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El chico rubio por aleii

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Notas del capitulo:

Buenooo aqui esta la continuacion!!

espero que les guste :D y a las personitas que comentaron

debo decirles MUCHAS GRACIAS!! me hace tan feliz ver sus

reviews tan positivos haha que hasta me dieron ganas de 

escribir!! Y bueno... dejare de aburrirlos con tanta charla!! 

A leer!! n___n

“Es ahora cuando puedo confesarte entre líneas y no tan líneas, que mi amor pasajero fue duradero, que ese amor de buenas a primeras, floreció en el mismo instante que nuestros labios chocaron y que su desilusión llegó como una exquisita caricia del viento.”

No dejaba de repetirse esta frase en mi cabeza. Una y otra y otra vez. Martilleaba mis ideas, mis pensamientos. La odiaba. ¿Por qué me gustaba martirizarme? Aún no lo tenía claro, quizás era masoquista.

Regrese la mirada hacia el frente. El profesor seguía hablando sobre la mitocondria y no sé qué más cosas raras de la célula. Yo no entendía nada. Odiaba la biología. Lo mío era la literatura. Solté un bostezo, y regrese la mirada a mi cuaderno. Por alguna extraña razón estaba llena de frases, de dibujos de alguien que no me gustaba mencionar, y de letras “D”. No entendía como no superaba lo de aquel fin de semana.

Ya habían pasado casi dos semanas y… bueno. Había cambiado mi rutina por completo. Ya no me lo topaba en el metro, y todo porque mi orgullo se negaba a subirse al mismo vagón del metro que él. Mi orgullo y quizás también mi corazón. Seguía dolido, resentido por aquel final tan nefasto que habíamos tenido.

 Lo mejor hubiera sido no decir nada y simplemente despedirnos con una mirada cargada de sentimiento, o tal vez un beso apasionado. Después simplemente cada quien se hubiera ido por un lado y ya. No que todo salió pésimo, sin una pizca de romance.

De nuevo solté un bostezo. Ya iba por el quinto o sexto. ¿Ya había mencionado que odiaba esta clase?

Detuve mi lápiz al darme cuenta de que sin pensarlo siquiera, había comenzado a hacer otro dibujo de él. ¿Cómo es que lo recordaba tan bien? Ni idea, tal vez mi cerebro lo había grabado fijamente para que no me volviera a fijar en tipos como él.

-Sergio… pss pss-gire mi rostro, encontrándome con Danny, mi mejor amiga. Aventó un pequeño papelito hasta mi mesa y me hizo una seña de que lo leyera.

Lo abrí, fijándome en que el maestro no estuviera prestándome atención. No quería que me volviera a sacar de su clase en la semana.

El dichoso papelito decía “Sergio, quita esa cara de mi gato se murió”

Fruncí el ceño, girándome para ver a Danny. Ella me miraba con una amplia sonrisa en el rostro. Luego me saco la lengua como una pequeña niña y soltó una risita.

Puse los ojos en blanco y regrese mi atención a la clase. Entre ella y el tipo antirromantico terminaría reprobando el año. No dejaba de pensar en él. Y seguramente no dejaría de hacerlo en un buen rato. Danny tenía razón, sin darme cuenta, me había enamorado. Eso o estaba encaprichado. Prefería pensar que era la segunda opción.

Al fin, después de unos angustiantes segundos, sonó el timbre. ¡Por fin! Llevaba esperando que llegara el fin de semana para alejar mis pensamientos de toda cosa negativa. Danny me había propuesto hace unos días que nos escapáramos a algún antro para olvidarnos de todos los problemas y… aunque no me parecía la mejor idea, había terminado por aceptar.

Recogí todas las cosas metiéndolas en mi pequeña mochila verde y al terminar me dirigí hacia donde se encontraba Danny. Para mi sorpresa, me la encontré dormida sobre su banca. Sonreí al ver como sus rizos se pegaban graciosamente sobre su frente. Con dulzura acerque mi mano hasta su cabello, haciéndolo a un lado. Me encantaba ver lo fácil que era para ella quedarse dormida, en cualquier lugar.

-Danny-susurré, moviéndola lentamente

Eso, por alguna tonta razón, me hizo recordar al tipo antirromantico, solté un suspiro, devolviendo a mi cabeza a la realidad, antes de que comenzara a vagar por otro lado.

