Capítulo 20: Infierno.
-Bienvenido al infierno que has creado…-recita con voz suave aquel niño, recitaba un poema que provenía del libro que tenía frente a él- “Haz maldecido el cielo que te creo, haz maldecido el dios que te ha regalado las alas…”-escuchando aquel poema estaba su demonio, mirando a su amo con especial atención- “Ángel negro, maldito entre los tuyos y expulsado del paraíso. No tienes un hogar donde volver…”-aquel niño cerro sus parpados lentamente y siguió recitando como si ya conociese la continuación del poema- “Bienvenido a tu propio holocausto, bienvenido a tu fin… haz elegido esté camino, no hay vuelta atrás…”-el niño sonríe de lado, abre sus parpados y mira a su demonio fijamente- ¿Cómo lo he hecho?...
-Excelente amo, simplemente excelente…-le responde el demonio, cruzando sus piernas, sonriendo de lado- pero me intriga, ¿Por qué tiene que aprenderse este poema amo?...
-Para mi escuela…-le responde sonriendo, cierra el libro que tenía en manos- Habrá un concurso de oratoria. Y quiero ser la estrella principal…-le dice con un aire de impotencia y superioridad.
-Y de seguro lo será mi amo…-le dice con una suave sonrisa.
-¿Sabes Yami?...-le dice mientras le daba la espalda a su demonio- Habrá mucha gente, Habrá… mucha sangre…-al decir eso, el demonio quedo sorprendido y comenzó a prestar más atención a su amo- Habrá maestros, padres y varios alumnos…muchas gente a la que odio reunida en un solo lugar….-una risa cínica suena de los labios del niño- ¿Cómo desperdiciar tal oportunidad?...
-Amo…-el demonio se levanta y se acerca a el- ¿Por qué?
-¿Por qué?...-susurra el niño, dándose la vuelta lentamente. La mirada del niño se había vuelto siniestra- ¿¡¡POR QUÉ!!?...-grita el pequeño con voz consumida en odio, el demonio no supo cuándo, pero el pequeño había tomado su cuello y comenzó a estrujarlo, con fuerzas. El demonio sentía como su respiración comenzaba a costar- Siempre suplique piedad. Pedí desesperado ayuda, pero nadie…¡¡NADIE!!-el pequeño aprieta más su cuello- ¡¡¡NADIE ME ESCUCHO!!!...
-A-amo…-el demonio intenta zafarse. Mas sus intentos son inútiles- Su-Suélteme…
-Les toca a ellos…-el niño comenzó a soltar el cuello de su demonio- Les toca a ellos pedir ayuda, les toca a ellos ser ignorados en su desgracia…-el pequeño suelta el cuello de su demonio, se da la vuelta y va hacia su cuarto, pero antes miro por sobre su hombro. Mirando fijamente a su demonio- Eres mi sirviente. Sigues mis órdenes nada más, no tienes derecho a replicar nada…-sin más el muchacho se retira a su cuarto, dejando a su demonio solo. El cual acariciaba con su uñas largas las marcas rojas que habían dejado las manos de su amo.
-Amo….-susurra- ¿Qué le paso?....
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-Es curioso…-susurra un hombre de veinte y tantos años, de ojos esmeralda- No hay nada…-dice mientras en sus dedos se paseaba un dado de un lado para el otro- este muchacho no aparece en nada, ni en registros, ni en actas de nacimiento…. Nada…-susurra para sí mismo el pelinegro- ¿en qué clase de locura me he metido?...
-En las que usualmente te metes Duke…-le dice un chico de cabellos castaños y ojos de igual color a su lado, ambos estaban sentados frente a un enorme computador, el cual se ubicaba dentro de un enorme laboratorio- Algo tiene que haber de este niño, está en las fotos, sabemos que está vivo, pero no sabemos cómo se llama…
-O donde vive, o si tuvo familia…-mira al castaño- Tristán, una persona normal no puede estar afuera de los archivos de esa forma....-le reclama el pelinegro- Sino es un huérfano de seguro es un vagamundo o…-el pelinegro se quedó callado, y mentalizo lo siguiente que iba a decir.
-¿Duke?....-el castaño mira con intriga al pelinegro
-O tal vez sea un recluso mental…-susurra el pelinegro mientras comienza a teclear algo en la computadora- Creo que hemos encontrado algo…-susurra el pelinegro mientras archivo se abre en su computadora.
