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Castigado por Diva_SnowQueen

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Notas del fanfic:

Todos los personajes pertenecen a Tite Kubo asi como la serie Bleach

Notas del capitulo:

Bueno he visto que ultimamente ya esta habiendo muchos fic de ByakuyaxRenji y pues no me quiero quedar atras.

En este fic podemos ver un lado de Byakuya que no creiamos posible (y mucho menos de Renji) 

Advertencia: Alto contenido Lemon y muchas cositas mas se recomienda discrecion.

en caso de desmayos no me culpen jejejeje

bueno las dejo con este fic

PD. Usen mucho su imaginación 

Hola, mi nombre es Renji Abarai soy teniente de la Sexta División; mi Capitán es Byakuya Kuchiki, quien también es oficialmente mi novio, ahora vivo en una de las casas de la propiedad Kuchiki con mi adorado, quien ahora esta en su faceta fetichista.

Ahora cada y que llego de trabajar debo andar con tacones por la casa, aquellas sandalias blancas de 10 cm de tacón sin plataforma. Y cuando llevo el calzado normal estando en la oficina con él, me obliga a ponerles alzas para que, poco a poco, mis pies se vayan adaptando a ir permanentemente entaconados. Por lo demás, mi colección de prendas femeninas (y zapatos) ha aumentado considerablemente, hasta el punto que tengo más ropa de mujer que de hombre.

Pues bien, en esta ocasión les contaré la historia de un castigo (por llamarlo de alguna manera). Recuerdo que al llegar a casa, mi capitán comprueba que lleve tanga bajo mi uniforme y un collar de cuero, amenazando con castigarme si no lo cumplo. Pues hace unos días mi curiosidad me pudo y decidí ponerla a prueba. La tanga sí me la puse, pero el collar no.

—¿Qué haces sin tu collar, Renji? —preguntó Byakuya enfadado sin quitar su exprecion indolente de su rostro.

—Es que me da mucho calor, Byakuya (ojo: solo puedo llamarlo por su nombre cuando estamos solos) y además me irrita el cuello. —Pensé que decir que lo había olvidado sería muy evidente, y, por otra parte, ahora que había empezado el verano, era verdad me molestaba.

—Eso no es excusa. De hecho, yo también me había dado cuenta de lo cruel que es hacerte llevar ese collar en verano y pensaba ponerle solución. Lo que más me molesta es que ni siquiera me lo hayas consultado. —El tenía razón, pero es que lo que yo quería era animarlo a imponerme un castigo.

—Lo siento, Byakuya.

—Me aseguraré de ello.

Esa misma noche, Byakuya me folló el culo con una intensidad que superaba la de cualquiera de nuestras sesiones anteriores, fue tanta la intensidad y la excitación que me corrí sin siquiera ser masturbado, (por el estímulo de mi próstata) pero solo fue una vez. El en cambio, sí alcanzó varios orgasmos.

A la mañana siguiente ya estando en la oficina, sin previo aviso se levanto de su escritorio y cerró la puerta con llave luego me llamo para sentarme frente a su escritorio

—He estado toda la mañana pensando en cómo castigarte, Renji.

—¿Y qué ha decidido, capitán?

—Para empezar, no te vas a correr en toda la semana. (Era lunes). Además, te voy a follar cada día. El resto ya lo irás descubriendo y cuando lleguemos a casa empezaras a llamarme “Amo” excepto cuando estemos en el trabajo.

Realmente, parecía que la semana pintaba bien, salvo por lo de no poder correrme. Pero si veía que no aguantaba igual podía masturbarme a escondidas; aunque, de momento, tenía intención de cumplir el castigo a rajatabla.

El martes fui a trabajar normalmente (con el collar puesto). Cuando llegué a casa, justo acababa de ponerme mis tacones, que ya tenía a mi amado comprobando que llevase mis prendas femeninas. Luego me comunicó la segunda parte de mi castigo.

—Te he comprado un par de cositas.

