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Túnel Ciego por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

Ante los evidentes cambios de Saga para con Shaka empiezan los celos, celos infundados para la persona equivocada. ¿Podrá Saga controlarlo? ¿Es sólo una obsesión?

«Aparatoso accidente automovilístico en PATHE

Larissa, Grecia. Un muerto y cinco heridos dejó un fatal y aparatoso accidente vial esta madrugada en la carretera PATHE vía Atenas, a la altura del centro de freno Ta Filaraka, cerca de Olymp, ocasionado por un Peugeot 206 HW SWI, donde el conductor se quedó dormido.

El trágico accidente sucedió esta madrugada a las 03:00 horas cuando el auto cruzaba una curva y perdió el control, estrellándose contra un BMW 330IA, con tres integrantes de una familia.

Resultaron lesionadas cinco personas que viajaban en los automóviles, quienes fueron auxiliadas por automovilistas, socorristas de la Cruz Roja, del servicio de Ambulancias de Larissa.

El fallecido fue identificado como Admes Damaras, de cuarenta y cinco años. Dueño de un mercado de alimentos en Larissa»


—Maté un hombre, Kanon —menciono sin aire, sin fuerza… He dejado a una familia sin padre ni esposo por mi imprudencia.

—Ya hablé con la familia. Me encargué de todos los gastos por el entierro. No te preocupes… son, cosas que pasan.

Las vendas están cediendo, lo puedo sentir. Mi hermano Kanon me ha tomado de la mano con fuerza. Lo he notado, está muy nervioso, casi sudando a pesar del frio que hace.

Me han dicho que tengo fracturada la pierna derecha, tres costillas de la derecha también. Una contusión en mi cabeza me tiene todo el rostro inflamado. Ya me quitaron los tubos, han pasado creo que seis días… ya no sé. No estoy seguro. Aquella tarde que me iban a quitar las vendas decidieron retrasarlo. Creo que eso fue hace dos días.

—¿Sale mi foto en la noticia? —pregunto, mientras aquella mano va deshaciendo la venda.

—Sí, junto a la del señor y la imagen del choque. Ya la veras.

La venda cede por completo.

Abro los parpados.

Oscuridad.

—¿Kanon?

—¿Qué pasó?

—¿Ya no tengo nada en los ojos?

Silencio…

Minutos, segundos, horas… ¡YA NO SÉ!

Me siento aturdido, confundido. Paso una de mis manos por mi cara. Nada, no veo nada… ¡¡NO VEO NADA!!

—¡Kanon! —Lagrimas…

—¡Cálmate!

—¡¡KANON NO VEO NADA!! —grito…

—¡CÁLMATE!

—¡¡KANON, ESTOY CIEGO!! —No me sujetes, no me abraces… ¡¡¡NO ME ENTIENDES!!!

—¡Cálmate Saga!

—¡¡MALDITA SEA!! ¡¡MALDITA SEA NO TE VEO!! ¡¡¡MALDITA SEA!!!

18 de Febrero del 2000

«Me evade… me está evadiendo. Tengo ya días sin verlo y aunque quiero, quiero verlo, buscarlo. ¿Qué rayos le diré? Cada vez que intento acercarme estando él con Mu, simplemente se despide y sigue su camino. Y quiero acercarme…

Tal vez sea lo mejor, me repito pero… ¿qué hago con estos deseos de verlo de cerca?»


—Al parecer van a cambiar de nuevo los sistemas de los computadores. ¡Con lo que tarde acostumbrándome al Windows 98! —Refunfuñaba Mu mientras estaban en la camioneta, yendo a casa—. Con eso de que ayer Microsoft lanzó la nueva versión…

—¿Y desde cuando estás enterado de ese tipo de cosas? —preguntó Saga, extrañado con que su pareja le estuviera hablando de eso. No estaba al tanto de que Mu se fascinara por la tecnología.

—Shaka me comentó. —Se encogió de hombros mientras revisaba su teléfono—. Me dijo que venía una nueva versión que prometía no se qué cosas.

—Según leí en la mañana, plantea ser más robusta que la anterior y con menos vulnerabilidades. Espero que sí, la versión 98 es bastante estable y con tanto escándalo que habían armado por lo del Y2K ya no creo mucho en esas promesas.

