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50 sombras de Gay por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Dos cabezas son mejores para pensar y para los consoladores extralargos. Tengo el orgullo de presentar un nuevo autor que se suma a nuestra parodia, Grendel. (perfil: http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewuser.php?uid=44484 ) Grendel fue la mente maestra que sintetizó la frase "Fruncir el ceño" en una sola palabra, "ceñifruncido".

Le estoy muy agradecida por haber sumado su punto de vista y contribuido con medio capitulo, y a velocidad de emergencia. Ayer se lo pedí y hoy lo tuvo: más rápido solo Christian Gay :P

El otro medio capitulo lo escribí yo. Ojala les guste esta gelatina de dos sabores. Una disculpa por la tardanza en actualizar.

Medio capitulo por Grendel

 

Estoy tan caliente. Sueño que soy una pequeña abeja en celo, que vuela hipnotizado por el aroma suave de las flores. Una suave música que me guia y me llama, y me conduce hacia una luz brillante, y ese aroma tan suave y embriagador esta cada vez más y más cerca. Lo siento, comienzo a saborearlo, es delicioso. Me siento sofocado y aplastado. Abro los ojos lentamente y veo a Gay durmiendo encima mío con uno de sus verrugosos dedos en mi boca. Esta babeando todo mi cuello y lo siento asqueroso. Estiro un brazo sobre mis sabanas de Cenicienta, intentando escapar lentamente de semejante espécimen, pero abre sus ojos llenos de lagañas y sonríe todo babeado, con un moco asomando por su nariz.

-Buenos días - masculla y frunce el ceño. Frunzo el culo, ya es un acto reflejo. Se mueve un poco y siento su salchicha despierta sobre mi gorda pierna rasurada. Frunzo el culo un poco más. Nota mi reacción de asco, pero debe confundirla ya que agrega - Esto va a tener que esperar hasta el domingo.

Pierdo todos los colores de mi cara. ¿Realmente cree que va a volver a verme? Ya planeé mi fuga del país, del continente, ¡DEL PLANETA! Me iría a vivir a marte con tal de no ser su ama de casa, soy un doncello con demasiada dignidad y orgullo como para limpiar pisos y lavarle los calzones llenos de mapas físicos y políticos.

-Tienes fiebre, seguramente pillaste un resfriado o una gripe, o por ahí la vaca loca - Mi zombichu me muerde y me doy cuenta de lo inapropiado de mi comentario. La vaca loca ataca el cerebro, Gay es inmune. Me felicito mentalmente por mi ingenio e inteligencia y pongo los ojos en blanco. Durante todo el tiempo que pensé en esas cosas, no escuché nada de lo que Gay me dijo antes de irse.

Me levanto con un poco de dolor en el trasero y picores por delante (debe ser mi circo de pulgas), y me preparo para desayunar: Un té Earl Grey, una tostada (para mantener la línea), una manzana, bananín, bananón y media res. Miré la hora y eran: las 7 horas, 42 minutos de la mañana. Me tomé un baño y cuando salí me vestí con: Un par de crocs verdes, porque la gente que la usa es sumamente inteligente y tiene un sentido de la moda y la estética avasallante, una bermuda: amarilla a tono con el sol radiante de la mañana, una remera: anaranjada, como las naranjas. Miro el reloj de nuevo, son las: 7.52 horas de la mañana. Como no tengo nada mas interesante que hacer, molesto a Gay mandándole mails que no tienen ningún sentido para el desarrollo de esta imponente historia.

Con Cato nos mudamos a un departamento que parece que lo heredó de un viejo que no tenía familia, con el que se acostó un par de veces, el muy interesado. La mudanza fue simple y rápida, y antes de sentarnos a descansar, vino un mensajero con un regalo de gay, un globo de esos que flotan (todos flotan, y tu también flotarás), con forma de pene.

- Que vulgar que es tu novio Ano - Me dice muerto de envidia, porque yo si tengo un novio que me regala cosas aunque no las quiera y me haga el histérico para que me regale más y más.