-Ah…-Danny se despertó, seguida de un largo suspiro-que rico dormí-murmuró, sonriéndome

-Ya, seguro el maestro te odia, siempre te duermes en su clase-afirme, sonriéndole también

-Como digas, anda, vámonos al antro que te prometí-dijo, sonriendo maliciosamente, ¿Qué demonios se traía en mente?

-Danny, ¿A dónde me llevaras?-pregunté, tomando su mochila, cargándola-no quiero terminar en un antro de mala muerte

-Deja de lloriquear Sergio, estoy segura de que te encantara el lugar-replico Danny, haciendo un leve puchero-confía en mí

Fruncí la nariz, desaprobando esa respuesta. Pero aún  con todo, deje que me arrastrara con ella. Tenía que olvidarme a toda costa del tipo mata pasiones.

Así que media hora después, estábamos sentados en la cama de la recamara de Danny. Ella pasaba con parsimonia el rímel por sus largas pestañas y yo… yo seguía bostezando. Lo que realmente quería hacer era dormir.

-¿Segura que tengo que ir? Podría esperarte aquí-sugerí, esbozando una tímida sonrisa

Danny puso los ojos en blanco e hizo una exagerada mueca.

-Calla, y mejor arréglate, ya sabes que puedes usar la ropa que quieras de Gabriel. No le molesta-dijo, señalando hacia fuera de su recamara.

Pero yo no quería volver a usar la ropa de su hermano mayor. La última vez que la había usado recordaba haber terminado en un hotel de paso, entregándole mi virginidad a un tipo heterosexual, que además de todo, tenía novia. Seguro me traía muy mala suerte y ahora terminaba con un viejo gordo y calvo, que estaba casado y con hijos.

-Anda, ve-me animo Danny, regalándome una enorme sonrisa

Sin muchas ganas, me levante de la cama y fui directo al cuarto de Gabriel. Toque la puerta ya que una vez, por un error mío, había abierto la puerta sin preguntar y para mi sorpresa me había encontrado a Gabriel sin ropa. No quería volver a pasar una vergüenza igual a la de aquella vez. Así que toque dos veces y espere. No escuche nada, así que pase.

Ya en el cuarto de Gabriel, comencé a rebuscar entre sus cajones. Al final, me decidí por un pantalón negro ajustado, una camiseta negra a juego con una de cuadros azules encima. Y unos tenis. Mis típicos tenis viejos de siempre, aunque seguro Danny me regañaría y diría que si me ligo a tipos de mala calaña, era por mi aspecto tan desaliñado.

Regrese al cuarto junto con mi ropa de la escuela y me volví a sentar en la cama.

-Listo-dije, sonriéndole a Danny atravez del espejo

Ella se giró y comenzó a revisarme de pies a cabeza. Sonrío al ver mi tenis, pero por primera vez en seis años de conocerla, no dijo nada acerca de ellos.

-Ven acá-musito, jalándome y sentándome en la silla que antes había estado ocupando. Me miro frunciendo el ceño, como siempre hacía cuando pensaba con mucha fuerza. Y luego, se movió, sacando una plancha, algo de cera y unas brochas-vas a quedar guapísimo-susurró, conectando la plancha y tomando las brochas, pasándolas sobre unas sombras. Antes de que pudiera hacer cualquier cosa, detuve su mano.

-¿Qué piensas hacer?-pregunté

-Tu quédate calladito, y sin moverte, ya que veas los resultados te sorprenderás-afirmo

Solté su mano, dejándola hacer lo que quisiera.

Así que después de unos 20 minutos de jalar mi cabello, quemarlo, peinarlo, aplastarlo con cera, volverlo a planchar, obligarme a cerrar los ojos, ponerme no se cuanta cosa en la cara, picarme el ojos y pelearnos unos segundos a muerte, termino mi suplicio.

-Listo-dijo  Danny con la voz cargada de emoción, dejándome frente al espejo.