—De verdad que siempre estás informado de eso. Realmente ese tipo de cosas no me llaman. Shaka intentó explicarme pero prefiero que me hable de no sé, ¿música, historia, libros? —comentó con una sonrisa que fue seguida por la del mayor. El nombre de Shaka trastabilló en su cabeza.

Se sintió ruin al estar pensando sólo en ver al oftalmólogo teniendo a su pareja al lado.
Pensó que quizás sólo era un capricho que pronto se le pasaría. No tenía razones para dejar a su pareja, no tenía razones para terminar su relación, después de todo, él lo quería…

¿Lo quería?

Las preguntas de Kanon de nuevo atravesaron su mente. Desde aquella conversación con su hermano no se habló más del asunto.

«Sí, estoy intentando que esto que siento se apague, o deje de sentirse. No quiero… no quiero engañarlo.

Mu me ha dado seguridad, ¿Qué hago buscando algo que no me pertenece?»


03 de Marzo del 2000

«De nuevo días sin verlo. De nuevo se escurre pero hoy paso algo particular. Pensé que el tiempo sin vernos ayudaría a mitigar esto pero no… siento, que mientras más lo conozco más me atrae.

Pese a que no lo teníamos planeado, Mu quiso comer una tarta de chocolate en la pastelería. Lo sentí como mi oportunidad. Admito que fue un descaro de mi parte aprovechar el antojo de mi pareja para verle y, al final, terminé encontrando razones, más razones, para mirarlo a él.

Shaka se está convirtiendo en una fiebre que no puedo bajar»


— Sabes, tengo ganas de comer torta de chocolate. ¿Te parece si vamos a la pastelería de Shaka?

Las palabras de su pareja resonaron mientras iba camino al departamento, luego de salir de la clínica. Ese día no había visto a Shaka. La petición fue como una oportunidad del Olimpo. La idea de poder ver a Shaka luego de días siendo ignorado y sin forma de que este lo evadiera, le contentó en demasía. Se sonrió efusivamente, dispuesto a aprovecharla.

—Claro, vayamos entonces.

—¡De seguro Shaka se sorprenderá! —Las esmeraldas del pediatra lo vieron de reojo. Mu sonreía inocentemente. Sin saber, sin comprender.

Demasiado confiado…

Llegaron a la pastelería y vieron en la caja a una mujer de cabello rubio, corto a la altura de sus pómulos, de visible edad junto al griego. Apenas Kardia los reconoció de inmediato saludó y la mujer con hermosos ojos azules les miró extrañada. Casi al instante los atendió, pidiendo Mu una torta de chocolate y sentándose en una de las mesas al lado de Saga, quien no dejaba de mirar a la mujer con curiosidad. Veía encima de las vitrinas varias cajas preparadas aparentemente de un pedido y la mujer las contaba mientras tachaba algo en una lista.

—Ellos son amigos de Shaka —comentó Kardia como respuesta a una pregunta de la dama, quien de nuevo los observó con visible sorpresa. Finalmente les sonrió.

Poco después se hallaban sentados en la mesa hablando con ella. Era su madre, Saira viuda de Sardillat, una mujer de ya entrados los 50 que aún se mantenía bastante joven. Su cabello dorado era sujetado por una cinta celeste, y tenía unos lentes de montura miel que delineaba el redondo contorno de su rostro. Les había ofrecido unas galletas de avena, junto a un poco de manteada de mantecado y fresa.

—Shaka está ayudando en la cocina a los demás. Tenemos un pedido bastante grande, una boda en la mañana, así que debemos entregar esto a primera hora. 1500 invitados, se imaginaran la cantidad que estamos trabajando. —Mu saboreaba gustoso las galletas. Saga por el contrario apenas y probó dos.

—¿Necesitan ayuda? —preguntó el ginecólogo. La mujer apenada renegó con su rostro.

—No, me avergonzaría que ustedes…

—No tengo problema con ayudar empacando. —Volvió a ofrecerse y antes que la mujer se negara acotó—. Me gustaría ayudar.

—Es mejor que acepte. —Secundó Saga levantándose con las manos en los bolsillos—, no se quedará quieto hasta hacerlo.

—De verdad se los agradezco mucho. De seguro que Shaka se contentará. Síganme.

