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Luces Intermitentes por J Bad

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Notas del capitulo:

 

 

Capítulo 4 de esta primer novela Homosexual que escribo, espero no ir tan mal. Y me divertiré con los personajes, muchas gracias. 

 

Para mayor información pueden contactarme en 

 

@ElNegroUsuario 

 

Twitter.

 


 


 


 


 


 


Después de esa tarde, no podía estar más tranquilo, Sooyoung había resultado ser la chica más simpática, alegre e inteligente que había conocido. Ella era completamente especial y me lo había dejado en claro después de que jugáramos “Call of Duty” en uno de los departamentos de juegos en aquella plaza a la que llegamos. Ella ganó. Sin duda, era especial.


 


 


            - LuHan – Me detuve antes de entrar a la recepción del edificio en el que ahora vivía.


 


-                ¿Qué haces aquí? –Murmuré en busca del rostro de SeHun. Estaba delicadamente recargado contra el mármol de la entrada, su rostro como siempre duro, acusador.


 


 


 


 


 Capítulo 4: Destello


 


 


 


 


 


            - Quiero disculparme.


 


            - ¿De verdad? – No dudé en preguntar, eso era lo que menos podía esperar. Definitivamente.


 


            - ¿Tan extraordinario es? – Su pregunta fue tan audaz y cínica que sólo negué.


 


            - Es irreal, eso es. – Mi coreano estaba mejorando, con ello mi seguridad y desfachatez, al menos con él, no tenía que aparentar rectitud como siempre lo hacía.


 


            - Pues créelo, ¿No me invitarás a pasar?  - Negué mentalmente, pero mi educación me lo impidió.


 


-                ¿Quieres hacerlo?


 


-                ¿Por qué no? –Al alejarse de la pared su sonrisa ya resplandecía entre sus


labios eran una cuasi corona de triunfo.


 


            - Tan victorioso te sientes, ¿No? – Bufé al instante en que se acercó a mi y claramente pude observar ese delicado asentir


 


Mientras subíamos por el elevador el ambiente no era tan tenso como solía serlo. Sería demasiado después de mirar ese rojo lugar en el mentón de SeHun, parecía fuerte. Nunca había imaginado que yo pudiera provocar eso. No me era posible imaginarlo.


 


            - Lamento eso. – Murmuré vertiendo la mirada entre las puntas de mis tenis azules.


 


            - Lamento haber sido tan estúpido – Si, su respuesta me sorprendió tanto que no me detuve a observarle por el hombro un par de segundos.


 


-                ¿A que has venido? – Pregunté cuando las puertas se abrieron y la entrada


 negra de madera se mostró, apenas un par de pasos y las llaves dejé en la cerradura.


 


            - Quería hablar contigo. – Respondió quedándose justo detrás. Su cuerpo era demasiado ligero pero imponente, aún me sorprendía lo torneado que podía ser, aún me ponía nervioso su mirada sobre mi. Cuando la puerta se abrió y el salón estaba con las luces apagadas, era claro que no había nadie en casa.


 


            - ¿Acerca de que? – Continué con mi camino como si aquella sola presencia no me pusiera ligeramente al borde de mi control. No sabía si correr o gritar,  realmente SeHun era una persona extraña, eso era simplemente claro.


 


            - Acerca de algunas cosas, ¿Dices que no hay nadie? – Por segundos la mirada de SeHun se sentía clavada en mi nuca, sentí aquello que no quería volver a vivir, ese movimiento en el estómago y la inseguridad palpable.


 


            - No, seguramente mi padre llegará mañana, tiene diferentes reuniones de trabajo y los demás, no se dónde puedan estar – La respuesta que no creí dar, había salido volando de mi boca, quería explicar todo con ese miedo patente. ¿Miedo? O ¿Excitación? .


 


            - Hm, tu casa esta muy bien – Esa voz grave que sentía cerca me hizo temblar con ligereza y no pude soportar el no encararle. No importaban sus ojos penetrantes o su rostro sin expresión.


 


            - Dime, ¿A qué has venido, SeHun? – Un ligero mohín se formó, aunque mis brazos se tensaron más de lo necesario al tenerle justo detrás, con la nariz casi tocando mi cuello, la más delicada y puntiaguda. - ¡Aléjate! – Chillé, eso no era un grito, simplemente un compreso de aire que había salido sin poder contenerse. Sus brazos me rodearon con una fuerza y seguridad que sólo ayudaron a que mi mente se desconectara.


