Capítulo 6: Una hermosa mentira
¡Estoy comprometido con Antonie! Nunca me imaginé a mí así.
Si alguien me lo hubiera dicho nunca le habría creído.
El invierno estaba terminando, y yo estaba muy feliz. Ahora sabía que tenía a alguien que realmente me quería y yo le amaba como un loco.
Todo se estaba organizando para la boda, yo me dirigí a ese lugar cercano al bosque para ver a mis hermosos niños. Hace algo de tiempo que no los veía y realmente quería que fueran a la boda. No dejaría que sufrieran por nada del mundo ahora estaba seguro de que seriamos una gran familia, o algo así.
El sol estaba sobre mí, era un día fresco; últimamente estaba congelando el clima pero no este día, estaba fresco y levemente nublado. Llevaba un short blanco con encaje amarillo en la orilla, y una camisa de manga corta con un mismo encaje amarillo adornando sus orillas, mi cabello estaba suelto, había decidido dejarlo suelto ya que nunca lo hacía, el viento apenas soplaba moviendo sutilmente mi cabello.
Allí estaba la mansión donde estaban mis niños, corrí a saludarlos con una gran sonrisa en el rostro. –¡Hola! –Todos se me acercaron fue tan hermoso, entramos a la casa y allí estaba Mary quien me miraba sorprendida, no se esperaba para nada mi visita.
-Mary, siento venir sin avisar antes. Voy a casarme. –Dije con toda la felicidad que ahora poseía. Mary me miro sorprendida.
-¿En verdad tú vas a casarte? –me tomo de las manos y me sonrió mientras yo asentía. –Me alegro mucho, realmente te mereces ser feliz, y ¿Cuándo es la boda? ¿Cómo es ella? –Nos sentamos en el sofá frente a frente.
-Bueno el día aún no está decidido, pero será en el mes que viene. Y no es ella… me voy a casar con mi príncipe. Se llama Antonie. Nunca me había enamorado realmente de alguien. –Ella sonrió y asintió.
-estoy segura que Antonie es todo un afortunado por tenerte. He hecho sopa de cangrejo, realmente quédate a comer, a los niños y a mí nos haras muy felices. Y claro la noticia puedes darla en la comida. –
-¡claro! Por supuesto, además están invitados. –Sonreí, en ese momento volteé a ver por la ventana me levante del sofá. Una sensación extraña me invadió, algo no estaba bien y podía sentirlo.
Una sensación parecida un poco a cuando alguien me buscaba para vengarse después de haberlo dejado en la calle o algún familiar que me odiaba por haber matado a alguien importante para él; era una sensación parecida más un 80% diferente.
-Mary… Toma lo que puedas de valor y sal con los niños por atrás, vayan a Phoenix Azulate, quédense allí un tiempo.- ¡Vamos lo que sentía realmente no me agradaba para nada! Mary sabía que no era normal que me preocupara tanto solo comento un “lo haré”, le ayude a llevarse cosas no tan pesadas en una bolsa más eran muy valiosas y seguro le ayudarían mucho.
Los niños estaban en la sala y Mary les daba a cada quien las pocas cosas que poseían y algunos objetos de valor más en sus bolsitas.
Varios niños entraron corriendo a la casa ellos dos eran los únicos que faltaban, estaba agitados y con la voz entrecortada dijeron. –Ya vienen –
-¿Quién viene? –Lo mire intentando no desesperarme.
-Unos hombres venían para acá, estaba armados, no nos vieron ya que estábamos escondidos, hemos llegado por un atajo. – Los dirigí a la puerta trasera.
-lo mejor es que se queden en el “Phoenix”, yo me encargare de darles tiempo. –
-Angeline… Cuídate mucho. –Me dijo mientras ponía en mi cabello un broche plateado con un par de florecillas plateadas con el centro azul, parecían tener un ligero brillo azul claro.
-Te regreso tu broche, cuando te vea nuevamente podrás regresármelo y seguiré cuidando de el como siempre. - Mary desaparecía por el bosque, si seguía derecho llegaría a la nación vecina. Phoenix Azulate el paraíso nevado. Ella me había dado aquel broche con la intención de que se lo regresara y claro que lo haría, ese broche era lo único realmente mío, de la familia que hace mucho tiempo y alguna vez tuve.
Salí por la puerta de enfrente cerrando con llave cuando vi allí estaban ellos, justo como habían dicho mis pequeños. Eran unos 10 sujetos vestidos con trajes negros que los hacían parecer enviados de la muerte.
-¿Que hacen por aquí? No me digan que viene a molestar a pequeños niños, es que acaso son tan débiles como para no querer buscar un oponente más fuerte, a alguien de su altura- Me puse en posición de pelea, tenía que entretenerlos para que no se dieran cuenta rápidamente que ellos ya no estaban. Dos se abalanzaron contra mi yo los esquive, saque a mí ya casi olvidada arma convirtiéndola en un sable, corte a uno de ellos en el torax.
Uno de ellos comenzó a prender fuego a su alrededor y a la casa. Los demás me miraban estaba ya rodeado por ellos, nunca había peleado contra tantos yo solo, pero bueno, me las arreglaría.
-Allí esta – Me señalo uno de ellos parecía ser el líder o algo así. Antonie apareció frente a mí y acaricio mi cabello con su cálida mano quitándome el pequeño broche de mi cabello, su rostro estaba neutro no me mostraba absolutamente nada.
Lo mire sorprendido por todo lo que estaba pasando, esto que sentía… Esto era realmente lo que había pasado, estaba cayendo al piso solo una pregunta rondaba en mi mente “¿Por qué?” Antonie me había atravesado con su espada, no paraba de sangrar, volteé a un lado y extendí mi mano lo más que pude hacia mi sable no podía alcanzarlo, ¿Por qué?.
No estaba llorando pero quería hacerlo con todas mis fuerzas, solo escuchaba mis lágrimas caer en mi mente, sentía como mi alma lloraba más no mi cuerpo. Lagrimas intangibles que solo yo escuchaba, sentía y veía.
Todo se oscureció.
Yo sabía que tendría una muerte horrible y que merecía todo lo peor por todo lo que había hecho en mi vida. Más, jamás me imagine que todo terminaría con él quitándome la vida mirándome fijamente.
Y con el último pensamiento: ¿Por qué? ¿Por qué Antonie?
Continuara...