Así hicieron. La mujer llevó a los dos doctores hasta la cocina, donde todo era un verdadero campo de producción masiva de dulces. Vieron a Asmita con el orden del lugar, preguntándole a Degel a cada tanto cuántos dulces ya tenían preparado de cada variedad, mientras batía efusivamente en el bol de sus manos un poco de crema chantilly. Shaka en cambio estaba muy concentrado rellenando otros dulces con una pistola de crema, inyectando la mezcla en una masa redonda de harina para llevarlas al horno. Degel se encargaba de ir contando mientras decoraba la torta de bodas.

—Shaka, dos amigos de la clínica vinieron a buscarte. —No volteó de inmediato. Incluso, Saga pudo percibir un leve estremecimiento en ese cuerpo al escuchar que habían ido al verlo. Al cabo de unos breves minutos, los zafiros voltearon y los vieron, abrumado. Saga bajó la mirada y Mu sonrió efusivamente.

—¿Necesitan manos de ayuda? —ofertó el ginecólogo arremangándose la camisa. Shaka estaba a punto de negarse cuando…

—¡Mucha ayuda! —La voz de Asmita intervino—. Si puedes ir empacando los dulces de la derecha en esas cajitas de colores que debe estar por allí nos ayudaría bastante.

—Asmita, son visit…

—No te preocupes Shaka, me alegrará ayudarlos—y dicho eso, se puso en acción.

Shaka volteó y no regresó su mirada al pediatra que se mantuvo quieto viendo todo el movimiento. La mujer se detuvo a su lado, ofreciéndole un poco de café mientras esperaba.

Realmente, Saga no podía quitarle la vista al perfil de Shaka mientras inyectaba la crema en aquellas bolas de harina y cuando de un momento a otro pasaba al otro lado del mesón buscando el tazón de chocolate derretido para decorar las galletas recién hornadas que luego tendrían que administrar para crear seiscientos arreglos con algunos caramelos y una decoración hecha en porcelana. Veía como Asmita preguntaba cuantas iban y se veía tan alterado, como si nada pudiera pasarse de alto. En un momento Shaka y Degel prácticamente lo sentaron en una de las sillas a la esquina de la cocina, animados por la risa de su pareja que se divertía con el escenario; dejándole a su vez un vaso con agua para que se calmara.

—Me alegra mucho saber que Shaka tiene amigos en la clínica. —Escuchó a su lado. Giró su rostro para ver a la mujer que enternecida veía a sus hijos discutir porque Asmita no quería quedarse quieto y darle el bol de la mezcla a Shaka—. Desde muy joven no ha sido muy sociable. Desde niño decía que sería los ojos de Asmita, así que se iba temprano de su salón para regresar a casa y ayudar a Asmita en la casa. —Las esmeraldas de nuevo se fijaron en el rubio, quien había ganado momentáneamente el duelo de voluntades contra su hermano mayor—. Por eso me sorprendió mucho cuando Kardia comentó que eran sus compañeros de la clínica.

—¿Cómo fue el accidente? —Se atrevió a preguntar. La mujer suspiró mostrando un dejo de nostalgia en sus orbes azules.

—El conductor del camión se quedó dormido y nos llegó de frente. Mi esposo no sobrevivió, Shaka apenas tenía diez meses y Asmita seis años. Aunque Shaka estaba detrás en su asiento de seguridad, Asmita se soltó el cinturón y cubrió con su cuerpo el de Shaka. Los golpes en la cabeza lo dejaron ciego—comprendía, empezaba a comprender—. Nunca quise que Shaka supiera como ocurrió, pero nos oyó a mí y a mi esposo cuando lo hablamos. Fue traumático, empezó a llorar, se culpó de lo ocurrido, Asmita tuvo que hablar con él. Días después, salió diciendo que sería oftalmólogo y le devolvería la vista. Eso fue hace ya catorce años. Pensé que serían de esas cosas de niños pero, me equivoque.

—¿Hay posibilidades para…?

—Shaka dice que sí, pero que dada a nuestra situación económica no teníamos el dinero necesario para aplicar a esa opción. Pero está decidido a ser él quien encabece la operación, aunque primero quiere operar a cinco y comprobar los resultados. Ahora falta que convenza a Asmita, no está muy de acuerdo con eso de operarse. Dice que ya se acostumbró a estar así…

—¿Acostumbrarse? —inquirió el mayor extrañado. Que alguien se niegue a recuperar la vista por costumbre.

