Enfundado en un uniforme que, según tiene entendido, pertenece a una de las escuelas de magia y hechicería más importantes del mundo a la par que en su túnica se exhiben los distintos colores de la casa de los valientes. Shibuya habría discutido un poco más sobre lo estúpido que era "ahorrarse la entrada" a través del evidente gasto que suponía comprar la ropa sino fuese porque su madre estuvo envuelta en la conversación.

Lo único claro es que MuraKen sabía elegir perfectamente sus batallas.

7/30

Yuuri solía bromear de tanto en tanto con lo imbéciles que debían verse jugueteando en el sillón de la alcoba, completamente solos, uno tratando ganar la guerra contra el otro. Wolfram, en cambio, parecía particularmente pensativo en cada oportunidad.

En los días pasados Wolfram le había convencido —sin demasiada dificultad, cabe decir— de salir de los dominios del Pacto de Sangre en un solo caballo. Fue así como Wolfram y él recorrieron entonces un tramo largo que para el monarca no era nada familiar.

3/30

Solían tomarse de las manos a veces, o mirarse por más tiempo del que podría considerarse normal. A veces Yuuri era quien daba el primer paso, otras más era Wolfram quien encontraba gusto en insistir de más. Ese día ni siquiera habían dicho nada, ni sus ya conocidas palabras no pronunciadas con respecto a la relación que iba floreciendo entre ambos

2/30

Son décadas de diferencia lo que las separan de sus hermanos, quienes poseen unas manos similares a cualquier otro militar entrenado por tantos años... Existe mucha más rudeza en ambos. Sin embargo, él todavía jura que el rubio posee unas manos lindas.

1/30

Es un día como cualquier otro, es un día normal, y como cualquier otro día... Lord Weller tiene un pequeño deseo que nunca se hará realidad.

.

.

.

No todo es rosa en todos... Muchas veces cambia de color por cuenta del pintor...

Universo alterno. 

Por X razones, el rubio termina separado del bueno para nada de Shibuya. Ahora, solo y con una minicopia, le toca quebrar su orgullo y tragarse la dignidad. La cuestión es ¿Hasta dónde podrá soportar?

"... Los chiflidos de albañil ya no lo molestan, hace tanto tiempo que los entretiene que eso está de más...."

Wolfram ha visto una película junto con su segunda madre. De nuevo. Y, para variar, una idea no tan original —no le culpe nadie, ¿cómo podía él saberlo?—, cruza por su mente ni bien termina la lamentable cinta que ha presenciado.

Ha sido incómodo, por supuesto, pero luego de que se le iluminara el pensamiento, su mente no deja de repetirle que ha valido cada maldito segundo.

Esta vez Yuuri no está necesariamente en desacuerdo.
.
.
.