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A Reason To Live por elyon_delannoy

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Notas del capitulo:


Uno más. Y antes de una semana. Es que en realidad los capis son cortos como para actualizar semanalmente...pero es que estoy posponiendo otras cosas por escribir esto. En serio, no se como pueden tener tres o cuatro fic en proceso e ir actualizándolos todos, con capítulos el doble o triple de largos que los míos. Yo sólo tengo este y me pone ansiosa. De verdad. Cybe, eres una genio. Punto.

En fin, sigo pensando que la primera parte de esto podría haber sido el final del anterior pero por ahora se quedara asi.

He estado pensando que el primer capitulo es muy nada quizás para captar lectores, sobre todo porque ninguno parece llegar a los últimos, que si me preguntan, son mejorcitos y por eso tal vez, luego los una como uno solo. Eso está en estudio.

Por eso también, cambio el summary cada vez que actualizo, con partes del capitulo, a ver si le dan una oportunidad. Ahora si alguien hace uno fijo y mejor, le dare mi alma a cambio (aunque tendrá que reclamársela al banco de querer cobrarla ¬¬)

El siguiente está listo...y le quiero mucho, por eso hacia mención a que le den una oportunidad a los ultimos capis, pero lo subiré en un buen par de dias (tengo que terminar un oleo muy retrasado y despues me voy de paseo una semana con mi familia, asi que dudo que pueda escribir y actualizar demasiado y esta demas decir que no pretendo subirlo hasta, siquiera, haber empezado el séptimo...pero creo que lo subire a finalesde esta semana =P)

Un par de comentarios sobre el fic en si, al final.

Que lo disfruten, saludos.

 

 

 

 

Jaded.

 

Siendo ya tarde ese día, Kanon había abandonado el templo de Géminis por uno de los tantos pasadizos secretos que existían, llegando casi directamente a Acuario. Esa vez decidió tomar el camino corto y dejar su visita a Libra para su regreso al tercer templo. Había pretendido llegar hasta la onceava casa, comer un par de cosas con los muchachos, quizás ver una película, luego bajar hasta Escorpio y pasar la noche en uno de los cuartos en los que Milo acumulaba cachivaches. No contaba con que Milo tenía su propio plan en mente. Consistía básicamente en lo mismo, salvo que pretendía pasar la noche en vela viendo películas. Mü le había comentado temprano ese día que pronto asignarían las guardias nuevamente, retomarían las clases del refugio y en definitiva, todo tomaría su curso normal otra vez, papeleos incluidos. El joven escorpión pretendía sacar provecho de los días que les quedaran libres y a Camus parecía no desagradarle la idea. A él no le influía mayormente. Había hablado con Shion del tema y éste había aceptado su propuesta de ser, en sus propias palabras, el comodín del santuario. Simplemente metería la mano por aquí y por allá cuando alguno de los dorados se viese un poco sobrepasado por sus responsabilidades. Se lo había propuesto así al Patriarca pensando en lo mucho que a Saga le gustaba abarcar dichos trabajos, ofreciéndose a hacer más cosas al mismo tiempo de las que era humanamente capaz. Kanon a veces creía que Saga olvidaba que no eran la misma persona, como si fuesen una especie de extensión el uno del otro. ¿De que otra forma podría explicarse el que Saga tuviese dos asuntos que atender, al mismo tiempo y en diferentes lugares? Dentro de esa semana, Kanon ya se había visto cumpliendo encargos que Saga había aceptado olvidando por completo compromisos anteriores. El menor lo seguía atribuyendo a una necesidad patológica por enmendar sus errores.

Aún así, tenía en mente abandonar el santuario cuando todo el revuelo pasara y estuviesen seguros de que por un tiempo no correrían peligros. Al menos por un tiempo; todo dependía del curso que su plan tomara. Se lo había hecho saber tanto a Athena como al Patriarca y seguramente, la decisión impresa en sus palabras les impidió negarle tal posibilidad.