—Esa es la manera que tiene Asmita de protegerlo. De evitarle a Shaka una frustración por no poderlo lograr, en caso de que la operación fallara…

«¿Cómo ahora puedo quitármelo de la cabeza? Sólo puedo pensar en la forma en que se acerca a su hermano, como se juega con él, le toma las manos para guiarlo hacía los implementos aunque Asmita se ve capaz de ubicarse por sí mismo… Es como si aún quisiera seguir siendo sus ojos…

Entiendo a Asmita… evitarle una frustración para lo que han sido catorce años de promesas.

Pero entiendo a Shaka en su deseo de retribuir algo que cree tuvo la culpa de haberlo quitado.

¿Puede haber tanta entrega y seguridad? ¿Puede haber tanta pasión y fe?

¿Me estoy enamorando de él?»


14 de Marzo del 2000

«Hoy, a Mu se le ocurrió una pésima idea… Pésima, pésima, pésima… 

¡¡MALDITA SEA!! ¡Y Kanon que no se negó!»


Allí estaban, en el departamento donde compartían juntos los hermanos. Mu había decidido que ese fin de semana podrían salir juntos a ver unas películas y acompañarse, aprovechando que Kanon estaba libre. Pero para no formar el mal tercio, se le había ocurrido la brillante idea de invitar a Shaka.

Y allí lo tenía. Kanon tenía sentado frente a él al muchacho que le robaba suspiros y no podía tocar. Al novio de su hermano. Saga estaba detrás de Mu, alejado en el mesón, observando a distancia todo el asunto que para él seguía siendo una mala idea.

—¿Nos acompañaras?

—Preferiría descansar…— adjudicó el ingeniero tratando de despejar esa mirada que parecía ser capaz de hacerle aceptar lo que fuera—. Vamos, no todos los días descansas.

—Tienes meses sin salir con nosotros, además quiero invitar a un amigo y bueno, no quiero hacer mal tercio, ¿comprendes? —Kanon de nuevo lo observaba intentando aplacar el dolor de su mirada—. Quizás lo que necesites es una pareja. ¡Creo que con Shaka te llevaras bien!

Saga no pudo mirarlo al escucharlo. Desvió sus ojos a algún punto de la cocina mientras trataba de aplacar la ola de celos que le embargó en los tuétanos de tan sólo pensar que su hermano y Shaka empezará a salir juntos. ¿Es acaso lo que siente Kanon cada vez que lo veía junto a Mu?

—¡Lo aburriré de seguro! —Se escudó, levantándose del asiento antes de terminar cediendo al encanto del ariano. Se equivocó, apenas intentó moverse, Mu le tomó del brazo y de inmediato lo puso a temblar. ¿Cuánto tenía evitando precisamente ese tipo de contacto?

—De seguro te gustara. Shaka es un hombre muy apuesto, inteligente, tendrán mucho que hablar. Te garantizo que se llevaran bien.

Saga miró de nueva cuenta la escena con ira contenida. Esperaba que su hermano se negara de nuevo para intervenir y destruir los intentos de su pareja. Pero para su sorpresa, Kanon volteó y le sonrió con una media sonrisa.

—Mu, ¿crees que de verdad necesito pareja?

—Creo que si… —Sin saber lo que significaba—. Estoy seguro que con Shaka podrían hacer una gran pareja. —Las esmeraldas, de ambos hermanos, desviándose a caminos distintos—. Además, eres un gran hombre. ¡Podrías conquistar a cualquiera!

Si, podría, pero al único que quiere conquistar estaba ya comprometido con su hermano.

Y si, podría, pero el mayor no quería que se acercaran al oftalmólogo.

—Está bien, acepto.

«Sólo espero que Shaka no acepte…»

18 de Marzo del 2000

«Hoy fue un pésimo día, de comienzo a fin. En cuanto supe que Shaka había aceptado no podía estar más inquieto y la salida fue… no sé ni cómo describirlo.

Lo único claro, es que estoy celando a Shaka en vez de a Mu…»

Por primera vez, los dos doctores veían al oftalmólogo con traje casual. Un jean cómodo, unas botas de marca, una camisa blanca y un chaqueta color plomo complementaba su atuendo. El cabello caía suelto sobre su espalda y para desgracia de Saga, de inmediato las conversaciones con Kanon se hicieron casi eternas. Parecían hablar de todo un poco, sabía que Kanon tenía más elocuencia y facilidad al hablar que él y si… se estaba muriendo de celos.

