"Confusión, noche, luces rojas y azules, el sonido vibrante de una sirena retumbaba en sus oídos impidiéndole oír algo más. El helado asfalto bajo sus dedos parecía una sábana cruel, fundada en piedra y cemento, pero a la vez era su único contacto con el mundo, y más aquella noche, en dónde la oscuridad y la incertidumbre parecieron haberse puesto de acuerdo, sólo aquella velada fue suficiente para que su existencia tomase un curso en trescientos sesenta grados. Un grito desgarrador le hizo abrir sus ojos con dificultad, tardando en percatarse que aquél estruendo no había salido de su garganta, sino que le pertenecía a uno de sus compañeros...la van había chocado."