—¿Qué son, Amo? —Me sorprendía que en pleno castigo quisiera hacerme regalos.

—Compruébalo tú mismo —dijo entregándome dos cajitas—. Abre primero la roja.

Así lo hice. En la caja encontré un butt plug. Bueno, ya había llevado en varias ocasiones una cola de zorro, una de conejo y otra de mapache, que no era más que un butt plug con adorno. No creo que tuviera ningún problema en llevar eso un rato. De hecho, la forma era parecida a la del rabo de diablo, aunque éste tenía la base perforada (luego descubrí para qué).

—¿Quiere que me lo vaya a poner ahora, Amo?

—Sí, pero quiero ver cómo lo haces, Renji, así que ve a buscar el lubricante, y no tardes.

—Por supuesto, Amo.

Fui a por el bote de lubricante. Al volver, me bajé la hakama de mi uniforme junto con la tanga, que cayeron sobre mis sandalias de tacón. Unté una generosa cantidad de lubricante en el butt plug y un poco también en mi ano. Luego, sin la más mínima dificultad, inserté el butt plug en mi culo. Cuando acabé, me recoloqué el tanga.

—Puedes abrir la otra caja —dijo Byakuya.

En un primer momento no estaba muy seguro de lo que acababa de encontrarme. Era una especie de artilugio metálico. Cuando me di cuenta de lo que era me sentí bastante estúpido por no haberlo visto desde el principio. Era un cinturón de castidad.

—Ayer te dije que no te correrías en toda la semana —continuó—. Como comprenderás tengo que asegurarme de que no hagas trampas.

—Supongo que me lo tengo que poner ahora también.

—Ya he leído las instrucciones, así que te lo pondré yo mismo. Y a diferencia del butt plug, esto no te lo vas a quitar hasta el próximo lunes.

Mientras yo me quitaba del todo la ropa, para facilitarle la tarea, Byakuya separó los diversos componentes. Luego cogió el primero de ellos: un anillo de metal partido en dos, con una especie de bisagra que permitía abrirlo o cerrarlo (como las esposas). Me lo puso rodeando todo mi aparato genital, quedando la bisagra bajo mis testículos, y lo ajustó. Pasó un pequeño candado por el cierre, para que no se abriera solo, pero de momento no lo cerró.

El siguiente componente era una especie de cilindro curvo de punta redondeada y con una pequeña abertura, en el que, evidentemente, iría mi pene. Pero había algo con lo que no había contado: por dentro el cilindro tenía una pequeña sonda que debería meterse en mi uretra.

—Pásame el lubricante y acuéstate boca arriba en el sofá—dijo mi amo

Se lo entregué con algo de miedo he hize lo que me pidió. Una cosa era meterme objetos por el culo, pero la uretra eran palabras mayores. Untó un poco de lubricante mientras me continuó explicando.

—No te asustes, no te va a doler. Además, es mejor así.

—¿Mejor?

—Sí, vas a llevar esto durante varios días. Y no quiero estar quitándotelo cada vez que tengas que ir al baño. Mucho menos dejarte la llave. Con un dispositivo sin sonda, aunque es cierto que podrías orinar igualmente por una abertura, pero al final se te acabaría irritando y no queremos que pase eso, ¿verdad?

—No —respondí apresuradamente.

—Con la sonda, en cambio, tu orina saldrá limpiamente por el cilindro sin preocuparte.

—Gracias por pensar en mí, Amo.

—No hay de qué, Renji.

Me lo puso. Aunque algo molesto, no fue nada traumático. Luego se aseguró de que el candado fijase ambos componentes y lo cerró. Aún quedaba una extraña barrita de metal ligeramente curva y un candado algo más pequeño.

—Como ya sabrás —dijo—, esto impedirá que tengas erecciones en toda la semana. Para empezar, el diámetro y la forma del cilindro impedirán que se te ponga gorda o recta, y el que esté atado al anillo que rodea tus genitales impedirá que te crezca en longitud, ya que, si pasase, te estiraría los testículos hacia abajo, lo que sería bastante doloroso.