 


            - LuHan, ¿No quieres hacerlo?, Nos divertiremos mucho. Tu y Yo. Tu y la ilusión de Kai –Susurró tan bajo y turbio que al verle a los ojos me detuve de cualquier acción, su cuerpo estaba tan tenso como el mío, su raciocinio volado por supuesto, yo estaba igual. Lo más extraño es que podía sentir su respiración a un ritmo desigual y su erección perforó ligeramente en mi abdomen. Era grande, más que lo que conocía de mi, sin duda.


 


            - SeHun, No, por favor –Negué aunque una gran parte de mi se comenzaba a viciar con sólo la idea de ser tocado por alguien más. Desde hacía tanto tiempo que había deseado eso. Ahora era posible. “Quiero a Kai” pensé cuando los labios tan finos y sutiles de SeHun se cerraron contra los míos. Mentiría si dijera que no me gustó ese sabor dulce que contrastaba con cualquier recuerdo, que no me gustó tener su cuerpo ciñéndome, envolviéndome, me sentía como nunca antes, sentía flotar mientras mi espalda se amoldaba a la pared a la cuál habíamos llegado ahora. Las luces de la entrada que yacían prendidas, daban esa sensación taciturna muy incitadora, todo a oscuras, ni un solo ruido. Claro, sólo el ruido que me gustó y vició, sus labios, su lengua jugando con la mía, su respiración entrecortada que terminó hundida y fundida con la mía que se encontraba reticente a seguir. No podía decir cuanto había pasado pero ese calor, el mismo que sentí en la bañera me invadió cual cohete. Detuve con ambas manos los besos que se inmiscuían sin descanso .- Detente –Susurré casi cansado por no poder respirar, pero mis labios, seguían vibrando, podía dibujar todos aquellos besos. – Detente ahora – Reiteré en una casi suplica, si seguía sólo un poco más, sabía no podría detenerle jamás. Mi erección apenas incitada me lo advertía.


 


            - LuHan, por favor. Déjame, déjame probarte sólo un poco. – Esa necesidad indulgente en el timbre de su voz, sus manos deslizándose sin permiso por el contorno de mis glúteos, su miembro agazapado contra mi cadera o sus ojos enturbiados, negros y seductores, no se. No se cual de todas estás razones pudo con mi juicio esa noche.


 


            ¿Qué pensábamos en ese entonces, SeHun?


 


            - SeHun – Gruñí sin perderle la mirada.- SeHun, yo – Sus labios colapsaron con los míos otra vez.-  Yo nunca –Una vez más.- SeHun –Murmuré algo perdido entre esas caricias que se habían acrecentado en mi piel.- Yo nunca, nunca lo he hecho. – Por primera vez, esa sonrisa no parecía tan burlona y esa mirada no parecía tan llena de ira.


 


            - ¿Crees que no lo sé?, lo se desde que te vi caminar al lado de Kai, ¿Vamos a tu habitación?, te prometo que no será malo. Nada de eso, nos veremos mañana, te veré con Kai, seremos extraños si deseas, déjame probarte un poco, tan sólo eso.


 


Yo se que es algo estúpido tratar de justificar por qué hice lo que hice. Es por eso que no haré nada por justificarlo, sus dedos se entrelazaron con los míos, él era el mejor actor que pude conocer hasta ahora. Su sonrisa cálida cuando llegamos a la habitación, mis piernas temblorosas, su cuerpo firme cuando volvió a envolverme al caer sobre la cama y mis manos inquietas sin saber dónde colocarse, sus besos intensos atravesando mi piel sin reparo, mis labios tambaleantes en alguno que otro gemido.


 


Apenas pude respirar después de un profundo beso como aquel que había terminado.


 


-                ¡LU HAN!


 


Y Lo supe en ese momento, no iba a ser esa noche, menos en ese momento. Se Hun y mis manos actuaron más rápido que mi consciente, podía haber jurado que ya no tenía pantalones, para mi sorpresa no era así, aún pude halarlos mágicamente hasta la cintura al recordar los llamados de mi padre.


