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Mi destino es amarte por SebbyPhantomhive

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Notas del capitulo:

konnichiwa.... muchas gracias por leer y comentar... mas de 10000 veces leido y 99 comentarios... me halaga esos datos, les traigo un nuevo y ahora si ya no me veran por un tiempo... pues hay 2 razones: no he avanzado en mi tesis, la otra no tengo claro que escribir... espero que les guste personalmente no me convence, pero creo que a algun@s le gustara... cuando a mi no me convence a ustedes les encanta... y viceversa... espero tambien no aburrir pues me salio largo y no sé... 

Nuestras manos uní por fin 
y tus ojos brillando hoy ví 
Inquieto estoy, siento que me estoy desvaneciendo 

Totalmente atrapado me tienes, me completas 
Hoy sin verte casi llorando estaba 
Las 24 horas del día pensando en tí 
Tengo toda mi inocencia plasmada en cariño 
Corazones mentirosos no hay 
Quiero tener el 100% de tu inocente corazón.

A la mañana siguiente el joven conde se levantó de golpe un poco sorprendido y extrañado al oír una voz femenina que lo llamaba.
-Joven amo, buenos días. Decía la aguda voz de la sirvienta de  la mansión, mientras abría las cortinas.
-Buenos días Meyrin, ¿dónde está Sebastian? Contestó el conde restregándose los ojos aun acostado en su cama se dio cuenta que su mayordomo había cubierto su ojo con la señal de contrato.
-El tenía que ir a la ciudad a comprar unas cosas que necesitaba, me ordenó que lo levantara mientras tanto y lo hiciera desayunar. Explicó la joven, mientras se acercaba a quitar las sabanas que cubrían al conde.
-Ahhh ya veo, ¿crees que tarde? Preguntaba con curiosidad, aunque no le gustaba admitirlo extrañaba ver a su mayordomo y la manera dulce como lo levantaba por las mañanas.
- Hace rato que salió, ya debe estar por llegar. ¿Debe extrañarlo, verdad? Le dijo Meyrin con dulzura al ver el rostro desanimado del conde.
-No, es eso... solo que no me avisó y me sorprendió un poco... Iré al baño. Contestaba un poco sonrojado el menor, se molestaba consigo mismo que sus sentimientos fuera tan evidentes para los demás.
-Sí, joven amo. Respondió la joven al ver la incomodidad del joven quien se dirigía al baño. Llego al baño y se encerró en el después de hacer sus necesidades, se quedó viendo su reflejo en el espejo.
-Sebastian, que raro levantarme y no ver tu rostro primero...  Comenzó a hablar consigo mismo con una sonrisa melancólica.
-Pero que idioteces estoy diciendo...Cuando regreses te voy a regañar por dejarme así sin avisar... Cambió su semblante a uno altivo al recordar que su mayordomo lo había dejado solo. Salió del baño y se dirigió a la cama para que lo ayudaran a cambiarse, pues desde que había empezado su relación con su demonio, comenzó a hacer actividades básicas, más independiente solo con cierta ayuda como vestirse.
-Joven amo, aquí está el desayuno, Sebastian lo preparó, dijo que desayunara en la cama, que no se cambiara de ropa... Por cierto una nota de Sebastian para usted.... Le dijo la joven señalando la charola con el desayuno, se sentó emocionado al espaldar de la cama para comenzar a desayunar sobre todo para leer la nota de su amado mayordomo. Tomó el trozo de papel perfumado comenzando atento a leerlo en su mente.
Mi amado Ciel, perdona el hecho que no te haya avisado mi salida pero tenía que comprar algunas cosas, pero más me disculpo por no haberte despertado sé que eso te pondrás de mal humor, disfruta el desayuno, hoy tenemos una agenda muy agitada, agregando que celebraremos nuestra boda... espero estés emocionado por ello, yo si lo estoy... nos vemos en unos momentos. Te amo mi hermoso conde. Atentamente S.M.
-Idiota, siempre con sus ridiculeces... no creo que todo este asunto se lo haya tomado en serio. Murmuraba malhumorado el conde al terminar de leer, con un leve sonrojo al pensar en la palabra boda, mientras comenzaba a comer su desayuno.