—¿Y esa barrita que falta?

—Ahora lo verás...

Al parecer, el butt plug y el dispositivo de castidad debían ser del mismo fabricante, pues eran compatibles. La barrita se introducía por la perforación de la base del butt plug, así como por otra abertura en la bisagra (a la que no había dado importancia, pensando que era parte del mecanismo). Luego, se pasaba el otro candado por la barrita (que tenía dos agujeros cerca del final, uno antes y otro después de la bisagra), de forma que era imposible retirarla.

—Esto impedirá que haga trampas con el butt plug. ¿Verdad, Amo?

—Exacto.

—¿Desea que hagamos algo más?

—Suelta tu cabello, ponte tu traje de sirvienta y maquíllate. Después haz lo que quieras.

—Gracias, Amo.

Tras unas horas, llegó el momento de ir al baño. Entré al baño con cierta preocupación. Me senté en la taza (debido al dispositivo tengo que hacer del baño sentado) e intenté relajarme. Al poco rato empezó a salir el chorrito. La curvatura del cilindro apuntaba mi pene hacia abajo, por lo que el chorro caía directamente al agua. Igual que cuando orinan las mujeres de verdad. Sin embargo fui consciente de que eso me podría poner en un aprieto si necesitaba ir al baño en el trabajo. Los baños no eran mixtos y podría resultar extraño si alguien me oía. Iba a tener que asegurarme de ir cuando no hubiera nadie más.

Aquella noche, antes de ir a dormir, Byakuya me quitó el butt plug y me folló el culo salvajemente. No me dolió lo más mínimo, pues lo tenía bastante dilatado. Al terminar dijo:

—Buenas noches, Renji. Dejaremos descansar tu culito 24 horas. Le vendrá bien.

—Muchas gracias, Amo.

El miércoles fue un día tranquilo. Pero al llegar la noche, Byakuya volvió a follarme el culo. Y luego anunció:

—Esta vez te pondrás el butt plug toda la noche. Hoy vas a dormir con él puesto.

—¡Pero eso son ocho horas seguidas! Cuando me lo quite me va a quedar el culo abierto, Amo.

—Si eso pasara, la solución sería bien sencilla. Continuarías llevando butt plugs, cada vez más pequeños, hasta que recuperases el tamaño normal.

—Está bien, Amo.

El jueves por la mañana tuve que despertar a Byakuya para que me prestara la llave y así poderme quitar el butt plug. Por la noche tocó otra sesión de sexo. Esta vez sí me dolió un poco, ya que no tenía el ano tan dilatado. Sorprendentemente, no me hizo ponerme el butt plug en todo el día.

Al día siguiente, el despertador de Byakuya sonó justo después que el mío.

—Buenos días, Renji.

—Buenos días, Amo.

—¿Sabes por qué madrugo hoy?

—¿Me va a hacer ponerme el butt plug?

—Sí. Irás en una misión al mundo humano con él puesto.

Cuando llegué a casa estaba reventado. Llevaba casi doce horas con el butt plug puesto sin mencionar la pelea con los Huecos y tener que aguantar a Urahara a Ichigo y a Rukia. Por suerte, Byakuya me permitió quitármelo. Me pidió que estuviera desnudo toda la tarde, pero me hizo llevar los zapatos rojos del disfraz de diablo. Por la noche volvió a follarme.

El sábado fue un día aburrido hasta la tarde. Por allá a las seis, Byakuya decidió follarme el culo. Me sorprendió, ya que el resto de días lo había hecho por la noche. Enseguida entendí el motivo.

—Te vas a volver a poner el butt plug. Lo llevarás hasta mañana por la mañana. No menos de 16 horas. Así que ni se te ocurra hacerme madrugar.

Finalmente, llegó el domingo. Mi despertador sonó a las 10:30. Llevaba un poco más de 16 horas con el butt plug, así que desperté a Byakuya para pedirle la llave. Me la dio, y cuando acabé de quitarme el butt plug, me folló una vez más. Esta vez no usó lubricante, sólo un poco de saliva. Tampoco hacía falta.

