Clasificación:
Resumen: Decidí crear eso para poder mantener en orden mis ideas. No siempre las voy a publicar en el orden en que deberían, usualmente las publico en cuanto las siento listas, pero cronológicamente, no van a la par.
rn
Muchas de estas historias cortas pertenecen al pasado -obviamente- pero es un pasado que espero ayude a entender la historia. No es necesario del todo que se lean, pero me gustaría saber sus comentarios.
rn
Vanessa abrió su bandeja, encontrando varios mensajes. Todos ellos notificaciones de muerte del grupo de Jezel. Dos de ellos se eliminaban entre sí al reportarse primero la defunción y luego un estado crítico. Negó con la cabeza, suspirando. Sabía que era muy mala idea pedir que ese pelinegro apareciera por aquel sector. Lo había visto a la distancia pero era demasiado tarde como para explicarle nada. Hablaba con alguien y posiblemente fuera con el que mucha gente confundía como su hermano.
rn
Ella era hija única. Si es que se le podía decir así a su muy compleja relación familiar.
rn
Cerró todo, mandando un único mensaje a Said. Un archivo adjunto en él. Estaba en un paraje remoto, oculta entre muchas cosas que nadie vería. Su cabello castaño oscuro era largo y lacio, estaba siempre suelto mientras no tuviera nada que hacer y muy tranquilo sobre su hombro izquierdo. En aquel lugar estaba atado en un moño desenfadado.
rn
La usual ropa negra que siempre le acompañaba ahora era blanca. Era increíble la cantidad de cosas que sabía aunque su castigo sería grande si alguien se enteraba. Su única misión había sido empañada cien años en el pasado. Ahora poco importaba.
rn
Se fue de allí, dispuesta a seguir con lo que había comenzado.
rn
Después de todo, faltaba nada para su regreso al Complejo del que había salido tiempo atrás.
rn
-.-
rn
Jezel besó a Daniel. Sostenía su cabeza mientras su esposo le atraía por la espalda. Estaban en otro rincón, uno más amplio y un poco más oscuro. No, no habría nada. No sexo por el lugar en el que estaban, tampoco era momento de ello. El beso solo era tímido. Una tierna unión de bocas.
rn
El pelinegro siempre sentía estallar un montón de cosas dentro de su cuerpo, al menos las que aún eran propias. Era capaz de sentir el aliento del otro, provocándole unas cosquillas agradables. Jugó con sus dedos, enterrándolos en el castaño cabello de Daniel quien le acariciaba los brazos, los hombros, la espalda. Donde él le tocaba se sentía muy bien.
rn
En brazos de Daniel se sentía amado, feliz. Sentía que podía ser él mismo. Si no fuera por las restricciones que le significaba el ser un ciborg experimental, habría hecho tantas cosas. Era capaz de revivir cada miseria en sus 224 años de existencia solo por ver una sonrisa en ese rostro que le cautivaba.
rn
No era por el atractivo. Había caído ante él cuando nadie más lo quiso ver por sus defectos. Defectos que atesoraba en su mente porque eso quedaría de ese humano en el futuro.
rn
Se alejó, dejando unos últimos ósculos en los labios de Daniel quien le acomodó encima, sacándole un sobresalto al pelinegro. Los dorados ojos estaban cerrados ante esa oscuridad, disfrutando únicamente del frío y calor característicos del ser a quien quería. Su ropa tenía el perfume del otro, un olor extraño pero característico a la madera y su nariz sentía ese aroma por tener el cabello de Jezel contra su cara.
rn
El corazón de Daniel latía con mucha fuerza. Jezel era capaz de escucharlo.
rn
—Te quiero —soltó el castaño. Jezel se acomodó contra el cuerpo de su pareja. Era bastante delgado pero muy fuerte contra cualquier ser humano. Hervía en celos a veces, pensando en que era demasiado llamativo. Daniel captaba la atención de mujeres, lo recordaba en esas desastrosas citas pasadas, en el mundo humano de manera no convencional.
rn
Apretó los ojos, apartando esos pensamientos negativos. Daniel era suyo nada más. Y él le pertenecía a Daniel.