-Joven amo, puedo atreverme a decir algo. Habló la joven sirvienta Interrumpiendo los pensamientos del conde.
-Sí, creo... con duda le concedió permiso, pero siempre que la veía con esa sonrisa sabía que diría algo que lo avergonzaba.
-Felicidades... Ya nos contó Sebastian del feliz acontecimiento de hoy... nunca pensé que podría presenciarlo pero me hace muy feliz... Decía alegremente con una gran sonrisa, tomándole la mano al conde.
-¿Que acontecimiento? Sospechaba cual era, pero no creyó posible como se había enterado se suponía que era un secreto entre él y su mayordomo.
-No sea tan discreto, Joven amo... su boda, Anoche Sebastian nos reunió un poco tarde para contarlo, estaba emocionado aunque lo disimulaba bien se le notaba. Contaba entusiasmada la joven ante el ceño fruncido del conde, quien no creyó que su mayordomo seria el que se los había comunicado.
-¿Boda? Eso es mentira, solo es una actuación para tomar un par de fotos como parte de una misión que tenemos, nada más. Decía molesto el menor aclarando la situación.
-Pues algo así nos contó, pero cuando dijo boda, ya no le escuche más me perdí en mis pensamientos, imaginándolos. Respondió emocionada mientras se imaginaba escenas románticas, ante la mirada enojada del conde.
-Ese idiota... siempre exagerándolo todo, deja que regresa.... y tú no te hagas ilusiones que todo eso es mentira. Dijo enojado el conde, al ver la reacción de la mujer.
-Pero conde, ya está todo listo... el salón está decorado maravillosamente, hasta el banquete todo, Sebastian se esforzó mucho toda la noche para esto, y nosotros también. Habló la joven con un poco de tristeza.
-Su esfuerzo es en vano, porque todo es una farsa. Murmuraba molesto el joven conde, mientras seguía desayunando.
-No sea así  si dice eso frente a Sebastian lo hará sentir mal, él estaba más que entusiasmado arreglando todo, tanto que pidió nuestra ayuda, pues dijo que no tenía idea de que debía hacer nunca se había casado antes. Confesó un poco entristecida la joven tratando de convencer al joven.
-Sebastian, Sebastian, Sebastian... Suspiraba el conde nombrando a su mayordomo, con un dedo se sobaba la sien un poco molesto.
-¿Se siente bien? Preguntó la sirvienta al ver pensativo a su señor.
-Sí, pero no creí que se lo tomara tan en serio... Supongo que tendré que seguirle la corriente, pero eso si no andaré brincando como novia enamorada y emocionada por su boda. Respondió el conde con una pequeña sonrisa, no había más remedio de algún modo era su culpa pues le dio permiso de hacer lo que era conveniente a su mayordomo en el asunto, sin poner límites.
-Gracias, joven amo por entenderlo, seguramente hará feliz a Sebastian. Coma un poco más si no lo hace él me regañara. Agradeció la joven con una sonrisa al ver como su amo había tomado la decisión de seguir con lo de la boda, 
-Está bien. Comenzó a comer nuevamente su desayuno.
-Debe estar feliz, tal vez no haya otra oportunidad así. Por fin usare ese vestido que guardaba para una ocasión especial. Decía entusiasmada la joven ante la mirada indiferente del conde.
-No le veo lo extraordinario de una boda, Comentó desinteresado el joven mientras tomaba con el tenedor un trozo de fruta.
-Es un acto público que afirmas tu amor a otra persona, un compromiso eterno... que romántico... Hablaba ilusionada y emocionada la sirvienta.
-Cursilerías... Con molestia decía el joven mientras comía.
-Ya quisiera casarme también... Comentaba la joven con un suspiro quedándose en silencio.
-Si tanto deseas casarte, cásate con Bard, harían una buena pareja... Le dijo divertido el conde quien sacó de sus pensamientos a la joven.
-No, no, no, él es muy... como decirlo... idiota... Contestó la sirvienta un poco apenada y sonrojada.
