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ES PORQUE ERES UN HOMBRE por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

Hay un dicho bien cierto, que dice, "mas pronto cae un mentiroso que un cojo" y asi sera descubierto por el Maou de Shin Makoku.

 

CAPITULO 16

UNA VERDAD OCULTA

Sin lugar a dudas lo primero que haría siendo reina de Shin Makoku, seria prescindir de los servicios de cierta peli verde, como se le ocurría pedir una audiencia con el Heika a unos minutos de su boda, por su causa esperaba en el carruaje en vez de estar caminando hacia el altar en el gran templo de Shinoun.  No podía creer como luego de lo ocurrido esa mañana él se atreviera a dejarla esperando, acaso no había sido clara, o quizás la estaba probando, no importaba, ella se quedaría ahí, esperando, luego haría que se las pagaran, de eso se encargaría personalmente.

 

 

 

Le extraño la insistencia de Gisela, pero como parecía ser un asunto urgente prefirió atenderla a la brevedad, lo único que paso por su mente fue el atentado que iba dirigido hacia su rubio pero que felizmente solo termino eliminando a un pobre caballo.

 

El joven rey no pronunciaba ni una sola silaba, tanto su general como su consejero deseaban saber que haría pero como siempre, la única que se atrevía a preguntárselo con el apoyo de cierto castaño, era la médica de palacio.

 

 

-Heika, hice las pruebas en más de una ocasión para estar segura-

 

-¿Qué hará su majestad?- pregunto serio su padrino.

 

 

-Es Yuri, cuantas veces tengo que decírtelo-

 

-Perdón…Yuri-

 

-¿Que debería hacer?- dijo sin mirarles.

 

-Bueno Heika, creo que usted…- apenas y se pronunciaba Gunter cuando fue interrumpido por su rey.

 

-Tráiganla- dijo en tono seco sin moverse de su lugar.

 

 

 

 

Algo extraño estaba ocurriendo, no le agradaba, pero debía tener sangre fría, ahora mas que nunca tenia que hacerse valer ante cualquier obstáculo que se le presentara, después de todo, ella esperaba al futuro hijo del Heika.

 

 

 

-Y bien- pregunto el maou a una joven perpleja.

 

-Acaso es una broma- pregunto esta.

 

-Cree que esto sea una broma- acoto un peli plateado igual de serio que su majestad.

 

-No entiendo porque están todos aquí- dijo la joven de blanco.

 

-Porque esto es un asunto de estado por eso- se pronuncio un peli gris que no deseaba ser participe pero que como general del reino no le quedaba mas remedio de permanecer en aquel lugar, mientras su Heika no le pidiese lo contrario.

 

-Y bien- volvió a preguntar el joven rey.

 

-Es mentira- contesto.

 

-Esta segura de lo que dice- agrego Gunter a lo que esta sin mirarle grito.

 

-¡Pues claro, es mentira!-

 

-Gisela- dijo el rey extendiendo su mano para que esta le entregara unos papeles –Míralos- ordeno este a su futura esposa tras sostenerlos.

 

 

-No entiendo- dijo algo molesta mirándolos con atención.

 

-Explícale Gisela, por favor- dijo el moreno sin despegar su mirada de la peli violeta.

 

-Aquí dice que usted no esta en cinta- contesto la peli verde.

 

-¡Blasfemia!, ¡claro que lo estoy, si no pregúntenle a mi medico!-

 

-Claro que lo haremos, Gunter- dijo el maou a su consejero, quien en seguida salio del despacho entrando un par de minutos mas tarde con el medico de la noble.

 

 

El hombre apenas entro pregunto lo que sucedía, yendo enseguida hacia su paciente, quien negó con la cabeza.  ¿Qué sucedía ahora?, se preguntaba el medico cuando la joven grito a todo pulmón.

 

-¡Este es un complot en mi contra!, ¡si no deseas casarte conmigo solo dilo!, ¡pero no sigas humillándome!-

 

-¡No se trata de eso, solo quiero la verdad!- gritaba por primera vez molesto el moreno.

 

-¡La verdad, quieres la verdad, solo existe una!- exclamaba furiosa para luego ver a su medico con exigencia.

 

 

 

Gracias a las influencias de su padre había logrado pernoctar en mas de una ocasión en palacio, no así ver al maou, ya que como bien sabia, solo los mas cercanos permanecían en donde el se encontraba, en cambio las visitas, permanecían en el ala izquierda de palacio, impidiéndole así la tarea que se marcara desde que le conociera, conquistarlo.

 

Cuando escucho lo ocurrido con el joven Bielfield no cabía de su alegría, por fin pagaba sus crímenes el desgraciado.

 

 

-Si lo vieras ahora Edwards, de seguro volverías a mí, pero lamentablemente ya no me interesas-

 

 

Se reía a mas no poder al recordar a quien fuera su prometido, como luego de una fiesta tras conocerlo rompiera con ella, claro esta que nunca llego a estar con el rubio, este le rechazo de plano, pero no por ello su culpa era menor, de seguro había hecho algo para embrujarlo aquella noche, porque como se explica que quien le jurara amor días antes tirara todo por la borda a causa de alguien que acababa de conocer, no, era obvio que el rubio hizo algo para atraerlo, jugo con él, para luego botarlo, después de todo era digno hijo de la libertina mas grande que se haya tenido en todo Shin Makoku.

