Capítulo 23: Es el fin… (Parte 1)
Mientras las luces del teatro se enciende y el reloj comienza a andar, se acercaba con cada segundo el momento del final. Miraba impaciente el reloj de su muñeca para ver su reloj, contaba cada segundo. Faltaba poco para su actuación, muy poco. Mientras caminaba por el largo pasillo de la escuela, sus pasos eran cuidados por su fiel demonio. El cual a pesar de todo, lo cuidaba. Lo cuidaba como si fuese un chiquillo que andaba solo en un bosque. Como si fuese su sombra, la sombra que temía que se perdiera en un sendero de oscuridad y soledad.
-Amo…-Se oye la voz del demonio que corrompía el silencio, el niño no se detiene pero mueve su cabeza haciendo ademan que lo había escuchado-¿En verdad hará eso, amo?....-El niño se detiene, dándole la espalda a su demonio.
-Yami…-dice la voz calma y serena del niño- Si deseas Huir… hazlo ahora…- el niño se da la vuelta y mira a los ojos de su demonio. Mirándolo como hacía tiempo no lo hace, mirándolo con unos ojos llenos de tranquilidad e inquietante quietud-No te preocupes por mí, me has dado tanto… te debo mucho... es momento de que me dejes solo, ya no es necesario que me sigas llamando amo….
-Amo….
-No me digas amo…-lentamente se acerca a su demonio, saca lentamente aquel anillo que hacia tanto tiempo le había dado yami, el primer el día en que se conocieron. Se quita aquel anillo el cual poseía una rosa, toma la mano pálida de su demonio y le entrega la joya colocándola justo en su palma- No es necesario… Ya no soy indefenso, ya no soy aquel niño…
El demonio guardo un largo silencio, cerro su mano con fuerza apretando fuertemente el anillo que tenía en su puño. Bajo su rostro, sus mechones tapaban su mirada roja y dio algunos pasos atrás en silencio. El niño lo miro con algo de nostalgia, luego se dio la vuelta dándole la espalda y comienza a caminar hacia el teatro. El reloj le decía que poco faltaba para su actuación.
-Me vas a abandonar otra vez….-al oír la voz de su demonio, el niño se detiene bruscamente- Me abandonaras una vez más, después de todo lo hice para volver a verte…. ¿me vas abandonar una vez más?....
-Yami…-El niño se voltea para verlo, ve a su demonio muy alejado de él. Con la mirada pegada al piso y pudo notar como bajaban lentamente por sus mejillas lagrimas cristalinas. El niño se quedó totalmente sorprendido al ver eso, aunque en su interior estaba confundido, ya que no había comprendido las palabras de su demonio.
-Resiste que no recordaras mi nombre, resiste tu maltrato y que tú ni siquiera te dignaras en recordarme…-susurra el demonio, mientras comienza temblar de rabia- ¡¡pero no resistiré que me abandones otra vez!!
-¿Yami, de que hablas?...-susurra el niño totalmente confundido y extrañado por la actitud del demonio-¿Por qué actúas así…?
-¡¡NO ME ABANDONES OTRA VEZ!!-grita el demonio levantando la mirada, sus ojos derramaban lágrimas de dolor y tristeza marcada, su imagen comienza a parpadear-¡¡¡NO LO ACEPTARE OTRA VEZ, NO QUIERO QUE ME DEJES NUEVAMENTE SOLO!!!-las luces del pasillo parpadean y se apagan por un segundo, al encenderse nuevamente el demonio no estaba por ningún lado. El niño quedo extrañado de lo que sucedió, dio algunos pasos atrás y suspiro.
-Lo siento mucho Yami….-susurra el niño, dándolo la vuelta y fue corriendo hacia el teatro de aquella escuela, dejando aquella parte del largo pasillo en solitario.
-No…-susurra el demonio, el cual aparece en un rincón totalmente oscuro de ese pasillo, de sus mejillas caían lágrimas color carmesí, su rostro estaba manchado de largas líneas rojas de su propia sangre. Yami mordió con fuerza su labio inferior, mientras que sus lágrimas rojas se hacen más intensa y su llanto se vuelve agónico-¡no dejare que me dejes solo otra vez, yugi!...
