Reita miró a su pequeño nuevo amigo. Tenía la mirada gacha, no se atrevía a devolverle la mirada, pero lo entendía. Lo tenía aún agarrado por la cintura, aferrado a su cuerpo. Empezó a besarlo, besos cortos, solo para hacer contacto.
Ruki gimoteaba mientras apoyaba sus manos sobre el pecho de Akira, manteniendo algo de distancia entre sus cuerpos.
-N...no...por favor...-suplicó, a la par que un sollozo se escapaba de sus labios
-Sssh...-Reita lo mandó callar y mordió suavemente su oreja-No llores, pequeño... Vamos a la cama...-
Reita lo guió hasta el mueble sin soltarlo ni un momento. Ruki apoyó su cabeza entre el cuello y el hombro del yakuza y comenzó a llorar fuertemente.
-Oh, vamos...-Reita lo sentó sobre la cama y lo recostó usando solo su mano derecha, para luego colocarse sobre él-Tranquilo, no voy a ser malvado contigo...-
-Pero es que yo no... no quiero...-se cubría el rostro con sus manos, soltando hipidos constantes
-Ey...mírame-Akira retiró esas manos y las posó una a cada lado de su propio cuello, para que Ruki lo rodeara con los brazos-Así está mejor... Ahora deja de llorar, ¿vale?-retiró las lágrimas que seguían saliendo con sus manos-Tú y yo vamos a pasar mucho tiempo juntos a partir de ahora... Así que al menos intenta disfrutarlo-besó sus mejillas para retirar el resto de lágrimas
Bajó hasta sus labios y volvió a besarlos, de nuevo lentamente, dándole tiempo a Ruki para acostumbrarse. Luego pegó su boca con la de Ruki y pasó su lengua por los labios del más pequeño, que instintivamente abrió la boca, cerrando los ojos y dejándose hacer.
Así Reita introdujo su lengua en la boca de Ruki, enredándola con la suya, separando sus labios lo suficiente como para tomar aire y volviendo de nuevo. Lamiéndose, mordiéndose, investigándose mutuamente...
Por fin se alejó de esa boca, después de dejarla roja e hinchada, y a su dueño prácticamente sin respiración.
-Ah...Reita-sama...-
-En la intimidad puedes llamarme Akira si lo deseas...-le mordió el cuello dejando una marca considerable-Ahora me perteneces... Dime tu nombre real, no quiero llamarte por un alias cuando te haga mío-
-Ta...Takanori...-lo miraba como si estuviera en trance, y es que su temperatura corporal había subido con las atenciones de Akira
-Está bien, Takanori...a partir de ahora vas a ser mi...persona especial, ¿vale?-desabrochó el lazo con el que se ataba la bata kimono que llevaba Ruki puesta-Yo seré quien mande, pero eso no quiere decir que te vaya a tratar mal...-abrió el kimono y se encontró con la gran sorpresa de que Ruki no llevaba ya más que un fundoshi puesto, el cual por cierto parecía que estaba a punto de reventar por la erección que traía Ruki entre sus piernas-Sería un desperdicio maltratarte, eres tan hermoso...-pasó sus manos por el pecho de Ruki, masajeándolo-Me gustan tus lunares...-
-A mí no...-Ruki cerró los ojos-Son feos...-
-Pues a mí me parecen sexys...-Reita comenzó a repartir besos por todos y cada uno de los lunares que se esparcían por el pálido pecho de Ruki
Bajó con su lengua hasta llegar a sus abdominales y los lamió y mordisqueó a gusto...jugando con su ombligo, penetrándolo con su lengua... Pero repentinamente se separó de él y Ruki lo miró preocupado.
