POR EL HEIKA
Problemas, eso era lo único que traería su llegada a palacio, eso fue lo que obtuvo su pobre Heika al salvarlo.
Despreciable por donde le viera, eso era el Lord Mocoso, no le basto con traicionar a su reino, ahora también destruiría a su rey.
Soportar su presencia era imperativo para no desagradar a su Heika, mas a solas no tenia porque seguir la farsa, le aborrecía y o dudaba en hacérselo saber, tenia el descaro de rebatirle, hasta reírse de sus comentarios, no había cambiado en nada, donde estaba esa dichosa humildad fingida enfrente de su rey, no existía, era un falso que se aprovechaba del buen corazón de su amado Heika.
Podía insinuarle romper que rompiera el dichoso compromiso, mas sabia que seria imposible, si deseaba quedarse a su lado, ya en una oportunidad temió ser alejado de el por referirse al tema, aquello se convirtió en tabú para todos los miembros del castillo, nadie se atrevía a decirle nada a su rey pero el rubio era otra cosa, mas el insolente no daba su brazo a torcer llevándose consigo al joven maou a un abismo sin retorno.
Bien sabido era que jamás le amo, sus preferencias fueron claras desde un principio, la unión solo fue un triste equivoco, pero aun había una oportunidad de librar de ese rastre al monarca. Nunca fue de su total agrado aquel plan, de haber podido el mismo seria el anzuelo, pero sabía que seria inútil.
Por su belleza y encanto, ella era perfecta, de noble cuna, leal tanto a sus principios como a su reino, no podía fallar.
La muchacha en vez de espantarse con su proposición se emociono en demasía, siempre admiro al Heika, le gustaba y si tenia forma de poder ayudarle lo haría, sobre todo de aquel despreciable traidor por el cual muchos nobles perdieron sus posesiones.
Celos, eso fue lo que sintió al verle juntos, mas como con el rubio se los trago, ya tenia experiencia en esto pero el demonio era harina de otro costal, apenas se enterara del asunto una bomba estallaría en palacio y ni su Heika lo defendería esta vez, estaba seguro de eso.
El maldito sabía ser astuto, no se podía negar, a diferencia del pasado ignoraba lo que ocurría, desviaba la mirada, se tapaba los oídos acerca de los comentarios cada vez mas subidos de tono, con respecto a la amiguita de su prometido.
Su pobre Heika se encerró por días junto a sus restos, culpa fue lo que pensaron con aquel acto los miembros del castillo, alivio, al fin es libre, su noble corazón lo lleva hacer eso, ahora podría cazarse con su verdadero amor y tener su tan anhelada familia.
Equivocados, todos lo estuvieron, podía ver con claridad su dolor, no era de un amigo, compañero o de culpa, era el de haber perdido al amor de su vida, al único y verdadero amor.
Cuan ciego estuvo, creyó conocerlo, pensó ayudarlo, mas solo consiguió arruinarlo, lo que el rubio no logro en años a su lado, él lo hizo en menos de eso. Ahora lo entendía, la imagen de su rey arrodillado a unos pasos de su cremación, quedarían grabadas en su mente hasta el día de su muerte, Wolfram ya no estaba y su rey tampoco, ambos murieron aquella tarde.
Su peor temor fue hecho realidad, el rubio consiguió llevar a la destrucción a su pobre Heika, sin la necesidad de encontrarse presente.
Fin