-Tenemos que mantener la distancia, de lo contrario nos atraparan… Si estamos dentro de su radio de seguridad. Eso, por supuesto, si están juntos.
-Maldición…-
-La impaciencia es algo que no debes sentir.-
-¡Eso ya lo sé!-
-¡No, no lo sabes! A causa de tu insensata persecución, esos dos están ahora en peligro. ¿Sabes acaso por qué se entregaron voluntariamente, Kurapika? ¡Si te descubren ahora, nadie podrá detener al Genei Ryodan!-
-…Lo lamento.-
Fue ese el momento en el que me di cuenta. Lo que sentía era mucho más de lo que aquellas dos palabras podían expresar. Gon estaba en peligro. Estaba bajo las garras de aquellos asesinos bastardos que podrían matarlo en una fracción de segundo si así lo quisieran. Gon estaba en peligro y había sido mi culpa. Cerré los ojos, intentando aliviar aquella opresión que había surgido repentinamente en mi pecho. El temor pronto superó la rabia, haciendo que esta última se esfumara casi por completo. No dejaría que otra persona valiosa desapareciera frente a mí. No volvería a perder a un amigo… En especial si se trataba de Gon.
_____________________________________________
Tuve un fuerte sentimiento de ira e impotencia mientras veía a la persona que más odiaba sobre la tierra alejarse como si nada. Di un par de pasos hacia adelante casi por inercia cuando mis ojos se toparon con otros de color almendra, llenos de felicidad y emoción. Aquellos ojos lograron que los míos volvieran a adquirir su color azul original y una pequeña sonrisa se marcó en mis labios. Mi corazón volvió a latir fuertemente por la felicidad y el alivio que sentía.
-¡Espera! ¡!Kurapika! ¿A dónde vas?- Escuché que Leorio gritaba desde atrás e inmediatamente me detuve y giré para mirarlo directamente.
-No te preocupes- Dije tras, mostrarle aquella tranquilizadora sonrisa y me eché a correr. Esta sonrisa que sólo esos ojos de color almendrado podían producir.
_____________________________________________
En cuanto fui capaz de abrir mis ojos, lo primero que pude ver fueron otros de color almendrado mirándome con preocupación.
-Al fin despiertas, Kurapika.- Celebró el chico que estaba junto a mí, con su habitual optimismo. Yo aun sentía un fuerte dolor de cabeza, sin embargo hice todo lo posible para reincorporarme.
-¿Qué hora es?- Pregunté algo preocupado. No podía darme el lujo de estar ahí acostado teniendo trabajo que hacer.
-Son las tres de la tarde- Contestó el menor con un gesto que hizo que me diera cuenta inmediatamente de que algo andaba mal.
-¿Cuántos días estuve dormido?- Pregunté a continuación, y al no recibir respuesta intenté ponerme de pie con rapidez, pero de inmediato sentí que algo me devolvía a mi lugar.
Gon se encontraba casi sobre mí, con los ojos ligeramente humedecidos y empujándome por los hombros para impedir así que me levantara. No pude hacer más que quedarme en esa posición, anonadado por la reacción inesperada del menor.
-Ya es suficiente, Kurapika- Murmuró el de cabello negro. –Necesitas descansar.- Exclamó haciendo que sonara más como una suplica. Por unos momentos, sentí que me perdía en la tierna e inocente mirada del menor, asintiendo sin poder evitarlo. Sabía que había un montón de cosas que debía hacer, pero ver a Gon tan preocupado por mí me partía el alma, y me hacía sentir tremendamente egoísta.
-Gon, yo…- No pude continuar hablando, ya que sin darme cuenta los labios del menor ya habían atrapado los míos en un inocente beso. El contacto se me hacía increíblemente agradable y sentí que una cálida sensación recorría todo mi cuerpo. Inmediatamente llevé mis brazos a su espalda y lo estreché contra mí, dejándome llevar totalmente por la necesidad que sentía en ese momento de aumentar el contacto. Me había vuelto loco… Esto estaba mal, pero en ese momento no me importaba.
_____________________________________________
Tenía que irme. Tenía que irme, y lo sabía, pero se me hacía increíblemente difícil. Un gran vacío se alojaba en mi corazón cada vez que me imaginaba la cara que pondría Gon cuando le dijera que partiría esa misma tarde, ya que mi jefe así lo había decidido. Había pasado los dos últimos días pensando en miles de formas de darle aquella noticia, pero cada una sonaba peor que la anterior. Era por eso que ahora me encontraba allí, en la estación junto a Senritsu y Leorio. No había sido capaz de mirarle a la cara por última vez, no después de todo lo que había ocurrido.
-Por favor, despídeme de Gon y Killua. En este momento están trabajando muy duro en su entrenamiento.- Le pedí a Leorio, sintiéndome bastante cobarde. Era una excusa. Una horrible excusa de mala calidad, pero no podía hacer otra cosa.
-Sí…- Hubo un pequeño silencio entre nosotros. -Cuídate, ¿Quieres?- Me pidió con cierta tristeza en su voz.
-Sí…- Le contesté dedicándole una última sonrisa para marcharme de una vez. Sentía que si seguía parado en aquella estación mi voluntad se quebraría, y eso era algo que no me podía permitir.
-Gon… Lo siento mucho.-