—Esta noche acabará tu castigo. Pero aún queda lo mejor.

Estuve intrigado todo el día.

Por la noche, Byakuya me indicó que me preparara para un "examen oral" y que me pusiera bien guapo. Decidí que lo más adecuado para un examen sería un disfraz de colegiala.

Primero, me pinté las uñas de pies y manos de rosa palido (me pareció el mejor color para una colegiala adolescente). Luego, me puse unas medias blancas bastante transparentes, un tanga blanca abierta (de forma que mi dispositivo de castidad saliera por la abertura) y un sujetador con relleno del mismo color. Escogí una minifalda de cuadros negros y rojos bastante cortita, por lo que habría unos diez centímetros entre el final de las medias y el inicio de la falda, y una blusa blanca, a juego con la ropa interior.

Decidí calzarme mis tacones más altos, que, aunque puede que no fueran los más adecuados para este disfraz, eran sin duda los que me quedaban mejor. Eran unas sandalias negras, tipo mule, de 14 cm de tacón (con uno de plataforma). No las tenía del todo dominadas, pero confiaba que no me tocaría andar mucho. Las uñas de mis pies se podían apreciar perfectamente.

Finalmente, me maquillé con una sombra de ojos rosa muy clara, me puse un poco de colorete y me pinté los labios de color rosa chicle. Completé el disfraz enchinando mis pestañas y peinándome con dos coletas.

Justo acababa de arreglarme, cuando entró Byakuya en la habitación.

—Ponte esto otra vez —dijo, entregándome el butt plug una vez más.

Me lo puse sin ninguna dificultad. Aún tenía el ano dilatado de la sesión anterior.

—¿En qué consistirá el examen, Amo?

—Muy sencillo, realizarás una serie de ejercicios que serán evaluados, y, si suspendes, prolongaremos el castigo otra semana. Hasta que lleguen los examinadores, puedes ir practicando con tus tacones, que buena falta te hace.

Me puse a recorrer el pasillo arriba y abajo, como tantas otras veces. Mientras, iba imaginándome como sería el examen. Estaba casi seguro de que los ejercicios serían felaciones (era un examen oral, a fin de cuentas), era ovio que a hombres pero, ¿a quién?  y, sobretodo, ¿a cuántos? El timbre me sacó de mis pensamientos.

Esperé con impaciencia en el recibidor a que llegaran nuestros invitados. Llamaron por segunda vez y abrí yo mismo la puerta. Eran el capitán Rōjūrō Ōtoribashi, junto con Izuru.

—Hola, Renji, mi amor —dijo Rōjūrō.

—Hola, capitánŌtoribashi, me alegro mucho de volver a verlo.

-Hola Renji que lindo.- dijo Izuru ligeramente sonrojado

-Gracias Izuru

—Querido. ¿Tenéis alguna habitación para que nos vayamos cambiando?

—Por supuesto —intervino Byakuya—. Tercera puerta a la derecha.

Izuru se dirigió a la habitación. Y el capitán se quedó con nosotros charlando. El timbre sonó de nuevo. Aparecieron cuatro hombres más eran el capitán Aizen, el capitán Magaruma, Shuhei, y Kaname Tōsen.

Nos saludamos todos con un par de besos. Luego, Rōjūrō se dirigió a la habitación donde se encontraba Izuru. Mi capitán lo acompañó, así que me quedé solo con los cuatro hombres.

—Así que han venido para a mi examen.

—Exactamente —dijo Kensei.

—Yo es que me quedé con ganas de más —añadió Shuhei.

—Pues espero satisfacerlos a todos.

Byakuya salió al poco rato. Se había puesto su pantalón de cuero negro y sus arneses y unas botas de tacón dieciocho centímetros.

—¿Vamos? —dijo, animándonos a seguirlo.