- No, que va, si es un amor de chico. - Respondo sonriente y ojiblanqueandome.

- Como va a ser un amor si te manda un globo de un p... pe... de un coso! - Dijo poniéndose colorado y con los ojos brillantes. Como si no comiera pitos.

- Pasa que vos no entendes nada de nada Cato, el tiene un zepelin, que lo maneja el mismo, lo llena con los pedos que se tira después de comer guiso con porotos, es muy propenso a la gastritits. Y bueno, nada, me llevó a dar un paseo en su globo aerostatico y paseamos por todos lados. Tipo nada.

Después con Cato nos tomamos el vino en caja de cartón que nos mandó Gay, siempre tan detallista y tan fino. y al otro día intercambié mensajes nuevamente con Gay. Solo para rellenar hojas y hojas de contenido absurdo.

El día domingo fui a su departamento a verlo, un caballerito como yo cumple con su palabra. Aunque no recuerdo qué palabra debo cumplir, ni que mierda hago aca. Solo sé que no se nada, como buen idiota que soy. Mi zombie-Pikachu digievolucionó a un chizard y ando caliente todo el día, pensando como tarado-muy-a-lo-Ano, en follarme a Gay.

Pensé en darle una sorpresa y me presenté con un vestido color uva (que me prestó la putilla de Cato, que se hace el muy puritano) y unos tacones altos. Me costaba caminar, pero mis preciosas piernas, con un incipiente bello corporal se veían esbeltas, brillantes por el aceite de cocina con el que me las unté, porque cremas no uso, eso es de señoritas y no es bonito decirlo. Llevaba una tanga muy masculina color rosado mary kay que me apretaba por delante y remarcaba mis redondeces traseras.

Sebastian-san, su mayordomo me dejo entrar en la residencia y me quedo parado mirando a Gay. Sentado en un sillón vestía: boxers, y lo acompañaban: las migas del desayuno sobre su barriga, un bigote de: yogurt, y: el mando del televisor. Me recibe con una mirada y siento una sensación rara en mi estómago. Deben ser los frijoles de la cena.

- Buenos días, princeso. -Dice cuando está a mi altura, me besa suavemente. Y su aliento de dinosaurio me dice que no se cepilló los dientes. Es una de las situaciones más eróticas de mi vida. Con uno de sus dedos llenos de verrugas me acomoda el cabello y yo suspiro.

No aguanto más. Comienzo a sentir cada vez más y mas calor. Suspiro y me culifrunzo, porque si me pongo ojiblanco me va a culipegar de vuelta, y eso es una falta de respeto. Mi Chizard sigue derritiendo mis neuronas mientras Gay toma mi mano y nos dirigimos al cuarto furcia del sopor. Perdón, cuarto Rojo del dolor, el clonazepam que me tomé antes de venir debe estar haciendo efectos.

Cuando entramos siento el mismo olor a podrido de la última vez. Lo miro de reojo y el bigote de yogurt ya está seco. Frunzo el culo chorreante de expectación.

- Vas a desnudarte Ano, ahora mismo - Y yo idiota lo obedezco, pero de un fustazo me frena cuando toca sacarme mi tanga rosa mary kay con voladitos. - Esa te la puedes dejar. Manten silencio. Soy tu amo y me tienes que obedecer.

Con una seguridad que solo un hombre como Gay puede emanar, me encadena bajo una reja, que me deja movilidad para caminar. Me siento como un perro y pienso por un momento: “Me estoy confiando a este hermoso hombre, que por su propia admisión, es cincuenta tonos de mierda” (en el libro lo dice literal: capítulo 18, pág 327). Se acerca hacia mi y puedo ver más migas del desayuno en su pecho osunamente belludo, y unos restos de mantequilla y jalea. Quiero lamerlo, salí tan apurado que no desayuné nada. Mis tripas se revuelven. Estúpidos frijoles, no es momento para interrumpir. Gay me quita los calzones rosaditos y los huele. No me baño hace dos semanas, así que debe ser como oler fresas. Sus ojos se ponen blancos y parece mareado, debe ser el éxtasis del momento.

