Debía admitirlo, no era ningún cobarde, quien si no se enfrentaría ante unos humanos furibundos y hasta pediría clemencia para quien le estaba a punto de matar, no, no era eso, definitivamente estaba loco, la cosa era peor de lo que pensaba, tenían por rey no tan solo a un idiota, sin no que también a un demente y para colmo ahora era su prometido.
No podía evitarlo, las carcajadas iban en aumento, no podía olvidar su cara, como hacerlo, en esos momentos era él quien deseaba rechazarlo, mas su madre insistió en que debia respetar las costumbres de sus ancestros, no por ella, si no por el bien de Shin Makoku y le gustase o no, debia cumplir con sus labores de prometido y futuro consorte real.
La odiaba por ello, sabia bien que no le agradaba ese tipo de contactos, mucho menos con aquel imbecil que lo había pillado con la guardia baja en dos oportunidades, lo odiaba, lo detestaba, lo aborrecía y solo un pensamiento venia constantemente a su mente al estar a su lado, “ojala te murieras”.
-La primera noche es importante Wolfi, jijiji, por fin mi niño se convertirá en un verdadero hombre- decía con picardía la mujer, agregando esto ultimo en voz baja para que ninguno de sus hijos mayores le escuchara, pero muy a su pesar, sin que estos lo hicieran, podían imaginar por el sonrojo del menor que le decía su madre a su hermanito.
Respiro profundo, debia hacerlo por el bien del reino, sentía una horrible angustia en el pecho, pero sabia bien que no debia llorar, era de cobardes y el ya no era un mocoso, debia aceptar su destino, seria quien manejara los hilos tras la corona, la voz no tan solo del pueblo, si no que también la respuesta y solución dada por el inepto que tendría por esposo. Si, su tío tenia razón, habían cosas peores, ya tenia su venia, muy a su pesar y ni siquiera al enterarse del mestizamiento del nuevo maou le había hecho armar un gran escándalo como el pensara. Un Bielfield en el poder era mucho más importante que la rabia que sentían por el atrevimiento de aquel extranjero, debían tragarse su orgullo, no les quedaba más alternativa.
“Es el destino de nuestra línea sanguínea, es la carga que llevamos, es nuestro destino, nada se puede hacer. Perdóname.
Walterona Von Bielfield”
Que mas podía hacer, su última esperanza cayó estrepitosamente junto a esa carta.
Le esperaba en la cama completamente desnudo como dictaba la estupida tradición, malditos pervertidos, se decía al pensar en los fundadores y sus propios ancestros que crearan esas dichosas leyes.
Escucho pasos acercarse, ya nada podía hacer, debia aceptar su destino, el horrible momento que prefería ni imaginarse desde que no pudiese romper el maldito compromiso había llegado, respiro profundo, salio de las sabanas y le miro con su mejor cara.
Pálido, alterado, aterrado, huyendo, así estaba el joven monarca la ultima vez que lo vio, tan solo al recordarlo le daban unas ganas horribles de echarse a reír. Tierno, pensó para si, sobre todo cuando tartamudeaba y le evitaba con la mirada al tenerle en frente.
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Por cuanto tiempo seguiría así, nadie podía saberlo, el siempre quiso lo mejor para su sobrino, solo por eso acepto aquel compromiso, era cierto que en un principio fue solo por una treta política pero luego al ver cuan feliz era su único pariente con vida, supo que por fin uno de los suyos le rompería el brazo a ese maldito destino de desamor que sufría hace siglos su noble casa, pero ahora con tristeza veía como aquel hermoso joven se dejaba morir por el simple hecho de no ser correspondido por quien se desviviera.
-Perdóname Wolfram, debí ayudarte a romper ese compromiso cuando tú me lo pediste, perdóname-
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Sin darse cuenta fue conquistando su corazón que hasta ese entonces no sabia lo que era ser querido sin segundas intenciones de por medio, muchas veces tuvo pretendientes y hasta parejas fugaces, pero todos por igual iban tras una sola cosa, su apariencia, al ver que no seria fácil conseguirle para una noche de pasión y de que él se negaba a consolidar su relación, estos le dejaban, dándole a entender siempre que sin no fuera por su belleza jamás le hubiesen hablado. El era diferente, tanto así, que hasta el mismo termino sucumbiendo ante esa aura de luz que irradiaba a su paso, daba gracias por haber tenido el honor de ser escogido para ser su consorte, daba gracias por que no le viera como un pedazo de carne, dio las gracias por siempre tomarlo en cuenta en sus decisiones, dio las gracias por tener su cariño y respeto, pero mas por haber sido el quien le abofeteara, atreviéndose a hacer lo que nadie antes hizo por su amor.
Continuara...............................