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Trust in the howl. por BlueJeep

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Stiles había acordado con Isaac que, después del instituto, se verían en la biblioteca pública de Beacon Hills. Allí podrían buscar en algún libro de cultura griega un tema sobre el que hablar en su trabajo, además de conseguir silencio total. El chico de pelo rizado llegaba diez minutos tarde, pero Stiles no le dio mayor importancia, pues sabía que debía de venir andando desde la casa de sus tíos. Esperó, pacientemente, sentado las escaleras de la entrada principal. Estaba ojeando unos apuntes de economía, cuando su amigo llegó. Se paró frente a él, asfixiado, tomando una gran bocanada de aire.

- Siento llegar tarde. -Se disculpó, chocándole la mano a Stiles, mientras éste se levantaba de los peldaños.

- Tranquilo, no pasa nada. -Se apresuró a responder, mientras caminaban al interior de la biblioteca.

- ¿Llevas mucho tiempo esperando? -Preguntó avergonzado, llevándose una mano hacia la nuca.

- No, no. Acabo de llegar. -Mintió el castaño.- Bueno, ¿alguna sugerencia para el trabajo?

- Cérbero. -Respondió Isaac muy convencido.

- ¿El perro de tres cabezas? -Murmuró enarcando una ceja. Su amigo asintió.

Más de tres horas recopilando información sobre el can de Hades; un perro de tres cabezas y una serpiente como cola. Se decía de él que era el guardián de la puerta del inframundo, asegurándose de que los muertos no salieran y los vivos no entraran. También encontraron una de las leyendas de Heracles, donde se relataba la caza que le dio al Cérbero. El tiempo pasó demasiado rápido, casi ni se dieron cuenta. Isaac miró el reloj por curiosidad, y su cara de espanto llamó la atención de su compañero de trabajo.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? -Le preguntó con curiosidad, a la par que Isaac recogía con rapidez sus cosas.

- Tengo que irme. Ha… había quedado con Derek y llego tarde. Dios… Va a matarme. -Respondió muerto del miedo.

- Puedo acercarte en el coche, si quieres. -Se ofreció Stiles guardando los libros y apuntes, que habían tomado, en la mochila.

- Eso… eso sería genial. Sí, por favor. -Le pidió sintiéndose algo más tranquilo.

Stiles no tardó en arrancar su viejo Jeep, provocando que el motor rugiera. Pisó el acelerador y metió la primera marcha. A penas, unos minutos después, se hallaban en la carretera comarcal que les conducía a través del bosque. Sabía cómo se ponía Derek con Scott cuando llegaba tarde, y él no era -directamente- de su manada. No quería imaginarse lo que haría cuando agarrase a Isaac. Tragó saliva al imaginarse la situación, mientras provocaba que su coche diese un fuerte acelerón. Tras unos baches y unos pequeños derrapes, llegaron a la casa de los Hale. La cara del alfa lo decía todo. Y, con todo quería referirse a los milímetros exactos en los que cortaría la piel a tiras de su beta. Parado frente a la puerta de su casa, con las manos en los bolsillos de su inconfundible chaqueta de cuero, las facciones duras, la mandíbula marcada acompasándose con sus pómulos. Daban ganas de dar marcha atrás y huir a otro país, lejos de aquel hombre que se acercaba a grandes zancadas hacia el automóvil azul. Abrió, por no decir que arrancó, la puerta del piloto para poder sacar arrastras a Stiles. Lo lanzó de espaldas contra el suelo, escupiéndole un gruñido. Stiles arqueó la columna soltando un fuerte quejido, dibujando una expresión de dolor en su cara. Isaac corrió en su ayuda, pero Derek supo deshacerse de él con un simple golpe en el abdomen. Cogió al castaño por los cuellos de la sudadera, aún tirado sobre el barro, para empotrarlo contra el capó de su propio coche. El pecho del alfa ascendía y descendía con furia, sus ojos de un color rubí reluciente mataban de mil formas al muchacho, quien se quejaba de las fuertes punzadas que le sacudían.

- No vuelvas a pisar mi territorio. O juro que, la próxima vez, no sobrevivirás. -Su voz parecía sonar doblemente, provocando que sus cuerdas vocales rasgaran los sonidos. Stiles tan solo asintió sollozando.

