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50 sombras de Gay por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Este capitulo y su credito correspondiente fue escrito por Lenayuri, cuyo perfil enlazo, http://www.fanfiction.net/u/2238786/ y por supuesto tmb esta publicado aqui con permiso suyo.

"-Digo que soy todo tuyo, Anastasio Steele, y que hay tres cosas de las que estoy completamente seguro: primero, eres un mejor amo que yo; dos, una parte de mi se muere por romperte la cara por lo que me hiciste y tres, soy totalmente Palacio, no perdón, estoy total y perdidamente a tus pies– y dale con los pies."

Nota previa: A expensas del trauma psicológico que el libro original ha causado en nosotras, creo que a partir de ahora es justo decir que necesitamos un psiquiatra – o algo parecido –. Espero les agrade este capítulo. Tomen en cuenta que no estoy especializada ni familiarizada con el BDSM, el Amo/Esclavo ni nada de eso; todo lo que coloco aquí son meras estupideces mías alimentadas por el ente del mal llamado Tumblr. La escena de sexo la cambié por completo, no iba a leer esa cosa vomitiva, en serio. (Terminé leyéndola, al fin y al cabo. ¡Ah! ¡Mis ojos!)

Capítulo 5

Y entonces, el grande, imponente, sabroso, estás-para-comerte, adonis cuerpo que ejemplifica la perfección andante, de esa que ni Miguel Ángel pudo haber esculpido mejor – oh, sí, es que veo mucho Nat Geo y soy culto hasta la punta del dedo gordo – sale de la bañera, o piscina, lo que gusten y manden y me dejó ver toda la perfección perfecta de ese cuerpo de ensueño y perfecto. Sí, sé que uso mucho la palabra perfección pero ¿con qué otra palabra puedo referirme a él? Si está como quiere el condenado.

Aparentemente mi pikachu interior tenía un botón de regeneración, oh, pobre de él. Creo que él va a ejemplificar las mil y un formas de morir que una vez vi en la TV, tal vez invente unas mil más. Pero mi pikachu interior deja de intentar suicidarse con una motosierra que acabo de imaginarle y se queda boquiabierto ante la perfección de la cosa – no, no es polla, ni pene, es cosa, recuerden que soy un mojigato que acaba de salir del convento – pero no babea como muchos creerían, sino que vomita. Oh, pobre de mi pikachu interior… si supiera que yo quiero seguir sus pasos. Pero no, porque Gay es hermoso, es perfecto y yo soy un idiota.

Se gira y se envuelve en una toalla, de esas chiquitas que son para secarse las manos, sí, de esas que no te tapan nada y más parecen la parte delantera de un taparrabo; se gira y saca de no-sé-dónde una toalla que más parece un edredón y lo coloca a mi alrededor – Gay es tan romántico, si hasta creo que ya no me siento un imbécil que acaba de vender su trasero por nada… oh, cierto ¡tengo un auto! O espero aún tenerlo – pero no es suficiente porque me abraza y me sofoca, como uno de esos calamares gigantes que agarran con sus fuertes tentáculos a su presa hasta asfixiarla y luego se la comen, o ya muy perdidos, como Anaconda, de la película del mismo nombre.

Me besa sofocantemente, como si quisiera llegar a China desde mi boca y su lengua se parece a Indiana Jones en la búsqueda del arca perdida, cuando se mete a cualquier recóndito lugar y rebusca y rebusca; así se siente su lengua. Y si no estuviera tan idiotizado, perdón, enamorado de él, pensaría que es asqueroso, pero no, no pienso eso porque soy idiota, y porque creo que entiendo sus acciones: ¡me está premiando! Como a los perros a los que les das una galleta cuando van a traer el periódico y lo regresan intacto y sin baba. ¿Será acaso por la mama – no, perdón, por la felación que le hice? ¿Qué?

-Ano, di sí – susurra, después de dejar de besarme, sostenerme la cara con ambas manos y apachurrarme las mejillas como si fuese un pescado, sí, con todo y la boca en pucherito.