Los cuatro hombres que estaban en el recibidor y yo mismo lo seguimos a la habitación. Una vez allí, me indicó que los desnudara. Algunas de las pollas ya estaban empezando a crecer un poco. Cuando quitaba los últimos fundoshis, apareció Rōjūrō. Venía acompañado por Izuru.

Que ahora venia vestido como una mujer muy guapa. Llevaba las piernas enfundadas en unas medias negras muy sexis atadas a un liguero que se perdía debajo de una faldita gris. Calzaba unos zapatos de salón negros de unos 8 o 9 cm de tacón de aguja ("¡principiante!", pensé para mí). Al igual que yo, llevaba una blusa blanca. Lucía una perfecta manicura francesa, y un maquillaje impecable, sin duda, obras de Rōjūrō.

Rōjūrō se había quitado el traje y se había cambiado los tabis por unos zapatos de ballet extremos. A parte de esto, llevaba una tanga de hilo dental, que como era habitual en él no dejaba ver ningún tipo de bulto en su entrepierna, sus pezones estaban adornados por unas pezoneras en forma de estrella. Todo lo que llevaba, incluido el esmalte de uñas, era de un color negro brillante. La única excepción: su larga melena rubia (ahora ya sé quien introdujo a mi capitán al fetichismo).

—Pues ya estamos todos —indicó mi amo—. Tu examen consistirá en chupar estas seis pollas.

Mientras terminaba la frase, levantó la falda de Izuru revelando sus genitales, carentes de ropa interior: un precioso pene acompañado de dos testículos rosados. Iba completamente depilado. No era ningún secreto que Izuru era un hombre atractivo. Aun así me sorprendía el cambio. ¿Acaso cambiaba yo tanto cuando me disfrazaba?

Supuse que el resto de hombres ya conocían esta práctica de antemano, ya que ninguno encontró a faltar la sexta polla.

—Cuando queráis —añadió Byakuya.

Izuru se quitó la falda y la blusa, manteniendo los tacones, las medias y el liguero. Su pecho, plano, estaba totalmente libre de vello. Rōjūrō, a su vez, se quitó la tanga. Poco a poco sus genitales salieron del escondite. Se pusieron a hablar entre todos, pero yo estaba demasiado hipnotizado con el espectáculo para enterarme de nada.

Tenía ante mí seis pollas, que anhelaban explorar el interior de mi boca. Se estaban organizando, al parecer, para decidir en qué orden lo harían. Toqué la punta redondeada de mi dispositivo de castidad y noté que se había formado una gota de líquido pre seminal. Increíble. Antes de empezar yo ya goteaba de excitación.

Dos de los invitados, Aizen y Kensei, se disputaban ser el primero. Se lo jugaron a piedra papel o tijera. Ganó Kensei. Kaname quiso ser el último a lo que ninguno de los otros se opuso. Al resto les importaba poco el orden, por lo que enseguida acabaron de organizarse.

—Ya está —anunció Kensei—. Empezaré yo, luego irán Aizen, luego Shuhei, Izuru, Rōjūrō y finalmente Kaname. ¿Les parece bien?

—No del todo —dije—. Quiero comerme a Rōjūrō de postre. Tiene que ser la último.

—De acuerdo —intervino Kaname—. Prefería que me la comieras al final, después de haber visto el espectáculo de las mamadas anteriores, pero no me viene de una.

—Así —concluyó Rōjūrō —, seremos Kensei, Aizen, Shuhei, Izuru, Kaname y yo. Pues cuando quieras, Renji.

Me acerqué a Kensei. Probablemente se había afeitado la zona púbica recientemente, pues se notaba un pequeño corte. Su polla estaba ya bastante dura. Me arrodillé ante él y acerqué mi boca a su miembro. En el último momento me desvié hacia sus testículos y los besé. Saqué la lengua y procedí a lamerlos. Pinchaban un poco.

Tras chupar un rato los testículos, la polla de  estaba preparada para recibir mis atenciones bucales. Volví a sacar la lengua y recorrí el camino desde sus testículos hasta su glande, por la parte de abajo de su polla.

