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Decadencia Divina por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Una alucinación, una confesión… ¿Podrá Asmita recuperarse pronto? ¿Y que quedará de esas palabras dicha entre las fiebres?
Sus brazos que lo rodearon por la cintura, ardiendo, calientes por la fiebre. Esas palabras que se grabaron con sangre y fuego en su pecho, junto con el delicado tacto de sus mejillas sobre su pecho cubierto por su camisa habitual.

“Te he dicho… Eres importante para mí.”

Era falso, nunca se lo había dicho tan abiertamente. Y aunque pudiera el tan siquiera imaginar que era así por el trato que mantenían… ¿desde cuándo era tan importante para él? Su corazón se sobresalto dentro de sí, sus ojos parecieron humedecerse de emoción. ¿Era importante para alguien más que su hermano? ¿Su vida tenía significado para alguien que no tenía su sangre en sus venas?

No tuvo tiempo de pensar al respecto y mucho menos de responder a esas palabras. Apenas lo sostuvo entre sus brazos, Asmita se dejo caer, provocando que el gemelo inmediatamente volviera en sí y lo atajara antes de caer al suelo. Se arrodillo para poder cargar su cuerpo entre sus brazos, con mayor facilidad, y no pudo evitar quedarse viendo unos segundos a ese rostro que sonrojado estaba echado hacia atrás, con su cabellera dorada desparramándose por el piso. Lo levanto con fuerza, sintiendo como la cabeza del rubio se apoyo en su pecho dejando uno de sus brazos tendido, sin movimiento. Estaba durmiendo… todo había sido un delirio, una ilusión… pero para Defteros… todo había sido real.

Ingreso a su habitación, viendo sorprendido el desorden en que se había convertido. Cuando Asmita despertara y se mejorará, de seguro no le hará gracia ver tanto desastre junto. Con cuidado se reclino hacía su cama, cubierta por varias colchas de varios colores, y dejo descansar el cuerpo de su amigo, con delicadeza, buscando no despertarlo. Despejo el cabello dorado de su cara, quitando de su camino el flequillo dorado y puso sobre su frente el paño frio para alivianar la fiebre. Recorrió con sus grandes dedos la textura de sus mejillas hirviendo, sonrojadas por el malestar y sin pensar, puso su pulgar sobre esos labios resecos, deseando humedecerlos con los suyos. ¿Desde cuándo era tan importante para él? No dejaba de hacerse esa pregunta… prefería esa antes de preguntarse que significaría para Asmita ser alguien importante.

Sintió el ruido acercarse a la habitación y se asusto de forma instintiva, antes de reconocer que era su propio hermano quien se acercaba. Aspros entro a la habitación, revisando de nuevo el cuerpo del paciente para verificar que no haya sido herido. Por fortuna no fue así, al parecer el uso su Kahn para evitar que la explosión y fuego de la técnica de Manigoldo lo lastimara. Realmente había reaccionado como en una pelea. Volteo y le hizo una señal a su hermano, anunciándole que se escondiera de nuevo en géminis, que él se quedaría allí. El menor dudo un momento entre sí obedecer o no, cosa que termino haciendo al final. Saliendo de la habitación desbordado de muchas emociones hasta regresar a su templo.

Defteros, al llegar a su habitación, se sumergió entre las sabanas aún atolondrado con lo ocurrido. No podía quitar de su mente la sensación de calor que sintió con ese abrazo, esa sensación de dulce paz que lo embargo. Aún estaba preocupado por su salud, pero esas palabras no permitían que su mente pudiera estar en desosiego… Estaba ensimismado tratando de descifrarlo.

Entre tanto, en el templo de Acuario, por primera vez el desorden era su nuevo compañero. Los libros, entreabiertos, apilados uno sobre otro sin razón aparente, llenaban la repisa y el escritorio del dorado, quien con sus lentes puestos y mirada entristecida leía una y otra vez buscando encontrar algo que ayudara el estado de Asmita. No podía concentrarse. La idea de que Kardia haya salido del santuario, sin el permiso del gran Patriarca y sin la menor idea de donde se dirigía lo tenía totalmente desconectado de la cordura. Hace ya tres días se había ido y ya había empezado a reprocharse a sí mismo de haber sido duro con él. De haberle enviado esas miradas heladas que de seguro le habían herido.