rn
—Te quiero —respondió. En su cabeza, se regañó por dejarlo de esa manera. Quería decir algo más pero se sentía ahogado al intentarlo. Más por lo que significaba y eso le acobardaba un poco.
rn
Sintió los brazos de Daniel rodearle en un abrazo. Sintió el doloroso amor que un humano le profesaba. Un humano que daba buena vista de quiénes eran. Sabía que en ese mundo todos eran tan distintos. Alguien podría tener semejanzas en la personalidad y tipo de crianza pero no en su forma de pensar que, si bien podía ser influenciada, no era exactamente la misma.
rn
-.-
rn
Zed recibió un mensaje de Zenda, ordenándole entrar a la enfermería. El muchacho de cabello rojo zanahoria puso a alguien a continuar con lo que hacían. Afuera un par de soldados bien equipados para enfrentar cualquier anomalía que se presentara. Caminó hasta el lugar en que su hermana gemela estaba.
rn
Ella se veía consternada. Algo muy raro de lograr en la guasona que era.
rn
—Uno de ellos despertó —declaró Zenda. Sus ojos mieles se paseaban entre ambos soldados que habían regresado gracias a una misión ilegal de Jezel. Los equipos lo registrarían si Daniel no metiera su nariz en ello por lo que técnicamente nunca ocurrió—. Dice que vio a alguien con las características de Jezel.
rn
—Es realmente imposible —contribuyó Zed, colocándose al lado de ella. Sus ojos grises veían al joven que descansaba, se veía mejor. Tenía más color encima que hacía varias horas atrás. Estaba saludable si de estética hablara—. No existe nadie que se parezca a Jezel. Quienes podían están muertos según sus palabras cuando llegó siendo un niño.
rn
—No confiaría mucho en ello —respondió ella. Mostró un artefacto pequeño entre sus dedos—. Todos tenemos uno, descargué lo que se grabó. No es una calidad a la que estamos acostumbrados, tampoco es manejable como muchas cosas debido a que solo es una visualización de espalda pero sí —le mostró la imagen a su hermano, revelando una espalda vestida de blanco y un cabello negro, un poco más largo a lo acostumbrado pero corto—. Según él, tenía los ojos azules. Un azul casi blanco.
rn
Zed parpadeó, digiriendo toda esa información.
rn
-.-
rn
—¿Puedo preguntar por qué Sean me odia? —murmuró Daniel. Jezel soltó una pequeña risa. Ya lo había hecho.
rn
—Porque considera que los humanos no son capaces de amar, solo son egoístas que quieren su propia felicidad a costa del sufrimiento de otros —respondió. Besó a Daniel, sintiendo todos sus sentidos levantarse en una agradable sensación. El castaño le correspondió y lo apartó luego, el ceño fruncido—. Considera que me romperás el corazón antes de que yo lo haga contigo. Los Naturales de este mundo son distintos a los de tu mundo —continuó. Sus ojos brillaban—. Los Naturales de este mundo solo amarán una vez. No importa que su pareja muera antes, no importa las circunstancias, solo pasa. Said y Amari llevan casi 425 años juntos.
rn
—¿Puedo hacer otra pregunta aparte de esta? —habló de nuevo. Jezel afirmó en un susurro—. ¿Por qué Damien no tiene a nadie?
rn
—Porque es gay —respondió Jezel sin titubeo—. Quiere a Said de la misma manera en que Amari. Yo tenía casi cincuenta cuando me di cuenta y eso fue porque Said me lo dijo cara a cara. Él es normal como se diría en cualquiera de nuestros mundos, no corresponde y no puede corresponder ese cariño... Papá sufrió y sufre por eso. Es el riesgo por los juegos genéticos que se nos hicieron durante nuestra historia.
rn
Le llamó papá, pensó Daniel. Durante todo ese tiempo, casi nunca le decía de esa manera. Y sabía la razón, no sentirse digno de llamarles de esa manera.
