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Te odio más que a nadie en el mundo por YumeRyusaki

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Notas del capitulo:

Yo queria actualizar lo más pronto posible, pero me fui de gira y el cumple de mi Kai ya paso... -llora- no pude hacer la fiesta que planeaba en su honor(? xD pero al menos Uruha pudo regalarle algo haha... y yo se que a Kai le gusto el regalito. Moño rojo *--*

Capítulo II

Después de que la profecía sobre los cerdos voladores se cumpliera, Uruha y Kai hacían sublimes esfuerzos por no discutir para no dar pie a otra profecía, pero el intento les duró bastante poco. Y el manager casi se suicida cuando vio que sus esfuerzos habían sido en vano.

Y con eso la última semana de castigo llegó.

Lo que nadie sabía es que después de destapada la tentación difícilmente podían evitar caer nuevamente. Y aunque aquello había iniciado técnicamente como violación, era Uruha el que a gritos silenciosos rogaba porque Kai le destrozara el cul… perdón, rogaba porque Kai le hiciera el amor, y que fuera duro y salvaje solo era una adición más para no perder la costumbre. Y Kai como buen samaritano prestaba su ayuda. Y algo más.

 

Cuando el castigo terminó y gustosamente el batero regresó a la comodidad de su casa y los meses pasaron y nada –aparentemente- hubiese cambiado, Ruki, Aoi y Reita dejaron de pensar que entre el batero y el guitarrista había algo.

Sin embargo, una tarde que habían tenido libre, Uruha recibió una llamada de Ruki. Eso, por supuesto no significaba gran cosa, si no hubiese sido por que Kai estaba a medio vestir llevándole una taza de té a la cama a un Uruha enteramente desnudo, por supuesto después de algunas rondas de buen y salvaje sexo.

¿Qué haces? —preguntó el vocal y Uruha no pensó lo suficientemente rápido y fue sincero.

—Bebiendo té

Bebiendo té, ¿en serio, Shima?

—¡Oye, que yo no solo bebo sake! —Se fingió indignado el guitarrista aun sin captar el porqué de la sorpresa del otro.

No lo decía por eso, sino porque tú solo puedes beber el té que Kai prepara. ¿Ah, está contigo?

—¿Y porque ese idiota estaría en mi casa? —mintió con descaro al verse descubierto, Kai le soltó un golpe en la cabeza y no pudo evitar una exclamación de dolor—. Me quemé —volvió a mentir antes de que el vocal le interrogara… y ni así se había salvado del cotilla de su amigo.

No entiendo. Tu intentaste preparar te y casi lo escupiste, incluso cuando copiaste la receta de Kai. ¿Por qué ahora no tienes problema al beberlo?

—Ah, Kai me dio la receta original.

¿En serio aceptó darte la receta? Creí que él no te daría nada incluso bajo tortura.

—Sí, bueno… le di algo a cambio —Ahogó una nueva exclamación de dolor y sorpresa cuando sintió a Kai hincarle los dientes en la sensible piel del cuello.

¿Si, y que le diste? ¿Te manoseó otra vez? —Lo escuchó reír después de decir aquello y Uruha casi pudo jurar que Ruki estaba jugando con él.

—Le di… mayonesa —contestó con lo primero que se le ocurrió y pudo ver como Kai hacia sublimes esfuerzos por no soltarse a reír.

¿Mayonesa? —preguntó con incredulidad el vocal.

—Sí, ya sabes esa cosa asquerosa —le mostro la lengua a Kai y este le enseñó el dedo medio a cambio. Una idea cruzó por su mente y añadió—: limones, huevos —jaló aire para no reírse— Eso… lleva la mayonesa.

Ajá —respondió el vocal aun sin creérsela— bueno no importa, solo quiero decirte que necesito la hoja esa con las frases que reunimos para las canciones. Tú te la llevaste y… bueno te explico en un momento, estoy cerca de tu casa, llego en cinco minutos.

Uruha se quedó viendo el aparato como si este fuera a resolverle sus dudas existenciales, como, ¿Por qué Reita seguía llevando una bandita en la nariz? O ¿Por qué Aoi componía canciones a la comida? Momiji manju, ¿en serio? Y también estaban esas otras dos dudas. ¿Por qué Kai era tan odioso? Y la última y quizá más importante. ¿Por qué Ruki hacía visitas en momentos tan poco… adecuados?