—¡Deja de vigilar a tu hermano! —Palmeó Mu el brazo de su novio al tiempo que le pasaba una coca cola fría a su pareja, con una sonrisa. Saga desvió por enésima vez la mirada sintiendo que algo se cocinaba en su estomago.

Estaban en el centro comercial, esperando la hora para la función que habían apartado. El tibetano se colgó del brazo del pediatra y de inmediato buscó sus labios.

Besó. El menor cerró sus ojos dejándose llevar por el gesto. Saga le siguió, pero su vista estaba fija en cada mínimo acercamiento que su hermano tenía con el rubio.

Y cuando Kanon volteó la mirada para verlos, casi en un acto de venganza, afianzó el beso. Profundizó, no se detuvo hasta provocar un ronco gemido en su pareja, que sonrojado se separó con un evidente color en sus mejillas. Le sonrió…

Todo el resto de la salida fue igual. En el cine, con Mu sentado en medio de ambos gemelos, Shaka al lado de Kanon; Saga no paraba de vigilar las manos de su hermano y cada acercamiento. Veía de lejos el perfil del hindú en la oscuridad, deseó ser él quien estaba a su lado…

Celos. Celos que le comían las entrañas…

Para mitad de película tuvo que salir del lugar, buscar un baño, mojar su rostro. Golpeó dos veces la baldosa del baño del local. Sacudió su cabeza. Subió su mirada en el cristal.

¿Cómo decirle a su hermano que no se le acercara?

¿Cómo decirle que le daba celos que tan siquiera le hablara?

¿Cómo prohibirle acercarse a él?

—¿Qué me pasa? —Se interpeló, golpeando con su frente el espejo—. ¡¿Qué me pasa?! —Se miró de cerca, esmeraldas enfrentadas por el reflejo de su propia condición—. Sólo quiero acostarme con él. Debe ser eso, sólo eso… ¡MALDITA SEA!

Lo estaba superando…

«Menos mal que Mu me creyó la tontería de que me dio malestar estomacal para terminar semejante cita. Mi hermano no habló nada, yo tampoco. Lo vi decaído, espero que haya sido que Shaka lo haya rechazado…

Soy un cínico. Un maldito bastardo…

¿Estoy deseando que mi hermano se lleve otra decepción?

No quiero que toque a Shaka, pero no soy capaz de soltar a Mu… ¿soy egoísta?»


24 de Marzo del 2000

«Me voy a volver loco… ¡a este paso me voy a volver loco!

¡TE DESEO SHAKA!»


Estaban en el pasillo aquel jueves. Mu le hablaba de que quería para su cumpleaños. Pensaba invitar a varios en el piso, entre ellos a Shaka para lo que sería una íntima celebración en su departamento de soltero. Saga sólo pensaba en la idea de ver otro intento de Mu de juntar a Kanon con el oftalmólogo. Afortunadamente notó que su hermano no hizo esfuerzos de volverlo a ver luego del cine. Supuso que simplemente no podía pensar en nadie más y se recriminaba por ello.

¿Qué iba a hacer? Tenía una poderosa migraña por días sólo pensando en todo lo que estaba pasando, en todo lo que Shaka empezaba a gestarle, lo que él estaba peleando por dominar.

Shaka no daba muestra de sentir lo mismo.

—Invitaré a Shura también. —El mayor volteó para verlo, contrariado. Mu y Shura no eran de conversar

—¿Shura? ¿Y eso? —preguntó extrañado.

—Después te digo, allí viene Shaka.

Mu se iba a acercar cuando sintió que una de las enfermeras lo llamaba por detrás. Se disculpó y terminó dejando a ambos doctores en el pasillo, pidiéndole a Shaka que lo esperara.

El ambiente se volvió tenso.

Mu había ido hasta la recepción para luego desaparecer de su vista. Shaka mantenía la mirada en cualquier punto lejos del pediatra. Saga, quien no dejaba de escrutarlo con sus esmeraldas, notó entonces la perturbación del oftalmólogo, la forma que evadía un contacto visual. Dio un paso y por inercia, el menor dio uno hacía atrás.

—¿Por qué me evades? —Indagó el mayor, acercándose dos pasos más y dejándolo sin más que una pared en la espalda, aún en distancia prudente para no levantar sospechas, pero lo suficiente cerca como para que Shaka se sintiera de alguna forma intimidado.

—No sé de qué habla, Dr. Tebas.