rn
—Cuando Amari lo supo se sintió mal pero Damien le hizo jurar el día de la boda entre ambos que jamás de los jamases dejaría a Said. Lo intentó solo por su hermano pero Damien lo supo y le dejó en claro muchas cosas. Hoy son felices los tres. Ellos tienen una amistad y hermandad fuerte pero no tocan muchos temas de lo que es el romance o el matrimonio. Solo de mí.
rn
El castaño se carcajeó por el tono con el que había dicho lo último. Recibió una mordida en su mano pero no evitó su alegría.
rn
—Ese es el riesgo nuestro. Los Naturales. Los del Estado están programados a querer a alguien pero los del Inferior solo podemos querer a alguien. La verdad, aquí nadie ama, solo es sexo. Los Naturales dentro del Estado son minorías, despreciados, perseguidos, encerrados. Aquellos que cuentan con suerte de nunca amar.
rn
—Y yo diciendo que mi mundo ya era cruel.
rn
Jezel le miró, lo poco que podía debido a la oscuridad del lugar.
rn
—No, Daniel. Tu mundo es cruel a su manera. El mío es debido a cómo se trata a los seres que habitamos en ella, los últimos. El tuyo va para todos.
rn
-.-
rn
Al quedarse dormido Daniel, Jezel se levantó y salió, quedándose sentado en el suelo. Casi nadie iba por esa zona, al menos no en específicas horas. Se sentía totalmente extraño. Nunca en su vida se había sonrojado. Antes, durante su infancia, debido a que jamás hubo motivo alguno que fuera capaz de recordar, luego del primer accidente perdió la capacidad de hacerlo. Sin embargo, Daniel había intentado describirlo alguna vez y eso se quedó en su cabeza, emulando la sensación por toda su piel.
rn
El estómago de Jezel sentía un movimiento placentero y escuchaba cada latido de su corazón en los oídos, maximizado. ¿A caso eso era lo que su familia sentía? ¿Ese amor que él no deseaba admitir del todo? Ansiaba muchas cosas para su esposo, el humano con una vida tan corta que rayaba en lo absurdo para su mundo. La calidad de vida solo se extendería a 100 años pero ya estaría consumido, algo que le provocaba un infinito dolor y que su corazón mandara una sensación de agonía y desesperación.
rn
¿Eso era amor? Entonces, era extraño. Por mucho tiempo vio a Damien sufrir por algo no correspondido pero allí no existían esos momentos rosas en los cuales uno se quedaba con los dos. Era peligroso sentir algo hacia alguien. Damien queriendo a alguien y negándose a estar con ella porque no era y jamás sería su turno de ser feliz más allá de ser padre, contentándose con el hecho de ver a su hermana feliz.
rn
Miró la silueta del castaño. Le miró acomodado contra la pared, dormido de manera profunda. Respirando lento. No podía ver más allá si dejaba su vista tranquila. No quería ver nada más tampoco porque ya se sabía de memoria cada rasgo de Daniel.
rn
Cerró los ojos, permitiendo que cada gramo de su ser entero fuera enviado lejos, perdido en un mar de brillante dorado, el color de ojos de Daniel. Tenía muchas emociones respecto a él, dentro de su mente, él deseaba no haber caído a las garras del amor pero su corazón negaba esa realidad, mandando sensaciones dolorosas cada que eso llegaba.
rn
Había veces en que deseaba solo acabar con la relación por miedo a que descubriera cosas que no le gustaran. Sin embargo, la mayor parte del tiempo ganaba su valor y se decía que no estar junto a Daniel sería como quitarle su esperanza. Un anhelo profundo.
rn
Un cariño sin igual. Un algo. Un todo y un nada.
rn
Su más grande anhelo era no perderse más de la vida de Daniel. No separarse nunca de él y estar a su lado en el momento en que irremediablemente fallezca. De viejo, en su casa. Era lo idílico porque no quería repetir ese momento de desesperación en que perdiera una pierna y se desangrara y sufriera.
rn
No quería dolor para él. Solo paz. A veces placer.
rn
Daniel merecía todo lo bueno de él.
Categoría: ORIGINALES
Personajes: NSNC
Generos: Acción,
Angustia,
Ciencia Ficción,
Fantasía,
RománticoAdvertencias: Muerte de un personajeChallenges: No
Estado: Cerrada