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Lo que la música une. por Mabbitt

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Notas del capitulo:

¡Hola! Acá el segundo capítulo *-* disfruten 

Capitulo  2 –

 

Carraspeó un poco la garganta antes de entrar al salón, haciendo notar que había llegado para que detuvieran tantos murmullos acerca de él.  Sabía que desde que había llegado todo el mundo estaba pendiente de él.  Sabía que más de alguno se las daría de listo he intentaría pasar por él, solo por ser el chico nuevo, pero ni jodiendo dejaría que eso pasase. Sería nuevo pero no imbécil, supo desde el momento que entró a aquel instituto iba a ganar unas cuantas enemistades. Como también sabía que iba a tener que romper unos cuantos corazones. A veces se maldecía por tener esa apariencia, queriéndola cambiar por completo y quedar feo para que así nadie hablara de él, pero no sería capaz de matar lo que más amaba por  personas psicópatas que le seguían hasta porsiacaso.

Subiendo por las escalerillas hacia el segundo piso, con intención de ir a su primera clase de lenguaje,  pudo alcanzar escuchar como dos tipas hablaban de él – Oh, sí está muy bueno, esta tarde hablaré con John para decirle que lo nuestro no funciona, e iré por aquel chico – reía la chica.  Le molestaba aquello, ¿serían tan idiotas para dejar a sus parejas tras ir por alguien que ni siquiera sabe de su puta existencia?, Paso de largo sin darle importancia, sin ninguna expresión, no era la primera vez que escuchaba alguna conversación de ese tipo,  estaba al tanto de todas, y no por parar la oreja, solo que era muy observador y se daba cuenta de todo. Por cosas como las que acababa de escuchar era la razón que se estuviese ganando enemigos, todos los hombres del instituto sabían que si sus novias les dejaban eran por culpa de él, pero eso realmente le traía sin cuidado, si alguna intentase ligar con él, no conseguiría nada,  no tenía interés en las chicas.  Oh si, Gabriel era gay, pero no de esos que se fijaban en cualquier hombre que se le acercase o le pareciese guapo, era muy quisquilloso con respecto a sus gustos, no cualquiera podía tenerlo. Y la mayoría de aquel lugar, le parecían todos unos idiotas, muy guapos, pero idiotas al fin y al cabo.

Entró al salón serio y apático, como la primera vez que ingreso, tenía que dar una imagen a respetar si no quería que pasaran por él, y así ahorrarse eso de socializar y entablar nuevas amistades. Con sus amigos de afuera tenía más que suficiente, no necesitaba más. Se sentó en las primeras filas, sacando sus libros y comenzando a apuntar lo que el profesor decía. Paso un rato mirando por la ventana, el clima se veía feo, como si en unas horas más fuese a llover. Aquello le hizo recordar cuando estaba en el otro instituto, cada vez que llovía se escapaba con algunos de su clase y se iban a recintos cercanos para tomar. Aunque eran menores de edad, no lucían como tales, así que no necesitaban mostrar sus cédulas para entrar.

Se acordó una vez que un tipo le hizo mostrar su identificación, le dolía la cabeza y estaba algo mareado, así que se largo directo a su casa, excusándose con su madre de que los profesores habían faltado y lo habían mandado de vuelta. Como lo vio mal, no le cuestiono e hizo como si le creyera.

Ahora las cosas no serían tan así, no tenía con quien escapar, y el instituto parecía una cárcel.  ¿Qué harían los chicos de acá para divertirse? Dudaba que fueran alumnos ejemplares.          Un golpe  en su cabeza le hizo despertar de aquellos recuerdos, alzó la vista encontrándose con la del profesor, que sostenía el libro en alto, con eso le había pegado, no mostró sorpresa ni nada,

- - se había enojado, pero sin demostrarlo guardó sus cosas y se levantó.

-Que sea la primera y la última vez que reciba un golpe de usted- dijo con tono amenazante dirigiéndose a la puerta.