Lo veo caminar y cuando se pone de espaldas a mi veo sus calzones y recuerdo todo, ”ya sé por qué no debía volver a este lugar,ya sé por qué no debía volver a este lugar,ya sé por qué no debía volver a este lugar,ya sé por qué no debía volver a este lugar,ya sé por qué no debía volver a este lugar, ya sé por qué no debía volver a este lugar”. ¡Es que esos calzones tienen dibujado el meridiano de Greenwich! No, no seré un amo de casa, no seré jamas nada de Gay, debo huir, tengo que escapar.

Oh Ano, mi querido Ano - me digo a mi mismo - que futuro triste te depara con este Gay a tu lado...

 

Medio capitulo  por Nezal

 

Me duelen los brazos, me tiemblan las piernas, me escuece el cuero cabelludo de los tirones… y noto que nace de nuevo esa sensación en lo más hondo de mi ser. Oh, no… y por primera vez, temo cagar. Estúpido Gay, hasta esto me arruinas, porque, como dijo Lope de Verga, ese gran poeta:

Cagar es un placer;
de cagar nadie se escapa;

Caga el rey, caga la vaca,

Caga la mujer más guapa.

 

Viene el perro y lo huele.
Viene el gato y lo tapa.
Total, en este mundo de caca,
de cagar nadie se escapa.


Qué triste es amar sin ser amado,
pero más triste es cagar
sin haber almorzado.

 

¡Santa mierda! Que hermoso poema. Quiero que Gay lo declame en nuestra boda como yo lo he declamado mientras me folla en medio de raras perversiones. La evolución de Zombichu a Charizard me volvió multifuncional, como las HP y las Epson: soy capaz de estallar en mil pedazos al tiempo que declamo poesía y seco la ropa que tengo colgada de los testículos con las pinzas (pericas).

—Vamos, Ano, dámelo —gruñe y, al oírlo decir mi nombre, pierdo el control y me vuelvo todo caca y torbellino de sensaciones y dulce, muy dulce liberación, ¡hasta parece mantequilla de maní! y después pierdo total y absolutamente la conciencia.

Cuando recupero el sentido, estoy tumbado en un charco de mierda. Él está en el suelo y yo encima de él, con la espalda pegada a su pecho. La mierda, al secarse, nos ha unido para siempre.  Y miro al techo, en un estado de glorioso poscoito, espléndidó, destrozadó. Ah, los mosquetones, pienso distraídó; me había olvidado de ellos.

Me saludan alegremente con la mano. Son tres: Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan. Este último es una tortuga ninja.

-¿Ya os vaís por los herretes de la reina? – pregunto comediantemente.

-¿Qué son herretes? – pregunta Gay, haciendo gala de su flameante incultura.

-Los que se ponen en las orejas, querido. – ojiblanqueo al explicárselo.

-Sí, ya nos vamos, Milady, una mujer liberada de verdad, os manda saludos. – Athos me hace un corte de manga.

—Levanta las manos —me dice Gay en voz baja.

Yujú! Creo que por fin habrá una fantasía interesante, la del asalto. Me pesan los brazos como si fueran de plomo, pero los levanto. Abre las tijeras y pasa una hoja por debajo del plástico. Me tenía amarradas las manos con una de sus corbatas grises de plástico.

—Declaro inaugurado esta Ano —dice, y corta el plástico. (cita textual todo lo inclinado) Mierda santa, yo juraba que me había desvirgado hace algunos capítulos. ¡Oh! Quizá tenga la fantasía de que me comporte como una tienda de “Todo a dólar”. O como barco nuevo. ¡Oh! ¡El Titanic es tan romántico! ¡Soy el rey del mundo!

Río como una boba y me froto las muñecas al fin libres. Noto que sonríe.

—Qué sonido tan hermoso —dice melancólico – Me excitan los retrasados mentales. – explica nostálgico. - — Levanta, vello durmiente – me arranca un pendejo, ¿no es curioso? Yo, que soy un pendejo, tengo pendejos, digo, además de mis fans  - En media hora tenemos que irnos a cenar a casa de mis padres.