Parpadee unos segundos, sin poder reconocer el reflejo de mi rostro en el espejo. Danny había delineado mis ojos, logrando que, de alguna extraña manera, lucieran aún más grandes y azules, además, había aplicado una ligera capa de sombra negra y gris sobre mis parpados, creando un mágico efecto en mis ojos, sin llegar a sentirme afeminado. Y mi cabello… bueno, era lo más impactante. Siempre había sido medio quebrado y fofo, desperdigado por todas partes. Pero ahora lucía lacio, con un largo mecho negro que caía delicadamente sobre mi ojo izquierdo, y que creaba un efecto misterioso a mi persona. Sonreí, al ver mi rostro más delgado gracias  al rubor rosa y café que Danny había aplicado en mis mejillas. Me veía chulísimo.

-Así que esta es la magia del maquillaje-murmuré, mirando fijamente a mi mejor amiga

-Así es Sergio, ahora sabes los efectos de un buen maquillaje-dijo con orgullo Danny, pellizcando mi mejilla-pero también te ves así de bien, porque siempre has sido guapísimo, amigo-me elogio, logrando que me ruborizara al instante-pero bueno, basta ya de halagos, quítate de mi lugar que falto yo-bromeo Danny, haciéndome a un lado.

 

Dos horas y media más tarde, me encontraba subido en un taxi, junto con Danny, mirando las luces de la ciudad. Era algo así como las 9 de la noche y me dirigía hacia un lugar desconocido, que lograba despertar miles de mariposas en mi estómago.

No podía dejar de mirar por la ventana, demasiado intrigado por el lugar a donde nos dirigíamos, ya que Danny no había querido adelantarme ni un poco. Pero bueno, confiaba lo suficiente en ella como para callarme y esperar.

Y al fin, unos 10 minutos después, el taxi se detuvo frente a una larga calle llena de antros y bares. Danny pagó al taxi y me prometí lo que fuera del regreso.

-¿Listo?-pregunto mi amiga, sonriéndome de lado

-Listo-dije, tomando de su mano

Ambos nos encaminamos por la larga calle, y… en cuanto comenzamos a avanzar por entre la gente que luchaba por entrar a los antros, comencé a sentir… que había algo extraño. Para comenzar casi todos los que había ahí eran chicos, y segundo, por alguna razón, había varias parejitas de hombres besándose en público. Algo que normalmente no veías por las calles. Me gire, clavando mis ojos en los de Danny, esperando una respuesta que ya era demasiado obvia.

-No me digas que… -murmuré, tratando de contener mis nervios y mi molestia

-Sergio, necesitabas hacer esto alguna vez en tu vida y sabía que necesitabas un leve empujoncito, además, no te pongas de loco, que si ya fuiste capaz de entregarle una carta romántica a alguien de quien no estabas seguro fuera gay, esto es mucho más fácil-dijo Danny, comenzando a excusarse de una y mil formas

-No nos dejaran entrar-afirme, señalando a las personas a nuestro alrededor-míralos, tienen entre 25 y 30 y tantos años Danny

-Ya pensé en eso, ¿recuerdas que alguna vez te conté que mi tío trabaja en un antro?-preguntó

-Claro-mascullé

-Pues bueno, ¿ves ese antro de por ahí?-señalo a lo lejos un lugar que por afuera se veía abarrotado de gente. Y… ¡que gente! Chavos con pantalones negros de cuero, camisetas ultra pegadas a sus musculosos cuerpos, sonrisas con dentaduras perfectas que coqueteaban descaradamente y… lenguas que se paseaban de uno a otro. Sentí como mi corazón adolescente se detenía momentáneamente-ese lugar, es donde trabaja mi tío Fernando-anunció Danny, con una enorme sonrisa-así que ya tenemos la entrada asegurada

Sentí como un sudor frío me cubría por completo, me sentía nervioso como nunca antes lo había estado en mi vida. Oh… no, claro que no, recuerda al chico del metro, me recordó mi subconsciente.

Sentí como la mano de Danny me tomaba con fuerza y me jalaba hacia el dichoso antro. Cada paso que daba y que estábamos más cerca, era un latido de mi corazón. Sentí ganas de huir corriendo de ahí, no podría hacer aquello, estaba segurísimo. Pero mis piernas no respondían a mis pensamientos, se movían libremente, siguiendo a Danny con obediencia.

Cuando al fin sentí que volvía en mí, ya estaba frente al antro. Un grupito de chavos se giraron al instante, devorando mi cuerpo con sus ojos. Sentí como mis piernas temblaban irrefrenablemente, era como si se hubieran vuelto de gelatina.