-Ya terminé... Le dijo el conde entregándole la bandeja vacía a la joven.
- Sebastian dijo que tomara un baño después de desayunar, ya lo dejo preparado. Sugirió la joven ayudando al conde a levantarse.
-Si ya voy, así me tranquilizo todo este asunto de la falsa boda me estresa. Hablaba el menor caminando hacia el baño cerrando la puerta, la joven se retiró de la habitación entendió que su amo se bañaba solo. El conde quito sus prendas, se dispuso a meterse en la bañera en la que el agua estaba fresca y perfumada, sin duda su Sebastian la había preparado. Se sentó cerrando los ojos y echó la cabeza para atrás para descansar y relajarse un rato, sabía que le esperaba un día agitado. Pasaron unos minutos cuando sintió unos cálidos labios sobre los suyos que lo besaban con dulzura por reflejo correspondió.
-Buenos días mi amor. Saludó el mayordomo separándose del rostro de su pequeño.
-Buenos días Sebastian, Estoy muy molesto contigo. Respondió con molestia el conde, mirándolo mal.
-Si es porque te deje solo te lo explicaré... Contesto el mayordomo quien no termino de hablar pues fue interrumpido por el menor.
-No es solo eso, porque haces todo esto con lo de la boda, quedamos en que sería una mentira, un juego, te lo tomaste muy en serio. Decía molesto el conde con el ceño fruncido, mirando fijamente al mayor que se había sentado en el piso a un costado de la bañera el mayor solo le sonreía mientras jugaba con el agua con su mano.
-Eso... no sé de pronto sentí emoción en todo esto, sabes que me gusta jugar en serio, Ciel. Contestó el mayordomo mientras le salpicaba agua al bello rostro de su amo.
-No va a ser de verdad, es una mentira... además tú fuiste el que dijo que no creías en el matrimonio y mírate ahora. Con sarcasmo decía el conde con una sonrisa mientras con su mano ponía unas gotas de agua en el cabello del mayor.
-No creo en eso, porque no creo que una palabra encierre todo lo que tenemos, pero lo veo como una ceremonia que confirmará nuestro amor a los que nos rodean, eso me emociona, pero si no quieres te prometo que no me enojaré y ya no te molesto con todo esto. Decía serio el mayordomo mirando resentido para otro lado, sabía que su amo no resistía esa mirada, le diría que sí. Pasaron varios segundos en el que conde pensaba que hacer.
-Está bien, lo haré solo por ti... Le dio la respuesta con una sonrisa de complicidad, mientras le salpicaba agua al rostro de su mayordomo.
-Sabía que mi compañero de travesuras, no me dejaría solo en esto... Acertó a decir el mayordomo quien se acercó al rostro del menor para acariciarlo con ternura.
-Pero esto es un poco vergonzoso... además tendré que fingir ser una chica, y ponerme ese incomodo corset. Murmuraba el conde con un pequeño puchero.
-Eso es lo de menos, si te molesta mucho con gusto te lo arrancaré... Le decía el mayor con mucha sensualidad al oído del conde.
-Eres un pervertido... Con fingida molestia Se alejó de él rápidamente.
-Te diré que haremos el día de hoy, antes del medio día nos casaremos... sonó bien eso... Con un suspiro decía el mayordomo quien se quedó en silencio por unos segundos pensando en su boda.
-Puedes seguir por favor... Interrumpió el conde con cierta molestia al ver la mirada perdida de su amado.
-Sí, tomaremos unas fotos, para que como toda recién casada enamorada mostrará las fotos de su boda, en eso quedamos anoche, tenemos que infiltramos muy bien, ese es un buen detalle. Conversaba el mayordomo quien se había colocado detrás de él, comenzó a enjuagar el cabello de su pequeño conde.
-Si ya se en eso quedamos, ¿A qué hora saldremos para esa ciudad? Preguntó el menor con curiosidad
- A las 3 debemos estar en la estación el viaje es de 2 horas, nos dará tiempo para llegar y prepararnos unas horas, estando allá saldremos en la noche ya que habrá un baile en la residencia sospechosa. Explicaba con tranquilidad el mayordomo.
