-¿Qué quieres?- le preguntó el librano dignamente, intentando mantener su expresión impasible.
-Yo… sólo quiero hablar contigo- Shion lo detuvo por el hombro -escúchame, por favor-
-No entiendo qué quieres explicar-
-Los motivos por los que… me encontraste… en ésa situación con Manigoldo-
-Ah, claro, eso me encantaría escucharlo, porque no tengo idea qué fue lo que hice tan malo para que me hicieras eso- Dohko intentaba no mostrar expresión alguna.
El caballero de Aries suspiró
-Dohko… hace unos días… Manigoldo me besó… no supe cómo reaccionar, pero lo que me hizo sentir… no se compara a lo que he sentido-
El santo de Libra alzó las cejas sorprendido.
-Entonces- continuó el lemuriano -cerré los ojos y me dejé llevar por lo que sentía… y lo besé también… y creo que lo que siento por Manigoldo es único… yo.. yo creí amarte hasta hace un par de semanas, pero…-
-Si, yo también lo creí, pero es obvio que algo tan frágil como lo que sentías por mi no tenía futuro-
-Dohko, yo no quiero lastimarte-
-No, claro, y supones que la forma correcta, en vez de hablar de frente, es engañándome y diciendo que vas a entrenar…- las lágrimas del librano comenzaron a rodar por sus mejillas -¿tan difícil es, Shion? ¿tan difícil es ser un hombre?-
-¿Y qué querías que hiciera? sólo mírate, parece que te vas a morir del dolor-
-No, mejor dime ¿qué pretendías hacer? ¿cuántas veces me engañaste y te acostaste con él? fueron más de dos ¿no?-
El rubio bajó la vista.
-Desaparece de aquí-
-Dohko… perdóname, yo no quería…-
-No querías, pero lo hiciste-
-¡Ya basta de reproches! ¡no te amo y no te amaba! yo creía que si, pero no era así, y si no fueras tan dependiente de mi te lo hubiera dicho ¡lo que sentí por ti ni siquiera se acerca a lo que siento ahora por él! ¡y no puedo evitarlo!-
Dohko no lo dejó terminar. Terriblemente destrozado por las palabras de Aries y con el orgullo ofendido a más no poder, lo dejó hablando sólo y se retiró a la casa de libra, sin derramar una sola lágrima más, resguardando el poco orgullo que le quedaba tras haber sido humillado por Shion de Aries.
Cuando estuvo sólo dentro del templo del séptimo signo, dejó que las lágrimas corrieran silenciosas por sus mejillas mientras el recuerdo del dolor se negaba a abandonarlo.
Cerró los ojos y se dejó llevar por su tristeza, durante horas, hasta que el sueño lo venció a altas horas de la madrugada.
A partir de ése día, los caballeros se preguntaban por Dohko de Libra, no salía a entrenar y no recibía a nadie, lloraba en silencio algunas veces, cuando la tristeza regresaba y se apoderaba de él. Se sentía vacío, sin ánimos, y sin ganas de volver a sentir algo en su corazón.
Kardia de Escorpio supo lo que le sucedía desde el día siguiente a lo ocurrido, cuando vio a Manigoldo y a Shion besándose descaradamente en medio del santuario. Seguramente, el guardián de la séptima casa los había visto. Ése día había ido a dejarle a Dohko el casco de su armadura, que había olvidado en la casa de Escorpio. Sin embargo, el Santo de Libra se había negado a recibir a alguien y Kardia tuvo que dejarle su pertenencia a la entrada del templo.