Danny se movió, interponiéndose entre las miradas lascivas y yo. Me tomo con fuerza por los hombros y se inclinó, quedando su rostro frente al mío.

-Sergio, respira profundamente, piensa que esto es solo una nueva experiencia, algo que debes probar, además mira… esta chulísimo el sitio-afirmo alegremente Danny, sacudiéndome

-Tu tío deberá dejarnos tomar algo fuerte-musite, sonriendo. Sintiéndome mucho más tranquilo. Ahora recordaba que no estaba solo, que Danny estaba aquí y que con ella, las cosas siempre eran mucho más fáciles y divertidas.

-Ese eres tú-murmuró Danny, volviendo a tomar de mi mano, arrastrándome hacia el antro.

Lo primero con lo que nos topamos, fue con uno de esos grandotes guaruras, vestidos de negro, que nos frenaron el paso. Nos miraron de arriba abajo y luego, uno de ellos, nos habló hoscamente, frunciendo la boca.

-No pueden pasar, son muy jóvenes, deberían regresar a su casa

-Soy la sobrina de Fernando Negrete-afirmo Danny, sonando súper segura, dejándome con la boca abierta. El guarura, frunció el ceño y luego, sorprendentemente sonrío.

-Pero claro, si son igualitos, discúlpeme señorita, señor-murmuró avergonzado, haciéndose hacia un lado, zafando la cadena y dejándonos pasar. Desde atrás, se escucharon chiflidos y quejas.

Danny se giró a verme, con una amplia sonrisa en el rostro, dándome seguridad.

 Y entonces frente a nosotros, se abrió un largo pasillo obscuro, apenas alumbrado por unas leves lucecillas de colores. Tome de la mano a mi amiga, con mucha fuerza, sintiendo el retumbar de la música en mis oídos con cada vez más fuerza. La música golpeaba mi pecho, mi cuerpo, mi rostro… y de pronto, me encontré en un mundo de luces, humo, bebidas, gente bailando provocativamente, lenguas, manos, sudor… y, sin poder contenerme, una sonrisa broto de mis labios.

-Te dije que estaría genial-grito mi amiga, tratando de hacerse escuchar por encima de la música

Yo afirme moviendo la cabeza de arriba abajo.

-Vamos por algo de tomar-volvió a gritar Danny, señalando un lugar al fondo, donde estaba un tipo minibar.

Caminamos entre la gente, sintiendo como poco a poco la ropa se comenzaba a pegar a mi cuerpo por culpa del sudor y el calor. Cuando llegamos hasta la barra, recode que tenía 16 años y que además no tenía idea de qué demonios pedir. Pero antes de tener tiempo para sentirme avergonzado, Danny se lanzó hacia el señor de las bebidas y con una deslumbrante sonrisa pidió dos “Pink lady”. El tipo de la barra abrió los ojos sorprendido. Ni yo me lo terminaba de creer.

-Toma-dijo, entregándome un vaso lleno de líquido rosa. Muy mono

-¿Esto es lo menos femenino que podrías haber pedido?-pregunté, arqueando una ceja

Danny soltó una gran risa y de un trago, se comenzó a beber toda su copa. Yo la imite, terminándome toda la bebida en un trago.

-Agh-me quejé, al sentir un calor en mi pecho.

-Voy por algo más-murmuró Danny, regresando a la barra

Mientras ella se entretenía, tratando de ligar con el chico de las bebidas, que era gay. Yo me gire, dándole una mirada más profunda al lugar. Aunque había tanta gente, que realmente no se podía apreciar mucho. En el techo había una enorme esfera de disco, que lanzaba luces de colores hacía la pista, que estaba un poco más al fondo, llena de tipos que bailaban descaradamente pegados. Sonreí al notar varias miradas puestas sobre mí. Todos eran tipos demasiado grandes, demasiado musculosos como para que me fijara realmente en ellos. Pero al menos me ayudaban a subir mi autoestima.

-Toma-Danny había regresado, con una copa nueva-está más fuerte-aseguro Danny, codeándome

Mire con una sonrisa cómplice a Danny, que me entendía por completo y de un trago, nos acabamos nuestras copas. Esta vez, sentí como el calor se esparcía por mi cuerpo. Y un ligero mareo recorría mi cabeza. Le sonreí a Danny y señale la pista.