-Será un día cansado... Con un bufido molesto exclamó el conde.
-Pero buscaremos algún momento para la diversión, recuerda que será nuestra luna de miel. Decía detrás de él, el mayordomo comenzó a besar el húmedo cuello del menor, quien se estremeció al sentirlo aunque le había prohibido ese tipo de contacto, hoy se sentía con ganas de jugar atrevidamente con su mayordomo.
-Cállate, estamos en una misión... la prioridad es infiltrarnos y capturar a los asesinos. Dijo conteniendo el deseo al sentir los labios del mayor devorar con dulzura y firmeza su delicado cuello.
-Así que no nos vamos a divertir, eres un aburrido Ciel... Se separó el mayordomo de él un poco, hablándole divertido al oído.
-Ya veremos... no soy aburrido, te puedo sorprender... Se volteo rápidamente el conde quedando su rostro frente al mayordomo, comenzó a lamerle el cuello al mayor quien se estremeció al sentir la húmeda  lengua de su amo.
-Mi niño quiere jugar... Decía extasiado el mayor, quien comenzó a acariciar la espalda mojada del conde.
-La verdad es que si... el conde  se aferró con sus brazos al cuello de su mayordomo comenzó con desesperación a besarlo quien igualmente ansioso respondía sin dejar de acariciar el mojado y desnudo cuerpo de su pequeño, hasta después de unos segundos se quedaron sin aliento.
-Eso me gusta... podemos adelantarnos un poco... Exclamaba con emoción el mayor al ver dispuesto a su joven amo, comenzó a sacarse la corbata ante la mirada lujuriosa del conde, quien le tomo la otra mano al mayordomo, y la guiaba para que le acariciara su mojado pecho comenzando a descenderla lentamente, el demonio esperaba ansioso donde terminaría el recorrido. 
-Señor Sebastian, tiene una llamada urgente. Golpearon la puerta del baño, era la voz del jardinero interrumpiendo tan hermoso y sensual momento.
-Que fastidio, sin duda en esta mansión no podemos jugar, siempre interrumpen. Murmuraba más que molesto el mayor arreglándose la corbata para salir, viendo la sonrisa maliciosa del pequeño.
-Qué pena, mi amor... Le dijo el menor volteándose para seguir aseándose, levantó una pierna comenzando a acariciarla ante la mirada molesta del mayordomo, quien salió de allí a atender esa maldita llamada. Ciel se sonrojó  hasta las orejas, pensando en lo que había hecho, sin duda este asunto de la boda lo tenía ansioso, con tantos deseos de sentir a su mayordomo, se sumergió todo de golpe dentro de la bañera, para tranquilizar su inquieto cuerpo. Paso media hora desde aquello el mayordomo atendió la llamada y aparte tuvo que atender otros asuntos, cuando regreso ya el conde había terminado de bañarse, y estaba sentado en la cama con la pijama pues no tenía sentido cambiarse a su vestimenta habitual si en unos minutos se pondría el vestido para la boda.
-Podemos continuar... mi Ciel... Pedía seductoramente el mayordomo acercándose al conde, quien ya no tenía ánimo de nada.
-¿Qué es eso de ahí? pregunto malhumorado el menor al ver unos papeles en la mano del mayordomo.
-Unos documentos que debe leer y firmar. Respondió molesto el mayordomo al ver el cambio de actitud del conde.
-Presta acá, ya tendremos tiempo de jugar después, estamos con la hora. No te molestes… Le dijo el conde dándole un pequeño beso con lo que el mayordomo se tranquilizó.
-Lo dejaré unos minutos para que lea esos documentos, volveré a las 10 y ayudar a vestirlo para la ceremonia. Decía el mayordomo mientras se separaba del menor, entregándole esos documentos con una sonrisa. Se dispuso a salir sin antes dar un pequeño beso a su joven amo. Llego las 10 de la mañana el joven seguía sentado en su cama revisando unos papeles debía dejar todo listo antes de salir de viaje, pues por insistencia del mayor no lo dejo bajar al despacho, pues no quería que viera todos los arreglos de la boda.