-¿Me amenaza, señor Mendoza? – el profesor rio y se sentó en su escritorio

-Solo le hago una advertencia, para que no lo lamente la próxima vez que intente levantarme la mano- abrió la puerta  y tras salir, la cerró de un portazo. Camino a paso relajado por el pasillo, pudo escuchar como el profesor de lenguaje le gritaba algo de que se dirigiera a dirección. Bajó las escaleras y llegó ahí. Tras una breve conversación con el que parecía ser el director, lo mandaron al salón de historia del primer año, al entrar todos se giraron sobre él, buscó algún lugar desocupado, todos tenían compañeros y los que estaban solos, parecían devorarle con la mirada, a excepción de uno que dormía entre sus brazos, se echó junto a él, no pudo evitar escuchar como todos volvían a murmurar sobre él, de su cabello, de cómo iba vestido, lo guapo que era. Estaba aburrido, ese día no podía ser peor.

La profesora, quien era una mujer de unos treinta y tantos, les informó a los demás por qué él se encontraba ahí. El tono y los gestos que había utilizado no le habían gustado para nada.  No quería tener más problemas así que se quedó callado. Pudo notar como el chico de su lado le miraba detenidamente, mirándolo de pies a cabeza, era otro imbécil más.

La historiadora comenzó dando los trabajos, no había sacado los cuadernos, no tenía ninguna intención de trabajar en algo que ya había pasado, pero no tuvo elección más que hacerlo, tras recibir una amenaza departe de ella. ¿Desde cuándo los profesores tenían que amenazar a sus alumnos para que hiciesen los deberes? No aguantaba eso, pero como se decía anteriormente, no quería tener más problemas. Buscando algún libro debajo de la parrilla, no encontró ni uno solo, necesitaba terminar rápido aquello para poder irse luego. Comenzó llamando al chico de al lado, supo que no dormía y solo le había ignorado, eso le molestó aún más, jalándolo con fuerza para que le mirase. Este salto un poco por el susto, subiéndose las gafas para mirarlo mejor, sabía que estaba nervioso, hubo un incomodo silencio.

-¿Qué sucede?- susurró apenas.

-Me han obligado a trabajar y es en parejas…– dijo con un tonto amargo – Si no te molesta, ¿podrías sacar el puto libro para acabar con esto?- terminó con una orden

-¿c-cómo? -  tartamudeo un poco.

-Lo que oíste, no me hagas repetirlo de nuevo y sácalo de una vez.- ya se estaba cabreando, él era de mucha paciencia, pero esta al parecer le había abandonado el día de hoy. Este le sostuvo la mirada por alguno segundos, luego recogió sus cosas largándose dos asientos más delante de él.

-Pero… ¿Qué demonios?- pensó para sí.

-¿Sucede algo?- La profesora  caminaba hacia él.

-Nada sucede profesora, solo no quiero sentarme con aquel chico, menos para trabajar-  

-Está bien…-

Aquello lo había hecho enfurecer más, pero sin demostrarlo, comenzó a hacer el trabajo con un libro que la misma profesora se digno a prestarle. Cuando hubo terminado, miraba la nuca de al frente, aquel chico de negra cabellera había cometido un error al hacerle pasar el ridículo, dejándole ahí. Aunque por dentro se lo agradeció, ya que por lo menos había uno en todo el instituto que  le ignoraba, o quizás eso quería que él pensara, tenía que estar atento.

El día paso de largo, no volvió a verlo, tampoco lo buscó. Al acabar el día se marcho rápido, ya que notó como más miradas y murmullos habían de él.  

Tomo un taxi hacia su casa. Llegando no hizo más que abrir la puerta de su habitación tumbándose en la cama, queriendo olvidar a todos los de su alrededor, no sabía desde cuando se había vuelto tan arisco, antisocial y depresivo.

Notas finales:

Gracias por leer *-* por favor denme sus comentarios :c me ayudarían mucho para mejorar!! ><


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