VIENTO
Algo andaba mal, mis sentidos me decían que había algo más aparte de nosotros aquí en el bosque.
La verdad es que en tierra me sentía aprisionado y débil, pero, no podía abandonar mi misión.
Salté una pequeña cuenca de un río que pasaba entre los árboles verdes y altos, algo se movió entre las hojas, miré de reojo y pude ver lo que se estaba alejando.
La sombra disfrazada de perro, algo grande, desaparecía, probablemente buscando lo mismo que yo.
Si Key o Minho hubieran estado aquí se hubieran lanzado a por ella, pero yo usaba mejor la cabeza. La seguí en silencio aunque el fantasma de las alas no me dejaba moverme con soltura. El bosque se fue haciendo más espeso a medida que me adentraba en el.
La sombra se paró en seco. Me escondí tras unos arbustos, paciente pero preparado para atacar en cualquier momento
Aquella criatura gorgoteaba y gruñía mientras buscaba algo en las alturas. Paró de girar su cabeza y fijó su mirada en la copa de uno de los árboles más altos, miré hacia arriba y vi a ese chico, maldije el no haberle encontrado antes.
La sombra chilló con un grito agudo y escalofriante que hizo que me tuviera que tapar los oídos.
TIERRA
No olía nada bien, el hedor que entraba por las fosas nasales de Garu me daba a entender que la criatura que nos buscaba con la mirada no era algo natural y que estaba llena de algo doloroso y oscuro.
Empezó a gruñir en cuanto se dio cuenta de donde estábamos, gracias al roce de un cuerpo contra las hojas sabía que había alguien más ahí, y eso me asustaba.
No me dio tiempo a reaccionar ante la criatura negra como el carbón, cuando saltó hacia nosotros con un chillido aterrador mi instinto animal despertó, y siguiendo la voluntad de mi cuerpo Garu se lanzó a defenderme, los dos cuerpos chocaron y ambos cayeron al suelo húmedo. Controlaba todos los movimientos del lobo gris a mi voluntad, Garu arañaba y mordía aquella piel negra que sabía a azufre, pero aquel perro también se defendía, atrapó la pata de Garu con su mandíbula y con un movimiento ágil de cabeza lanzó al lobo contra un árbol, el golpe también me dolió a mí.
-¡Garu!- El grito que salió de mi garganta alertó a la bestia que se lanzó a por mí.
Quise prepararme para luchar pero algo se me adelantó, primero una pequeña brisa que confundió a mi oponente y después una corriente de aire tan fuerte que me tuve que agarrar más fuerte a la rama del árbol para no salir volando.
La bestia negra se movió unos metros, sus garras se cogían a la tierra dejando surcos a medida que se movía.
El golpe de viento paró y el perro rugió, la persona escondida tras el arbusto se descubrió, la bestia la verlo se enrabió y chilló enloquecida, en menos de dos segundos, corrió hacia el chico de torso desnudo, no sabía quién era pero temí por él cuando observé que el perro no tenía intención de parar.
Cuando estuvieron demasiado cerca, el chico saltó sobre la bestia girando sobre su eje, dando vueltas de costado. Cayó de cuclillas y estiró sus brazos con fuerza a sus costados, otra corriente de aire pasó entre las hojas, esta vez más fuerte, pero sin esperarlo, la piel humosa y negra de la bestia empezó a abrirse en profundos surcos que le hacían gritar, cada vez eran más las rajas y cortes que se creaban en aquel cuerpo, tan así, cinco segundos después la bestia negra se desintegró dejando un rastro de humo negro que el viento se llevó.
Todo se calmó, el chico se irguió y me dirigió una mirada, no sabía que quería, porque había venido y ni siquiera porque me había ayudado.
Busqué a Garu con la mirada y lo vi al pie de aquel árbol de enfrente, se había llevado un buen golpe. Bajé con cuidado aun adolorido por los golpes.
VIENTO
Cayó ligeramente al suelo y empezó a andar hacia mi dirección, me paré frente a él para empezar a dar explicaciones, pero simplemente me esquivó y siguió tan tranquilo andando hasta que llegó hasta el lobo que había luchado antes con la sombra.
Observé todos sus movimientos, se agachó al lado del lobo y le acarició el pelaje.
Me acerqué despacio.
-¿Está bien?- El chico se giró y asintió- ¿Quieres que lo llevemos a que lo curen?- En eso el lobo se sacudió y levantó la cabeza, al ver al chico se lanzó sobre él y ambos empezaron a jugar.
-Para Garu…- Decía el joven mientras el lobo le lamía la cara- ¡Me haces cosquillas!- Reía y reía.
-Taemin- Intenté llamar su atención pero obviamente no dio resultado- ¡Taemin!