Frunzo el ceño, frunzo el culo, frunzo la boca, frunzo hasta los dedos de los pies porque soy imbécil y no entiendo la bipolaridad de Gay.

-¿A qué? – mi pikachu interior da de saltos, feliz, porque es la primera pregunta coherente que he dicho en lo que llevamos de capítulos.

-A los sacrifi- a ser mío. Por favor, Ano. – susurra con los ojos de acuosos de vaquita bodeguera a punto de ser llevada al matadero, de esas que te dicen ‘no me dejes’ y vas y las dejas, porque saben rico y con ensalada saben mejor. Y mientras estoy pensando en vaquitas y cerditos en matadero, Gay me besa, dulcemente, apasionadamente, con lengua, sin lengua, con manos, como pulpo, con baba y sin baba, hasta creo que me ha tocado la cosa que tengo en medio de la garganta. Luego se aleja y se me queda mirando como niño idiota que no sabe si está viendo un dulce, un juguete o un animalito que quiere llevarse a casa, y como no respondo porque sigo pensando en patitos y conejitos, me lleva de la mano hasta su habitación, soy une gelatina, lo sigo como si estuviese dopado con algún fármaco de marca dudosa, incluso creo que pudo haber puesto algo en su cosa, algo así como el Rufilin, Rufis para los amigos. Porque realmente estoy como idiota.

-¿Confías en mi? – no, bueno, con lo imbécil y dopado que estoy, podría decirle que tiene mi autorización para sacarme los órganos internos y venderlos en el mercado negro, pero como mi capacidad para abrir la boca y hablar y desentumir mi lengua ha sido reducida a nada, asiento como perrito enfarolado en la madrugada, con los ojos abiertos, estremeciéndome como gelatina Jell-o. ¿Qué no me irá a hacer ahora? Algo parecido a un zumbido eléctrico zumba detrás de mí. ¡No me digan! ¡Compró el nuevo vibradator 3000, con cambios de velocidades manual y automático, ese que aumenta el placer en un 500% o te devuelven tu dinero! No, si ya decía yo, que con Gay sólo calidad y no mamadas – perdón, felaciones.

-Buen chico – de acuerdo, eso nuevamente sonó a que soy un perro que ha hecho algo bueno. Bien, me siento halagado, conmovido, enamorado, frunzo el culo por la anticipación, mi pikachu interior ha intentado el harakiri de nuevo, pero ahora con un alfiler que le imaginé.

Se acerca a su armario y saca una corbata negra con palmeritas en él, la arroja detrás suyo; saca una con tarros de cerveza en él, también la arroja; saca unas diez corbatas más hasta que encuentra la que aparentemente es su favorita, porque la toma con sus grandes manos que parecen manoplas de beisbol, la huele, la revisa y se acerca de nuevo a mí. –Pon tus manos juntas en frente tuyo – ordena mientras jala mi edredón ¡mi edredón! Y lo tira al piso.

Lo hago, como si me hubiese ordenado ir por mis calzones a la lavandería, toma la corbata y comienza a hacer movimientos extraños con mis muñecas. ¡Oigan, puedo identificarlos! Sí, claro, los recuerdo de mi época como niño bien portado que fue a los exploradores: ¡ese es un nudo de ocho doble! ¡Y ese es un nudo de ocho simple! ¡Hey, ese es un nudo siete y medio! ¡Ese es un nudo guía! ¡Y ese es el que más me gusta, el nudo mariposa! Bueno, en lo que se decide a cuál nudo dejarme, pienso que todo Gay es perfecto. Oh, qué dicha la mía al tener a un maniaco psicópata pervertido sexual a mis pies ¿o yo estaba a los suyos? Bueno, luego reviso el contrato… ¡esperen! ¿Cuándo lo firmé? ¡Y por fin! Se decide por un nudo ciego, de esos que haces al fregadazo, casi con los ojos cerrados –como todo un buen marinero, no, perdón, niño explorador.