A diferencia de los demás, Kanon había vivido un tiempo en lo que él solía llamar una realidad alternativa. Mezclándose entre los humanos comunes y corrientes, ajeno a responsabilidades heroicas ni batallas a muerte con el peso de la humanidad sobre sus hombros. Y no podía negar que le había gustado probar de esa vida. Que extrañaba despertarse por las mañanas sabiendo que no tendría que magullarse en los entrenamientos diarios o que no tendría que luchar por vivir un día más. Que podría ir al cine o pasearse por una ciudad determinaba sin estar pendiente de cosmos extraños acercándose. Que los libros que leía no consistían en historias de sus predecesores o que lo más grato que había hecho en su vida había sido coger una cámara y dedicarse a retratar los lugares que llamaban su atención. Tenía un álbum de fotos escondido bajo su cama, repleto de imágenes de lugares y personas que había conocido en sus andanzas. No lo había vuelto a abrir desde que lo escondiera allí, a pocos días de retornar al santuario, antes de la guerra contra Hades. Muy en el fondo, temía rememorar la vida que se había construido en ese mundo desconocido. Porque si en el santuario no lograba sentirse completamente en casa, allá afuera era un ser extraño que jamás se sentiría a gusto por más que el lugar fuera un paraíso. Además, se había deshecho de la cámara en cuestión y ver las fotos sólo le recordaría lo mucho que tal instrumento le había ayudado durante ese periodo. 

Un profundo suspiro lo sacó de sus cavilaciones y despegó la vista de la pantalla, donde una película a la que ya le había perdido el hilo seguía reproduciéndose, para mirar sobre sus hombros. Horas antes se había acomodado en el suelo, con un pocillo de palomitas entre las piernas y la espalda recargada contra el diván, donde Camus se había recostado con los pies sobre las piernas de Milo, que a su vez se había  acomodado en el extremo contrario.

Paradójicamente, el griego más joven había sido el primero en caer presa del sueño, gateando medio dormido hasta recostarse junto al francés, quien le pasaba un brazo por la espalda de manera inconciente para mantenerlo cerca. Camus le siguió minutos después. El suspiro que le había obligado a alzar la vista provenía de él, quizás como resultado de variar su posición a una más cómoda.

Kanon estaba cansado y los ojos le ardían con el esfuerzo de mantenerlos abiertos pero había decidido no dormir. Desde que decidiese pasar la noche con Camus y Milo, había tenido la sensación de que la posibilidad de tener una pesadilla esa noche era demasiado probable y se ponía ansioso sólo de pensarlo. Durante algunos de los días anteriores, se había sentido de forma similar y retardaba la hora de irse a la cama leyendo o viendo televisión, a sabiendas de que una vez cerrara los ojos, las pesadillas volverían. De una forma u otra sabía que esa noche sería una de ellas pero ya se encontraba allí y no le restaba mucho por hacer.

Fijó la vista en un reloj que colgaba sobre una de las paredes, agudizando la vista para leer la hora desde su posición. 4:30 AM. Bostezó exageradamente, provocando que dos lagrimitas se asomaran por las comisuras de sus ojos y se los refregó con los puños. La película había terminado y deteniendo el reproductor, se levantó y se dirigió a la cocina. Un café extra cargado no le haría nada de mal. Mientras el agua hervía, se escabulló hasta el cuarto de Camus y le quitó dos frazadas a la cama. De seguro al francés no le agradaría ver su cama desordenada de tal manera pero a esa hora, el frío comenzaba a hacerse notar.

Volvió al living y cubrió con una de las mantas a los muchachos profundamente dormidos en el sillón. Milo apretó los ojos al sentir el peso de la cobija y se apretó más contra Camus, escondiendo el rostro contra su camiseta. Camus no se dio por enterado.

Kanon contuvo las ganas de reír y se colocó la otra frazada sobre los hombros, retornando a la cocina en busca de su necesitado café. Poco rato después, se entretenía viendo una película de esas sin trama y muchas balaceras, con el volumen casi en cero para no despertar antes de tiempo a los otros dos santos. Camus tenía que hacer temprano ese día y lo más probable era que Milo lo siguiese como un cachorrito.

