Era hora de irse, tenía que iniciar con su parte del plan, pero incluso ahora, tenía tiempo para hacer una última cosa por Mello. Hacía un par de hora había pasado a una tienda, para comprar una de esas barras de chocolate que su amado rubio tanto adoraba. Matt sabía que Mello era una persona de carácter fuerte y explosivo, pero también sabía –y al parecer era el único- que Mello era una persona increíble.
Tomó el chocolate que había dejado en el asiento del auto, tal vez para buscar el momento indicado para entregarlo, al no encontrarlo, el momento final era el adecuado, el rubio miro al pelirrojo algo confundido, seguro pensaba que ya se iba a retirar, Matt le entregó el preciado chocolate y Mello simplemente lo acepto no si antes decir un comentario de esos que parecían groseros para la mayoría, pero que el bello chico de ojos verdes entendía a la perfección como un agradecimiento.
-puedes comerlo mientras esperas mi actuación estelar- dijo Matt sonriendo, aunque sintiendo una extraña melancolía en el pecho, en realidad había querido decir “mi última actuación” pero sabía que si lo decía Mello se enfadaría-…también es una compensación por no poderte ayudar más- finalizo mirándole a los ojos.
-para ya de idioteces, yo solo no podría hacer nada… ahora solo limítate a salir bien librado de esta- contestó el rubio de forma enfadada e irónicamente Matt sintió felicidad, a Mello le importaba su bienestar, aunque ya lo sabía, el rubio no era bueno demostrando sus sentimientos, un repentino valor llegó hasta Matt, más que el momento de irse, era el momento de ser sincero y decir sus sentimiento, si no se lo decía ahora nunca más tendría la oportunidad.
Matt se acercó a Mello de forma decidida, lo miró unos instante y después casi por instinto lo abrazó, no logró contener las ganas que tenía de hacerlo y se sintió tan afortunado al notar que Mello correspondía el abrazo, se dio el lujo de ingerir el aroma del rubio, un olor tan bello que casi lo embriagaba, inhalo de nuevo el dulce aroma, tal vez por tanto chocolate, esta vez respiro aun mas fuerte pero sin ser brusco, como si con eso obtuviera el valor que le hacía falta para lo que seguía.
-te amo Mello- soltó sin más con una dulce sonrisa, y al decirlo sintió como si un enorme peso se le quitara de encima, estaba listo para escuchar una respuesta pero Mello no dijo nada, eso consiguió que se sintiera pésimo, ¿lo estaba rechazando? La tristeza lo estaba llenando, sobre todo al no entender lo que significaba la expresión en el rostro de su amado. Estaba dispuesto a dejarlo así sabía que existía la posibilidad de que Mello no le correspondiera y aun así estaba bien, el amaba a Mello no para ser amado de regreso, sino porque el rubio era lo más maravillo que tenía en el mundo, estaba por darse media vuelta cuando incrédulo notó como las manos de mello se posaban sobre su rostro para después besarlo tiernamente.
Cuando el beso termino, Matt simplemente le sonreía a Mello, la felicidad más grande del mundo ahora estaba en todo su ser; por su parte logro ver la hermosa mirada que Mello le dedicaba, lo vio sonreír, una sonrisa sincera, una de esas sonrisas que pocas veces el rubio se permitía, tal vez para no parecer débil, Matt sabía cuánto le preocupaba eso a Mello, sabía que su compañero se sentía condenado a ser siempre el segundo, por eso quería demostrarle al mundo lo importante que era aun si para lograrlo tenía que fingir todo el tiempo ser fuerte, pero ahora… ahora se mostraba tal cual era, ahora en sus ojos Matt miraba al verdadero Mello.
-es hora de irnos- dijo Matt contento, depositó un beso en los labios de Mello y se dirigió al auto.
-Matt… cuídate- el pelirrojo se sintió aun más feliz
-todo estará bien- dijo depositando toda su confianza en sus palabras –mañana hablaremos de nosotros con cigarros y chocolates- finalizó giñando coquetamente su ojo izquierdo, entro al carro, le dedico una última sonrisa a Mello para después irse.
Miró por el retrovisor como se hacía más pequeña la imagen de Mello y deseo no haberlo dejado.
El automóvil se encontraba rodeado, era todo un alboroto, eso sí que no se lo esperaba, pero en realidad ya sabía que aquello sería lo último que haría por Mello, realmente no le importaba el tener que morir si con eso mello conseguía su objetivo, pero lo ponía tenso pensar en lo que le podía pasar al rubio.
“mañana hablaremos de nosotros con cigarros y chocolates” sonrió al recordar sus palabras, esa había sido una bella mentira y en realidad por un momento pensó que podría ser realidad y en su mente imagino rápidamente lo genial que hubiera sido tener esa platica con Mello ahora que sabía que le correspondía, pero esta vez no podría ser, no se podía desafiar a un auto-proclamado dios y salir bien librado de ello.
Se llevo un cigarro a su boca y lo encendió, en seguida pensó en que hubiera preferido besar a Mello, dos besos no eran suficientes y ahora ya no podría hacerlo de nuevo… respiro como para tomar fuerzas y salió del auto, trató de mantener la calma, sabía que un par de comentarios graciosos no lo salvarían de su destino, pero no podía hacer nada más.
Los disparos, el increíble dolor, Mello besándolo en sus recuerdos, desde el inicio sabía que iba a morir y con gusto entregaba su vida por ayudar al dueño de su corazón porque él, en la vida y en la muerte lo amaría por siempre