-Falta algo… falta algo…- dice mientras se mueve hacia su mesita de noche y saca ¡oh, mierda santa! Saca unas ligas para cabello de color rosa mexicano, de ese friégame la pupila y me las pone en el cabello –Te ves más joven con estas – oh, sí, su pedófilo interior ha de estar bailando feliz (Esto… esto es enfermizo. NO a la pedofilia, por favor.) mientras me muevo, por primera vez en minutos u horas hacia atrás hasta topar con la cama y es que su cara es de psicópata, diría que está llena de deseo, pero es pura mentira. Gay es un megalómano que quiere mi tesorito y lo peor de todo es que no puedo evitar mirar su rostro maniático.

-Oh, Anastasio ¿qué te haré? – susurra mientras me arroja a la cama, acostándose a mi lado, poniéndome en posición como si me fuese a colgar en un gancho y exponerme como piñata –mantén las manos arriba, no las muevas ¿entiendes? – sus ojos arden y me quedo sin aliento, no por él, es mi asma… o mi neumonía ¡ya no recuerdo! Este no es el hombre que me vendieron al principio, ¿qué pasó con mi millonetas Gay? ¿Ese que me regalaba cosas y me fruncía el ceño y se le movía el peluquín? ¡Pi! ¡Pi! ¡Pika-pi! No pikachu, no te entiendo, haber, deja pongo el traductor ¡Idiota! ¡Pues qué esperabas! ¡Corre cabrón, corre! Ah, mi pikachu interior siempre tan sabio.

-Respóndeme – exige, aunque no estoy muy seguro de eso porque no usa signos de exclamación. Bueno, usa voz suave ¿así o más contradictorio? Ya me recuerda a la comparación del director ese de la escuela de magia del niño con una cicatriz en forma de estrella… no, era un rayo, bueno, es que lo estaba comentando Cato… ya, estoy idiota.

-No moveré mis manos – no, bueno, es que esto reafirma la hombría de Gay, definitivamente.

-Buen chico – ¿tendrá alguna fascinación con los perros? Y lame su labio lentamente, como esos pervertidos que hay en las calles, de esos que te encuentras en el transporte y se van masturbando en la parte de atrás sin que los notes ¡y cómo amo esa lengua! Si casi se parece a la del personaje pálido, la serpiente, ese el de los dibujitos chinos, no, asiáticos, del niño rubio con bigotes de gato ¡si han de ser de la misma familia o ‘basado en’! Creo que si la estupidez es contagiosa, la bipolaridad también, si hasta hace unos párrafos atrás estaba aterrado de Gay ¡y ahora vuelvo a amarlo! No bueno, necesito terapia. Pero Gay se inclina y me da un beso limpio, sin baba, sin lengua, de esos que le das a tu abuelita cuando te obligan a saludarla de beso en la mejilla a los seis años. Ugh. Las arrugas. ¡Y las pellizcadas de cachete!

-Te voy a besar por completo, señorito Steele – dice y toma mi barbilla alzándola, dándole acceso a mi garganta. ¿Qué quiere? ¿¡Meterme la mano acaso!? Se me frunce el intestino de solo pensarlo. Ah, no, perdonen mis fantasías, sólo besa mi garganta… ya saben, morder la manzana de Adán es tan erótico como comerse la mugrita de los pies. Mi cuerpo es un pirujo, porque yo soy casto, pero mi cuerpo está caliente como boiler listo para que te metas a disfrutar el agua caliente, el agua ha abierto mis poros y ¡madre santa! ¡Olvidé ponerme mis cremas anti celulitis, anti piel de naranja, anti puntos negros y toda la sarta de cremas que me compré en los infomerciales! Pero mi cabeza de arriba deja de pensar porque la cabeza de abajo comienza a despertar. Mierda.

