Entonces alguien hizo su entrada en la habitación. Podría pasar por una aparición divina. Rostro ovalado, con una forma no muy ruda...las mejillas artificialmente sonrojadas que le hacían lucir más infantil.
Sus ojos estaban ligeramente delineados, dándole un toque de sofisticación. Llevaba el cabello completamente liso, sin ningún adorno. Un perfecto alisado japonés en un tono miel tan dulce como esta misma.
Sus labios tenían una forma única; labio superior fino y curvado, labio inferior grueso y suavemente perfilado con un tono melocotón.
Su vestimenta, de apariencia antigua, era sencilla pero hermosa. Se trataba de un komon en tonos lavanda adornado con pequeñas flores brocadas que parecían entrelazarse con su belleza natural.
Unas piernas torneadas y que se antojaban apetecibles podían adivinarse debajo de las finas telas.
Tenía unas manos finas y delgadas, con los dedos largos y las uñas limadas con cuidado, aunque este pequeño detalle a penas podía notarse bajo las largas mangas de su komon.
No llevaba zapatos, tan solo los tabi tadicionales, tan impolutos como recién comprados.
Su apariencia era sencilla, no llevaba joyas ni grandes adornos que dieran a entender que su posición en la sociedad fuera superior a la de los demás. A pesar de ello, desprendía un aura de grandeza y dignidad que podría hacer inclinarse al más honorable de los hombres.
A pesar de todo, un pequeño detalle, al parecer sin importancia, fue el que dejó atónito al pequeño rubio, que apenas había podido incorporarse ante la nueva presencia que se hallaba en la estancia. Y es que aquella vestimenta sencilla, que ni siquiera llevaba el obi tradicional anudado en la espalda para entallar su pequeña cintura, -sino que este se encontraba en la parte delantera-; dejaba ver parte de su pecho.
Y allí no había rastro de atributos femeninos; en su lugar se podían observar unos pectorales poco definidos.
Era un hombre.
A Ruki no le dio tiempo a hacer ninguna pregunta:
-Soy Uruha, la mascota de Tora...-hizo una pequeña reverencia
-Yo soy Ruki-
-Ya sé quién eres, mi nuevo discípulo, dime, ¿Akira ya te ha tomado?-
-Sí...-un sonrojo apareció en sus mejillas
-Pues debemos prepararte para esta noche, ¿puedes levantarte?-
-Creo que sí-
El pequeño rubio se incorporó con dificultad y ''Uruha'' lo cubrió con un nemaki de un tono azul oscuro, que posteriormente anudó en su cintura. Sin mediar una sola palabra el castaño abrió la puerta y comenzó a caminar por aquel pasillo que al parecer conocía perfectamente.
Una puerta corrediza tradicional les dio paso a un nuevo mundo: Una bañera enorme, como las de las termas públicas, llena de agua y con flores de loto blancas flotando en la superficie...El aroma del incienso quemándose en la ventana y el vapor que salía del agua le daban los últimos toques a la escena.
-Métete en el agua-ordenó, mientras se dirigía al hermoso armario de madera que se encontraba en la otra punta de la estancia, junto a un tocador elegante lleno de todo tipo de productos
Por supuesto que Ruki obedeció y se introdujo en la bañera. El agua caliente al contacto con su piel maltratada por las cuerdas le hizo soltar un gemido de dolor.
Uruha regresó con algunos productos entre sus manos y se sentó frente a la bañera; de rodillas, con la espalda recta.
-No pongas esa cara de pánico, no voy a violarte, al fin y al cabo tú y yo somos iguales-
¿Iguales? El rubio no sentía que pudiera siquiera compararse con la belleza de aquel hombre.
-Lo...lo siento-lo miró de reojo
-Vas a tener que ser fuerte si quieres sobrevivir aquí-Uruha tomó una esponja y la cubrió de un líquido espeso que desprendía mucho olor-¿Me permites?-
Ruki asintió y le entregó su mano al castaño, el cual comenzó a pasar la esponja por su brazo, enjabonándolo, en completo silencio.
