Un joven que tenía la vida perfecta o eso creía, tras un accidente todo cambia y aquel perfecto mundo en el que vivía se vuelve un caos, deja el colegio y su casa y tras unas semanas al ver que no le quedaba nada decide ponerle fin a su vida, pero hasta eso le sale mal y acaba en la casa de un joven desconocido. Un joven que le hará ver que no todo está perdido.

Pero grande será su sorpresa, al enterarse de que aquel joven que tanto le ha ayudado es el mismo por el que lo dejó su novia ¿Cómo quedara su relación? ¿Lo odiará por eso? ¿Luchará por el amor de él o por el amor de ella?

¿Qué tan a tiempo de cambiar tu vida estás?
¿Qué tan rápido una historia puede nacer y crecer?
¿Cuánto tiempo lleva enamorarse?

Pues todas esas preguntas, tienen respuestas negativas. Que nada tienen que ver con mi historia.

Porque a los veintisiete años, mi vida cambió en un subir y bajar de escaleras.
He abandonado mi vida anterior, que había sido meticulosamente planeada, he aprendido a deshacerme de todo lo que alguna vez había querido, pero que ciertamente, era muy diferente a lo que necesitaba.

Mi antigua vida transcurría al lado de mi esposa, ella no me amaba, estaba claro. Yo intentaba hacer todo para que me ame, pero ella siempre me miraba a lo lejos, distante. Así que dediqué mi vida a contentarla, llenarnos de cosas materiales para tapar el vacío de la falta de amor.
Por mi esposa me alejé de mis afectos, en un acto desesperado por ganarme su cariño. Pero fue en vano, ella solo quería mi dinero y un lugar seguro. 
Me pasaba las horas encerrado en una oficina, para no verla no pelear, y satisfacer mi apetito de nada.
Porque mi vida estaba llena de eso: nada.

Mi única pertenencia preciada en esa casa fria y atiborrada de lujos innecesarios, era una gata atigrada que un día encontré en la calle pequeña, asustada y muerta de frío.
Pero claro, mi esposa no la quiso en el apartamento “no era de raza”.
Igual la conservé, y gracias al destino, que lo hice. Porque esa bola de pelos, tenía mi destino prácticamente en sus manos, o mejor dicho, sus garritas. – Lo sé, ahora comienzo a sonar raro. Lo siento. – 

Por eso, hoy les pregunto: ¿Qué tan cerca de cambiar tu destino estás? ¿Qué tan rápido una persona puede entrar en tu vida, y quedarse allí para siempre?
Las historias mas cortas, nunca duran, no son reales. Dicen.
Pero soy testigo, de que no es así.

Porque cada uno le da a cada historia la importancia que SIENTE. Y yo, y él, aunque hayamos empezado a mil por hora, le dimos la importancia que sentimos.
Y ese pequeño instante, se convirtió en eternidad.

Entonces, vuelvo a preguntar: 
¿Qué tan seguro estás de la proxima vez que cruces la puerta de tu casa?