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Las Alas del Deseo. por Bbo

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaa *^*

Bueno. Siento haber tardado tanto, pero es que con el instituto. Pf. Tengo muchos poryectos que hacer así que siento la tardanza. Pero ahora estoy en unas pequeñas vacaciones así que prometo actualizar cuanto antes ^^

 

Gracias por los reviews *__*

Es cortito, lo siento pero dentro de nada habrá otro capitulo, gracias por leer ~~~~ :3

 

Remordimientos que no puedo eliminar.

Una historia sin perdones.

Mi otro yo está ahí, pintado.

 

Su  bota se encargó de frenar la moto y al instante se deshizo de su casco. Bajó y se encaminó hasta la puerta. No le hizo falta mirar el reloj, la salida del sol a lo lejos le hacía saber que dentro de nada amanecería. Y él se había pasado una noche más de caza.

Ni bien llegó se desprendió de su cinturón en dónde llevaba sus cuchillos muy bien afilados y cuidados, se deshizo de su chaqueta de cuero dejándola en el sillón y fue directo a la cama.

Tal vez le quedaban uno o dos meses. Quien sabe… Había perdido ya la cuenta, porqué ese era su castigo. Vivir con los días contados.

Un año.

12 meses.

365 días.

5 horas.

48 minutos

Y 23 segundos.

Suspiró fundiendo el rostro en la almohada como si aquello pudiera quitarle la culpa. Recordarlo le apretujaba el corazón hasta tal punto de deshacer la corteza de hierro que había formado a su alrededor con el paso del tiempo.

La cama estaba vacía. Y ella no volvería esa noche. Ni esa noche ni ninguna otra…

 

-Buenos días. –susurró en su oreja con la intención de despertarlo.

Al sentir aquél contacto Junhyung llevó su mano hasta el revolver que guardaba debajo de la almohada como un acto reflejo. Seguía sin acostumbrarse a dormir con ella, a pensar que alguien a su alrededor no quería matarle. Tal vez debía bajar la guardia por un tiempo, pensó mientras con un parpadeo se quitaba el sueño de los ojos.

-Buenos días –su voz se escuchó ronca y eso a ella le gustó.

-Levántate que te he preparado el desayuno –avisó mientras caminaba hacía el baño. Junhyung la siguió con la mirada y volviendo a guardar la pistola se levantó. Por lo menos no se había dado cuenta de aquel detalle.

Miró por la ventana asegurándose de que la sal seguía intacta. En el diario de su padre ponía explícitamente “la sal ahuyenta a los demonios”, como si fuera un muro invisible que les mantiene alejados. Por eso mismo cada día se encargaba de esparcir sal en todas las puertas y ventanas.

Caminó hasta la cocina y vio un banquete en la mesa. La boca se le hizo agua y se sentó dispuesto a no dejar ni las migas.

-¿Está bueno? –preguntó divertida al verlo devorar un donut y él como respuesta tan solo le sonrió.

-¿Ya te vas? –se lamió el chocolate del labio viendo como ella se recogía el pelo y se ponía la chaqueta. Que pregunta más estúpida pensó, era obvio que sí.

-Sí, hoy tengo turno hasta las dos. –se echó perfume y cogió el bolso –no te olvides de darle de comer –dijo viendo como un gatito, Cappuchino, salía de su escondite. Cappuchino. Nombre exclusivamente escogido por Junhyung y su obsesión por la cafeína. Quería llamarle Coca-cola pero eso hubiese sido una tortura para aquél pobre minino.

-Nunca me olvido! –protestó. Y como respuesta se llevó un beso en la frente y un maullido tierno.

-Te veo luego –sonrió acariciándole el pelo y emborrachándolo un poco con su fragancia. Era maravillosa, se dijo. Peliroja, alta, inteligente y con una sonrisa preciosa. Tanto que la mayoría de las veces se preguntaba que hacía ella con un tipo como él. Y encima esa bata de auxiliar de enferma le quedaba de infarto… Contempló como salía por la puerta y otro maullido de Cappuchino lo bajó de la nube.

-Calla, glotón. –se levantó, le dio de comer y cuando iba a sentarse en el sofá el teléfono sonó.

-Dime –murmuró un tanto fastidioso.

--Necesito tu ayuda.

-Oh… que raro –soltó con ironía acariciando el pelaje del gatito que ahora se acurrucaba en su vientre.

--Va enserio.

-Doojoon te he dicho que no quiero seguir con esto. –hizo una mueca jugando con las orejas del minino.

--Está bien, después de esto no te pediré nada más –soltó un suspiro y Junhyung después de segundos de pensarlo terminó por aceptar.

-Nada de nada.

--Que sí –dijo un tanto cansado por suplicar.

-¿De que se trata?

-Licántropos.