Se puso de pie lo más rápido que pudo empezando a acomodarse la ropa. Y recogiendo cualquier evidencia de que Kai estaba ahí, aunque quizá lo más importante era deshacerse del individuo mismo. Pero, ¿y si de una patada lo mandaba a la calle y Ruki lo encontraba? Estaba en esas cuando fue consciente que Kai se estaba riendo. Frunció el ceño, estaba dispuesto a amordazarlo y arrojarlo bajo la cama con tal de que Ruki no lo viera en su casa y en su habitación.

 —Entonces —empezó el batero, limpiándose las lágrimas producto de la risa—, ¿mayonesa?

—Oh, cállate —contestó avergonzado, pero Kai tenía esa expresión de explícame—: Bueno, un día estaba navegando en el internet y encontré algunos términos, digámosle, interesantes.

—Qué son… ¿cuáles?

—Ah sí… lemon, ¿te suena? —Kai movió la cabeza, negando— Las fujoshi llaman así a las… eh, relaciones sexuales.

—Ah —dijo el castaño oscuro para seguidamente empezar a reír — ¿Y lo de huevos? Ah, claro, me diste dos… —bajó su mirada hasta la entrepierna del mayor. Ahí estaba, esa mirada lujuriosa nuevamente.

—Oh, cállate y empieza a buscar un lugar donde te vas a meter porque Ruki viene para acá.

—Bueno, he pensado en dos lugares en los cuales podría meterme, pero no creo que Ruki sea voyeur.

—¿Sabes, Kai? Yo realmente te odio más que… —corto la frase cuando el timbre resonó por todo el departamento— Escóndete —le advirtió antes de salir a recibir a Ruki.

Kai se quedó pensando cual sería el mejor lugar para esconderse. ¡El baño! Pensó triunfante, hasta que recordó que el baño en esa condenada casa estaba en la planta de abajo. Maldijo por lo bajo a Uruha. Casi corrió en círculos cuando escucho las voces de ambos músicos subiendo las escaleras. Observó con recelo el guardarropa y un escalofrió le recorrió la espina dorsal, si se escondía en ese lugar, la expresión gay de closet  nunca sería mejor aplicada en alguien como a él y el último lugar que le quedaba era: bajo la cama. Suspiró resignado, esperando que el vocal verdaderamente llevara prisa.

Pero no era así, Ruki llevaba ya casi una hora y no parecía con ganas de retirarse, incluso cuando Uruha le daba pequeñas indirectas bastante directas sobre lo tarde que era. Pero Ruki no quería marcharse, no sin antes descubrir algún indicio sobre la fuente de la marca de dientes que Uruha portaba en el cuello. Viendo que no había nada fuera del lugar no tuvo más remedio que marcharse.

Y Uruha no pudo más que respirar aliviado cuando lo despidió en la puerta. Kai salió de debajo de la cama solo para recibir las burlas del castaño guitarrista, burlas que supo callar al mostrarle algunos bóxeres y calcetines que encontró bajo la cama.

 

Y justo dos días después de que sacaran el preview de Burial Applicant, fueron descubiertos. En el estudio. Con  los pantalones hasta las rodillas. En las preliminares.

Sus tres compañeros casi se infartan cuando los cacharon, Aoi fingió desmayarse, Reita le daba golpecitos en la espalda, mientras que Ruki tenía la expresión de un paparazzi al encontrar un jugoso chisme. Después de todo no se había equivocado cuando había dicho que los que se odian se desean. El interrogatorio no tardo más de dos segundos en efectuarse.

—Buen sexo y ¿parece mujer, no? —respondió Kai tranquilamente abrochándose los pantalones.

—¡Tú imbécil! ¿Quién parece mujer?

—Tú por supuesto, cabeza hueca.

—Hueca te va a quedar la entrepierna cuando te la corte. ¡Odioso batería sinvergüenza!

—¡Hey, idiota! Aleja tus amenazas de mi preciosa p…—No término la frase por un almohadazo en la cabeza de parte de Aoi—. Bueno, te aviso que el que más sufrirá serás tú. No encontraras otra como la mía —completó arrogante.