Él de repente se detuvo y me miró asustado.
-¿C-como sabes mi nombre?- Me acerqué un poco más a él pero el lobo salió en su defensa.
-Taemin…
-¿Quién eres tú?- Su voz sonaba nerviosa, se incorporó lentamente y un pequeño escalofrío recorrió mi columna.
-No soy tu enemigo ¿Ves?- Le enseñé la marca de la parte superior de mi hombro.
El se alejó lentamente, yo tenía puesta la atención en el, pero mi mecanismo de defensa se concentraba en el lobo, que pasaba a gruñir, de una manera amenazante y aterradora.
-¿Eso que tiene que ver?- Dijo ya en tono amenazante
-Tú tienes una parecida- Se agazapó
-¿De qué me conoces? ¿Cómo lo sabes?- No quería empezar nada, pero él no parecía compartir mi idea.
-Solo quiero llevarte a un lugar más seguro
-No me iré a ninguna parte…-Los pelos de mi coronilla se erizaron, se me puso la piel de gallina, genial.
-Taemin…- Intenté avanzar, pero, no pude.
Algo me impedía andar, en lo que me fijé Taemin se tensaba. Un cosquilleo me recorrió las piernas y cada vez se hacía más intenso, miré mis pies, y pude observar pequeñas lianas enroscándose en mis piernas, hacían mucha presión y cada vez apretaban más, llegó un momento en el que sentí que ya no pasaba la sangre por mis pies.
Levanté la vista, pero Taemin había desaparecido y no solo él, el lobo también, no les había oído moverse, y no quedaba rastro de ellos. Vaya, el pequeño sabía más de lo que esperaba, me sentí extrañamente orgulloso. Pensé en dejarlo ir, pero sabía que no estaría seguro si lo dejaba solo. No dudé ni un segundo en sacar el cuchillo que llevaba guardado en mi cinturón, a veces no hacía falta gastar energía utilizando mis poderes y me bastaba con un arma. Introduje el filo entre la liana y mi pantalón y corté la rama. Cuando estuve liberado me concentré en las corrientes de aire. Pude sentir un cuerpo cortando el viento a su paso, unos kilómetros al norte.
Si me alzaba en vuelo perdería, el bosque era demasiado espeso y las alas me costaban casi la vida. Así que decidí correr, podría alcanzarlo si ponía el viento a mi favor.
Después de llevar recorridos un par de kilómetros pude verle entre los árboles, corríamos paralelos, seguramente se habría dado cuenta de mi posición hace tiempo, y solo intentaba huir, pero quería lograr convencerle.
Torcí a la derecha, él estaba en su terreno y por lo tanto tenía más posibilidades de salir airoso, no, esa era mi especialidad. Cuando estuve lo bastante cerca intenté saltar sobre él para frenar sus pasos. Pero algo que no pude ver me atacó por la espalda, algo afilado se me clavó en la espalda y gruñí cuando me araño.
Quería quitarme a ese lobo de encima, me tocó la moral pero palmeé su costado y salió literalmente, volando. Algo se movía en el suelo ¿Cómo había llegado hasta allí? Taemin estiró su pierna mientras giraba agachado sobre sí mismo, me hubiese golpeado si no hubiera saltado.
-Eres bueno… - Le dije mientras me abalanzaba a por él.
-Lo sé…- Me esquivo, pero los años de duro trabajo que le sacaba de más hicieron sus frutos.
Un golpe de aire lo tiró al suelo, le cogí de las muñecas y le inmovilicé.
-Ahora me vas a escuchar- Mi faceta amable se había disuelto- Te vienes conmigo –Taemin pataleaba sin control, según mi información, podría haberme dejado K.O, supuse que no sabía utilizar muy bien sus poderes.
-No…
-¡Aquí estas en peligro!- Me miró enfurecido- ¿Cuántas veces te han atacado ya?
-Se defenderme…
-No, no sabes… Nosotros podemos ayudarte…- Empezó a relajarse.
-¿Nosotros? ¿Hay más como tú?- Más o menos…
Asentí esperando que replicara, pero de alguna manera eso no sucedió.
-Somos cuatro- Le solté las muñecas- Y te necesitamos… Formas parte de nuestra historia, de nuestros antepasados, de nuestra vida
-No lo entiendo- Resoplé.
-Los cinco elementos- Expliqué- Agua, fuego, viento, tierra y luz.
Los ojos del pequeño se abrieron de par en par, pareció que empezaba a entenderlo todo por fin. Me levanté y le ofrecí mi mano, él la uso para incorporarse con facilidad, no me había fijado en lo largo que tenía el pelo, alborotado y sucio, le llegaba más allá del pecho, ni en sus ropas, ligeras y también sucias.