Dos horas más tarde, los créditos cruzaban la pantalla y el gemelo se desperezaba, considerando que era buena hora para despertar al santo de Acuario. Lo zamarreó un poco del hombro, hasta que el francés se pasó una mano por el rostro y abrió un ojo, tratando de reconocer al insensato que osaba despertarlo a esas horas. Kanon sonrió.

-         Me voy yendo - susurró cuando estuvo seguro de que Camus sabía con quien hablaba - Hay café fresco en la cocina. Son cerca de las siete de la mañana ya.

-         Si, gracias - contestó Camus bostezando y abriendo excesivamente los ojos para espantar el sueño en ellos - ¿No dormiste nada?

Kanon negó con la cabeza y estaba a punto de agregar algo cuando un gemido lo interrumpió. Ambos caballeros fijaron los ojos en la maraña de pelo violeta que se removía en el regazo de Camus, jalando la cobija hasta ocultar completamente cualquier rastro de piel acanelada.

-         Cinco minutos...sólo cinco minutos más.

Los dos pares de ojos fijos en la figura de Milo parpadearon en silencio un par de segundos antes de que el mayor de ellos se levantara riendo, despidiéndose de Camus, el que una vez tuvo a Kanon fuera de su rango de visión le dedicó una sonrisa enternecida al muchacho en su regazo y se acomodó jugueteando con los finos cabellos entre sus dedos. Podía permitirse cinco minutos más de relajo, aun cuando el cuello y la espalda le recordaran el resto del día la incomoda posición en la que había pasado la noche.

 

**********************************************

 

Kanon se encaminó a paso cansino hacia Libra. Poco después de abandonar Acuario, escondió su cosmos y se escabulló a través de los templos en los que seguramente sus dueños aún dormitaban. No tardo en alcanzar el séptimo templo, paseando su mirada por cada rincón mientras recorría el largo pasillo que lo atravesaba de lado a lado.

Encontró a Dohko, como de costumbre a esas horas de la mañana, sentado en la entrada del templo, observando el ascender del sol. El día amanecía fresco, con una brisa apenas imperceptible. El chino se recostaba sobre sus codos. Al gemelo le habría gustado saber que pasaba por su mente, concentrado como se veía.

Lo observó manteniendo la distancia: la manera en que su cabello se revolvía con la brisa, el vaivén de sus hombros al aspirar el aire fresco, la ligera chaqueta negra, abierta y con las mangas arremangadas por sobre el codo, moviéndose al compás que marcaba la misma brisa que le revolvía los cabellos; el gracioso sobresalto cuando lo llamó, la manera en que dejaba caer la cabeza hacia atrás y arqueaba la espalda para poder mirarlo sin cambiar su posición, los ojos llenos de sorpresa que pronto daba paso a un sin numero de preguntas que jamás llegarían a sus labios. No aún, se decía, mientras intentaba esconder el cosquilleo que le recorría la piel al tener esos ojos; no estaba seguro de si eran verdes o grises o quizás una mezcla de ambos, fijos sobre él. Estudiándolo, leyéndolo. Estaba seguro de que Dohko lo hacia sin siquiera estar conciente de ello.

-         No te ves muy bien - comentó el chino, recuperando su posición inicial.

Kanon hizo una mueca y cerró la distancia que lo separaba del otro santo, sentándose a su lado con un gesto herido en el rostro.

-         Y aquí estaba yo, pensando que te gustaba como me veía - suspiró dramáticamente, casi celebrando el leve sonrojo del moreno pero sin hacer comentarios al respecto - Tú no te ves mejor, por cierto.

-         No creo que te sorprenda - contestó Dohko, intentando ignorar la curiosidad con que el geminiano lo observaba. Con toda seguridad, esa era la mayor cantidad de palabras que había intercambiado con el muchacho en el transcurso de sus visitas. Internamente se alegraba de verlo ahí otra vez.