Los tres chicos se quedaron confundidos. ¿De verdad estaban discutiendo? ¿No se suponía que tenían que confesarse su meloso-amor-puro-rosa-gay? ¿Dónde estaban los corazoncitos y las mariposas revoloteando alrededor? Suspiraron derrotados al escuchar aquella frasecita de odio de parte de Uruha cuando Kai salió del estudio canturreando algo parecido a: Ricos jamones de pato…

Cosas que nunca cambian. Suspiraron los tres.

 

Aunque la verdadera sorpresa vino tiempo después cuando Uruha se negó rotundamente a salir con pantaloncitos cortos en Guren. El manager le había pedido una explicación creíble y Uruha que aún tenía ganas de vengarse por lo de jamones de pato  se dio la vuelta a donde estaban sus cuatro amigos y se humedeció los ojos con saliva, para seguidamente mostrarle el dedo medio a Kai. Este supo que iba a haber problemas y lo confirmó cuando Uruha lloriqueó que Kai siempre lo molestaba con  eso y que estaba afectando a su autoestima. Se aventó un cuento tan dramático que si sus cuatro amigos no hubiesen sabido la verdad, habrían acabado con varias cajas de pañuelos por tanto secar sus lágrimas.

Después de eso Kai recibió por casi una hora la regañina del manager. Aoi, Reita y Ruki estaban tan sorprendidos por lo mentiroso y traicionero de Uruha que realmente se plantearon la idea sobre si esos dos estaban saliendo. Porque esos juegos que se cargaban eran igual o más pesados que en antaño.

—Te odio más que a nadie en el mundo —rezongó por lo bajo al guitarrista y este sonrió satisfecho por su excelentísima actuación y por las palabras de Kai.

Cuando el manager se dio cuenta que había caído en la trampa de Uruha ya era demasiado tarde y entonces pidió una disculpa a Kai. Contraproducente para él, porque el batero prometió solemnemente vengarse en su honor. Por eso al día siguiente no le sorprendió escuchar el histérico y sonoro grito de Uruha: “¡Te odio más que a nadie en el mundo, maldito Kai!” Y las risas del batero corearon aquella frase… Ni siquiera se molesto en averiguar que había sido en esa ocasión. Se dirigió a grandes zancadas a la dirección de la compañía. Necesitaba, quería, exigía un cambio de banda al cual representar o al menos unas vacaciones lejos de los gazettos. Lamentablemente Sakai-san no pudo deshacerse de la mejor banda de la PSC y siguió por largo tiempo escuchando las discusiones de la parejita de oro.

 

La relación de odio-amor de Kai y Uruha era ya sabida por todos en la compañía, aunque había más de uno que seguía preguntándose si de verdad estaban saliendo. Cada broma, cada grito, cada acción de uno por meter en problemas al otro era algo que nadie –normalmente- haría en contra de la persona amada. Pero ellos tenían su propia manera de querer, incluso aunque no se dieran cuenta… como por ejemplo:

Justo unas semanas antes de filmar Pledge, cuando se estaba viendo lo del vestuario. Uruha escuchó decir a Kai que extrañaba ver unos buenos jamones en las sesiones de fotos y en los pv, entonces Uruha fue con la diseñadora y le dijo como quería su traje, la pobre mujer vivió las de Caín al rehacer alrededor de tres veces su diseño, pues el guitarrista no lograba ponerse de acuerdo con lo que quería. Al final se decidió por un traje que solo enseñara un jamón. Y se retiro feliz por no tener que regresar a los trajes como los de Cockroach o Sill God Disco y otros más…

Claro que Uruha no aceptaría ni bajo tortura que lo había hecho por Kai, él lo había hecho por las fans que extrañaban a muerte sus jamones y todo había sido sugerencia de la diseñadora. Suerte para él, que a nadie se le ocurrió preguntar a la mujer.

Kai entonces sonrió satisfecho de poder por fin ver esos jamones arriba del escenario y no tardo mucho en manosear en plena sesión de fotos, recibiendo a cambio un buen golpe por parte de Aoi por hacerlo en público y no parecer mínimamente apenado por ello. Uruha al ver a su novio agredido, volteó a ver con tales ojos brillantes al otro guitarrista y susurró algo parecido a “haré un altar en tu honor”. A Kai no le molesto, por el contrario, ya estaba planeando la mejor manera de vengarse.

Para esa época Sakai-san por fin pudo deshacerse de la banda de oro de las PSC y el nuevo manager no tenía idea de cómo manejar a cinco chicos, de los cuales dos discutían a cada minuto y tres de ellos casi sacaban rosetas de maíz creyéndose en el cine, viendo una película en 3D. Suerte que a la hora de trabajar no le daban problemas, pues eran de lejos la banda más aplicada en la compañía.