-Mi amor, ya tienes que cambiarte. Entraba diciendo el mayordomo con una sonrisa, se dirigió directamente al armario, sacando aquella pieza de vestir que desagradaba al conde, el corset.
-Sí, ya termino. Contestó el joven con mala cara al ver ese corset.
-Solo te pondré el corset, el resto te vestirá Meyrin. Hablaba el mayor con seriedad, ante el conde que firmaba los papeles.
-¿Por qué? Preguntó con curiosidad el conde.
-Es de mala suerte ver vestida a la novia antes de la boda. Decía con seriedad el mayordomo ante el ceño fruncido del conde.
-Ahora aparte de cursi, eres supersticioso, no me vengas con tonterías. Respondía malhumorado el menor, entregándole los documentos al mayordomo.
-Eso escuche, prefiero evitar contratiempos. Decía un poco apenado el mayordomo, pues pensándolo ahora era algo estúpido.
-Eres un ingenuo, crees todo lo que dicen... Le reprendió el conde levantándose de la cama para comenzar con el trabajo de ponerse ese maldito corset.
-Como sea... En un suspiro decía el mayordomo quien le quitaba el pijama al menor dejándolo solo con su ropa interior.
-Sebastian... Decía el conde, al sentir las manos del mayor acariciar su delicado cuerpo con el pretexto de acomodarle el corset.
- Eres tan delicioso... El mayordomo lo puso en cuatro sobre la cama quedando tras de él, halando suavemente los tiras del corset con una mano con la otra acariciaba sus piernas de forma seductora.
-Se...bastian... Comenzó a jadear sensualmente el conde aunque era un poco extraña esa posición hasta podría decirse masoquista, le parecía excitante, el mayordomo al escucharlo decir su nombre así, se emocionó y comenzó a acariciarlo con más firmeza, mientras halaba un poco más fuerte el corset.
-Recuerdas la primera que te puse uno de estos, si haces esos ruidos no poder resistirme. Decía el mayordomo apretando más el corset, acariciaba los muslos del menor, mientras escuchaba jadear al menor.
-Ahhh... Se...bastian... ahhh... Jadeaba en voz alta el conde, tanto por el corset que le apretaba como por el deseo de sentir las caricias del mayor en su tembloroso cuerpo.
-No haga eso, después dices que uno es el pervertido... Decía el mayor conteniéndose al ver como se movía sensualmente y sudaba el conde mientras jadeaba,  seguía apretando el corset.
-Se...bas...tian.... ahhhh.... ahhhh.... El conde sentía su cuerpo apretarse casi no podía respirar, aun así quería jugar con su mayordomo que lo sentía respirar agitado también, volteó ligeramente su rostro para verlo y dedicarle una pequeña sonrisa traviesa al mayor.
-Te lo advertí, travieso... Lo tumbo sobre la cama quedando el mayor sobre su espalda comenzó a repartir besos por los hombros, con una mano seguía apretando el corset, con la otra acariciaba la parte baja del abdomen del menor que comenzó a jadear más fuerte.
-... Se..bas...tian... Comenzó a toser desesperado el conde por la falta de aire, el mayordomo rápidamente se levantó.
- Perdóname... me deje llevar... fui muy brusco.... Comenzó a hablar apenado el mayordomo mientras le ayudaba a recuperar la respiración.
-Sí, claro... Dijo el conde agitado aun tratando de recuperar el aliento, mirando sonrojado y acalorado para otro lado. Se quedaron en silencio unos minutos el mayor le terminaba de arreglar el corset. Cuando escucharon la tocar la puerta.
-Adelante. Ordenaba el mayordomo colocándose los guantes, quien estaba parado junto al conde que estaba sentado al borde de la cama, desde aquel incidente ninguno quiso hablar se sentían avergonzados.
-Sebastian vine a hacer lo que me ordenó. Entraba Meyrin quien estaba traía puesto un sencillo pero hermoso vestido azul, bien arreglada. Sintió el ambiente un poco tenso, pudo notar a su amo con el corset, y se sonrojó de verlo así.