-Garu no lo hagas… -Solo entonces me percaté del gruñido a mis espaldas, me giré lentamente y pude ver al lobo gris que le había acompañado, me enseñaba sus colmillos mientras rugía, aunque se quedó quieto en su sitio.
-Bonita mascota- Solo me miró.
-Mejor no bromees con eso a partir de ahora, no se separara de mí, esa es mi única condición.
-De acuerdo- Por mi estaba bien, no pude hablar por los demás- ¿Podemos empezar a movernos? Me estoy desangrando y quiero llegar antes de desmayarme.
Mi herida de la espalda empezaba a dolerme más por segundos, esa zona, la zona de las alas, era un tanto delicada.
FUEGO
Grité mientras lanzaba la última pizca de mis fuerzas contra la luz roja, no conseguí mejorar las estadísticas.
El aire de la sala se alzaba ondulado, distorsionando mi visión. Maldije mi mala suerte y pataleé como un niño, si hubiera alguien hubiese muerto de la vergüenza.
Mi respiración estaba agitada y la conciencia se me escapaba poco a poco.
-¿¡Que haces aquí?!- La voz del megáfono me sorprendió y mire a la gran ventana que había en una de las paredes.
-Entrenando- Era obvio.
-No puedes estar aquí tu solo… es peligroso- La voz de mi entrenador sonó preocupada- Ahora sal antes de que explotes…
Me habían pillado así que no me quedó otra que coger mi orgullo y salir por la puerta.
En cuanto pasé la habitación blanca de seguridad que había fuera de cada una de las salas de entrenamiento me encontré a mi entrenador esperándome en el pasillo. En cuanto me vio se despego de la pared manteniendo sus brazos cruzados.
-¿Por qué soy el único que se preocupa?- Casi gritó.
-Porque eres idiota hyung- Soltó un suspiro y me paró.
-Deja de actuar por tu cuenta- Sus ojos estaban serios- Tus poderes se te pueden salir de las manos y acabar haciéndote daño otra vez.
Agité la mano restándole importancia al asunto y seguí andando por el pasillo de camino al ascensor Changmin me seguía de muy de cerca replicando mi comportamiento.
Entramos en el ascensor, apreté el botón con un cero en blanco. Subimos dos pisos, creía que no podría aguantar mucho más tiempo al hombre que me gritaba en la oreja. Acabaría calcinándolo como no se callara.
Salimos ambos del ascensor mientras Changmin me replicaba ahora mi forma de pensar.
Recorrí el pasillo con ese grano en el culo pesado y que provocaba dolor de cabeza. Como una aparición en el peor momento él salió al pasillo, estaba feliz y eso me alegraba, quería hablar con él, preguntarle qué tal le había ido la mañana, si estaba cansado.
Quería abrazarle, acariciar su rostro, pero, no podía, por una cosa tan simple como la muerte.
-Hyung ¿No tienes nada mejor que hacer?- Changmin abrió los ojos hasta formar dos pequeños círculos
-¡No mientras tú seas un suicida!
-Shhhs- Le mandé callar, me giré y vi que él nos miraba pensativo, yo le sonreí pero su mirada se hizo más intensa.
-Por favor…- Intente parecer amable.
Mi entrenador rebufó y se marchó. Giré mi rostro y vi como se acercaba, de pronto el pasillo se volvió estrecho y frio como siempre que él estaba cerca
-Afuera llueve, no salgas- Me miraba a los ojos pero se había quedado a una distancia prudente de mi.
-No pensaba hacerlo- Dibujo una media sonrisa en su rostro
Después de unos segundos eternos en silencio, clavó sus ojos en mi rostro, estaban serios
-¿Es verdad?- Me encogí- ¿Es verdad lo que dice Changmin?- Cerré los ojos- Key ¿Acaso eres estúpido? No te sobre esfuerces- Su voz sonaba dura- Por favor, no hagas locuras, ya sabes lo que pasó la última vez- La última vez, el episodio más doloroso y fatídico de mis veinte años de vida- Si te volviese a pasar… yo….
-No lo digas- Me miró sorprendido, sus palabras me dolían demasiado. Me separé de él y caminé hacia mi habitación, notaba su mirada en mi nuca, perforándome con preocupación, deseaba que de hacer el tonto preocupándose por mí, aunque en el fondo me gustaba.
-¡Kibum!- La voz Lee Soman resonó en el pasillo del salón principal.
Aunque mi orgullo era demasiado fuerte, tenía que tenerle aunque fuera un pequeño respeto al jefe de todo este circo. Le saludé educadamente, pero cuando vi a todos los técnicos de seguridad, sanidad y algunos entrenadores comprendí que me había metido en un buen lío… otra vez.