-Deberás aprender muchas cosas mientras estés aquí-finalmente fue Uruha el que rompió el silencio-Akira no es un cliente fácil, pero es dulce y estoy convencido de que será condescendiente contigo en vuestras futuras sesiones-
-¿Habrá más?-
-Por supuesto que habrá más, a penas si te has iniciado. Y verás cosas peores que unas simples ataduras de nivel básico. Ganarás experiencia poco a poco, para estar listo el día en que Tora te requiera...-hizo una pausa-Por el momento mi labor es sanarte las heridas y prepararte para tu presentación en sociedad. Tenemos mucho trabajo por delante-
Así que Uruha se dedicó a mimar el cuerpo de Ruki. Lo cubrió de aromas, curó sus hematomas y vendó sus cortes. Luego le hizo entrega de su nueva indumentaria. Un fundoshi rojo, lo cual extrañó a Ruki, y un hömongi de color blanco, el cual tenía unas flores rojas en las mangas y en la parte baja.
-Este traje es algo especial...el blanco simboliza tu pureza, porque eres la nueva mascota, y las flores rojas significan que ésta ya ha sido tomada...ya has derramado tu sangre...-Uruha parecía vivir lo que contaba-La belleza de los hombres de nuestra clase se basa en la sencillez, en la escasez de adornos...Sin embargo, hoy tienes derecho a destacar...-el castaño prácticamente bailaba al rededor del pequeño, enlazando las hermosas telas con el obi-Una mujer normal ataría esto a su espalda-murmuró, mientras se colocaba frente a Ruki-pero nosotros no, porque debemos poder quitárnoslo y ponérnoslo fácilmente...Ya estás listo, siéntate-
Ruki tomó asiento frente al tocador y Uruha comenzó a pasear a su al rededor, cual depredador acechando a sus presas.
-Veamos... qué voy a hacer con tu pelo...-negó con la cabeza-¿Hace cuanto que te lo tiñes?-
-Un par de años-
-¿Lo cuidas con esmero?-
-Sí-
-Pues ahora tendrás que hacerlo el doble...veamos qué puedo hacer con él...-tomó el cepillo que se encontraba en un lado del tocador y comenzó a ordenar el cabello rubio de Ruki
Finalmente se decantó por recoger tan solo la parte de arriba de su cabello con una cinta roja, y dejar lisa la capa de abajo. Hizo girar a Ruki para que lo mirara directamente y comenzó con su maquillaje.
Negro, pero no demasiado, trazos delicados...enmarcar los ojos, no exagerarlos. Labios de cereza, apetecibles, intensos...
Perfecto. Uruha observó su obra satisfecho y a él mismo le dieron ganas de probar esos labios después de haberlos dejado tan rojos.
-Estás perfecto, ahora vayámonos-
-¿A dónde vamos?-
-A una reunión muy importante, pero no temas, estarás bajo la protección de Akira-
Esas palabras no consiguieron tranquilizar del todo al nuevo miembro de aquella casa, y Uruha lo notó.
-Tú sígueme y no abras la boca-
Ambas ''señoritas'' cruzaron la puerta y caminaron por la casa; el recorrido finalizó en la entrada, y se detuvieron a un lado de la puerta, de la misma manera en la que se colocan los sirvientes para recibir al señor de la casa. En parte así era. Un par de minutos después se oyeron pisadas; Tora y Reita bajaban las escaleras enfundados en sus hakamas.
El moreno abrió la puerta y Uruha le hizo una reverencia que Ruki tuvo que imitar. Tras esto Tora salió de la casa y el castaño lo siguió, con la cabeza gacha, respetuoso, nunca más alto que su señor.
Reita en cambio tomó a Ruki del brazo y lo llevó dulcemente hacia afuera.
-No tengas miedo, esto será pura burocracia...solo mantente en silencio-
Ruki asintió y se aferró mejor al brazo de Akira.
Tenía miedo.
Pero no importaba.
Porque desde su posición podía distinguir perfectamente cierta cabellera castaña que le había parecido de lo más agradable...
Sonrió para sus adentros, quizá esto no estaría tan mal.