 


            - Maldición – Escuché la voz grave y baja de mi compañero de noche. Maldije también pero corrí hacía la puerta en cuanto  pude tener un poco de razón en la cabeza. Baje mi camiseta y abroche el botón del pantalón antes de gritar hacía el pasillo ahora iluminado.


 


            - ¡¿Papá?! –Resonó mi voz y pronto la risa de mi padre en el fondo.- ¿Qué ocurre? – Cuestioné al llegar al borde de la escalera. Toda la casa estaba iluminada, las cortinas corridas y los ventanales dejaban que toda la ciudad fuera una invitada.


 


 


Si hubiese tenido más agallas en ese momento, le hubiera dicho a mi padre. “Estoy con un chico, podrías apresurarte”. Claro, en ese momento no tenía idea de lo que eso conllevaría a lo que ahora ocurría. Deje que el me observara curioso, sin embargo no dijo nada acerca de mi pronto aspecto acalorado.


 


-                ¿Has hecho ejercicio? –Preguntó con una de sus cejas claramente alzada. Negué de inmediato y baje un par de escalones.-


 


-                Sólo abdominales, creo que he subido de peso desde que llegué


 


Riendo mi padre sólo había negado y segundos después mostró la comida que había traído después del trabajo, papas fritas y un par de hamburguesas. Sonriente me disponía a bajar, pero claro, tenía a alguien pendiente en la habitación y sabía desde entonces, lo irritable que era cuando le hacían esperar, regresé después de decirle a mi padre que pronto lo acompañaría. Para mi sorpresa él ya se encontraba totalmente arreglado, impecable, incluso su cabello, no había ningún rastro de lo que habíamos tratado de hacer.


 


            -          Llegó, ¿Eh? –Cuestionó dejando que una exquisita sonrisa se ladeara en su rostro.


 


            -          Adivinaste –Me aventuré a decir, la verdad, no tenía ni idea de cómo actuar ahora frente a él.


 


            -          Hm, supongo que deberé utilizar medios extraños para escapar ¿No? –El rostro se me coloreo al darme cuenta por fin que no tenía idea de cómo saldríamos de ese sitio sin que mi padre lo viera. Me mordí el labio al bajar la mirada en busca de alguna solución, no me di cuenta que sus manos ya me estaban haciendo presa por la cadera.- Me gustó que podamos arreglar las cosas, más divertido de lo que pensé. – Y esa risa cómplice salió de nuestros labios. Quise callarle sin embargo sus cerezos rosas y cálidos volvían a tomar posesión sobre los míos, no pude hacer más que corresponder, pues esa forma en la cual sabía dar ese tipo de besos a pronta medida iba a terminar sorprendiéndome. - ¿Podemos jugar de nuevo? –Cuestionó y mi mirada paró en sus ojos oscuros y dubitativos. - ¿O no?


 


            -          Veámoslo después, ¿Vale?, por ahora debo decirte como salir de aquí – Él asintió atrapando su labio inferior entre los incisivos antes de soltarme. Al descubrir que mi padre se encontraba en la cocina, totalmente divertido entre canciones de unas décadas pasadas, me apresuré en recorrer el pasillo, halé a Se Hun por la muñeca y caminamos hasta las escaleras que guiaban a una puerta especial de la terraza, la cual siempre se encontraría abierta en primaveras y veranos, después de que un huerto construyéramos. – Vamos, ¡Sube! –Exclamé en un tono bajo y el sin reparo brincó un par de escalones para llegar a mi lado.- Mira, ese es el elevador, sólo debes esperarlo unos segundos, ¿Si?, nadie notará nada –Murmuré tan bajo como pude pues la adrenalina de que mi padre nos fuera a encontrar resonaba en cada parte de mi cuerpo. Sonriente me miró y su cuerpo que era un poco más grande que el mío pero casi igual de complexión se acercó hasta dejarme contra la pared a un costado de la puerta de cristal.-


 


            -          ¿Volveremos a jugar? – Y esa pregunta apareció tan seductora y grave que la piel se me erizó a través de la nuca. – te prometo que seremos más cuidadosos –Su aliento con olor a menta aturdió por segundos mi concentración, otra vez, ese cosquilleo en mi estómago, una vez más el nerviosismo en mis piernas. Sus labios chocaron contra los míos en un brusco movimiento y dejaron impregnados el calor y sabor atemporal de él. –Tomaré eso como un si.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Kim Jong In


 


 


Después de la segunda práctica de ese día, se encontraba más que cansado, quizás un poco de comida antes de hacer la rutina hubiese ayudado y no tendría que estar en la enfermería por segunda vez en la semana, con todo acerca del debut había olvidado por completo lo que era tener un horario fijo. Si su madre estuviera sólo un poco más atenta, le recordaría a cada segundo lo bueno que es tener una dieta equilibrada, dormir a sus horas y no sobrecargar de energía sus músculos. Pero una vez más, sus padres no se encontraban en el país.


