Capítulo 4: Cruda moral
Tras salir de misión ese día para recolectar información, el Uzumaki se dio cuenta de que apenas y podía sostenerle la mirada al Uchiha, pues cada vez que se encontraba con la ajena se estremecía al recordar lo de esa mañana, aunque para el anochecer aquello se le había pasado ahora era el azabache quien no podía entender por qué su compañero se portaba así.
―Naruto. -le hablo ya cuando ambos se encontraban sentados alrededor de la fogata.
―Dime -le respondió el menor mirándolo ya como si nada hubiera pasado.
― ¿Te sigue preocupado lo de esta mañana? – Naruto lo miraba como si nada hasta que de nuevo se le vino a la mente lo de tenerlo cerca balbuceo un poco antes de responder en negativa con la cabeza.
―Oí lo de Deidara, si recuerdo que intento llevarte, pero no se lo permití y luego también vi a Tobi -se quedó callado un momento queriendo evitar decir más -Solo te desvistió y no pasó nada más, solo es extraño-
Encorvando una ceja asintió ―Entiendo… solo fue raro… -se revolvió el cabello de la nuca dándose valor para ver al azabache -Me asusto verte tan de cerca… - comento con sinceridad encogiendo los hombros.
Mirándolo con el ceño semi fruncido bufo tomando el comentario a mal ―Susto el que me haces pasar riéndote en plena madrugada, ¿sabes lo extraño que es eso?, en más de una ocasión he estado a punto de sacarte del cuarto.
― ¿Hago eso? ni siquiera es mi culpa, pero si te molesta ¿Por qué no pides que me den mi propia habitación?, creo que ya estoy grande como para tener una -
―Pero no la tendrás porque eres un cobarde que huye, ya lo hiciste una vez, ¿Cómo se que no lo harás de nuevo? -respondió manteniendo su mirada en el rubio y manteniéndose serio.
Frunció el ceño ante eso el menor respondió: ―Se que no puedo exigirte que entiendas la razón del porque deje Konoha, solo te puedo dar mi palabra de que no me iré de Akatsuki.
― ¿Y puedo creer en tu palabra si te rendiste en “salvar a Sasuke”? -dijo enfatizando el sarcasmo en su pregunta notando a su ves como el semblante del rubio cambiaba de ofendido a dolido.
―Tú creciste en una familia, te importara o no, sabes lo que es tener una... -deteniéndose antes de seguir al darse cuenta que estaba tocando un tema peligroso bajo el rostro y apretó la tela de su capa entre sus puños ―Pueden ser ninjas renegados, asesinos o extraños seres…pero me han hecho sentir más aceptado en solo dos meses que todos los años que viví en Konoha -levanto su azulina mirada para encarar al azabache por si intentaba burlarse de que encontraba “cálida” su estadía en Akatsuki ―Tal vez terminen matándome pero no me iré de donde me siento aceptado, ¿puedes confiar en ello?.
Itachi que hasta ese momento mantenía su ceño contraído al entender el tema que el rubio quería tocar en un principio fue relajando su semblante para cuando termino de escucharlo ―Yo creó que entiendes lo que sucederá si huyes, no tengo porque confiar en nada de lo que digas. -termino por sentenciar mientras se ponía de pie con intención de irse de ahí ―Iré por leña.
El rubio apenas y asintió con la cabeza quedándose sentado en la misma posición en la que había estado al inicio.
Caminando sin rumbo definido el Uchiha apenas y había recogido una rama del piso para cumplir con su tarea de recolectar leña, se sentía incomodo, sentía un extraño sentimiento de culpa del cual no quería hacerse responsable.
Aquella noche que encontró a Naruto vio en sus ojos la ira que sentía por la aldea y sobre todo el dolor que aquello le causaba, el rubio era un ser demasiado bueno como para aguantar el rencor que sentía por las personas que lo rechazaban, él no quería odiar a nadie, porque jamás se atrevería a dañar a alguien. En el tiempo que llevaban juntos sin darse cuenta de cuando sucedió dejo de ver ese dolor y empezó a ver brillo en ese par de ojos zafiro, a escuchar discretas risillas ahogadas a la hora de la comida y grandes sonrisas que buscaba ocultar en el cuello alto de su capa.
¿Pero qué clase de persona se sentiría bien en un grupo de personas que han dedicado su vida a hacer daño?
―Solo quien no ha conocido la calidez de una familia de verdad- se respondió mientras tomaba asiento al pie de un árbol, miro al cielo despejado y apreciando la luna llena de esa noche al Uchiha se le vino a la mente el día que ataco el Kyubi, era un niño entonces, pero lo recordaba perfectamente y conocía la historia del sacrificio del Yondaime junto con su esposa Kushina, su misma madre había lamentado la perdida de su amiga, incluso había ido con ella a conocer a Naruto cuando yacía en el cuarto de maternidad.
Quien habría pensado que ese bebé crecería siendo un desterrado por la aldea que sus padres buscaron proteger a costa de su propio sacrificio, nada parecía ser justo para nadie, y sintiendo por un instante el deseo por proteger al rubio de todo ese dolor, ahora que Naruto estaba con él buscaría darle más momentos de los cuales el pudiera sonreír y reír sin privarse, ser testigo de su gran ánimo y velar cada noche por su descanso.
Si, se sentía un poco ridículo por sus pensamientos, pero no podía seguir ignorando lo que aquello le entusiasmaba, de cuantas veces se sorprendió mirando al rubio dormir, en las primeras noches sucedía porque no confiaba del todo en él, después solo fue costumbre y esa mañana que lo había tenido tan cerca cayó en cuenta de que ya era un gusto, porque antes del escandalo que armo, ya había podido observarlo a detalle, incluso recordaba con recelo como aparto a Tobi cuando vio que lo había desvestido, los celos que le invaden cada vez al ver cómo le cambiaba el semblante del rostro cuando mencionaba a su hermano.
Él estaba ahora a su lado, lo menos que podía hacer era dejar que su pasado lo siguiera dañando.
Para cuando regreso al micro campamento improvisado que habían montado por esa noche el Uzumaki ya se encontraba durmiendo al lado de un fuego ya casi extinto debido a la falta de leña que había dicho llevar horas antes, preocupándose antes por cubrir al rubio con su propia capa fue en busca de la madera suficiente para que al menos esa noche pudieran dormir más cálidos.
Continuara…