Después de Pledge, Uruha no volvió a usar pantalones cortos, se sentía avergonzado por haber tenido tal debilidad por el batero, sin embargo a principios del 2012 Kai decidió que quería divertirse un rato y menciono como quien no quiere la cosa que era por celulitis o porque se sentía intimidado por los jamones de Reno de Vivid. En respuesta, Uruha le dio a beber el famoso café salado y en los PAMPHLET de DECADE el guitarrita salió con tremendas poses sensuales que a más de una sixth gun dejo con la boca abierta y babeando, Kai incluido.

—¡Quiero morder! —Fue toda la respuesta que Uruha obtuvo de parte del batero, pero a Kai el antojo no se le cumplió hasta después del glorioso concierto.

Y entonces hubo más de una mordida que dejaron buenas marcas y por ello Kai ganó una buena regañina del manager y de la directora, porque Uruha tuvo que regresar a usar pantalones normales. Pero incluso ante la regañina que recibió, Kai tosió algo parecido a “valió la pena”. Y sus tres amigos suspiraron al mismo tiempo, Reita, sin embargo, no pudo evitar mencionar que no tenían remedio.

 

Para ese tiempo Uruha y Kai tenían otro tipo de discusiones. En casa de quien pasarían el fin de semana, cada uno quería en su casa pero el otro no tardaba en encontrar al menos diez defectos del hogar del otro y las discusiones eran más largas que las que usualmente tenían. Y entonces apareció la sugerencia de Aoi: vivir juntos.

—¿Y yo porque querría vivir con este? —preguntó el guitarrista señalando con el dedo índice a Kai.

—Yo tampoco quiero a Uruha en mi casa, prefiero vivir con Yuu —contestó coqueto para que todos olvidaran la sugerencia.

—¡Solo vivan juntos! —gritó Aoi por la coqueta mirada que su amigo le dirigía. E infantilmente, Kai y Uruha gritaron al mismo tiempo una débil evasiva.

—¡Cuando amanezca dos veces!

 

Tres semanas más tarde hubo un eclipse solar, durante el curso de su trayectoria de 3.5 horas pasaría por Japón. Por eso, el lunes 21 de mayo Uruha y Kai serían los últimos en llegar al estudio, Aoi entonces los vería con esa mirada gatuna de  ”¿… y entonces?”.

Días después ambos músicos estaban mudándose a un departamento más amplio que entre los dos habían adquirido, con este histórico suceso, los tres chicos creyeron que los días de calma que nunca tuvieron por fin llegarían, pero un día después de la mudanza, lo primero que escucharon al entrar al estudio fue ese grito tan conocido: te odio más que a nadie en el mundo.

Aoi casi lloriqueó derrotado. Su sugerencia no había servido de nada; había cosas que definitivamente  nunca cambiaban. Pero lo que si cambio fue que Uruha recordó por primera vez el cumpleaños del batero.

Y se decidió a dar el mejor regalo de cumpleaños de la historia.

Kai llegó bastante entrada la noche. Las luces estaban apagadas y en el dormitorio que compartía con Uruha solo una suave melodía se escuchaba. Abrió la puerta, sorprendiéndose gratamente por la decoración del lugar. Pero los pétalos de rosas regados espléndidamente por la habitación, las velas aromáticas, las sabanas de seda, y demás cosas carecían de importancia para Kai, porque encontrar a su pareja enteramente desnudo y solo cubierto por un moño rojo a la altura de la entrepierna no era algo que se viera todos los días. Kai casi babeaba al ver aquella sensual imagen del guitarrista.

—Feliz cumpleaños —murmuró algo cohibido y sonrojado. Kai pasó la lengua por sus labios resecos, degustando mentalmente el platillo que estaba frente a sus ojos—. Di algo —pidió el guitarrista al no tener palabra alguna del batero.

—Yo… —balbuceó.

—Sí, bueno, a mí tampoco me gustaba —dijo desanimado dando la vuelta para empezar a vestirse.

—¿A dónde crees que vas? —La susurrante voz del batero le golpeó peligrosamente cerca—. Aún no he abierto  mi regalo —completó dándole la vuelta y Uruha recibió de lleno aquella mirada lujuriosa de Kai. Gimió bajito y expectante.