Se reincorpora un poco, mostrando la actitud fría que acostumbraba cuando sintió que Albafica de nuevo había bajado de su templo y lo esperaba pacientemente en la sala de la onceava casa. El aroma a rosas que perfumaba el ambiente era claro, el santo más bello del santuario de nuevo había abandonado su lugar para saber cómo continuaba la mejora de Asmita. A pesar de ser bastante reservado y evitar en lo posible la compañía de otros, se notaba que su aprecio y preocupación por sus compañeros era sincera.

-Albafica de Piscis… -murmuro Degel al respirar ese aroma que parecía seducirlo a dormir. Recordó que ya tenía muchas horas de sueño debiéndole al cuerpo -. Lamento decirte que no hay mejora aún.

El suspiro desairado del pisciano comprimió el corazón de Degel. De alguna manera se le hacía tierno el hecho de que a pesar de las distancias visibles entre Albafica y Asmita, este sintiera tanta perturbación. Se pregunto en un momento si habría algo más en esa preocupación por parte de Piscis.

-¿Y Kardia no ha regresado? -pregunto de nuevo Albafica con rostro afligido. Degel ahora suspiro, con su mirada helada, para luego negarse con un movimiento de su rostro. -Ya veo…

-¿Qué tan lejos queda el lugar que le describiste? - interrogó ahora acuario, interesado.

-A unos días de aquí. Si no pierde tiempo pueden ser unos cinco días ida y vuelta. Esperemos que pueda encontrarla y traerla…

Albafica gira su rostro hacía dirección a Virgo, dejando que el viento meciera su larga y abundante cabellera de seda, jugueteando con ella con destellos de luz. La belleza que Albafica imprimía contrastaba con sus ojos, llenos de tristeza, de soledad y de preocupación. La imagen completa latía dentro de la mirada fría de Degel. Una pregunta que quería dejar salir de sus labios.

-No te preocupes Albafica, de seguro Kardia llegara con la cura y Asmita se repondrá. Kardia suele ser testarudo, egoísta y a veces impulsivo, pero tiene un gran corazón y es extremadamente leal. -comento Degel mientras se escuchaba a sí mismo y buscaba creer en esas mismas palabras que pronunciaba. Piscis solo dirigió su mirada, con un brillo intenso a esperanza que atravesó el templado hielo del francés hasta desarmarlo.

-No lo niego… ver como estaba asustado e impotente en este templo me conmovió. De alguna manera su mirada desesperada me arrebataron las palabras de mi boca.

-¿Te refieres a Kardia? - indagó Degel sin pensarlo, abrumado ante esa revelación - ¿Aquí?

-Sí, estaba aquí. Incluso, me pareció que se dirigía hasta la biblioteca antes de que se detuviera a recibirme. Al verlo tan interesado en la cura y en donde hallarla, le pregunte si tenía un aprecio a ese nivel por Asmita, como para tenerlo tan decidido de hacer el viaje…-Albafica hablaba serenamente, con sus brazos cruzados y dejando que la fragancia de su cuerpo envolviera el templo de Acuario, mientras el dueño de ese templo temblaba por dentro, escuchando absorto esas palabras -. Respondió que no soportaba verte tan afligido. Me pareció muy sincero de su parte decir eso.

Degel bajo su mirada, no pudiendo sostenerla después de sentir que sus mejillas por un leve momento, intentaron tornarse de color rosa. Pero que imprudencia de su parte, decir algo así tan abiertamente… ¿no podía simplemente mentir que le importaba Asmita? Sin embargo, muy dentro, se sintió complacido por esa acción.

-Me alegro que se entiendan tan bien -prosiguió el pisciano, sin dar importancia a la mirada que Degel había dejado de darle y entreteniéndose viendo el girar de algunos pétalos de rosas que danzaban en el viento que los sacudía. -. La compañía de alguien que pueda entenderte definitivamente es importante.