-¿Qué pasa?-se incorporó, dado que Reita se había levantado de la cama
-Solo voy a coger algo, tranquilo...-tomó una tira de tela de la mesilla y la anudó tapando los ojos de Ruki-Me gusta utilizar estas cosas-
-Es...está bien...-
Reita tuvo que contener la respiración. Ruki se veía sumamente apetecible. El kimono desabrochado, caído por sus hombros, dejándolos al descubierto. Daban ganas de morderlos. Sus ojos vendados lo hacían ver débil, e indefenso... Las marcas en su cuello se empezaban a tornar de un color entre rojo y morado.
-¿Qué...qué es eso?-Ruki notó un tacto extraño
-No te asustes, son solo cuerdas-
-¿Cuerdas?-el pequeño se tensó
-No te voy a estrangular ni nada parecido, tranquilo... ¿Conoces el shibari?-
-Ah...eso es como... ¿Bondage?-
-Algo así, pero...es mucho más artístico... No se trata solo de inmovilizar al sumiso, de hecho ni siquiera hace falta hacerlo-hablaba mientras le quitaba del todo el kimono, para lanzarlo lejos y empezar su trabajo con las cuerdas-Trata de...el conjunto de la cuerda...el atamiento...y el sumiso...La técnica...y los tiempos...son muy importantes...-
Esta vez fue Ruki el que contuvo la respiración.
-Puede que...sientas cosas...que nunca has sentido... Tus sentidos pueden verse afectados...-
-Tengo miedo-
-No lo tengas, solo...siente-
Ruki se dejó hacer, mientras las cuerdas y las manos de Reita se deslizaban por su piel e iban cambiando su posición. De un momento a otro todo se quedó en silencio. El ritual había terminado.
-Estas perfecto-
Reita observó su obra finalizada. Las manos de Ruki estaban atadas sobre su cabeza, sin hacer presión en las muñecas para no perjudicar su circulación. El resto de su cuerpo estaba cubierto de bellos nudos, que formaban rombos sobre su pecho. Sus piernas se encontraban separadas y flexionadas, sin posibilidad de cerrarlas. Era una posición realmente excitante a ojos de Reita.
Así que se quitó la ropa, tomó su navaja y se posicionó entre las piernas de Ruki.
-Ah...-los pezones del menor se pusieron duros al contacto de la afilada hoja con su pecho
-Estás sensible...-
-¿Qué es eso...? Está frío...-
Reita bajó la navaja por su abdomen, presionándola un poco.
-Ah...eso duele...-
-No te preocupes, solo quiero quitarte esto-Akira cortó el fundoshi por ambos lados y finalmente pudo retirarlo, dejando libre la erección de Ruki
-Ah...se siente mejor así...-
-Lo sé...-Reita comenzó a besar la cara interna de los muslos de Ruki, lamiéndola sin llegar a tocar su entrepierna
-Aki...Akira...por...por favor-
-¿Qué te ocurre, mi pequeño Taka?-
-Me siento...raro...quiero...quiero más...-
-Mm... no tienes mucha experiencia sexual, ¿eh?-Akira sonrió de lado
-Nin...ninguna...-
-¿Hablas en serio?-el tono de Reita no varió, parecía de lo más calmado, simplemente subió de nuevo hasta la altura de Ruki y lo besó en los labios, tomándose su tiempo para devorar la boquita de Takanori, mientras acariciaba las marcas que tenía ya en la piel que se hallaba bajo las cuerdas
-S...sí...-
-Entonces será un honor para mí robar tu inocencia-
-Yo... ¡Aaaahhhh!-Ruki pegó un grito ensordecedor y se retorció todo lo que las cuerdas le permitieron cuando Akira lo penetró-Aah...aah...-volvió a sollozar-Me...me duele...me duele...-
-Sssh...-Reita lo acalló con más besos-Lo siento, lo siento...pero no eres el único con necesidades aquí-tomó el miembro de Ruki con su mano y comenzó a masturbarlo-Te haré sentir mejor-
-Aah...ah...-la respiración de Ruki se aceleró a medida que también aceleraba la mano de Reita-Akira...-
-No te preocupes, si te parto el culo prometo cuidar de ti-le mordisqueó los hombros
-Ah...-Ruki tomó aire y lo soltó lentamente
Reita detuvo su mano y la posó a un lado de la cabeza de Ruki para comenzar a moverse con tranquilidad, apoyando todo su peso sobre sus brazos, hundiendo el colchón en la parte donde se hallaban sus manos.