—Menudo pervertido —susurró mordiéndose el labio inferior—, las pobres fans viven engañadas  con tu cara de santo que…

—Kouyou —le interrumpió—, cállate —ordenó con complacencia y bajó la mano hasta el listón, desatándolo y dejando al completo descubierto el cuerpo del guitarrista—. Otro día hablamos lo que las fans ignoran, ahora déjame disfrutar  mi regalo.

Como tantas veces, Uruha no fue consciente del momento en que Kai se desvistió. Solo era consciente de aquellas manos recorriendo su cuerpo, de aquellos labios saboreando su piel… pero…. Kai se detuvo de improviso.

—Dilo otra vez —susurró sobre su boca.

—Feliz… cumpleaños —murmuró y Kai sonrió complacido.

Y Uruha lo hubiese maldecido para que aquella sonrisa desapareciera pero entonces sintió los húmedos dedos del batero deslizándose por su entrada, ensanchándola, dilatándola... preparándole para lo que se venía. Le sorprendió que Kai utilizara el lubricante pero tampoco se quejaría, de vez en cuando algo de suavidad no venia mal.

… Pero…

—Estoy más que preparado —siseó jadeante al sentarse a horcadas en el batero. Empalándose por sí mismo en aquel duro y grueso pene—. Muévete —exigió y fue complacido ampliamente. Kai abandonó la idea de ir despacio, ninguno de los dos lo soportaría, se aferró a aquellos muslos que seguían cabalgándole y con fuerza entró y salió una y otra vez de aquella estrechez que le nublaba la razón.

Finalmente ambos cuerpos se convulsionaron al mismo tiempo, las entrañas de Uruha fueron bañadas con un cálido líquido, mientras que él se vino en medio de ambos cuerpos sudorosos y calientes.

Se recostaron, abrazados el uno al otro, sin decir palabra alguna. Perdidos en las figuras que producía las titilantes luces de las velas, largos minutos en silencio.

—Kouyou —llamó el batero sin ninguna razón aparentemente, solo el gusto de llamar a la persona que yacía a su lado. En su cama… en su vida.

—Cállate —le ordenó el mayor besándolo suavemente y estuvieron por bastante rato explorando la boca del otro sin orden ni concierto, tan solo guardando en sus memorias el sabor del otro, hasta que—: ¡Animal! ¿Por qué me mordiste? —preguntó tocando el labio afectado.

—Por qué eres mordisqueable, por supuesto —contestó el batero sin pena alguna.

—¡Serás! Me has dejado marcas…

—A ver —solicitó el menor, observando de cerca el labio herido—, sanara mañana —dijo sin darle importancia a las quejas, lamiendo con premura aquella singular boca.

—El labio no, idiota. Me refiero a las marcas del cuello y las de la cintura y las de la espalda y las de la oreja y… ¿te crees que soy alguna especie de placa dental para que me hinques los dientes a gusto?

—Me gusta morder y tu pareces tan comestible cuando estas sonrojado y jadeante. Es tu culpa. —Se defendió y Uruha estuvo tentado a mandarlo a Júpiter de un trancazo por cambiarle la situación—. Yo no me he quejado por todos esos arañazos que me has hecho en la espalda. Son la prueba de que te gusta lo que hago —sonrío con picardía.

—No me…

Y Uruha no pudo completar la frase y ni falta hacia… sintió el brusco trato del batero al voltearlo como si de un bulto se tratara, sin el menor cuidado, aunque en realidad había otro bulto en su entrepierna que empezaba a cobrar vida. Con la cara hundida en la almohada de fina seda se dejo hacer… gimiendo y pidiendo más hasta que su garganta dejó de producir sonido.

Abrió más las piernas cuando algo duro se posicionó en su entrada para que Kai se acomodara, el batero agarró fieramente la piel de sus nalgas separándolas, abriéndole más y con un único y poderoso movimiento, le penetró. El gemido agudo del batero solo se vio opacado por el gruñido de placer que emitió Uruha.

No importaba cuantas veces lo hicieran o cuan brusco fuera Kai al penetrarle, lo cierto es que siempre esperaba a que el guitarrista se acostumbrara a la intromisión y eso el mayor lo agradecía minutos después al ser él quien arqueara las caderas pidiendo silenciosamente que Kai empezara a moverse. Era un acuerdo mutuo que nunca hablaron pero que entendían perfectamente.