 

Doojoon daba golpecitos a la mesa de aquella cafetería un tanto impaciente. Revisó su reloj y dio un sorbo a su bebida. Junhyung como siempre llegaba tarde. Si no fuera porque era uno de los mejores cazadores que conocía hace tiempo se hubiese largado. Él también era un cazador pero no era de los que esperaba, siempre había ido por su camino, nunca había necesitado ayuda de nadie, bueno, no hasta que en una cacería Junhyung apareció de la nada y le salvó la vida.

Desde ese momento en cierto modo comenzaron a trabajar juntos. No es que fueran cercanos ni nada por el estilo, pero si alguno necesitaba ayuda ahí estaba el otro para cubrirle las espaldas. Hasta ahora. Porque el menor se había echado novia y claramente quería dejar este trabajo. Iluso. Esto no es algo que puedas decidir hacer o no.

Una sonrisa fugaz se le escapó y Junhyung hizo acto de presencia sentándose de mala manera enfrente de él.

-Yo también me alegro de verte.

-Já, já –hizo una mueca cogiendo sin permiso la lata de coca-cola de su amigo. –Haber, que quieres que haga. –dio un sorbo cosa que al otro no le molestó.

-Se trata de esta chica –tendió unos papeles en la mesa mostrándole una fotografía.

-Vaya, tienes buen gusto. –Doojoon hizo caso omiso de su comentario y sacó unos cuantos expedientes más.

-He estado investigando la zona y en los últimos días han había tres muertes ya. Tres hombres.

-¿Y  que tiene ese de sobrenatural? –cogió los papeles fingiendo interés.

-Mmm… déjame pensar –se llevó la mano a la mandíbula – ¿Tal vez que a los tres les faltaba el corazón?

-Vaya… -sus labios formaron una preciosa “o” y volvió a leer con atención la hoja.

-¿Y bien? –preguntó después de darle unos minutos para que pudiera revisar la información.

-¿Una mujer lobo? –Doojoon sonrió porqué él había llegado a la misma conclusión.

-La he estado siguiendo pero no muestra índices de nada.

-Por lo general se transforman en luna llena –observó su foto y levantó la mirada –Y hoy… hay luna llena.

-Entonces esta noche vamos y… -Junhyung se levantó negando con la cabeza y sacando la billetera. Dejó un billete de diez y le hizo un gesto para que le siguiera.

-Esta noche nada. Ahora mismo –se acomodó la chaqueta saliendo de la cafetería.

-¿Y si no es ella? –preguntó algo nervioso.

-¿Dudas de tu investigación? –se paró en seco mirándole. La gente iba y venía inconscientes de que por las calles esa misma noche algo pasaría.

-No es eso.

-Ya me lo imaginaba –se metió las manos en los bolsillos puesto que era invierno y la navidad pronto llegaría. De hecho esa misma mañana sus planes eran bajar el arbolito y decorarlo para que cuando ella volviera a casa se sorprendiera. Y con un anillo acompañado, seguro se enamoraba más de él. Sí, estaba seguro.

 Con la nariz y los labios rojos a causa del frío continuó caminando con Doojoon detrás. Había que parar a esa chica cuanto antes porque pronto cerrarían la joyería y no estaba dispuesto a llegar tarde por culpa de una mujer peluda.

 

La alarma del despertador hizo acto de presencia y terminó por arrebatarle el sueño. Bostezó pesadamente mientras con su derecha se revolvió el pelo.

Todas las mañanas se dice lo mismo. Que va a cambiar, que está cansado de la vida que lleva. Y como todas las mañanas tan solo suspira, levanta la persiana y deja que los rayos de sol azoten sus pupilas.

Terminó por desperezarse y arrastrando las zapatillas caminó hasta la cocina. Ya no había un banquete esperándolo. Ya no estaba Cappuchino. Todo estaba vacío porque ella se había ido.

Se sentó bruscamente en el sofá y encendió la televisión. Cansado y perezoso disfrutó de su momento de tranquilidad hasta que el sonido de un teléfono lo fastidió todo.

Se acercó hasta él dónde siete teléfonos perfectamente alineados adornan la pared, cada uno con una etiqueta: uno del departamento de policía, otro del FBI… y así hasta completar la fila.

En cada ciudad que visitaba adoptaba una identidad diferente. Y como Junhyung era de ese tipo de personas que no se acuerda ni de lo que hizo ayer necesitaba tenerlo todo bajo control.

-Departamento federal. Sí, soy yo. –reviró los ojos mientras en su cabeza tarareaba una canción. – ¿Un cadáver? Voy para allá.

Colgó, echó un vistazo al rincón de la pared en donde apuntaba los números de teléfonos y sus ojos fueron directos hacia el post-it con el nombre de Doojoon. Le dio la espalda y se preparó para salir.

Demasiadas heridas abiertas. Por él la había perdido. Si no le hubiese llamado. Si no hubiese aceptado ese trabajo. Si no le hubiese ayudado. Si tan solo hubiese dicho que no.

 

Sus días estaban contados, su mente estaba vacía. Y su corazón igual… 

 

Notas finales:

 

Y bieeen? ¿Los días contados?

¿Por qué?

Oyoyo Espero rw! y muchas gracias por leer :333


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