CAP 7
Ya eran 10 minutos que llevaban por carretera y ninguno decía nada, lo único que interrumpía el ya más que conocido silencio era el molesto conductor de radio que hacia una intro para la siguiente canción y como no lo que tenia parte de los sentidos de ambos aturdidos de cierta manera, en la parte trasera del auto se hallaban varias bolsas color blanco en su interior se encontraban bolsas más pequeñas repletas con un liquido carmesí en algunos casos congelados en otros a medio estar por lo que se percibía con claridad la esencia del liquido.
* Law…- el peliverde si a poco podía abrir la boca sin tirarse encima de lo primero con cuello que tuviese cerca no por que se quemase por dentro era más por instinto… su jodido instinto aun si llevaba más de mil años vivo seguía siendo como un crio en este tema, enloquecido cada que percibía el liquido rojizo su instinto único en su especie lo más primitivo en el se perturbaba por completo, se lanzaba al ataque con solo ver gotas y ahora ni siquiera tenia la certeza de la cantidad del liquido que podía sentir tras las bolsas simplemente era como estar dentro de un banco de sangre.
Por su parte el moreno bajo un poco la velocidad y con muchísimo más autocontrol que el peliverde abrió una de las bolsas – buen provecho- le dijo al momento en que puso sobre la mano del peliverde unos cuantos de los empaques que contenían en si la esencia. El peliverde solo veía el liquido moverse conforme el auto avanzaba tenia de más la intención de rasgar de más el plástico que le impedía tenerle entre sus manos.
* adelante, traje una buena cantidad, aun si te excedes no se acabara tan fácilmente- y aun si dijo aquello el peliverde se limitaba a observar simplemente, tenia más que claro el por que si al final le hacia caso terminaría por acabar quizá con más de una docena de ellas lo cierto es que seria de lo más natural para el moreno pero para el peliverde seguiría siendo un indicio de su poca fuerza de voluntad más aun frente a alguien y no había cosa que le pusiera de peor humor que eso, desde siempre había sido obstinado su “ego” siempre sobre todo y mostrarse tan débil ante simple agua, hemoglobina y otros tantos compuestos que formaban aquella no tan sencilla sustancia lo cabreaba.
- Siento haber interrumpido tu pequeño bocadillo- dijo el moreno tratando de apaciguar un poco el ambiente aun si pasaban dos siglos el seguía sin estar completamente acostumbrado al espíritu del peliverde más aun cuando este se tensaba o algo similar- siempre tuviste cierta debilidad por los de cabello oscuro, por que un rubio esta vez?- lo cierto es que le tenia sin cuidado lo que hacia o dejara de hacer Zoro en cuanto al tema sentimental pero el chico de alguna manera le recordaba a alguien.
- eso no te incumbe- dijo el peliverde serio ya un poco más tranquilo y sereno abriendo uno de los empaques que le había dado Law.
- es cierto…- dijo el moreno viendo hacia la carretera dejando por un momento que la ahora suave melodía que presentaran por la radio interrumpiese el silencio y maquino la manera adecuada en que diría lo siguiente -pero hay algo que nos incumbe a ambos- dijo de lo más natural.
- y eso podría ser- el peliverde estaba todo menos interesado en lo que decía Law había logrado recortar el empaque con sus dientes como si fuese a tomar algún congelado y vertió un poco de la sustancia rojiza en su boca.
* no es un algo es un alguien- por un momento los ojos del moreno dejaron de estar pendientes en la carretera para mirar al peliverde directamente- Mihawk- ese nombre basto para que el semblante completo del peliverde cambiara, su mirada se torno fría, en su rostro escaseaban las expresiones y el rostro del mencionado apareció en su mente .
- que es lo que sabes- dijo el peliverde volteando a verle directo .
-------------------------------------------------------------------------
No fue sino hasta que las suaves gotas de la que parecía una próxima gran tormenta llegaron a el que todo se hizo verdaderamente real hasta este punto se sentía como un espectador, solo visualizándolo todo, al marimo, su realidad, la discusión que con este había tenido si es que de esa manera podía se llamado lo ocurrido entre ambos en el ultimo tiempo.
Fue tan ireal todo hasta este punto, se fue acercando al fuego sin temer a ser quemado, esperándolo pacientemente en ocasiones en otras siendo tan incapaz que incluso temió un poco a que este se extinguiera y en ese momento al ver que su intención era completamente clara extinguirse por completo o en este caso “ alejarse por completo” se altero de tal manera que no solo termino quemado sino hasta carbonizado.