-¡Vamos!-exclamó alegremente, jalando de mi mano, arrastrándome hasta la pista

En cuanto llegamos, note varias miradas, pero las ignore, decidiendo a divertirme con mi mejor amiga, como si estuviéramos en un antro cualquiera. Nos abrimos paso entre la gente, hasta llegar justo a la mitad de la pista y comenzamos a movernos al ritmo de la música. Pero pronto el ritmo electrónico cambio por algo mucho más lento, sexy, y pausado. Escuche varios grititos de emoción. Y el ambiente cambio por completo en la pista. La gente comenzó a restregarse por todas partes, y… en un segundo, Danny termino atrapada entre los brazos de unos tipos que estaban a unos centímetros de mí. La mire preocupado, pero al ver su sonrisa, decidí que se lo estaba pasando de fábula. Entonces sentí unos brazos que me rodeaban por detrás, me gire de golpe, topándome con un chavo. Lucía como de unos 25 años. Cabello castaño, lacio, grandes ojos verdes y una preciosa sonrisa de anuncio.

-Te he estado observando-afirmo con soltura, soltando una leve risita

-¿Ah sí?-sentí como mi corazón se agitaba con fuerza dentro de mi pecho

-Eres precioso ¿te lo habían dicho?-preguntó, sonriendo

-Eh… no-musita, intentando sonreír

El chico frente a mi sonrío aún más y sensualmente rodeo mi cintura con una de sus manos

-Te traje esto, te ves algo tenso-afirmo, tendiéndome una copa, con un líquido rojo sangre-sabe riquísimo

-Gracias-dije, y de nuevo, me lo tomé de un trago. Esta vez, ya no sentí ese calorcito, simplemente fue como si mi cuerpo se relajara de golpe. Le sonreí como tonto al chico frente a mí-es mí primera vez aquí-comenté

-Se nota, además te ves súper joven

-Tengo 19-mentí

-Me imaginaba ¿quieres bailar?-sugirió, pasándole mi copa a un chico de atrás

-¿Por qué no?-acepte, dejando que sus manos me rodearan por completo. La música seguía siendo sensualmente lenta, y yo me sentía tan bien… que deje que el chico guapo se pegara a mi cuerpo con descaro. Sus caderas se movían  en círculos y pude sentir como estaba frotando su erección contra la mía. Un delicioso escalofrío recorrió mi cuerpo, y sin poder evitarlo, un leve gemido escapo de mis labios.

-Déjate llevar-susurró el chico, pegando su boca en mi oído, mordiendo suavemente mi lóbulo

La música cada vez era más lenta y mi cuerpo cada vez menos pesado. De pronto sentí las manos del chico dentro de mi camiseta, pellizcando con sutileza mis pezones. Sentí como mis caderas se pegaban deliberadamente a su cuerpo. Pronto el chico bajo sus manos, metiendo una dentro de la parte trasera de mi pantalón, recorriendo mi trasero con un dedo. Esta vez no pude evitar soltar un sonoro gemido. El chico se pegó aún más hacia mí, y con una mano, jalo de mi cabello, dejando mi cuello a su merced. Y sin resistirse, sentí como su lengua y sus labios recorrían mi cuello de arriba abajo, succionando, lamiendo y mordiendo. Me estaba derritiendo de placer, pero cada vez me era más difícil estar consciente de todo. La pista, la gente, mis sentidos, todo se estaba volviendo borroso. Pronto ya no sentía nada más que mis acelerados latidos y la cálida lengua del chico…

 

 

Parpadee repetidamente. Un fuerte dolor punzaba mi cabeza, queriendo matarme. Al menos estaba en casa de Danny. Abrí los ojos lentamente, topándome con un enorme candelabro. Qué bonito era… entonces recordé que en casa de Danny no había candelabros, y menos en su habitación. Trate de levantarme de la mullida cama en la que estaba recostado, pero mi cuerpo me dolía por todas partes. Era como si hubiera sido golpeado la noche anterior. Me volví a recostar, sintiendo de nuevo una punzada en la cabeza. Y deje mis ojos clavados en el candelabro. Esperando a que mi cabeza volviera a la normalidad. Entonces escuché como se abría la puerta. Y sin poder resistirlo me incorpore de golpe, encontrándome con un chico… que no conocía en absoluto. Era alto, blanco como yo, su cabello era negro y estaba cortado en un mohicano, en su brazo tenía un tatuaje en tonos negros y cuando clavo sus ojos en los míos, note un retortijón de miedo en el estómago. Me miraba como si… ¿estuviera enojado? Ni idea, pero sus ojos eran tan profundos que sentí que me quería traspasar.