El rostro de Kanon se ensombreció momentáneamente. Dohko de Libra seguía manteniéndose aislado de todo. Seguía mostrando esa desazón que a Kanon le fastidiaba sobremanera. Seguía siendo una mala copia del santo que conocía. No que el caballero sabelotodo y que siempre tenía palabras sabias para cualquiera fuera algo que anhelase devuelta, pero era mucho mejor que éste; apático y falto de vida. Aun cuando Kanon estuviese seguro que ninguna de esas caretas fuera la real. Había visto un destello del verdadero Dohko cuando éste se enfrentó a Shion hace tiempo y era ese al que quería conocer. Le estaba tomando tiempo, pero era un objetivo que se había impregnado a fondo en él y no se rendiría hasta lograrlo. Ya le dirigía la palabra, eso de por si era un gran avance.

-         ¿Aún no te haces el ánimo de salir de aquí? - preguntó sin esperar respuesta - ¿Cuánto tiempo más puedes esconderte en tu templo?

Dohko se mordisqueaba el labio, debatiéndose entre guardar silencio y dejar salir un poco de la amargura que se acumulaba en su interior. Optó sin segundos pensamientos por lo primero. Sin embargo, segundos de silencio después, abrió la boca y las palabras que salieron de ella estaban cargadas de desilusión.

-         Creí que, a diferencia de Shion, no tenias intenciones de meterte donde no te llamaban.

Kanon volteó a verlo de golpe, parpadeando sorprendido antes de que sus labios se curvaran en una enorme sonrisa, mostrando las hileras perfectas de sus dientes. Dohko le devolvió una mirada contrariada; era bueno leyendo a las personas, el mejor entre los santos si se permitía aceptarlo, pero con el menor de los gemelos siempre parecía equivocarse.

-         No te engañes, anciano - contestó divertido Kanon viendo la arruga que se formaba entre los ojos del chino. Mucho más serio agregó - No tengo intenciones de entrometerme en tus crisis existenciales. Para eso tengo las mías. Sólo intento comprender cómo es que alguien como tú, con más de doscientos años de experiencia sobre los hombros, cree que los motivos para vivir, para luchar, para lo que sea, llegan solos a la puerta de tu casa y no son algo que tengas que salir y buscar. No logro entender que no veas que es algo que debes querer encontrar.

-         Verás, quizás ahí esta el problema. No quiero buscar nada. No quiero encontrar motivos. Porque lo único que hay para gente como nosotros es dolor, sangre y muerte. ¿Quién, por su vida y todo lo importante en ella, querría perseguir cosas así?

Kanon guardó silencio, tratando de absorber el significado tras sus propias palabras y la respuesta que Dohko le había entregado. Recogió las piernas y cruzó los brazos sobre sus rodillas, descansando la barbilla en los antebrazos. Luego suspiró y apoyó la mejilla, girando el rostro para estudiar el perfil de Dohko. El chino se veía tan cansado como él se sentía. E igual de trasnochado.

-         ¿Dónde se fue toda la esperanza que solías tener? ¿Cómo puede desaparecer así como así? - preguntó después de un momento. Dohko agitó la cabeza, sonriendo tristemente.

-         Empiezo a creer que nunca existió. Que fue algo que me inventé para seguir adelante y arrastrarlos a ustedes conmigo.

-         Pues funcionó - murmuró Kanon - Para todos excepto para ti, al parecer.

Dohko volvió a guardar silencio, después de todo, no había nada que pudiese responder a eso. Era, en palabras sencillas, lo mismo que él pensaba. Miró al gemelo un momento, aprovechando que éste había cerrado lo ojos. Absorbía los detalles de su rostro, escudándose en el hecho de que el otro no podía verlo. Fijó los ojos en el cabello azulado, extremadamente largo, que se mecía con delicadeza. Luego en los delgados labios que se entreabrían, permitiendo el paso del aire. En la fina nariz que inspiraba pausadamente. En las largas pestañas que descansaban sobre piel tostada, un poco más oscura alrededor de los ojos, evidenciando la falta de sueño. En los ojos color esmeralda que brillaban incautos ahora que se cruzaban con los suyos. Carraspeó desviando la mirada, avergonzado de haberse visto descubierto. No escuchó comentarios burlones al hacerlo y lo agradeció en silencio.