Seguía aun sin creerse lo de recién, podía perfectamente sentirlo sobre si, aun quemaba esos labios, nunca había quedado así tras un beso nunca había quemado de esa manera-“demonios”- susurro para si mismo, que mierda era lo que pasaba, porque carajos el marimo?. Cuanto tiempo hacia ya que este se había ido junto con aquel extraño sujeto?, cuanto hacia que seguía sintiendo ese mareo, esas ganas de haberse alejado del marimo cuando le abrazo, porque no lo había hecho?.
En cuanto su cuerpo corrió tras el peliverde se perdió, no supo como demonios había terminado diciendo y haciendo semejantes…cosas, maldito sea el cardo y sus maldita voz que le calaba hasta los huesos, maldito abrazo y con una mierda maldita sea la hora en la que el idiota aprendió a besar de semejante manera incluso sintió que iba a irse en ese momento, se nublo totalmente joder nunca había sentido que podía quedarse pegado a alguien para siempre como en ese momento.
Apretó fuertemente los puños y salió disparado hacia la calle.
No pasaban de las nueve treinta y aun si era muy poco común en el pasarse entre semana en shinjuko aquí estaba aun y con ropa de instituto ya le conocían tan bien que aun si vestía de estudiante no tenia problema alguno en entrar a cualquiera de los bares que allí se encontraban, sentado en una de las mesas más apartadas del lugar estaba el rubio que por extraño que fuese simplemente se sentaba a fumar en ese tipo de lugares.
Ya iba por el decimo cigarro tan concentrado en sus pensamiento que ni siquiera notaba las lascivas miradas de una que otra chica que pasaban frente a su mesa, solo teniendo en su mente al jodido marimo y su propio comportamiento aun en pleno disentimiento existencial y buscando alguna razón “lógica para todo lo anterior”.
Al exhalar el humo tomo el cigarro rozando con los dedos sus propios labios sintiéndoles extraños por primera vez desde ocurrido el “incidente” se atrevió tocarlos, arrugando sus cejas formando así un extraño gesto que iba desde la angustia hasta la curiosidad de alguna manera ahora eran algo más cálidos que antes, mas sensible al tacto.
“- imposible… no, no fue el marimo, no es lógico con un demonio”- pensaba calaba profundamente su cigarro. Se revolvió el cabello con desespero y finalmente dando un salto y golpeando con ambas manos la mesa en la que se encontraba.
- NUNCA… ESO NUNCA, MALDITO IDIOTA… SOY TODO UN AMANTE DE LAS DAMAS NO DE CARDOS SIN CEREBRO-
--------------------------------------------------------------------
El interruptor con la imagen de la hebilla de un cinturón de seguridad desajustándose se había encendido indicando a los pasajeros que ya habían aterrizado y estaban por completo detenidos y ya podían iniciar su descenso.
Todos los pasajeros a excepción de uno tomaban sus pertenencia e iniciaban a salir, un hombre pelinegro, alto de porte refinado se encontraba totalmente inmóvil en su asiento aun perdido en la inmensidad de sus pensamientos con sus intensos ojos fijos en la ventanilla.
Siempre le pareció una perdida de tiempo pasar tantas horas volando en una inmensa estructura de metal, lo cierto era que prefería tomar su tiempo para llegar a su destino de una manera menos convencional pero al ser un viaje de ultimo minuto no pudo evitarlo. Lo único que adoraba de esa clase de transportes era la manera tan veloz en la que se perdía en sus memorias, desde siempre había sentido una gran fascinación por las grandes alturas en realidad por la gran vista que estas le proporcionaban aun si sus 10 horas de vuelo en la gran mayoría se concentraban en pasar sobre el océano.
Perdía el tiempo completamente solo y solo recordando detalles de su vida detalles de tantos años de existencia, de cada interminable año y cada sofocante día, recordaba lo mucho que odia despertar no porque amase dormir como cierto mocoso peliverde que pasaba medio día durmiendo feliz de hacerlo, sonrió ante aquel pensamiento.
Después de tantos años siguiendo rutinas humanas termino por darse cuenta de que al dormir aun si el tiempo pasaba rápidamente seguía estando estancado, retenido por el tiempo que para el se consumía tan lentamente que incluso se sentía en una fotografía grabado para siempre en el mismo momento detenido.
El roce de una pequeña mano sobre su hombro lo saco de su trance- disculpe ya hemos aterrizado- fue lo único que le dijo la joven azafata
Tomo sus cosas y salió a pasos lentos pero elegantes, llegaba para el otoño que según el era la mejor época del año ni calor sofocante ni frio que te cala los huesos. Y allí se encontraba no era la primera vez que estaba en Japón ya había realizado varias veces el mismo viaje solo que esta vez podía tratarse de su ultima vez en aquel país y en cualquier otro- es hora de que tu espada y la mía se encuentren de nuevo Roronoa- fue lo que soltó el pelinegro antes de salir caminando fuera del aeropuerto.