Quiero tocarlo y me muevo como pez recién pescado, con movimientos nada agraciados y torpes, como un magikarp fuera del agua. Gay se levanta y hace soniditos extraños. Oh, creo que esos los hace mi madre cada que le digo que me gustan los chicos peludos y ni las chicas depiladas. Madres.

Vuelve a colocar mis manos encima de mi cabeza. ¡EL MUY HIJO DE- su queridísima madre no me deja tocarlo! No, si esto no se quedará sin venganza. Lo juro o me dejo de llamar Ano… ah, que ese no es mi nombre… bueno, ¡como me llame!

Toma mi barbilla de nuevo y comienza con la tortura. ¡Maldito bastardo! Oh, pero por mi nombre – sea cual sea – que esto no se quedará así, Gay, para nada.

Frunzo el ceño, la boca, el culo, los dedos de los pies ¡hasta los vellos de mis testículos! Y cuando siento que se va dirigiendo hacia el sur, hacia mi cosa, ¡levanto fuertemente la rodilla para golpearle su cara perfecta y llena de bótox! Gay gime y cae de culo, su nariz sangra, seguro le he roto el tabique y algunos tabicones también, creo que unos dientes quedaron regados por la alfombra, oh ¿de dónde salió la alfombra?

Gay me mira con el ceño fruncido, estoy hasta la madre de eso.

Me siento en la orilla de la cama y cruzo las piernas como si fuese una señorita de clase alta, sólo que no presiono tanto porque mi cosa se aplasta, y para asombro del millonetas de mi amo, me desato el nudo ciego.

-Querido, necesitas más práctica en tus nudos, son de nivel cero de los niños exploradores, y yo soy nivel 50 – claro, era mentira, sólo me sabía ese nudo, pero él no lo sabía. Gay intentó levantarse, pero mi pikachu interior se ha puesto ya su cinturón negro en karate-mu thai-tae kwon do y madre y media que aprendió en esos libros de ‘aprenda a defenderse en tres pasos’ y yo estoy más puesto que un calcetín en casillero de estadio de futbol –ni lo intentes, Gay, hoy… hoy yo te enseñaré lo que es un buen sexo, y no niñerías como las anteriores – Gay abre los ojos, ahora él es el perrito enfarolado, me excita, me emociona, se me frunce la cosa por la anticipación.

Lo llamo con un dedo para que se levante, aún le sangra la nariz. Me levanto y le indico la cama y como buen cachorrito me hace caso, sonrío y mi pikachu interior sonríe – o algo así – y rodeo la cama.

-Veamos, señor Gay, porque no eres señorito eso es obvio. ¿Dónde guarda sus juguetitos? – obedientemente me señala una parte a lado de su clóset y asiento con una sonrisa socarrona –Bien, bien… pero antes de eso – me acerco y tomo una de sus manos, la paso por detrás de uno de los barrotes de la cama y la junto con su otra mano. Sus muñecas quedan juntas y con la corbata de imitación seda le hago un verdadero nudo ciego. –Para que aprendas a hacer un nudo decente – no por nada me llamaban el ciego impenetrable, no perdón, el nudo ciego impenetrable.

Voy a la puerta indicada y me encuentro con una… diminuta gama de juguetitos sexuales. Uff... creo que aquella revista para caballeros tenía más acción que esto, de verdad. ¡Y se supone que yo soy el virgen! Pft. Si hasta yo sé que esas cosas son arcaicas y medievales; ya me imagino, seguramente ha de tener un potro o una dama de hierro escondidas por ahí – no que lo dude.

Saco una fusta y unas corbatas más – no, mejor unas medias ¿por qué él tiene unas…? No, no quiero imaginarlo. Con las medias amarro sus piernas a la cama, no me vaya a patear como yo le hice antes, Gay queda en posición ‘Y’ invertida. Oh, lo que diera por una cámara.

-¿No tienes una cámara por aquí, o sí? – me mira y si las miradas mataran…

-¡Esto no fue parte del contrato! – me grita. Oh, miren ¡por fin usa los signos de admiración como se debe!