—Mmmmm. Cómo me pones putita...

Aunque tenía claro que no quería usar mucho las manos (una mamada siempre es más sexy sin manos), no pude aguantarme y rodeé su polla con mi mano, para luego proceder a lamer el glande como si fuera un caramelo. Estuve así hasta que salió la primera gota de líquido preseminal. La lamí.

—Veo que te gusta, pronto tendrás mucho más...

Yo no contestaba. Estaba demasiado concentrado en su polla. Además, era el momento de metérmela en la boca, y quería dejar alucinados a todos los invitados. Abrí bien la boca e introduje el glande en ella.

Poco a poco, como tantas otras veces había practicado con mi amo, fui acercando mi cara a su pubis, mientras su polla se abría paso en mi boca. Mis labios se encontraron con mi mano, que rodeaba esa gran polla. Debía tener la mitad ya en mi boca.

—Mmmmm. ¡Qué boca más caliente!

Quité la mano de la polla y me agarré de las nalgas de Kensei. Poco a poco, fui acercándome más a su pubis, hasta que noté que su glande llegaba al tope. Entonces, alineé mi cabeza de la forma adecuada y, con ayuda de un último empujón, engullí aquel miembro viril completamente.

—Vaya, la zorrita sabe mucho más que de lo que parecía.

Aguanté unos segundos con la polla en mi garganta y luego volví a la profundidad normal. A partir de entonces, aumenté considerablemente la velocidad (aún me quedaban otras cinco pollas que chupar y no era cuestión de pasarse todo el día). Estaba follando a aquella polla con la boca. En el fondo, me moría de ganas de degustar la primera ración de semen.

—¡Métetela hasta el fondo, puta!

Le hice caso, la siguiente embestida me la metí hasta el fondo y aguanté un par de segundos. Luego, retomé el ritmo normal, aunque, desde ese momento, cada 6 o 7 embestidas, hacía una profunda. Mi polla intentaba crecer pero el dispositivo de castidad lo impedía. La presión era algo molesta.

—Así, muy bien, putita.

Al cabo de unos minutos, la respiración de Kensei se fue acelerando. La corrida era inminente. Decidí no alterar en lo más mínimo el ritmo de la felación. De 6 embestidas, una la hacía profunda. Así, era como jugar a la ruleta rusa. Existía el riesgo de que se corriera directamente en mi garganta. Eso era algo para lo que no sabía si estaba preparado, y saber que podía suceder me excitaba muchísimo.

No fue el caso. Justo después de salir de las profundidades, un chorro caliente y espeso inundó mi boca. Era delicioso. Mientras seguía moviendo mi cabeza, fui tragando como pude los primeros chorros. Cuando ya parecía que no iba a salir más, hice una última embestida hasta el fondo, aguantando más de 10 segundos con la polla en la garganta. Tuve la extraña sensación de que en esos momentos salió un último chorrito, de esos que emanan sin fuerza. Me resultó agradable. Eso me hizo coger más ganas de sentir cómo era eso de recibir el primer chorro en la garganta.

Poco a poco fui sacando la polla de mi boca. Una vez fuera, me fijé en que estaba bastante pringada de semen. Recogí todo lo que pude con la lengua. Les mostré a los asistentes mi boca abierta, me relamí, y luego, lo más sensualmente que pude, dije:

—Siguiente...

Aizen era el siguiente. Se acercó a mí y me ofreció un cojín para las rodillas. De momento no me dolían, pero no creo que pudiera aguantar todas las felaciones sin él. Me acomodé.

Ahora tenía ante mí una polla no erecta. Delgada, de longitud media. Decidí dejar que creciera en mi interior. Así que, sin la menor dificultad, la introduje completamente en mi boca. Una vez dentro, me dediqué a recorrer su glande con mi lengua y succionarlo ligeramente. De vez en cuando, sacaba la lengua para lamer un poco sus testículos. Mientras, su polla iba creciendo en mi interior.

