CAPITULO 5
PEQUEÑO TESORO
En cuanto le vio supo que debía protegerlo, apenas lo sostuvo en brazos se dio cuenta que era su pequeño preciado tesoro, del cual nunca se separaría.
A su lado todo se desvanecía, ya no importan las humillaciones de su padrastro, los comentarios insidiosos de otros jóvenes nobles, ni los regaños constantes de su hermano mayor por malcriarle.
Era su luz, su esperanza, su alivio, el motivo por el cual podía seguir llamando a ese lugar, hogar, la respuesta del porque no lo abandonaba, todo para irse con su padre, el porque pudo sobrellevar su perdida cuando este murió.
Ni siquiera cuando su comportamiento tuvo un cambio radical en su contra le pudo dejar de querer, cada insulto, negativa o humillación le dolían, herían, pero eran mil veces preferibles tener eso a ser completamente olvidado por el ser amado.
La esperanza jamás moría, algún día las cosas volverían a ser como antes, su fe estaba puesta en ello.
Tarde o temprano Wolfram, tarde o temprano volverás a llamarme coni-chan y yo estaré ahí, paciente, esperándote con los brazos abiertos.
FIN
CAPITULO 6
YA SOY GRANDE
Estaba cansado, hasta cuando su hermano lo dejaría de sobreproteger, acaso no se daba cuenta que ya no era un bebe, tenia diez años ¡por dios!, podía valerse por si mismo, si hasta entro en el equipo de béisbol sin la ayuda de nadie, para como insistía en que le llamara oni-chan, que vergüenza, ¡ya no mas!, lo quisiera o no, Shori debería entender que era grande y no le necesitaba a su lado cada segundo del día.
Estaba adolorido, no podía evitar que las lagrimas cayeran por su rostro, es que esa era su pelota preferida, estaba autografiada, un regalo de su padre que con mucho esfuerzo consiguió que se la firmaran en uno de sus viajes de negocios por uno de los mejores batiadores del mundo y ahora esos malandrines, sin mas se la habían arrebatado dejándole como recuerdo sus nudillos bien marcados en el cuerpo.
¡Idiota Shori!, donde estaba cuando realmente lo necesitaba.
FIN
CAPITULO 7
EL SOBRE PROTECTOR
Le dolía ver como su Yu-Chan se alejaba de él, mas cuando le ordenaba dejarle tranquilo o se negaba a llamarle oni-chan, acaso no entendía que era por su propio bien.
Ese era su triste destino, ver como su hermanito le ignoraba convirtiéndose en un completo ingrato.
Lo mas frustrante fue verse obligado a ver escondido sus entrenamientos, ya que según el pequeño, le avergonzaba, pero que quería que hiciera, si esos mocosos eran el doble de grandes y fuertes que el.
De ninguna manera permitiría que lastimaran a su querido Yu-chan.
Sabia bien que su hermanito no deseaba que interfiriera en sus asuntos, muchas veces se lo grito furioso en la cara, ahora se debatía entre aceptar sus decisiones o ejercer como el protector hermano mayor que era, mas al intentarlo, las duras palabras del menor hacían eco en su cabeza.
Con mucha rabia y frustración hizo oídos sordos aquellos gritos, dándose la media vuelta con el dolor de su alma, si su hermanito quería solucionar sus problemas solo, ya era hora que lo dejara en paz, después de todo, solo era una discusión de chavales, después de todo, que ¿podía pasar?
FIN