¡Ay por Jesús de Chamberí! ¡Me hago pipí encima de la emoción como Bellatrix Black cuando veía a lord Voldemort! ¡Voy a cenar con mis suegros en un muy elegante restorán de comida rápida llamado Dimmu Buger, atendido por trves blackers! Tambien será la primera vez de Cato con mis suegros, le hablo por videoconferencia por esta maravilla de la tecnología llamada iphone para que me diga como maquillarme para la ocasión, como los meseros. Él es experto en caritas triste de payaso de comedia.

Ya que me arregle como una furcia blacker Christian Gay pone música de Sinatra, pero la versión de las caricaturas de Tex Avery (el mortifago) y bailamos románticamente, para embarrar también las pelis románticas del viejo Hollywood con nuestra santa mierda. 

-Bailas maravillosamente Gay, ¿quien te enseñó a bailar?

-La señora Robinson.

¡Esa puta! Pienso celoso: todo el tiempo que Crusoe estuvo de vacaciones en el Caribe, ella engañándolo.

—¿Un dólar por tus pensamientos? —dice. (cita textual)

Le armo una escena de celos y en un arranque de ira, rabia, respulsion, mal genio terrible y enemigos mortales me quito las bragas y las boto. Mi emberrichamiento se disipa al llegar al restaurante.

La doctora Grace Travelyn-Gay nos espera en la puerta. Lleva un vestido de red roja de tirantes spaguetti, largo hasta debajo del pubis, peludo y negro. ¡Cuanta clase! Detrás de ella está el señor Grey, supongo, alto, rubio y tan guapo a su manera como Christian. Va vestido con un traje negro de látex con un orificio trasero y uno delantero por donde sobresalen sus genitales.

—Anastasia, ya conoces a mi madre, Grace. Este es mi padre, Carrick.

—Señor Grey, es un placer conocerlo. - Sonrío y le estrecho la fusta que me tiende.- Sobre todo cuando creía que mi Gaysito no conocía a su progenitor, ya que fue concebido durante la época en que su madre ejercía la prostitución. Dígame, ¿no le resultaba difícil proxenetear a su mujer?

—El placer es todo mío Anastasio. – sonríe mostrando su blanqueado dental de 10000 dólares – Para nada, viera usted que lo difícil era cuando el cliente no la quería a ella sino a mí. ¡Que dolores de culo!

—Ya veo. – sigo sonriendo. Todos tenemos las sonrisas atornilladas - Por favor, llámeme Ano.

Sus ojos azules son dulces y afables.

—Ano, ¡prostituto de mierda! —Grace me envuelve en un cálido abrazo—. Pasa, querido.

—¿Ya ha llegado? —oigo gritar elegantemente desde el segundo piso, donde la casa de los padres de Gay está instalada arriba del restorán.

Miro nervioso a Christian.

—Esa es Mia, mi hermana pequeña —dice en tono casi irritado, pero no lo suficiente.

Cierto afecto subyace bajo sus palabras; se le suaviza la voz y le chispean los ojos al pronunciar su nombre. Es obvio que Christian la adora. Un gran descubrimiento: es bisexual e incestuoso. Y ella llega arrasando por el pasillo, con su pelo negro como el azabache, alta y curvilínea. Debe de ser de mi edad.

—¡Anastasio! He oído hablar tanto de ti… - Me abraza fuerte. —Christian nunca ha traído a un esclavo sexual  a nuestra franquicia de Dimmu Burger —dice Mia, y sus ojos oscuros brillan fosforescentes.

Veo que Christian ojiblanquea y cejiarquea. Él me mira risueño. Debería ser contorsionista de cara y no megatriunfador de oficio.

—Mia, cálmate —la reprende Grace discretamente—. Hola, cariño —dice mientras golpea a Christian en ambas mejillas con sus tetas.

Él le sonríe cariñoso y luego le besa la boca a su padre.