Como me negaba a sacar de mi boca la más mínima porción de polla, llegó el momento en que fue imposible para mí seguir jugando con su glande, pues éste quedaba demasiado adentro como para que llegase con la lengua. Debido a eso, durante un rato me limité a lamer sus testículos mientras esperaba a que llegara a su máximo tamaño. Poco a poco, noté como su glande se adentraba en mi interior, pero como aún no me impedía respirar decidí dejar que siguiera creciendo un rato más.

Llevaba ya un rato sin notar el menor aumento, y, viendo que aún no me impedía respirar (a pesar de que me parecía que tenía parte de su polla alojada en mi garganta), pensé que el simple hecho de lamerle los huevos manteniendo la polla en mi interior no era suficiente estímulo para que la polla llegase a su tamaño máximo. Ante la posibilidad de que mi "examinador" me evaluase negativamente por no darle suficiente placer, decidí cambiar de táctica.

Lentamente, fui retrocediendo. Esperaba notar en seguida la salida de su glande de mi garganta, pero mientras los milímetros de polla iban desfilando a través de mis labios, la garganta aún la notaba llena. Cuando había salido el tamaño que (habitualmente) corresponde a la mitad de una polla caucásica estándar, noté, por fin, que de mi garganta salía el glande de esa larga, aunque fina, polla.

Continué sacando polla de mi boca. Lentamente. Entre mi público se escuchaban algunas reacciones de sorpresa,
tanto por la longitud de la polla, como por el hecho de que llevase ya un rato con semejante rabo alojado en mi interior. Mi dispositivo de castidad volvía a gotear.

La terminé de sacar del todo y admiré lo engullido. Así, a ojo, eran unos 20 cm de salchicha. El caso es que, con esa longitud, no parecía que tuviera que crecer mucho más, por lo que, seguramente el grosor no aumentaría más tampoco. Por si fuera poco, no exhibía una gran dureza (posiblemente consecuencia de su delgadez). La única cualidad de esa polla era la longitud... ¡pero qué longitud! Todo eso hacía a la polla de Aizen muy cómoda de chupar. Tanto, que decidí que le haría una mamada profunda de principio a fin.

Nuevamente, me introduje la polla hasta la garganta. Me aseguré de hacer una pausa al final para que todos viesen como mis labios reposaban en su pubis durante unos segundos. Tras la pausa, me dispuse a sacar de mi garganta unos escasos 5 o 6 centímetros, asegurándome, así, que el glande no llegase nunca a abandonarla del todo. Y vuelta para adentro.

Repetí el procedimiento unas cuantas veces más. Siempre llegando a tocar su pubis con mis labios, pero sin hacer ya ninguna pausa. Y siempre sacando sólo 5 o 6 cm. La única variable era la velocidad. Cada vez lo hacía más rápido. Estaba segura de que mi público estaba alucinando. Llegó el momento en que era incapaz de mover mi cabeza más rápido. En ese momento sucedió lo que tanto ansiaba.

Noté un gran chorro que brotaba desde lo más hondo de mi garganta. Semen, caliente y espeso semen. Por alguna razón no me activó el reflejo de la arcada (supongo que lo había domado hacía tiempo), pero tampoco el de tragar. Por ello, aunque parte de la corrida seguía lentamente el camino que marcaba la gravedad, resbalando por mi esófago en dirección a mi estómago, sin que pudiera hacer nada por impedirlo, otra parte se acumulaba en mi garganta, a medida que Aizen me iba llenando más y más. Yo seguía moviendo mi cabeza (ahora algo más lentamente), por lo que el punto de entrada del semen iba cambiando de posición, a medida que el glande iba subiendo y bajando por mi garganta.

Una de las veces que volví a metérmela hasta el fondo, parte del semen desbordó mi garganta llegando hasta mi boca. Decidí conservarlo como prueba de la corrida para mi público. Así que me limité a seguir metiendo y sacando polla de mi interior. No estaba seguro de si había acabado de correrse o aún continuaba saliendo semen. Por si acaso, me la metí hasta el fondo una última vez y la mantuve hasta estar convencido de que todo el semen de mi garganta había resbalado hasta mi estómago.