 


            - No babo, no me importa si debías estar aquí a las cuatro, te estoy diciendo que debes de cuidarte. – La voz al costado de donde él se encontraba fue como pensó, destinada a ser escuchada.


 


En la otra cama una niña de cerca de los once estaba sentada al borde de las camillas y un chico de diecinueve le tomaba suavemente del hombro para acercarle a resguardar su pequeño cuerpo contra su pecho.


 


            - ¿Qué diría mamá si te viera así? – Siguió la voz imperiosa, que Kai hubiese reconocido si no hubiera tenido tanto miedo en correr la ventana y quedar como un acosador.


 


            - Mamá no está –Esa voz dulce pero ligeramente grave de una niña hizo que Kai por fin pusiera toda su atención en la plática.


 


            - Quizás ahora sólo se encuentra muy ocupada, Mimi. –La sonrisa de Kai apareció con ligereza y se extendió sutilmente por su rostro.


 


            - No, a ella no le importamos, Yeol. Siempre es lo mismo, nunca puede venir a verme cantar, nunca pude venir a verte bailar. Realmente creo que no me quiere. –Los ojos del que ahora sólo fungía como escuchador se abrieron un tanto, no sólo le sorprendía la forma de expresarse o la madurez que tenía esa pequeña, pues por su parte nunca había tenido el valor de decir algo como eso, aunque para estas alturas se le hacía indudable. Sino, que la persona que hablaba con tal calma y cariño era el mismo que muchas veces había visto en las salas de práctica o en los cubículos de canto. Su voz era tan grave y singular que se sorprendía de no haber comprendido antes que era el mismo. El chico que era retraído y sólo hablaba con dos personas en toda la compañía, aún así, el más adorado por las “fans” que prontamente tuvo.


 


No era mentira decir que las fans comenzaban desde ese momento, desde que apenas entrenaban, por su parte podía decir que había encontrado un par de chicas que le reconocían o que se sonrojaban al verlo, incluso que entablaban cortas pláticas en el metro de regreso a casa. Pero “Park ChanYeol”, nadie podía ganarle y es que su aspecto de chico malo era cual miel para abejas. Simplemente lo describiría como irresistible. Kai, se sorprendió del ardor que había sentido en sus mejillas, más aún de la ansiedad que se presentaba en la punta de sus pies.


 


            -          ¿Te sientes mejor? –Escuchó la voz de su entrenador, pronto tuvo que aparentar que no había estado atento en aquella platica.


 


            -          S-si, sólo estoy mareado –Murmuró con la garganta seca y el estómago revuelto a punto de rugir por el hambre que comenzaba.


 


            -          Kai, ¿Cuántas veces debo decirte eso? ¿No entiendes que si no comes tus energías no serán las suficientes?, ¿Crees que quiero decirle a la comitiva que no puedes presentarte en el debut, porque no tienes idea de cómo mantener tu salud bien? – Chan Yeol y Mimi, ya estaban al tanto de lo que ocurría con su vecino que se ocultaba tras una cortina celeste.


 


            -          ¡No!, ¡No hagas eso! ¡Por favor!, no fue mi intención yo, yo no lo recordé, Hyung-nim –Y fue así que el exaspero de Kai había hecho que sus compañeros de habitación se preocupasen, sólo un poco. Pues ambos sabían perfectamente bien de quien se trataba.


 


            -          Jong In, es la última vez que quiero que pase esto, por favor, me tienes preocupado, ¿Acaso no hicimos una dieta especial, horas especiales? ¿No te dije que podías venir conmigo si necesitabas ayuda en algo?


 


            -          Lo se, lo se – Y ese susurró se volvieron en sutiles lágrimas que le colmaron el rabillo del ojo. – Perdón Hyung, no quiero decepcionarlo. – Ambas manos llevó al rostro y con algo de rudeza como en todos sus ágiles movimientos ambos codos había resguardado en las rodillas para encontrar el apoyo suficiente.- Hyung, lo lamento.