Ante esas palabras, Degel se vio obligado a levantar la mirada, esta vez impregnada de consternación. Claro, oír esas palabras precisamente de él, el santo más hermoso y a su vez más solitario del santuario, aquel cuyo veneno no le permitía acercarse a nadie y eso era una carga que él había decidido llevar sin queja; eran para impresionar a cualquiera. Esas palabras estaban impregnadas de añoranza y deseos fundidos en las profundidades de esa mirada azul.

-Albafica… disculpa que me entrometa, pero por casualidad, ¿te refieres a Asmita?

El santo de la doceava casa voltea su mirada un tanto desconcertado, intentando encontrar la unión ante su última frase y Asmita. Al entender a que se refería Degel con esa pregunta, dejo entrever un leve rubor en sus mejillas que no combinaban con el brillo plateado que inundo su mirada, sintiéndose ofendido. Degel intuyó inmediatamente que, como pocas veces, se dejo llevar y hablo de más.

-No, no me malinterpretes -sentencio Albafica mostrando con su mirada un orgullo que no pensaba quebrar ante nadie. Jamás denotaría abiertamente la incomodidad que le provocaba su propia soledad. Ante nadie se mostraría débil -. Mi preocupación con Asmita es la misma si hubiera sido otro santo el afectado, incluso hasta el Manigoldo.

-Disculpa por el malentendido -murmuro Degel sonriendo levemente con ese “incluso”. Sí, sabía que Manigoldo cada vez que podía molestaba a Albafica por su acostumbrada soledad, así que la acotación le había parecido hasta irónica -. Estoy seguro que Asmita se alegrará cuando se mejore y sepa que todos estábamos preocupados por su salud. Siendo tan solitario, de seguro habrá pensando que no seria así.

Albafica suaviza su mirada y deja una hermosa sonrisa, de esas que pocas veces daba sinceramente, suspirando imaginándose el cuadro. Si, de seguro Asmita estaría impresionado viendo todo lo que ha provocado su recaída.

-Asmita de Virgo se parece mucho a mí -hablo casi en susurro el pisciano, llamando la atención de Degel -, ambos estamos rodeados de soledad, pero no significa que no valoremos lo que esté en nuestro alrededor. Estamos al pendiente de ello, lo mantenemos en nuestro campo de visión, aún de lejos. Quizás mucho malinterpreten nuestras posiciones, pero tenemos razones para ser como somos.

Acuario se dejo arropar por la brisa que los arropaba en el ambiente, escuchando esa leve interpelación mental que Albafica mantenía consigo mismo en voz alta y de la cual, extrañamente, él se había vuelto testigo.

-A veces me intriga… - continuo el santo hablando consigo mismo -, me intriga saber qué es lo que lo mantiene en soledad. Nuestros signos se suponen que son contrarios y al mismo tiempo se complementan. Personalmente veo las cosas desde el corazón, pero él las ve desde la razón. Estoy seguro que lo que vemos es totalmente contrario y al mismo tiempo uniéndolo obtendríamos la verdadera vista del mismo evento. Yo no puedo acercarme a nadie porque los lastimaría y eso es algo que acepte al momento de empezar mi entrenamiento… ¿pero a él? ¿A él que lo separa de todos?

-Asmita es alguien que para ser comprendido y valorado, hay que saber ver más allá de su máscara divina. Sé que a veces su actitud suele ser un poco contraproducente, pero en el fondo, es una persona muy sincera, aprendes mucho de él y muy sabio.

-Veo que tu si estas más cercano a él… -susurro Albafica con mirada afable, cosa que finalmente, había terminado por relajar el ambiente que rodeaba a Degel. Le hacía falta, un poco de paz en esa tormenta que tenía de hace días.

-Sí… y todo comenzó porque me pareció curioso su postura y empecé a investigar sobre ello. Cuando me di cuenta, un día lo salude en su lengua nativa y eso a él le asombro. De allí, compartimos mucha literatura -Degel bajo su mirada afligida luego que al mencionar esas palabras, las imágenes del estado de su amigo se colaran a su mente a turbarlo de nuevo. Albafica corresponde a ese gesto con una mirada entristecida-. Muchas veces me ayudo con respecto a muchas cosas… por eso quiero ayudarle en este momento.