—¿Dr. Tebas? ¿Ahora me llamara por el título? —Cuando el menor levantó la mirada para refutar, ambas manos del mayor se tomaron del cuello de aquella camisa verde debajo de la bata del oftalmólogo. Los ojos se clavaron.

Sus latidos se acompasaron…

Rápido, cada vez más rápido…

Rápido, cada vez más violento…

Certero, fuerte, irrevocable…

Saga hizo el ademán de estar arreglando el cuello de la camisa mientras clavaba esmeraldas de fuego sobre los zafiros. Un leve roce con sus dedos en la piel de su cuello puso a Shaka a mil, erizándolo. Dándole al final evidencias.

—No huyas…

Sus labios tuvieron sed. Su garganta se secó. Deseó esos labios que se abrieron del estupor. Deseó el miedo que destilaba el rubio ante su presencia.
Deseó lo prohibido…

Lo soltó al ver que Shura se acercaba. Guardó sus manos en los bolsillos, sonrió triunfante ante su camarada, mientras Shaka acomodaba sus lentes.

Ya tenía lo que buscaba… Ya estaba seguro que no era platónico.

—¿Y Mu? —preguntó Shura al llegar.

—Lo llamaron hace poco… —Vio que el traumatólogo fijó su vista en el rubio. Frunció su ceño.

—Bien… Shaka, ¿estás listo para que nos vayamos? —Las esmeraldas del mayor que se abrieron. El fuego que de nuevo se gestó en el estomago.

Toda sonrisa se esfumó en el instante.

—Sí, ya estoy listo…

—Hoy quiero mostrarte un nuevo restaurant con música española, me gustó mucho cuando lo visité ayer…

Saga sentía que tenía deseos de borrar, borrar la sonrisa de Shura…

—Bueno, apresurémonos para que te pueda llevar a casa temprano. —El español volteó hacía el gemelo—. Dile a Mu que le doy las gracias.

Saga vio como Shura tomaba uno de los hombros del rubio. Le hablaba, Shaka le respondía.

Saga vio cuando Mu los detuvo en medio del pasillo. Les habló, les sonrió.

Saga ya asumía la razón de las gracias.

—¿No hacen linda pareja? —preguntó Mu al acercarse a su pareja, quien no salía del aturdimiento…

Y de la oleada de celos con lo que quería destrozar todo.

—Shura me comentó el lunes su interés por Shaka. Los presenté y de inmediato lo invito a salir. Como vi que Kanon y él no llegaron a ningún lado…

—¿Ahora le andas haciendo de Cupido? —Cuestionó Saga con ira, ira contenida.

Mu sólo rió. Sólo rió…

«¿QUE VOY A HACER CON ESTE FUEGO QUE ME CONSUME, SHAKA?»

11 de Julio del 2006

Todo perdió sentido, todo perdió rumbo…

Supe que uno de los que herí en el accidente entró en coma. Ahora Kanon también se ocupa de eso y yo…

Yo estoy ciego…

Ciego y desolado en esta maldita cama esperando que mis demás heridas se sanen.

Yo, un vil imprudente como aquel que le quitó la vista a tu hermano, mató a tu padre.

Yo, el hombre que aún te ama con todas sus fuerzas.

Yo, el hombre al que odias con la misma intensidad.

Y aunque Kanon dice que podríamos buscar una operación para recuperar la vista, de antemano, ya perdí las esperanzas…

En medio de la oscuridad quiero alcanzar tu recuerdo. Tu cabello dorado, tus ojos azules. Tu piel tan blanca, tu rostro… el tilak que adorna aún tu frente.

Te vi brillar tan lejos de mí, Shaka. Tú que abandonaste la práctica, te dedicaste a la investigación-

Pensar en que podrías haberme extrañado como yo a ti sería de necio, crédulo. Sé que no es así, sé que no me amas ya. Que la vida se encargó de matar lo que nosotros pudimos tener. Que la vida se encargó de separarnos irremediablemente, que tú preferiste seguir escalando lejos de mí…

Yo era un estorbo.

Fui un estrobo.

Y ahora, soy más estorbo aún…

¿Qué haré con mi carrera? Acabó…

¿Qué haré con mi vida? Se apagó…

¿Qué haré con mis sueños? Se aplastaron, asesinados quedaron.

¿Qué harás Saga?

Notas finales:

Gracias a los que leen, ya esta historia esta casi escrita aunque no la he publicado completa.


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