En una semana el muchacho a su lado había cruzado las barreras que había impuesto entre él y la realidad del santuario, tan fácil como se escabullía de un templo a otro. El chino no dejaba de cuestionarse cómo lo había logrado sin siquiera intentarlo. Por más que trataba, no lograba entender el interés del geminiano en acercarse a él, más aun en esos momentos, donde Dohko sabía que no era buena compañía para nadie. Quizás era una cosa algo autodestructiva por parte de Kanon. No le parecería raro que así fuese; el gemelo parecía vivir en una realidad diferente a los demás y tenía la manía de comportarse como una criatura fuera de sus cabales: riendo cuando nadie se lo esperaba, hablando sin sentidos cuando todos se empeñaban en tratar las cosas con seriedad y en medio de sus carcajadas, decir verdades con el tacto del mejor de los oradores. Simplemente, comprender al menor de los gemelos era algo que se le escapaba de las manos. Y despertaba poderosamente su curiosidad.

Lo sintió levantarse en silencio, estirarse bostezando, haciendo crujir un par de vértebras en el proceso y comenzar a descender los peldaños de la escalinata. Probablemente, Kanon había decidido que sería buena idea volver a Géminis e intentar dormir algo. Falta le hacia, después de todo. Un par de peldaños más abajo, pareció dudar y se giró, posando su mirada con fuerza en la suya, como si con eso lograra que sus palabras poseyeran más influencia.

-         Te guste o no...- dijo tranquilamente, como quien habla del clima - ...estás vivo. No puedes vivir aislado eternamente. No puedes. Y la única forma en que no termines perdiendo la cabeza, es aceptarlo y fabricarte una razón para vivir. Miéntete si es necesario. Terminarás repitiéndolo tantas veces que se volverá verdad. Es como funciona en el mundo allá afuera. Es como nos funciona a todos aquí.

Un misterio. Así terminó por definir al gemelo cuando éste volvió a girarse y siguió su camino, como diciendo Bah, no me hagas caso, lo que digo no son más que pavadas, despreocupado de todo. Se quedó en ese mismo lugar por varios minutos más, las palabras de Kanon repitiéndose una y otra vez en su mente. No podía evitar preguntarse porqué parecía más dispuesto a escuchar al joven geminiano antes que a Shion. Apenas éste hiciera alguna alusión a su comportamiento, Dohko se colocaba inmediatamente en actitud defensiva y explotaba a la más pequeña provocación. A veces ni siquiera eso. Una mirada preocupada por parte del lemuriano y le dedicaba el mejor de sus gruñidos. Nada de lo que le había dicho a Kanon, ni esa primera noche ni aquel día, se lo había comentado a Shion. Y no lograba comprender porqué.

Poco después se levantó resoplando. Hacia un par de minutos había sentido el cosmos de Shion acercándose y ahora que se adentraba en el templo, podía escuchar el barullo que armaba en la cocina. Arrastró los pies hasta llegar a ella y se dejó caer pesadamente en una de las sillas. Shion volteó a verlo de reojo, preparando algo de té.

-         ¿Mala noche? - preguntó seguro de la respuesta.

-         Como todas - murmuró el chino, cruzando las piernas sobre la silla y sin mirar nada en concreto - Creí que no vendrías hoy. Algo te escuché de unos asuntos que tenías que atender.

-         Vaya. Después de todo si me oyes cuando te hablo.

-         Sólo las partes que me interesan. Y saber que por fin me libraría de ti un día era algo que me interesaba.

Shion sonrió. Dohko se veía de un humor bastante aceptable en comparación a los días anteriores. Quizás ese era su día de suerte. Si en ese momento se hubiese vuelto hacia el santo de Libra, se habría dado cuenta de que éste lo estudiaba minuciosamente, sospechando que algo se traía entre manos.

-         No vienes aquí como Shion de Aries ¿no? Vienes como el Patriarca.

El lemuriano suspiró derrotado. Eso le pasaba por celebrar antes de tiempo.

-         Recuerdo que me pediste no entrometerme más que como Patriarca - Shion se dio la vuelta y un mohín cruzó su rostro al notar cómo las facciones de Dohko se habían endurecido de un momento a otro. Eso estaba ocurriendo demasiado seguido en su presencia - Como tal tengo algo que decirte.