En ese momento, interrumpiendo la calma, una de las doncellas irrumpió al templo dorado de Acuario avisando que Kardia había llegado con la medicina. Degel, casi sin pensarlo, corrió hacía el templo de Virgo dejando a Albafica parado absorto en la mitad del onceavo templo. Un tanto incomodo por el extraño cambio de ambiente, piscis solo se acerco a la biblioteca, tomo una hoja de papel que tenía a la vista junto con una pluma y escribió con su hermosa letra, fielmente retratada, las indicaciones para la pócima. Por último, llamo a una de las doncellas de su templo para que enviara la receta hasta Virgo, complacido por haber sido de ayuda.

Apenas llego al templo de Virgo, El Cid subía con la planta que Kardia había traído entre sus manos. De tallo grisáceo, delgada, dejaba caer sus hojas verdes con reverso de color blanco. Degel la tomo entre sus manos mirando ansioso la medicina y confundido respecto a cómo utilizarla. Iba a regresar a su templo para buscar algo en sus libros pero vio bajar a la doncella que al encararlo le entrego respetuosamente la nota que le había entregado Albafica. Cuando acuario la tuvo entre sus manos y la leyó, hizo un gesto de agradecimiento, viéndose brillar como muy pocas veces sus pupilas verdes y haciéndose una nota mental, para recordar agradecer a Albafica por su invaluable ayuda luego de realizar su trabajo.

El golpeteo en la puerta llamo su atención, dejando las ropas que acomodaba en el cuarto de su hermano para verificar que había sucedido. Antes de salir, su hermano mayor entro con un rostro severo, hasta tomar agua y volver a salir. Defteros se quedo en espera de que ocurría.

Luego de recibir el aviso, Aspros bajaba para encontrarse con el dorado que se había fugado sin aviso ni permiso alguno, para encararlo y reprenderlo como el mayor y el que estaba a cargo. Al llegar a Aries lo encontró, con una vista que lo desencajo haciéndolo detenerse.

Kardia estaba sentado en las escaleras del templo, tomando agua desesperado, como si no hubiera bebido una sola gota en todo el viaje. Sucio hasta en el cabello, por su voluptuosa cabellera se podían vislumbrar extraviadas varias hojas y ramas finas. En su rostro y cuerpo, ya sin la armadura, se podía ver varios rasguños y raspones. Y hablando de su armadura, estaba sucia de barro hasta por lo menos las rodillas. Cual sea el lugar donde se metió no fue nada fácil. Aspros trago esa imagen, sintiéndose un poco tocado por la compasión y bajo en silencio. La presencia del mayor hizo levantar a Shion y Kardia, dejando el agua a un lado, no se inmutó para preguntar si su esfuerzo no había sido en vano. Si la medicina habría servido. La desesperación y ansiedad que pudo leer en los ojos azules del menor le obligaron a suavizar su mirada de fuego. Aunque había sido una locura, fue un acto loable para un santo de Athena.

-No lo sé, apenas Degel debe estarla preparando. Esperemos que funcione.

Kardia bajo su rostro, preparándose ahora para el escarmiento. No pensaba justificarse, sabía que lo merecía. Realmente merecía uno desde que por descuido dejo a Asmita escapar y empeorar su estado. Lo que recibió en cambio fue la acogedora mano de Aspros sobre su cabeza, amable, gentil. Gesto suficiente para hacerlo desmoronarse emocionalmente, sintiendo las lagrimas querer saltar de su rostro.

-Tranquilo… abogaremos por ti ante el Gran Patriarca y… Gracias.