 


            -          Vamos, no te pongas así, tu sabes que eres un hermano pequeño para mi y que si tienes problemas en algo, puedes decirme, estaré justo aquí para ti –Musitó en tono bajo que ni Chanyeol o Mimi pudieron comprender. - ¿Quieres ir a comer ahora? Ya ha sido suficiente trabajo para ti, por hoy.


 


Kai con esa sonrisa que podía paralizar a cualquiera sólo pudo asentir mientras le observaba con cariño, era aquel que consideraba cual familia, era imposible no reprimir su gusto por pasar un tiempo con él. Cuando se levantaron y cruzaron la puerta, Mimi quién había estado más atenta sólo pudo sonreír completamente.-


 


            -          Jong In Oppa, es el más guapo de todos los de su edad.- Susurró por lo bajo antes de recibir la mirada extrañada y el ceño fruncido de su hermano.


 


            -          ¿Eso crees?, Yo creo que es más guapo Baekhyun.- Si, desde que ChanYeol supo que su hermana era un tanto más madura que él en todos sentidos, dejo que toda su confianza recayera en esa pequeña persona que alegraba su vida y le daba un significado a todo lo que hacía.


 


            -          Pero tu no tienes tan buen gusto como yo –Respondió sin lugar a dudas su hermana y dejó que una sonrisa triunfal se apoderara de su pequeño y fino rostro. Fue entonces que Chanyeol decidió que estaba perfectamente bien de nueva cuenta.- Oppa, ¿Crees que le gusten las chicas? – Ese murmulló hizo que el mayor sólo riera y le soltara el hombro para poder observarle mejor al alejarse.-


 


            -          Si le gustan, espero que tu nunca lo sepas, estás muy pequeña aún para pensar en chicos mucho más grandes que tu. –Recriminó con esa sonrisa que sólo sabía otorgarle a la menor. –Anda, debemos ir a comer algo e ir a casa, ya es bastante tarde. ¿No tienes tarea del Colegio, necesitas ayuda?, ¿Qué quieres comer? Aunque no debes comer dulces hoy, ¿Mañana utilizas ese uniforme de deportes? Tendré que buscarlo.


 


Mimi sólo pudo sonreír ampliamente mientras acompañada de su hermano cruzaban sin reparo los pasillos de la compañía. No podía más que hacer eso cuando iba en compañía de su hermano, parecía una señora, peor aún, una madre que realmente nunca tuvo.


 


 


Jong In, sabía perfectamente que al llegar a casa no habría nadie allí. Nadie esperándole. Sin embargo si que había algo que podría entretenerle en el tiempo que pasaba en su cama, estaba completamente cansado pero deseaba más que nada liberar la tensión y relajarse hasta poder dormir, la única forma, pervertida y sucia como le hacía sentir. Era masturbándose y es que no era para nada nuevo aquello, simplemente se sentía totalmente hormonal y la persona más desviada cuando al tomar su computadora entre las piernas, lo primero que buscaba era la página de orgías homosexuales.


 


Hm, ¿Lo habíamos pasado por el momento?. Si, Aunque a Jong In le costase todavía entenderlo, no había nada que le calentara más que ver a un hombre ser sometido por todas las fases que hubiera. Y aunque el mismo se convenciera que no era gay, aún con sus novias, aún cuando lo ocultaba lo mejor que podía, aún cuando tenía sexo con ellas, si, algunas veces. Aún no lograba sentirse lleno y satisfecho. Tener que estar con la diestra paseando por el glande cada vez que esos gemidos y gritos ensordecedores le llenaban los oídos era fatídico, pero deleitarse cada vez que un chico casi de su edad era penetrado con rudeza, le parecía terrible. Sin embargo no dejaba eso de ponerle más caliente que nunca.


 


Mientras su cuerpo se relajaba contra la cama y buscaba a tientas uno de los pañuelos que se encontraban en la mesilla de noche, trató de no desviarse demasiado en ver todo aquello de la pantalla, diez minutos del video y tenía una fuerte erección, tenso como estaba, dolía un poco más de lo necesario y su único recuerdo vago y perdido fue el de esos ojos grande y figura un tanto desaliñada pero perfectamente bien detallada, Park ChanYeol, una vez más vagando en su subconsciente sin ánimos de salir de allí.