Luego, la fui sacando poco a poco, hasta que sólo su glande estaba en mi boca, y con sumo cuidado de no arruinar la sorpresa (no quería que vieran aún el semen), saqué el glande de mi boca, cerrando los labios a medida que éste salía de ella.

—¿Te has corrido? — Rōjūrō intuía la respuesta.

— ... Sí ... —balbuceó Aizen.

—Te has quedado sin palabras —intervino Kensei.

—Es que... nunca antes nadie se había tragado toda una corrida mía.

En ese momento, les mostré a todos mi boquita llena con parte de su semen. La cerré. Tragué. Y les mostré de nuevo mi boca vacía.

—Si nos ponemos estrictos —maticé—, hasta ahora no había tragado.

—Bueno —añadió Kensei—, tampoco es para tanto. Entiendo que sea la primera vez...

—No, no lo entendéis —sentenció Aizen—. Me he corrido en la boca de muchas chicas y chicos, pero ninguno se había tragado ¡toda! mi corrida. Normalmente les desborda por la comisura de los labios. Eyaculo una gran cantidad de semen, y nadie se daba abasto en tragar...

—Tragar, lo que se dice tragar, sólo lo he hecho ahora al final. En realidad te has corrido directamente en mi garganta. Lo que habéis visto en mi boca era lo que ha desbordado de mi garganta.

—¡guau! —Estaban maravillados.

-¿Oye Byakuya me das a Renji? Es divino. –dijo Aizen con algo de frescura.

-Ni lo sueñes, el es mío y solo mío- dijo Byakuya en un tono ligeramente amenazante

—Bueno, ¿seguimos? Aún me quedan pollas que chupar.

—Me toca —dijo Shuhei.

—Aún recuerdo tu gran polla de la otra vez.

—Y yo la tuya, Renji, es una pena que estés vestido.

—Te la enseñaría, pero...

Me levanté la minifalda de cuadros para que Shuhei y el resto de los presentes pudieran ver mi dispositivo de castidad. Se notaban algunas caras de sorpresa.

—Muy apropiado —dijo Shuhei—. ¿Te portaste mal verdad? Y dime, hace mucho rato que llevas eso puesto.

—Casi una semana seguida...

—¡¿Duermes con él?!

—Sí, claro... También llevo esto.

Me giré y aparté también la tira del tanga para que pudieran ver el butt plug. No pareció impresionarles tanto como el dispositivo de castidad (lo que era comprensible).

—Esto sí que he podido quitármelo de vez en cuando, aunque he llegado a llevarlo varias horas seguidas, incluso para dormir o trabajar. —Eso sí pareció sorprenderles.

—De hecho —intervino Byakuya—, ayer se lo puso por la tarde y se lo ha quitado hoy a media mañana. Más de 16 horas seguidas. Además, esta última vez se lo ha puesto poco antes de que llegaran y no permitiré que se lo quite hasta mañana a la misma hora. Un día entero. Suponiendo que apruebe el examen oral, claro.

—Gracias, Amo —fue lo único que se me ocurrió decir.

—Puedes continuar —finalizó.

—Gracias, Amo —repetí—. La otra vez me quedé con ganas de que te corrieras en mi boca, Shuhei.

—Pues hoy probarás mi semen.

—En realidad, lo probé después de que te fueras. Recuerda que me dejaste unas muestras.

—¿Ah sí? Menuda guarrilla estás hecho...

Mientras acababa la frase, rodeé su glande con mis labios. Efectivamente era toda una guarrilla. Y estaba muy orgulloso de ello.

Continuará...

Notas finales:

Lista la primera parte, mi inspiracion llego cuando lei el ultimo capitulo del fic "El sueño del capitán", espero sus reviews entre mas me dejen mas rapido actualizare. Cual quier cosa estoy a sus ordenes.


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