-Toma-farfullo, lanzándome una caja de aspirinas y dejando en una mesita alado de la cama un vaso con agua

Me tome dos pastillas sin rechistar, intentando recordar que había pasado la noche anterior.

-Eh… ¿Quién eres?-pregunté en cuanto me tome la medicina. Tenía miedo de este chico, pero en algún momento tendría que preguntarle qué pasaba

-Yo diría que tu salvador-afirmo, cruzándose de brazos y mirándome hurañamente

-¿Mi salvador?

-Ah… me olvidaba que no recuerdas nada-dijo, sonriendo fríamente

-Este, no, la verdad es que no recuerdo nada-afirme, bajando mi rostro, hundiéndolo entre mis manos. Entonces note que… ¡oh por los cielos! ¡Estaba desnudo!, al instante cubrí mi cuerpo con la sábana, sintiendo como un rubor cubría mi rostro… ¿yo… me había acostado con este chico? Sentí como un sudor frío me recorría y el aire escapaba de mis pulmones.

-No colapses, no nos acostamos-afirmo el chico de tatuajes-aunque debo decir que anoche estabas muy insistente

-¿Yo?-pregunté, alzando el rostro y señalándome

El chico sonrió levemente y se sentó a mi lado, sorprendiéndome.

-Sí, mira… anoche te drogaron, luego, tu amiguita, la pequeña de rizos castaños comenzó a armarle un jaleo tremendo al tipo que lo había hecho. Y en todo ese rollo, tú te saliste de la pista, tambaleándote, y terminaste en el baño. Un tipo te siguió y, si  yo no hubiera llegado, estoy seguro que hubieras perdido algo más que tus calzones-aseguró, sonriendo

-Oh ¿enserio?-musite, sin poder creérmelo del todo-solo recuerdo que… ese tipo me dio algo de tomar y luego… oh…-ahora recordaba un poco. Bueno, recordaba sus manos sobre mi cuerpo… sus manos, y su lengua y sus labios.

-Si… quien sabe que droga te habrá puesto, pero estabas… urgido, mientras te cargaba hasta acá, no dejaste de repetir el nombre de Diego, y de restregarte sobre mí-dijo, sonriendo ampliamente

-Vaya, perdón por eso, ese no era yo-afirme

-Lo sé, no te preocupes, pero la próxima vez que vayas a un lugar como ese, debes recordar que no es correcto aceptar bebidas de cualquier persona, y menos de alguien que no conoces, ¿es que no te lo dijeron tus padres alguna vez?-bromeo el chico, soltándome un pequeño puñetazo en el hombro

Me sentí adolorido, avergonzado, muerto y… bueno… me sentía terriblemente mal. Esta era la peor mañana de mi vida… ah cierto, la segunda peor mañana de mi vida.

-¿Cómo te llamas?-preguntó-ayer se me olvido preguntártelo

-Sergio ¿y tú?

-Daniel-contestó, esbozando una sonrisa de lado-y dime, ¿tienes hambre?, estoy seguro que sí

Mi estómago gruño ante esa pregunta, así que no hizo falta que contestara. Daniel sonrío aún más y se levantó de la cama.

-Vamos, acabo de preparar unos panqueques

Ahora Daniel no se veía tan amenazante, parecía ser alguien agradable y divertido, que al parecer, sabía cocinar. Además, ahora que ya no tenía miedo y mi cabeza no quería explotar, pude notar que era bastante guapo…

Así que me levante de la cama con una sonrisa en el rostro, pensando que quizás, esta vez, las cosas saldrían bien.

Notas finales:

Espero que vuelvan a dejar sus comentarios y me digan

si les va gustando, o si odian la historia haha o si ven errores, 

o simplemente para contarme algo :D un abrazo y un beso!


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