 


 


 


- ¡Yeol! –Exclamó  la pequeña Mimi que apenas salía del baño y se dirigía a él un tanto molesta y curiosa por lo que hacía el mayor. - ¿Qué vamos a comer? –Preguntó sin un ápice de ocultar esa arrogancia que le caracterizaba, razón por la cual su madre poco podía estar con su hija. Para Chan Yeol en cambió, era lo más lindo y tierno que podía haber, era su princesa después de todo.


 


            - Pues no lo se, ¿Quieres un Omelette? Eso planeaba hacer, con verduras y salsa de tomate –Respondió cuando sacaba las cosas de la manera más ordenada que podía del refrigerador.-


 


Mimi, conocía perfectamente lo cuidadoso que era su hermano y como en cada cosa que hacía, siempre debía ser el mejor y lo era.


 


            - Chan Yeol, ¿Puedes hacerme un poco a mi también? – Preguntó al acercarse a la cintura de su hermano para abrazarle suavemente por aquel lugar, escondió su rostro en el medio de la espalda de su hermano y dejó que suavemente un par de lágrimas salieran sin avisar, sin pedir permiso pronto las siguientes se escurrieron, luego de esas, muchas más que perdieron todo sentido cuando sus labios arrugó y continuó llorando, los sollozos perdidos se quedaban justo en la piel de su hermano quien seguía preparando aquella comida.


 


Algo que sabía perfectamente Chan Yeol era, “Déjala llorar”. Y así se repitió por todos los minutos que pasaron, no importaba cuanto fuese aquello, Chan Yeol se había prohibido llorar con ella o pensar demasiado en eso que hacía sollozar a su hermana de esa manera, suspiró suavemente cuando por fin había terminado y los pequeños brazos de la menor ya no estaban tan fuertemente apretados.


 


            - Vamos a la mesa – Dijo con voz tranquila al girar su cuerpo lo suficiente para tomar por los hombros a la menor y así la dirigió a una de las sillas que perfectamente confeccionada estaba y si algo tenía su madre era el buen estilo en el cual le encantaba gastar su dinero. - ¿Qué quieres de tomar? ¿Un poco de soda? ¿Eso estaría bien, no es así?


 


Mientras comían Mimi terminó por dormir apoyada en una de sus manos que había utilizado como estabilizador. Chan Yeol le tomó entre sus brazos y suavemente le alzó, impregnado de ternura como se encontraba en ese momento, pronto llegó al cuarto de su hermana y le dejó con toda tranquilidad dormir sobre aquella cama mullida que invitaba a no despertar nunca.


 


Después de dejar a Mimi en su habitación y haber limpiado cuanto pudo la cocina, sabía que al día siguiente llegarían las personas encargadas que más que simples “ayudantes” eran su padre y madre, Joo Shin era la única mujer además de Mimi que realmente podía amar, desde que tenía consciencia, ella había llegado a su hogar como una ama de llaves y ahora era su madre. Por el otro lado, Yiu Xi era quien fungía como padre de ambos, un par de años más grande que Joo Shin, había llegado como el encargado de todo aquello que pudiera descomponerse, de se chofer, más allá se había convertido en su consejero, en un guía y en quien le había enseñado todas las cosas que un hombre debía saber.


 


            Había estado golpeando el saco de boxeo que tenía en la habitación del sótano que utilizaba como gimnasio privado en las noches y en cuatro días de la semana con un entrenador privado de la empresa. Y aunque golpeara hasta que los huecos no pudieran ser más dibujados, esa tensión no se iba y esas ganas de golpear a todo lo conocido tampoco. Ver a su hermana llorar por una madre que nunca aparecería o esa vida que estaba siendo arrebatada le frustraba. Tomó su chaqueta y minutos después ya se encontraba recorriendo las calles de aquella parte de la ciudad que pronto se perdía en luces intermitentes, tiendas y escaparates llamativos. Siguió corriendo hasta que la gente se lo impidió y entonces lo encontró tomando un helado de frutas sentado justo al mitad de aquella plaza al aire libre. Kim Jong In, fue entonces cuando entendió a que se refería su hermana.

Notas finales:

¡Por favor! Dejen su opinión para poder seguir en contacto, gracias. 


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