-Oh, ¿quieres saber un secretito? – me acerco hasta su oído y susurro –Nunca firmé nada – y me alejo antes de que me suelte una mordida. No, bueno, si Gay me salió hasta caníbal. -¿Qué pensabas hacerme? ¿Devolverme el favorcito? ¿Volverme a meter tu pulgar con el hongo onicomicosis como pariente? No, gracias. Mejores cosas he imaginado que me meten y un pulgar lleno de bichitos raros no es una de ellas. Ahora, ¿en qué estábamos? ¡Ah, sí!

Me acerco de nuevo y observo su flácido miembro. Ugh, flacidez andando. A mí me dijeron que un millonario, sex symbol, casi-casi un Dios debía tener su cosa siempre firme, y la suya… no, no me convence.

-¿Sabes? Hay tratamientos para la flacidez y disfunción eréctil, eh. Por si te interesa, tengo una prima que se especializa en eso, digo. – Gay me fulmina con el entrecejo, ya no con los ojos, el entrecejo es más pro, y creo que de tanto que me mira me va a dar algo en el cerebro. Ah, lo amo.

Mi pikachu interior cae al puro estilo de las caricaturas. Sí, así de gracioso.

Agarro de nuevo la fusta, esa que había olvidado en algún punto de mi conversación con Gay y mágicamente regresó a mi mano y la muevo como si fuese un abanico, me golpeo la nariz accidentalmente y maldigo a Gay. Bueno, ¿a quién más iba a maldecir?

Pienso, junto con mi pikachu interior, cuáles cosas debería hacerle a Gay. ¿Acaso serán aquellas cosas que leí una vez en la revista porno de mi primo? ¿O algo de aquellos libritos raros llamados ‘Vaqueritos’ que siempre había en los baños públicos de la universidad? ¿O tal vez algo de aquel programa de cocina a las tres de la madrugada? No, eso no… necesito un pollo y no vi ninguno en el refrigerador, y un pescado no funciona. Mierda.

-Oh Gay ¿qué te haré? – lo cito y se estremece, frunce el culo ¡lo vi! Ahora puedo presumir que pude hacer que el gran Gay frunció el culo por mí. ¡Toma esto, Edward-brillitos-Cullen! Oh, esperen ¿qué tenía que ver él –? Mierda, desvaríe de nuevo. –Gay, recuerda, no puedes moverte. Si te mueves, hay tabla.

Comienzo por su pecho – ni loco me acerco a su boca, capaz le salen los genes piraña y me muerde – chupo, muerdo y mastico… como en el comercial, aunque al final decido no masticar, no me va el canibalismo. Muerdo fuerte y él aprieta todo para no gemir, oh, pobrecito. Vuelvo a morder y ésta vez se mueve. –Hey, ¿qué dijimos sobre moverte? ¡Castigo!– y un fustazo fue a parar a su muslo. No sé quién se emocionó más con esto, si él, yo, mi pikachu interior o la fusta. Creo que la maldita está bailando ‘El Garrote’ con todo y cartoncito de cerveza. Maldita fusta. Pero sigo mi inspección y semi-canibalismo y me dirijo hacia su ombligo, el cual espero, de verdad, se haya lavado anteriormente, no quiero saber que le pasa como a mí y llevarme la sorpresa de que tiene toda una civilización en él. Por suerte, no hay civilización, pero ni loco meto la lengua ahí.

Sigo mi camino hacia el sur – como si hubiese otra cosa interesante al norte, sí, es sarcasmo – y llego hasta el flácido mini Gay. Lo saludo, le doy mis condolencias por tener un dueño tan megalómano y le doy los buenos días. Responde afirmativamente al elevarse un poco, feliz. Yo soy feliz, mi pikachu interior es feliz, la fusta es feliz ¡bailemos la macarena! Oh, Gay no es feliz. Mierda santa, la macarena tendrá que esperar.