Dejando la armadura en manos de Shion, para que verifique que no haya recibido daño al duro trato al que la había expuesto, ambos abandonan a Aries. Adolorido un poco por el largo viaje que sin comer, sin dormir y casi sin beber agua se sumergió, con solo el objetivo de encontrar esa planta para aliviar la carga de él, aquel que había velado desde ya mucho tiempo por su salud y de quien sabía, que cuando se empecinaba con algo era difícil de hacer ceder. Trago grueso cuando cruzo el templo de Asmita, que seguía con la agitada tarea, viendo desilusionado que Degel no estaba a su vista. Tampoco quería que lo viera en el estado en el que estaba. En cierta forma fue lo mejor. Suspiro y se retiro hasta su templo, en espera de que todo lo que hizo sirviera para algo.

La vela que alumbraba la habitación de Asmita se veía amenazada por los vientos de otra lluvia que azotaba el santuario. Acuario estaba sentado al lado del paciente, pendiente de que la fiebre bajara y limpiando el sudor que ahora se escurría de la frente del enfermo. El Cid vigilaba todo de cerca, sintiendo detrás de la mesa donde estaba recostado, aquel libro que había recogido del pasillo en la mañana y que por olvido no recordaba que lo había dejado en allí, sin detenerse a ver lo que guardaba. Estaba muy ocupado pendiente de cada movimiento de Asmita como para detenerse a hurgar en sus pertenencias. En ese momento, el dorado parece que empezó a murmurar, cosa que puso a ambos en alerta.

-¿Dónde…. estoy? -Degel escucha la voz mientras toma el brazo que había empezado a manotear al aire, como buscando algo cercano. El aire helado de la mano llamo la atención del rubio -¿Degel?

-Si Asmita, soy yo.

-¿Qué paso…? ¿Dónde estoy? -

Los ojos verdes profundo de Degel brillaron emocionado de verlo por fin coordinando algunas frases. El Cid por fin, luego de varias noches en preocupación y sueños limitados veía mejoría.

-Has estado enfermo. No te preocupes, ya te recuperaras.

-Enfermo… por eso… -un quejido le hizo callar, mostrando un gesto de dolor, alarmando de nuevo a Degel

-¿Dónde te duele? ¿Puedes…?

-Mi estomago… me duele…-murmuro con otro quejido

-Calma, eso pasara pronto…

Asmita entre quejidos, volvió a recobrar el sueño, quedándose dormido a los pocos minutos. Degel comprobó su temperatura y efectivamente, estaba bajando… El Cid se acerco a acuario, poniendo una mano sobre su hombro con una seguridad en sus ojos.

-Gracias a Athena…

La puerta volvió a golpear el umbral de su habitación, llamando así la atención del gemelo menor, que estaba expectante en busca de noticias sobre el estado de Asmita. Su hermano entro, mucho más tranquilo que hace un poco, permitiéndole con eso tener las esperanzas de que las cosas estaban mejorado.

-¿Hay buenas noticias? -pregunto Defteros de forma baja, intentando llamar la atención de su hermano.

-Si las hay… pero necesito que te sientes un momento.

Aun a pesar de haber afirmado, esa última frase helo los sentidos de Defteros, aún más al comprobar que la expresión de su hermano distaba de ser amigable. Obedeció instintivamente, tomando asiento en su cama y con su mirada posada en los ojos zafiro de su hermano, demacrado por el cansancio pero fijos como dos puñales a su pecho. Helaban.

-Has estado extraño últimamente. Primero, tu preocupación con respecto al estado de Virgo es notable -Defteros sintió caer sobre si un torrente de agua frio que inundo a sus pensamientos -. Y además, corriste al sentir el poder de Virgo en vez de levantarme. ¿Hay algo que deba saber?

El gemelo bajo su mirada, nervioso, dándose cuenta que por seguir a su impulso de correr hacia él se había puesto en evidencia. No podía confesarle a Aspros que conocía a Asmita, ni mucho menos que Asmita sabía de él hace tiempo… El tiempo se detuvo en esa habitación donde dos rostros, iguales, estaban frente a frente, como la luz y la sombra.
Notas finales: Y ahora a ver como hace Aspros y Defteros con esa disyuntiva!! Pobre de esos hermanos. T___T

Ya el ultimo si es dedicado enteramente al Defmita. Casi no han podido estar juntos pero era importante esta etapa para ellos.

Faltan 3 capitulos para terminar, disfrutenlo!

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