Uruha gruñó cuando los embates iniciaron, Kai se movía dentro de él, golpeando con furia su próstata. Ya no sabía si era él quien le estaba dando un regalo a Kai, o este se lo estaba dando a él, pero… ¿acaso eso importaba? En ese momento de delirante placer lo único que importaba era que a ambos les gustaba lo que hacían, juntos.

—Yutaka —gimió con la voz enronquecida. No importaba cuantas veces lo hicieran, seguía sintiéndose tan vicioso como la primera vez. La primera vez con Kai, porque con ningún otro había sentido sensaciones iguales.

Antes de Kai no había sentido tanta necesidad de placer… su entrada nunca había estado tan dilatada, húmeda, expuesta… sintiendo al máximo el poderoso miembro que le taladraba, los testículos de su amante golpeando fieramente contra su perineo. Su propio pene, duro como una roca, goteando copiosamente, bailando con cada embestida. Nunca antes, solo con Kai. Tuvo que agarrarse de las esquinas del colchón para que las salvajes embestidas no terminaran enterrándole la cara en la cama.

La mano de Kai bajó hasta su necesitado pene y empezó a bombearle al ritmo de las embestidas. No fue necesario que hiciera mucho, estaba en el límite. Se descargó con un profundo suspiro, delirando el nombre de su amante. Tras varios segundos, los espasmos de la entrada del guitarrista hicieron el resto y Kai también alcanzó el punto de no retorno, inundando nuevamente las entrañas de su amante, mordiendo el lóbulo de la oreja de Uruha, como siempre.

—Volví a morderte —intentó disculparse el batero, después de haber recobrado el ritmo de su respiración. Uruha sonrío por respuesta, en realidad las mordidas hacían mucho que le habían dejado de importar. Ahora les encontraba un absurdo placer…

Una vez que sus cuerpos se recuperaran y que fueran a por un par de rondas más. Los dos exhaustos y aletargados pero sin ganas de dormir, se quedaron en el más profundo silencio.

 

—Kouyou —llamó el batero después de casi media hora en silencio—, ¿estás dormido?

—Sí —respondió el mayor. Abrazándose más al mullido cuerpo de su amante.

—¿De verdad estas dormido?

—Sí —volvió a repetir.

—Bien —contestó el batero. Uruha no creyó que fuera a decir algo más pero—: Si estás dormido, entonces puedo decir un secreto, supongo —rio bajito. Y a Uruha se le cortó la respiración cuando lo escucho decir—: En realidad me pareces muy molesto, odioso, cabeza dura, siempre quieres tener la razón y te… amo. Solo un poco, casi nada de hecho… pero, te amo… —Una risita nerviosa escapó de sus labios. Y Uruha no pudo ni quiso evitar besar cariñosamente el rostro de Kai, lo primero que alcanzo fue un ojo. Después la frente y un cortito y casi incorpóreo beso en los labios… ¿realmente lo había dicho?

Después de tantos años juntos, de tantas noches compartidas. Después de tantos meses viviendo juntos, era la primera vez que… volvió a reír, no se estaba burlando, solo… no se esperaba esa confesión, solo… solo…

—Ya estoy despierto —dijo infantilmente, queriendo volver a escuchar aquello—. Dilo de nuevo…

—¿Decir qué? —preguntó el batero juguetonamente—¿Soñaste algo mientras estabas dormido? —Rio remembrando la sensación de los labios de Uruha besándolo suavemente después de aquella confesión.

—Idiota —dijo el guitarrista. Y nuevamente quedaron en silencio, ahora con menos ganas de dormir. Sencillamente no podían, era la euforia de haberse confesado y haber recibido una confesión.

Lo escuchó suspirar. Y Uruha supo que no tenía caso no decirlo. Y utilizó la misma técnica que el batero.

—¿Estas dormido?

—Sí —respondió con calma, sabiendo ansioso que seguía a continuación.

—¿Realmente estas dormido?