Acerco una silla hasta quedar frente a él y me siento, como cualquier persona normal haría con una silla – de dónde salió, no sé, no me importa, no es relevante, es una silla mágica y punto – y con mi pie comienzo a sobarlo.

-¿Te gustan los pies, cierto?– gime pero no se mueve, sabe que tendrá fustazo si se mueve. –Tomaré eso como un sí.

Mi dedito con problema de uñas comienza un vaivén entre su miembro lleno de pelo, ugh, debo enseñarle a usar un rastrillo. ¿Qué no ve que yo estoy depilado por la técnica de láser? Cielos, todo tengo que enseñarle yo. Y pensar que yo soy el virgen. Virgen mis… y volviendo a mis pies… Gay se estremece y mueve las caderas en busca de más contacto.

-Te lo advertí– y otro fustazo es dado a su pierna derecha. Si hasta pensaría que lo hace apropósito. Gime de nuevo y se retuerce como una lombriz cuando la sacas de la tierra… ah, recuerdo mi infancia cuando partía esas lombrices a la mitad… pero olvídense de eso ¡castigo! Y otro fustazo fue a parar a su pierna izquierda. –Cualquiera diría que te gusta esto, señor Gay– sí, claro, le hablo informal y formal al mismo tiempo. Bueno, él comenzó.

¡Oh, miren! Aww, ¡cosita! Su miembro ya se puso erecto, feliz y campante por tanto golpe. Sabrá su santa madre lo que le gusta a éste hombre. Pero no, que ni crea que me voy a montar en él. Si esta es mi venganza, luego… luego busco cómo zafarme de sus garras… aunque pensándolo bien… no, nada.

Voy al clóset de nuevo y saco algo que me había llamado la atención desde el principio: ¡el vibradator 3000! Si yo sabía, lo presentía en mis entrañas. Bueno, a probar este bebé.

-Vamos, nene– la palabra me prende como no tienen idea, si bueno, soy de la vieja escuela ¿qué esperaban? Me crié con películas tipo Vaselina y Cabaret – vamos a probar esto.

Encender el vibradator fue todo un espectáculo. ¡Esa cosa se movía cual suculenta salchicha! Si hasta parecía viva la condenada. Pero no era momento de ponerse a babear, era la hora de enseñarle a Gay todo lo que uno puede llegar a aprender del fanfiction y de esas páginas extrañas como Tumblr. Si la ultra-súper-potente Mac de Cato hablara… uf, ni pensar lo que contaría.

Así que para mayor comodidad de Gay, decido tomar una buena cantidad de lubricante – yo sí soy un caballero – y meto mi dedo índice, como enseñan los libros de etiqueta, comenzando a dilatarlo de la manera en la que yo, un señorito de renombre, esperaba que un caballero como él hiciera, pero no, oh decepción. Y Gay se retuerce, como babosa a la que le pusiste sal encima, y gime y gime… y vuelve a gemir.

Me acerco y huelo un poco de su hombría, mala idea. Creo que Gay necesita una clase súper urgente de higiene personal. Su cosa huele a pescado, ¡como si no se lo hubiera lavado bien en días! Ugh, esto le quita el lívido a cualquiera.

-¿Sabes cuán intoxicante hueles? – y es verdad, si hasta creo que su olor podrían usarlo como arma biológica o algo parecido. Seguro que los terroristas me dan una buena suma de dinero por él. Mi cara contiene una arcada, todo sea por enseñarle lo que es bueno.

No, ni madres. Yo no acerco mi cara a esa cosa.

Me pongo un tapabocas, que curiosamente estaba a mi alcance y prosigo con el ensanchamiento de la parte trasera de Gay, alias, trasero. Meto, saco, meto, saco y Gay se retuerce bajo mis dedos. ¡Oh, qué divertido! De haber sabido lo que era, desde hace tiempo hubiese buscado un pasivo. No, bueno, si yo nací para ser activo, definitivamente. ¡Miren a Gay! Cual gatito después de comer. Hasta ronronea el multimillonetas.