Por un momento, al chico le pareció que al alfa le quemaba su aroma, gesticulando una mueca de tortura y angustia. Cuando quisieron darse cuenta, Stiles respiraba liberado de las garras de su agresor; mientras que éste rugía con las manos sobre las sienes, de rodillas en el suelo. Su suplicio no parecía ceder, como un castigo por haber tenido ese arranque emocional. Isaac reculó sobre las hojas, manchándose las manos de tierra mojada, hasta alcanzar a Stiles. No sintieron ningún tipo de remordimiento por Derek, cuando se metieron en el coche de Stiles para salir pitando de allí. Era el chico rubio quien conducía, mientras que el castaño se retorcía del dolor en el asiento del copiloto.

- Te… te llevaré al hospital. -Pronunció nervioso, pendiente de la carretera.- Diremos que tuvimos un accidente, y… y… y que al dar un frenazo te diste en la espalda, contra el asiento.

Stiles solo asintió apresuradamente, llevándose las manos hacia el omoplato izquierdo, donde las punzadas se hacían más constantes. Por suerte, la madre de Scott estaba de guardia y, nada más ver el estado del chico, se llevó las manos a la cabeza. Se dio prisa en ponerlo en una camilla, para que se tumbase boca arriba. Le asignaron una habitación mientras que el médico de urgencias iba a revisarlo y avisaban a su padre, de que estaba en el hospital. Isaac se mantuvo a su lado todo el tiempo, pidiéndole perdón y culpándose por la locura que había sucedido. Pero Stiles se negaba a que se sintiese así, la culpa era solo de Derek. Siempre era Derek. La voz del Sheriff resonó por todo el pasillo, haciendo que su hijo se estremeciese. Se coló entre algunos médicos que había en la habitación y se adelantó hacia Stiles.

- Pa… Papá, perdón. -Murmuró entre gimoteos, intentando sentarse.

- Estate quieto, Stiles. -Repuso, impidiéndole que se moviera. Estaba realmente enfadado, pero su preocupación podía más. Le dio varios besos sobre la frente y se abrazó a él como pudo.- Que sepas, que estás castigado sin coche un mes.

- Vale, papá… -Respondió, secándose las lágrimas con la manga de la sudadera.

- ¿Estás bien, Isaac? -Aquella pregunta, por parte del señor Stilinski, le sorprendió. No esperaba ni que se diese cuenta de que estaba allí, nadie nunca parecía hacerlo.

- Eh… sí, sí. -Asintió medio aletargado.- La… La peor parte se la llevó Stiles. Se nos cruzó un león de montaña, y justo él se estaba poniendo el cinturón. No lo vimos. Por suerte, no llegamos a atropellarlo, pero en el frenazo Stiles se chocó contra el asiento. Y… Y… Se hizo daño.

- Sheriff. -Le avisó la madre de Scott, poniéndose a su altura.- No se preocupe, Stiles tan solo tiene una contractura. Quizás le salga un pequeño hematoma en la espalda. Le voy a mandar una pomada y un analgésico antiinflamatorio. Le pincharé un calmante, para que mengüe el dolor. Sería recomendable que mañana no fuese al colegio.

- Vale, gracias, Melissa. -Le agradeció con una sonrisa.

 

Un extraño olor lo hizo despertar. No recordaba cómo había llegado a su habitación, la última imagen que tenía en mente era en el hospital. Era de noche, fuera estaba lloviendo y su ventana estaba subida. Se incorporó lentamente, sintiendo pequeñas punzadas en la espalda, y se quedó sentado al borde de la cama. Su lapicero cayó al suelo, desde el escritorio junto al ordenador. Alzó la vista asustado. Un destello rojo hizo que su pecho se oprimiese, provocándole un fuerte grito. Fuese lo que fuese, se apresuró a salir por la ventana. Un reflejo negro envolvió su habitación de oscuridad, por tan solo unos segundos. Su padre no tardó en aparecer en escena, encendiendo la luz.

- Stiles… Stiles, hijo, ¿qué te pasa? -Se acercó a él asustado. El chico, a pesar del dolor de su espalda, se tiró hacia él.

- Déjame dormir esta noche contigo. -Le pidió, instantes antes de echarse a llorar.

- Stiles… -Se quejó su padre, quería alegar que ya era demasiado mayor como para no poder dormir solo en su cama.

- Solo esta noche… por favor. -Suplicó abrazándose más fuerte a él, para evitar que lo dejase durmiendo solo.


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