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-Detective pegasus…- susurra el psiquiatra mientras se le acerca, con una carpeta en mano- tengo que decirle algo…
-Pues dígalo…-ambos se encontraba en la comisaría de policía, el psiquiatra después de haber leído aquel informe, suplico acompañar al detective para poder ayudarle con su caso, mientras el psiquiatra leía algunos informes, había descubierto algo que había hecho erizarle la piel de una vez.
-He descubierto algo…-susurra el psiquiatra-Después de leer con cuidado el informe del paciente, descubrí algo interesante. Su estado mental empeora en cierta fecha del año….-se sienta suavemente en la silla del escritorio- Al parecer el paciente sufre de un trauma severo, ese trauma se causó el día en que el mismo asesino a sus padres. Desde ese día, cada año en el aniversario de su muerte, su estado mental sufre un grave declive que puede ser muy peligroso si no se controla…
-Oh vaya, eso importante…-susurra el detective un poco sorprendido- ¿y cuando murieron sus padres?...
-Ese es lo que venía a decirle…-susurra el psiquiatra-Es hoy, Hoy murieron los padres del paciente…
-Entonces… ese tipo sufrirá un declive mental…-susurra el detective-
-Me doy una idea de donde puede estar señor…-susurra el psiquiatra- tenemos que irnos ya mismo, sino vidas inocentes van a perderse….
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Estaba detrás del gran telón, jugo por última vez con sus dedos. Cerró suavemente sus ojos, soltó un largo suspiro cansado. Ya su demonio no estaba, no podía ocultarse nunca más, era el momento de salir de la oscuridad. Sonrió suavemente, estaba tranquilo, totalmente tranquilo. No se arrepentía nada, su vida había sido un verdadero infierno hasta ahora, ya nada importaba. Esta era su última obra, el último acorde de su melodía fatal. La ultima estrofa de un poema que tenía un final trágico. Se abre el telón, todo estaban oscuro menos el escenario. Se paró en medio del teatro, sonriendo gustoso viendo a la oscuridad misma.
-Muy buenas noches, querido publico…-dice en voz alta el niño, aun sonriendo- Bienvenidos sean…-dice en tono victorioso, pero macabro. Las luces que iluminaban él publicó se enciende. En los asientos del publicó había personas. Personas atadas y amordazadas, con sus bocas tapadas con cinta, sujetos firmemente a las sillas por cuernas bastantes duras. Había niños, había mujeres. Todos llorando de horror y terror.
-Bienvenidos sean querido publicó. A la noche de su propia muerte….-dice en un tono macabro, psicópata. El niño se acerca a una cuerna que colgaba por encima del escenario. Caminaba lentamente hacia ella y sin algún apuro tira de ella. Desde el techo que se encontraba encima del publicó cae una gran cantidad de líquido que moja a la mayoría del público. Ese líquido era ácido. La gente desdichado que le había caído ese líquido blanquecino, se retorcía fuertemente en las sillas, llorando del amargo y puro dolor que en su piel se asomaba, y los pocos afortunados que no fueron tocados por esa corrosiva mezcla, miraba con horror a las pobres víctimas las cuales literalmente morían a sus ojos.
-Gracias por acompañarme esta noche…-saca de su bolcillo un encendedor- Ustedes han sido el mejor público que he tenido…-mira el suelo debajo del escenario, estaba empapado de gasolina que el mismo había vertido antes, sin apuro tira suavemente el encendedor y cuando el fuego apenas toca el líquido. Todo se prende el fuego, hasta las pobres personas que se encontraban allí, el niño se sienta en medio del escenario, abrazando sus piernas mirando con tranquilidad como el fuego consumía a aquella pobre gente.
“Hoy te vas…
Mañana voy a morir…
Porque hoy te iras…
Desearía poder fingir…
Que nada me va importar”
Recita el niño sonriendo, era un poema que no tenía nombre. Mientras el fuego se hacía cada vez más intenso, matando las vidas que tenía en frente de él. Sonrió con algo de nostalgia. Pronto ese fuego lo iba alcanzar a él. Escucho como las puertas que daban al escenario y al teatro se movían. No se intranquilizo, él había soldado las puertas a la pared. Cuando lograran abrir las puertas, ya sería bastante tarde.
-Mi última abra de arte…-susurra el niño cerrando los ojos- Pero nadie sabrá que fui yo el artista…
-Amo… -el niño escucha tras el la voz del demonio-No me deje solo…
CONTINUARA….