Rayos, ahora sí quiero la cámara. Igual y me pagarían muy bien en esas revistas de nota roja, o ya de perdida en el Alarma.

-Ano…- escucho en la lejanía. ¡Oh, Gay volvió a hablar! ¡Es un milagro!

-¿Dime? – y justo aquí, meto otro dedo… oh, miren… ya van tres y no me di cuenta.

-Por… por favor…- suelta sin querer queriendo, algo así como ‘no te estoy rogando, los machos multimillonetas no suplican por más’.

-¿Por favor, qué? – le pico más, como si no supiera a lo que se refiere.

-Ya…

-¿Ya qué? ¿Ya ‘me detengo’? ¿Ya ‘déjame? ¿Ya ‘están los frijoles’? – juego con mis dedos a ‘tengo manita, no tengo manita…’

-Ano… – gime más alto, o algo parecido, no estaba poniéndole atención.

-Me gusta cuando me ruegas, Gay. – bien, no era muy cierto, es la primera vez que me ruega, pero se escucha in.

Gay se mueve de nuevo y creo que ya está listo para el vibradator 3000. Dichoso él. Se me está haciendo agua el culo, mi pikachu interior se relame los labios inexistentes porque quiere probarlo, pero no, no es su turno. Ya luego le compro una maraca o algo.

Gay recibe el vibradator como una virgen su primer dildo – o eso me dijo Cato – con lagrimita en los ojos y todo. Oh, ternurita.

Dejo el vibradator que haga todo el trabajo mientras yo bajo a prepararme un sándwich. Ahora que recuerdo ¿cómo no se ha quemado la casa? Dejé la estufa encendida y nunca la apagué. Bueno, no es mi casa de todas maneras.

Me hago mi sándwich, agarro una cerveza del refrigerador, enciendo la TV y hay un partido de americano en curso. Ay, si vieran cómo me ponen los jugadores de americano. ¡Esa fue mano! Ah, no… no es soccer. Y cuando termina, decido que ya es hora de ir a ver a Gay, pero ¡competencia de natación salvaje aparece! Y decido quedarme.

Uh, trajes de baño.

¿Por qué estoy con Gay en lugar de buscarme algo mejor? Ah, sí. Porque soy idiota y esto se parece al libro original y debo  minimizarme como persona al estar con el sociópata, celópata y todo lo que termine en –pata de Gay.

Tres horas después, luego de una competencia de esgrima y de equitación…

-Uy, papi… si me montaras como montas al caballo… – digo mientras me muerdo el labio. Pero ahora sí es con un propósito. Uf, son tan sexys. Oh, cierto… dejé a mi sexy calentando el horno. Ops.

Y cuando subo… ops… creo que el vibradator 3000 fue demasiado para Gay.

-Pero mira el batidillo que has hecho, Gay– regaño con una mano en la cintura y la otra en pose ‘dedito’ de un lado a otro, tal cual mi madre hace cuando me encuentra revistas porno gay cuando entra sin avisar y sin permiso a mi habitación.

-Tsk, tsk, tsk… ha sido un niño muy malo, Gay– me acerco para quitarle el vibradator – veo que te divertiste– le digo mientras desamarro las medias de sus pies, luego voy con sus manos y sin esperar nada más, me abraza, embarrándome de toda su cosa en mi costado, murmurando cosas incomprensibles en mi oído. -¿Qué cosas dices?

-Digo que soy todo tuyo, Anastasio Steele, y que hay tres cosas de las que estoy completamente seguro: primero, eres un mejor amo que yo; dos, una parte de mi se muere por romperte la cara por lo que me hiciste y tres, soy totalmente Palacio, no perdón, estoy total y perdidamente a tus pies– y dale con los pies. Bueno, al menos es un comienzo.