-Ah...Akira...-
-¿Mm?-
-Bésame...otra vez...por favor...-
-Claro...-Reita cedió a la petición y se dedicó a besar a Ruki de manera morbosa mientras aumentaba el ritmo de sus caderas
-¡Iaaa!-un gemido agudo
-¿Es ahí?-Reita cambió el ángulo de las penetraciones y Ruki comenzó a gritar de placer-Ah...no hagas eso...ah...-esta vez fue Akira el que gimió al sentir las contracciones de la entrada de Ruki
Ambos estaban tan excitados que no pudieron aguantar demasiado. Ruki fue el primero en correrse, manchando el abdomen de Reita y el suyo propio, y de esa manera consiguió que el yakuza también terminara, llenando por completo su interior de aquel líquido viscoso y caliente.
Akira salió del pequeño y cortó las cuerdas con la navaja. Era más rápido que desatarlo. Observó cómo había quedado el cuerpo de Ruki y se compadeció un poco. Tenía marcas de las rozaduras de las cuerdas, y moratones por todos lados. En su entrada se amontonaba una mezcla perfecta de sangre y semen.
Finalmente le quitó la venda de los ojos y Ruki lo miró embobado.
-Ah...-soltó un suspiro largo-Estoy cansado...-
-Es normal...relájate-se levantó y cubrió a su pequeño uke con una sábana, para luego empezar a vestirse
-¿A dónde vas?-
-Eso es lo de menos, tú descansa-
Ruki se encontraba tan sumamente agotado que ni siquiera podía preocuparse por el lugar en el que se encontraba o la compañía que podía esperarle próximamente.
Entonces alguien hizo su entrada en la habitación. Podría pasar por una aparición divina. Rostro ovalado, con una forma no muy ruda...las mejillas artificialmente sonrojadas que le hacían lucir más infantil.
Sus ojos estaban ligeramente delineados, dándole un toque de sofisticación. Llevaba el cabello completamente liso, sin ningún adorno. Un perfecto alisado japonés en un tono miel tan dulce como esta misma.
Sus labios tenían una forma única; labio superior fino y curvado, labio inferior grueso y suavemente perfilado con un tono melocotón.
Su vestimenta, de apariencia antigua, era sencilla pero hermosa. Se trataba de un komon en tonos lavanda adornado con pequeñas flores brocadas que parecían entrelazarse con su belleza natural.
Unas piernas torneadas y que se antojaban apetecibles podían adivinarse debajo de las finas telas.
Tenía unas manos finas y delgadas, con los dedos largos y las uñas limadas con cuidado, aunque este pequeño detalle a penas podía notarse bajo las largas mangas de su komon.
No llevaba zapatos, tan solo los tabi tadicionales, tan impolutos como recién comprados.
Su apariencia era sencilla, no llevaba joyas ni grandes adornos que dieran a entender que su posición en la sociedad fuera superior a la de los demás. A pesar de ello, desprendía un aura de grandeza y dignidad que podría hacer inclinarse al más honorable de los hombres.
A pesar de todo, un pequeño detalle, al parecer sin importancia, fue el que dejó atónito al pequeño rubio, que apenas había podido incorporarse ante la nueva presencia que se hallaba en la estancia. Y es que aquella vestimenta sencilla, que ni siquiera llevaba el obi tradicional anudado en la espalda para entallar su pequeña cintura, -sino que este se encontraba en la parte delantera-; dejaba ver parte de su pecho.
Y allí no había rastro de atributos femeninos; en su lugar se podían observar unos pectorales poco definidos.
Era un hombre.