-En el armario está el vestido... tráelo por favor. Ordenaba molesto el mayordomo, quien no le gustaba que vieran a su amo de esa manera.
-Está bien joven amo, ¿se ve pálido? Preguntaba preocupada la joven al ver un poco pálido al menor.
-Es el corset que me aprieta... Respondió con un poco de dificultad el menor.
-Sí, iré a ver su vestido. Se dirigió la joven al otro lado de la habitación a traer el hermoso vestido blanco que estaba dentro del armario.
-Idiota, casi me ahogas... Reprendió un poco molesto el conde a su apasionado mayordomo.
-Perdóname, de verdad Ciel, me siento muy mal por lo que paso, prometí no hacerte daño y... Decía el mayordomo arrodillado frente a él muy arrepentido, con la mirada triste.
-Espero que estés así en la noche... Con picardía le dijo el conde en un susurro al mayor para levantarle el ánimo, quien se sorprendió ante tal declaración del menor, en su mente se preguntaba cuando su pequeño era tan atrevido en esos temas, pensaba que esto de la boda había sido buena idea, para que el tuviera más confianza y seguridad.
-Ciel... claro no lo dudes... Susurraba sensualmente ante la propuesta traviesa del conde, le dio un beso en la mejilla, el menor tomó el rostro de su mayordomo y se miraron fijamente sabía que ya era hora de que su mayordomo se fuera y no lo vería hasta la dichosa ceremonia, aunque pensaba que era ridículo, sería su último beso estando solteros, por así decirlo, el mayordomo pudo leer la mirada de su amo y sonrió.
-Meyrin…Voltéate, no veas,... Ordenó el conde al sentir que la sirvienta se acercaba dicho esto se abrazaron y besaron apasionadamente, lo que la sirvienta pudo deducir por los sonidos que hacían, solo se sonrojó.
-Nos vemos abajo, espero te guste todo... Decía el mayordomo después de unos segundos, tratando recuperar el aliento le acariciaba los labios ligeramente hinchados al menor.
-Si... te amo Sebastian tanto que me expongo a seguir tus jueguitos. Habló dulcemente al oído de su amado mayordomo acariciándole el cabello.
-Yo te amo Ciel... me haces tan feliz... Respondió el mayordomo susurrando al oído del conde. Se abrazaron nuevamente buscaron sus labios por instinto comenzando a besarse con pasión en la que sus lenguas jugaban sensualmente entre sí, olvidándose que la joven sirvienta estaba ahí toda esta escena comenzaba a incomodarla aunque no la viera si la escuchaba.
-Joven amo, Señor sebastian... si lo han olvidado estoy aquí … Puedo retirarme si lo desean... Decía avergonzada la sirvienta de espalda ante la mirada de complicidad de ambos, que sonrieron tomándose de la mano.
-No es necesario, ya me retiro debo arreglar nuestro equipaje para el viaje y cambiarme para la ceremonia... me llevaré esto. Terminó diciendo el mayordomo llevándose el anillo que le había regalado a Ciel en su cumpleaños.
-Pero... Acertó a decir confundido el conde cuando vio al mayor llevarse su anillo.
-Después lo entenderás...Meyrin te quedas aquí con Ciel cuando termines de cambiarlo, esperen hasta que los llame. ¿Entendido? Les dijo con una hermosa sonrisa mientras estaba parado en la puerta. Ambos afirmaron con la cabeza y vieron al mayordomo salir. Con un suspiro el conde se resignó a lo que vendría, cuando vio el pomposo vestido blanco que tenía Meyrin en sus manos. El amor a Sebastian lo había cambiado al punto de cometer esa clase de locuras, al pensar esto solo sonrió, levantándose de la cama para comenzar a vestirse.
Notas finales:

Espero les haya gustado... y no decepcionar a nadie... jejejeje ya pronto sera el final, unos 2 o 3 capitulos más con este juego de recien casados, y vendra el final. :( llegue al capitulo 20, y con este tomare un descanso... asi que nos leemos despues igual leere sus comentarios asi que dejenlos, espero halagos y tambien criticas... :D 


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