Dohko alzó una ceja y esperó pacientemente a que el otro continuase hablando. Shion cambio el peso de pie varias veces, súbitamente incomodo. No necesitaba recurrir a sus dones psíquicos para saber que lo que tenía que decir no agradaría al chino y que una nueva discusión era prácticamente un hecho. Se acercó a la mesa y dejó una taza de té frente a Dohko, quien la ignoró y le hizo un gesto con la mano para que hablase de una vez.

-         Dentro de dos días, habrá una reunión con los demás santos dorados para distribuir funciones y establecer los turnos de la guardia. Después habrá un almuerzo. Quiero saber si vas a estar presente.

-         Te dije que no quería participar en nada de esto - masculló Dohko, fijando con firmeza los ojos en los de Shion. El lemuriano empuñó las manos, tratando de mantener su temperamento bajo control. Dohko sabía como ser un problema cuando se lo proponía.

-         Es por eso que te lo estoy preguntando. Con un poco de suerte, algo de sentido común habrás recuperado ya.

-         ¿Me lo estás preguntando? - repitió el chino apretando los dientes - Porque tengo la leve impresión de que me lo estas ordenando.

-         Por todos los cielos, Dohko, Athena va a estar presente. ¿Cómo quieres que justifique el que no estés allí? ¿Pretendes que le diga, con toda la tranquilidad del mundo, que no me obedeces y que no se preocupe, que tampoco la obedecerás a ella? ¿Qué rayos buscas? Sabes perfectamente los castigos que te esperan si haces algo como eso.

Dohko se mordió la lengua para no responder y desvío la mirada apretando los puños. Si no se presentaba en la reunión, metería a Shion en problemas. No sólo con Athena, si no que también con los demás santos. Por más que refunfuñara y discutiera con Shion, no podría librarse de esa. Y si Athena le ordenaba volver a enseñar en el refugio, no tendría más opciones que hacerlo. Dejó salir el aire en un suspiro tembloroso. Las palabras de Kanon resonaban en su mente con más fuerza en ese momento. Tarde o temprano tendría que aceptar que no podía esconderse para siempre en su templo ni respaldarse cada vez en el lazo que lo unía al Patriarca.

-         Sólo esta vez. Haré lo que pueda.

-         Necesito más que eso Dohko. Necesito que me asegures que estarás allí, cumpliendo el papel que te corresponde y por Athena, que te comportaras como es debido - Shion se estaba sintiendo extremadamente agotado y el día recién comenzaba. ¿Por qué Dohko se empeñaba en hacerle las cosas más difíciles?

-         Lo intentaré. Es todo lo que puedo ofrecerte en estos momentos - suspiró Dohko pasándose una mano por la cara antes de ponerse de pie - Tómalo si quieres, si no, tú verás. No me pidas más.

El té se había enfriado y la capacidad de articular palabras había abandonado a Shion. De pronto el chino le pareció demasiado derrotado para intentar siquiera convencerlo de algo más. Tendría que conformarse con eso y esperar que Dohko cumpliese con presentarse a la reunión. Ahora que se volvía a encontrar solo en la cocina no le quedaba nada más por hacer.

 

 

Notas finales:

 

- Lo de Kanon amando la fotografía es mi humilde tributo a Loss, Strain & Butterflies de Scarlet.D No pude evitarlo.

- Me gusta jugar con eso de que Shion no es capaz de mandar a Dohko, como si al final, Dohko fuese el patriarca detrás de la imagen de Shion. Sé que eso podría hacer que Shion no se vea muy capaz desde esa perspectiva pero no es para nada eso. Es sólo que Dohko me parece mucho más lider que Shion. Sin represalias. Gracias =P

- Pues ya está siendo un poco más claro ese otro interés, si las miradas y estudio entre los nenes dicen algo =P

A los que leen, les quero.

A Cybe, la adoro porque sigue esto y mis review son todos de ella xD

Si alguien más se anima a comentar, gracias totales. Si no lo hacen, no importa pero lean hasta el el ultimo capi porfavor!! xD

 


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