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“Hasta donde yo sé, los errores cometidos no pueden ser medidos…
Los errores dejan sus marcas. Son ondas de choque destruyen todo lo que hay alrededor…
Siempre hay un daño colateral…
Siempre habrá un inocente que resultará herido.
El infierno que se ha formado en tu mente, fue forjado por tus propias manos…
El daño de tus errores ha causado tu propia muerte.
No te arrepientes de nada…
Pero tienes miedo a ver qué fue lo hiciste.”
Los aplausos se oyen al acabar de narrar esa hermosa pieza de poesía. El niño recibe los aplausos con un aire de egocentrismo, hasta de cierta superioridad. Su maestra de lengua se le acerca, aun aplaudiendo su excelente oratoria. La señora, una mujer ya mayor con sus años encima se acercó a él con una sonrisa amable y maternal. Los alumnos comenzaron a mirarse entre sí, hablando suavemente y diciendo cosas sobre él.
-Muy bien hecho, joven Motuo….-le dice felicitándole- definitivamente, tu iras al concurso de oratoria...
-No sabes cuánto me alegra escuchar eso…-susurra el niño sonriendo ampliamente, nadie notó el brillo siniestro en los ojos del pequeño.
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-Con que aquí es….-susurra el viejo psiquiatra, estaba en la entrada de un viejo reclusorio mental, la hierba crecía a los lados de la entrada, varias ventanas rotas. Grafitis con palabras indecorosas escritos en las paredes y fuerte olor a abandono inundaba su nariz. Un lugar desértico y digno de una película de terror, fue lo que pensó el psiquiatra mientras contemplaba aquel edificio abandonado. Suspiro largamente y se dispuso a entrar.
-Qué lugar tan desprolijo…-susurra el psiquiatra, quita con sus manos algunos tablones de madura que sellaban la entrada- no me imagino que psiquiátrico pudo funcionar aquí…-susurra bajo, logra quitar todas las vigas de madera que sellaban la puerta, entro allí lentamente. Mirando cada rincón del lugar, dentro era casi o mucho peor que afuera, el suelo estaba plagado de cucarachas y ratas de distintos tamaños y colores. Había varios pedazos de vidrios desperdigados por el suelo, cada paso que daba escuchaba como un pedazo de vidrío se rompía a sus pies. Paso la noche recorriendo los pasillos del antiguo manicomio, sin encontrar nada que le sirviera de algo.
Hasta que llego a un pequeño cuarto, cuando abrió la puerta se encontró con algo que lo extraño bastante. Había varias envolturas de comida rápida, algunas recién abiertas. En un rincón del cuarto estaba tirado en el suelo un colchón viejo, cubierto con una sábana realmente vieja y desgastada. Parecía ser una cama improvisada, parecía que alguien estaba comiendo y durmiendo allí. El psiquiatra se quedó realmente perturbado, ¿cómo una persona podía vivir allí?, se pregunta el viejo mientras su mente comenzaba a trabajar. Pero tuvo que dejar el razonamiento de lado y dar paso a temor. Cuando una idea siniestra pasó por su mente.
“Si alguien puede estar viviendo aquí….
Ese alguien…
Puede estar aquí ahora….”
No se quedó ni un minuto más en ese cuarto, salió corriendo de allí y tan pronto como pudo, salió de aquel edificio abandonado. Corrió hasta su auto, respirando agitado se recostó sobre el capote de su auto. Por cosas, viro sus ojos hacia el edifico abandonado que ahora estaba a unos 20 metros de él. Su piel palidece cuando ve una silueta negra, reflejada en la ventana del cuarto donde él se encontraba antes. Sus piernas temblaron levemente, no pudo contener su miedo y se montó en su auto, piso el acelerador y salió de allí a toda velocidad.
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¿Seguro sabes quién eres?...
No confíes tanto en tu reflejo. Él te puede engañar, no hay que confiar en lo que vemos con nuestros ojos, hay que confiar en nuestros oídos. En nuestra piel. En lo que podemos percibir, no en lo que nuestros ojos ven. ¿Seguro sabes quién eres?...
Si estas tan seguro….
…….atrévete a mirarte al espejo….
-Ah…-el menor se levanta asustado, respirando agitadamente. Estaba en su salón, se había quedado dormido en clase, no había nadie a su alrededor- maldita sea…-susurra el pequeño- ¿Qué me está pasando?....