Nos dirigimos todos a sentarnos. Mia no me ha soltado la mano. Creo que ella cree que soy bisexual. La estancia es espaciosa, decorada con gusto en tonos rojos, amarillos y negros. Las sillas de plástico son cómodas, discretas y con mucho estilo y mayonesa reseca. Cato y Elliot Gay, su novio, el gemelo bueno de Christian, están acurrucados en un brincolin inflable de plástico lleno de parches, con sendas copas de champán en la mano. Cato se levanta como un resorte para abrazarme y Mia por fin me suelta la mano.

—¡Hola, Ano! —Sonríe—. Christian —le saluda, con un gesto cortés de la cabeza.

—Cato —la saluda Christian igual de formal. Se caen muy mal porque se tienen celos uno del otro, celos por culpa de mí. Kyaaa! Seria genial si decidieran pelearse por mí.

T.S. Elliot me abraza con efusión, el muy mañoso. Como se ve que se conformó con Cato solo porque no pudo tenerme a mí. Christian lo mira feo. Se golpea el pecho, grita “Uga, uga”, me pega con una charola plástica en la cabeza, me arrastra por los cabellos hasta una silla de bebé, me sienta en ella, me ajusta el cintito de seguridad y un babero. Todos nos miran. Me siento incomodo.

—¿Algo de beber? —El exproxeneta Gay parece recuperarse—. ¿Coca cola?

—Por favor —decimos Christian y yo al unísono.

Uf… qué raro ha quedado esto. Mia aplaude.

—Pero si hasta decís las mismas cosas. ¿Cuándo os casáis?

-Mia, por favor. La única razón por la que he traído a este puto de quinta es porque mi hermano ha traído al puto de sexta de Cato, y no voy a dejar que mi hermano me gane!!! – patalea como niño pequeño.

-Ya veo… - Grace me mira con pena. Luego bebe un sorbo de su refresco de cola arqueando elegantemente el dedo meñique sobre el vaso de plástico.

—Elliot ha decidido irse con Kate y su familia a Barbados una semana. - me dice amablemente papi Gay. – El tiempo necesario para que la mansión en Los Hamptons que les ha comprado quede terminada.

Miro a Cato y él sonríe, con los ojos brillantés y muy abiertos. Está encantadó con su anillo de diamantes de Tiffany’s.

-¡Catalino Caravaca, muestra algo de dignidad! ¡Me voy a Georgia con mi madre!

-¡Tu no vas a ningún lado! – Christian me pega con una hamburguesa - ¡Tú me perteneces, entiendes?! ¡Me perteneces!

Me ahorca cariñosamente con las manos llenas de mayonesa. ¡Ah! Nada como la asfixiofilia en público para demostrar cuanto nos amamos.  Me pongo azul de amor.

-¿Mas coca cola, papi chulo? – Mia se vacía una botella entre las tetas. El señor Gay padre chupa.

Cato sonríe, con un brillo perverso en los ojos.

—¿Qué tal si nos vemos el viernes de putas, Mia?

-¡Por supuesto Cato! Que agradable sorpresa, no creí que te gustaran las mujeres.

-Ay no tontita, de putas tu y yo. ¡Jojojojojo! – ríen 5 veces exactas y chocan las manos.

-Cof,cof,cof. – contribuyo a la conversación y sacó la saliva de mis pulmones: multifuncional, ¿veis?

La velada prosigue tan interesante, sofisticada, intelecualmente estimulante y guay de la muerte por páginas y páginas. Creo que por otro capítulo completo. Aunque estemos lado a lado le envío emails cariñosos a Gay. Su familia me hace sentir querido y bienvenido. Se nota que les agrado más que Cato. Por eso al terminar él se lo llevan de fiesta  en la limusina y a mi me dejan 5 pesos para que coja el tranvía al día siguiente y llegue a casa. A casa de Gay.

 

Cambio y fuera.

Notas finales:

Habrá capitulo mañana! :D

Nos acercamos al final de nuestra parodia.


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