—Completamente…

—Yutaka —pronunció con suavidad y el batero respondió con un gruñido— No se me da mucho esto, así que solo lo diré una vez… si no me escuchas por estar dormido es tu culpa —dijo bastante nervioso. Kai escuchaba atento a cada una de las palabras de su pareja—: Yo… Odio cuando sonríes y cuando pierdes algo, odio cuando te disculpas una y otra vez incluso cuando no es tu culpa, odio que le pongas tanta atención a la batería y te olvides del resto de los instrumentos. Odio que te guste la mayonesa. Yo realmente odio todo de ti, pero odio más cuando no sonríes, cuando te deprimes o cuando quieres estar solo, porque entonces no me quieres cerca de ti. Odio también cuando logras conservar más de una hora tus cosas sin perderlas porque entonces siento que no eres tú.  Odio odiarte porque… amo amarte…

Suspiró y jaló aire. Kai le besó como Uruha había hecho con él. Y el guitarrista continúo:

>>No sé desde cuándo y no me importa tampoco. Te amo… demasiado para mi gusto. Así que no te vayas con nadie o te asesinare —completó y Kai soltó una carcajada.

—Te amo —dijo el batero todavía sonriente.

—Estoy despierto —contesto Uruha, sorprendido por la confesión de Kai cuando no estaba supuestamente dormido.

—Lo sé —reconoció—, pero no lo repetiré —completó mordiendo lo primero que alcanzó. La parte superior de la oreja del guitarrista. Este ya no se molestó en recriminarle su acción, sin darse cuenta ambos fueron quedándose dormidos.

Entre sueños, Uruha sonrió. Realmente le había llegado su regalo a Kai y no… no se refería a él con un moño rojo, si no a las palabras de recién, su confesión. El batero atrajo más hacia su cuerpo el del guitarrista. Había sido el mejor regalo de su vida. Quería volver a cumplir 31 años una y otra vez si siempre iba a recibir ese tipo de regalos.

 

Al día siguiente llegaron tarde al estudio. Nadie, ni siquiera el nuevo manager hizo comentario alguno por la tardanza. Los miraban con ojitos brillantes y esperanzadores, aguantando a duras penas el momento en que alguno dijera cuan enamorado estaba del otro. Veían a Kai y Uruha más unidos y llevaban una hora sin discutir. Realmente los cuatro hombres esperaban alguna clase de confesión pero esta no llegaba. Cuando se tomaron un receso y Kai observaba una revista con pasmosa calma y a su lado Uruha tocaba alguna suave melodía, creyeron que entonces sucedería. Pero… Kai dejó caer la revista en la mesa, mostrándole algo de ella a Uruha, este dejo de tocar poniendo atención a lo que el batero señalaba. Reita, Aoi, Ruki y el manager se acercaron con cautela, esperando encontrar desde salones de boda, anillos matrimoniales hasta ofertas para lunas de miel, pero lo que vieron en la revista eran muebles… y entonces:

—Necesitamos una nueva cama. La que tenemos no aguantara otro regalo como el de anoche.

Con la boca abierta y los ojos desorbitados, manager y músicos escucharon aquellas reveladoras palabras. Uruha se sonrojó por el descaro de Kai y las expresiones que tenían los hombres en sus rostros. Y entonces los cuatro chicos se llevaron la tremenda y divertida decepción cuando Uruha grito:

—Ten más cuidado con las indiscreciones que sueltas, idiota Kai —Movieron la boca, coreando sin voz el típico—: te odio más que a nadie en el mundo…

 

Sí, había cosas que definitivamente nunca cambiarían, pero tampoco se preocupaban porque algo dentro de sí les decía que esos gritos histéricos de odio, en realidad equivalían a un tierno te amo.

 Y realmente no se equivocaban. 

Notas finales:

Moño rojo. Si, la idea la saque de mi finalizado fic -¿a donde se fue el amor?- La idea original era Ruki con moño rojo pero no pude desarrollar la idea y entonces Uruha salio al rescate haha
Bueno, este two-shot termino. No les parece genial? Digo, no se si solo a mi me lo parezca pero a decir verdad el desarrollo se fue haciendo más pobre... y el lemon es demasiado apresurado. Definitivamente no puedo intentar nuevamente hacer uno... bueeno, si alguien se ofrece a darme una tutoria podria intentarlo más adelante xDD
AH, casi lo olvido... antes que termine esta semana, planeo actualizar -Via Dolorosa- por fin el cap. 9 vaya que ha salido más largo de lo planeado...En fin...

Hasta pronto, si planean aventarme tomatazos, les aconsejo mejor me los den en una canastita y asi los aprovecho xDD pero si es un rew mejor, ya saben, son inspiradores...
Gracias...


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