abrió los ojos un poco en cuanto sintió que alguien le movía y le llamaba, reconoció la voz de inmediato.

-          Oli

-          Lamento despertarte Tommy, pero tienes que comer algo y tomarte la pastilla.

-          Si, esta bien.

Con la ayuda del pelinegro logro acomodarse lo suficientemente bien para comer a gusto su desayuno, se sorprendió así mismo del hambre que tenia, al final se tomo la pastilla bajo la atenta mirada de su pareja que parecía no perderse ningún aspecto de él.

 

-          ¿Pasa algo? – pregunto el pelicastaño.

-          No es nada – se sonrojo un poco – solo quería saber si la fiebre de lujuria ya había desaparecido, para poder aplicarte el ungüento.

Tom se sonrojo, era cierto, esa extraña fiebre que los había atacado anoche, había dejado su parte trasera muy lastimada, por lo tanto tenia que aplicarse el ungüento.

-          Y ya ¿desapareció?

-          Queda un poco, creo, aunque ya me siento más normal ¿y tu?

-          Yo también me siento más normal.

-          Bien, entonces te aplicare el ungüento.

-          ¿ahora? – se alarmo el peli castaño.

-          Si, mientras mas pronto mejor, además así podrás descansar.

El castaño sopeso sus palabras y tenia razón, pero

-          ¿estas seguro que ya se te paso la calentura?- pregunto con un tono de desconfianza.

-          Creo que si – sonrió – no te preocupes no te hare nada, mi amor por ti supera a la lujuria.

-          Lo se.

Tom sonrió dándole sus confianza a Oliver, por lo que el pelinegro le aplico casi de inmediato el ungüento, por supuesto teniendo cuidado de no lastimarlo y de no calentarse con los leves gemidos de dolor que salían de la boca del castaño.

 

Después de la curación Tom se durmió casi de inmediato. El pelinegro decidió, entonces, acostarse en la cama que quedaba vacía, tenia la intención de pensar en lo que había sucedido la otra noche y como es que había cogido esa fiebre; pero solo se quedo en intención ya que apenas su cabeza toco la almohada se quedo dormido. 

 

 

En otra habitación, el hombre cano llamado Fergus, reñía a su asistenta.

-          ¡¿Cómo te pudiste equivocar de habitación?!- era lo que decía, trataba de controlar su ira, pero es que el no admitía fallos.

-          Perdóneme por favor, le juro que no imagine que la mucama se equivocara de habitación.

-          Para comenzar ¿Cómo pudiste confiar esos chocolates a una mucama? Por algo te di las llaves.

-          Es que me dio miedo entrar cuando vi a la muchacha de la limpieza. Fue por eso que se lo di.

-          Entonces al menos debiste de darle bien el número de la habitación.

-          Lo hice, le di bien el número. No me explico como es que se equivoco (yo se como jejeje).

-          ¿al menos sabes a que habitación fueron a parar?

-          Si, en la numero 281 – no recibió respuesta de su sensei por lo que agrego – se hospedan dos chicos y creo que tuvieron una fiesta muy movida anoche. Espero que hayan usado condón, porque si las chicas consumieron los chocolates es seguro que quedaran embarazadas (claro, fueron muchas chicas, -.- nótese el sarcasmo) – contuvo una risilla – y mas con el afrodisiaco – se refería a la botellita.

-          Eso no es de importancia en estos momentos – no podía estar molesto por mas tiempo, tenia que aplicar el tratamiento a sus pacientes, pero ya – Nicole – la mujer le puso especial atención – todavía queda un caja ¿verdad?.

-          Si – saco de su bolso una caja, con su botellita incluida, idéntica a la que le dio a la mucama la noche pasada.

-          Tienes hasta esta noche para hacer que los pacientes lo consuman – dijo contundente – no me importa como lo hagas solo hazlo – agrego cuando vio a su asistente con ganas de replicar.

 

Nicole quedo un momento pensativa. No sabia que hacer para cumplir la misión que Fergus sensei le había dado. No podía cometer fallas, sino ahora si la despediría como su asistente.

Después de pensarlo un poco, decidió que lo mejor era que esta vez se arriesgara a entrar al cuarto de los pacientes; pero primero debía de asegurarse de que los ocupantes estuviesen fuera, por lo que decidida, bajo al noveno piso.

Apenas llego, por las escaleras, se dio cuenta que el ascensor se abría, por lo que decido quedarse quieta a un costado para que no la vieran.

Estiro un poco el cuello, para ver a que habitación entraban por lo que se llevo una gran sorpresa al ver que una pareja de esposos entraba a la habitación, que ella estaba segura, era la numero 280.  

Se maldijo internamente por haberse demorado en llegar. Dio la vuelta, era seguro que ese par de cónyuges no saldría en todo el día; era más que obvio que se habían ido de juerga a un lugar de diversión nocturno. Mejor esperaba que se les pasara la cruda y que salieran del cuarto en algún momento del día. “Cuando les de hambre” pensó con molestia.

Fue directo a su habitación, todo lo que podía hacer ahora era esperar. Se le ilumino el foco del cerebro, esos esposos no se levantarían hasta dentro de 3 ó 4 horas, por lo que tenia tiempo suficiente para ir de comprar. Emocionada fue a alistarse, después de todo no estaba en ese paradisiaco lugar por nada.

 

Continuara…

Notas finales:

Bien hay esta el capitulo y como siempre digo "el buzon esta abierto".

miau


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