-¿Ves cuán bueno soy si me dejas? Tsk, no sé de dónde aprendiste a hacer esas cosas, Gay, pero ya ves, yo salí mejor ¡y soy virgen! O era… hasta hace unas horas– me alejo ligeramente de la cosa que aún le escurre por el vientre y prosigo –entonces, ¿quién se entrega a quién?

Pero antes de que me conteste, porque estoy seguro de que me lo pedirá a mí, escuchamos voces fuera del dormitorio. ¿Qué no eran a prueba de ruidos? Tsk, otro timo.

-Pero quedó de ir y ayudarme con los arreglos del vestido. ¡Iba a ser mi maniquí!

-Señora Gay, por favor.

-Panfilo, no puedes alejarme de mi maniquí, digo, de mi hijo.

-Señora Gay, él no… no está solo.

-¿Qué? ¿Y ahora con quién está? No me digas que con el tipo del 503, es horrible ¿has visto cómo viste? Uf, no. Ya me lo imagino, comprando en la Barata de fin de año o de temporada.

-No, no es él… es…

-Oh, ¿alguien nuevo? – el sarcasmo podía cortarse con un cuchillo de mantequilla, de esos sin filo y que joden mucho – Mmm… ¡nada del otro mundo!

El señor Gay se aleja de mi, parpadea de nuevo como perrito en carretera a las tres de la madrugada, con los ojos como platos de porcelana china, con la misma mirada que yo puse cuando me enteré de que no me vendría la regla.

-Mierda, es mi madre.

Me alejo de golpe ¡aún no estoy preparado para conocer a la señora Gay! Si ya me la imagino, toda una dominatrix, con traje de cuero, fustas y tacón de aguja imposible de caminar.

-Ano, necesitamos vestirnos… quiero que conozcas a mi madre– sonríe e intenta tomar mi muñeca –¿Ano?

-No, nada, no quiero. – me cruzo de brazos y le doy la espalda.

-Ano, no puedes ser tan berrinchudo. Ven aquí, anda. – dice, como si me fuera a vender por eso.

-No, ven por mí, si quieres.

-Si eso quieres. – suelta divertido, y luego escucho un golpe seco, volteo a verlo y no puedo evitar reírme de la situación. –¿De qué te ríes?

Oh, cosa hermosa. Se cayó por el cansancio que el vibradator le causó. Bueno, mejor para mí. Tomo una camisa de su clóset y se la lanzo, tomo otra y me la pongo.

-Nos vemos después, Gay – le lanzo un beso con la mano y me retiro por la puerta del baño, esa que daba a otra habitación, por ende, a la puerta delantera.

¿Seré tan malvado en dejarlo en esa posición, con su madre a unos cuantos minutos de verlo? Mmm… eso, eso lo decidirá la siguiente, Lena ya no puede contener la risa.

Sólo esperemos… que la siguiente no decida que todo esto fue un sueño, alucinación o efecto secundario de las drogas que le inyectaron a Ano en previas ocasiones… recuerden, Rufilin.

 

 

Nota: Ay, qué horror. Ya no puse completo el Lemon pero, se dan a la idea. La sátira y el humor negro no es mi fuerte, lo mío es el Angst y el Fluff. Puedo asesinar personajes a diestra y siniestra y hacerte enamorar de igual manera, pero… ugh, este libro me agobia. Se me frunce el… no, eso no.

 

Notas finales:

¡Si! Que lo pillen! Bueno, esa es mi sugerencia, le toca decidirlo a Lady Henry, quien nos deleitará con el siguiente capitulo.

Reitero mi agradecimento, primero,  a las talentosas autoras que han colaborado con este fic, dedicandole parte de su valioso tiempo y neuronas (que mueren de leer fragmentos del original) y por supuesto a todos aquellos que leen este flipe, por favor, si no han leido el original (que los hayan timado con el) no lo hagan, por el amor de Christian Dior no lo hagan. Sigan esta parodia o el susodicho blog. Hasta Hitler sabe que 50 sombras de Gray es una mierda:

http://www.youtube.com/watch?v=Wb1GJNIDsMU

Kiitos!


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