 

Si antes tuvo dudas, para luego darse valor, ahora estaba convencida, el nuevo Heika seria suyo, se lo refregaría por la cara a su enemigo para que le doliera de la misma forma que a ella alguna vez.  Solo había un pequeño problema con el cual no contaba y eso era la extrema gentileza del monarca, suspiro compungida, pensando que nunca le abandonaría, pero luego nuevas noticias llegaron, el compromiso habia sido roto. 

 

Corrió en el acto hasta el despacho de su padre, exigiéndole que pidiera una ausencia para ellos con el Heika, el tiempo era oro, de seguro muchas mas harían lo mismo por lo cual debía ser la primera. 

 

Estaba furiosa, quien se creía que era ese idiota afuerino, no le importaba los otros pretendientes, mejor para ella si le ignoraban, pero su caso era diferente.

 

Con dificultad había conseguido ser alojada en palacio, no una, si no tres veces en esos años, por muy poco tiempo claro esta pero en aquellas ocasiones se hizo de la simpatía de varios miembros del castillo, sobre de todo de una muchacha de servicio a quien le daba una que otra cursilería que tenia destinada para la basura, pero que para ella eran como preciosas joyas.  Así fue como en su última estadía se entero del repentino compromiso del rubio.

 

-Imposible-

 

Se dijo, como en su estado alguien le pediría matrimonio, acaso el mundo se había vuelto loco, o ella siempre tuvo razón y el demonio usaba pócimas, no importaba, ya que el nuevo pretendiente no era el maou, mejor aun, según Annette, la criada, el monarca se encontraba bebiendo en un salón, ahogando las penas de seguro, ¡no!, para nadie era noticia de que el nunca amo al rubio, solo debía sentir mal por este, de seguro era otra cosa, culpa, ya que de seguro deseaba estar a su lado cuidándolo hasta que su estado fuera mejor, pero era algo inútil, aquel que fuera el mas bello del reino había caído bien bajo y de ahí seria imposible sacarlo.

 

 

Sigilosamente con la ayuda de Annette, consiguió llegar hasta los aposentos del rey, su excusa ya la tenia bien practicada.

 

 

-Lo siento, creo que me he extraviado- dijo ante la mirada de extrañeza  de un joven moreno.

 

-Aaaa, no te preocupes, a donde te dirigías- contesto este trastabillando un poco, lo cual no paso desapercibido para la joven.

 

-Deseaba conocer palacio un poco mejor…y…bueno, me extravíe- dijo en tono sentido.

 

-No te preocupes, a mi también me pasaba al principio, es demasiado grande, verdad-

 

-Si- contesto sumisa.

 

Su caminar no era de los mas normal, ¿ebrio?, quien lo diría, pero mejor así, debía aprovechar esta oportunidad a como diera lugar. 

 

Se le acerco despacio, el moreno hizo lo mismo pero a poco andar tropezó con sus propios pies, ella lo noto y corrió hasta el.

 

-Lo siento- dijo un tanto avergonzado el moreno, ante una suave sonrisa de su salvadora.

 

-No tenga cuidado su majestad- contesto esta.

 

Lo llevo hasta la cama, pero a propósito le hizo trastabillar nuevamente cuando llegaban a esta, dejándolo caer sobre ella, en la suavidad del lecho. 

 

Su respiración a alcohol era desagradable pero debía admitir que el maou podía ser bastante atractivo, acerco sus labios hacia los de el con total disimulo, este se aparto un poco pidiéndole perdón, perfecto, se dijo, piensa que él lo a iniciado, el resto paso de la misma forma, tal parecía el joven monarca no tan solo estaba borracho, si no que también solo.  Al principio fue renuente a avanzar pero ni se dio cuenta cuando ella estaba desprovista de ropas, mucho menos que no fue el, si no ella misma quien lo había hecho, tal como era de esperar, continuo solo para no ser visto como un poco hombre. 

 

Estaba consiente que esa no seria su primera vez, pero a toda costa debía hacérselo creer, era necesario jugar el papel de virgen sonsacada por un monarca lujurioso. 

 

Era bastante torpe en sus caricias, al igual que en otras cosas, pero no debía importarle, su plan no tomaba en cuenta su satisfacción personal, pero lo que si le costo reprimirse fue el golpe que deseaba darle en la cara, pero que en cambio los reemplazo por rasguños en su espaldas, bien marcadas, no podía creer que mientras lo hacían, dentro suyo, llegando a un decepcionante clímax, él no encontrara algo mejor que mencionarle y no una, si no tres veces.

 

 

-Wolfram, Wolfram, Wolfram-

 

 

Si antes lo destetaba, si antes lo odiaba, si antes lo aborrecía, ahora solo quería verlo bajo tres metros bajo tierra.

 

Como era de esperarse se alarmo al verla en su cama, pero por suerte recordaba lo ocurrido la noche anterior, ella sumisa se culpo de todo, a lo cual el se disculpo, pensando lo mismo. 

 

 

Ya en su hogar armaría un escándalo, su padre se pondría furioso y le exigiría al rey que la desposara, entonces se dio cuenta de algo que obvio en su plan.

 

-La sangre-

 

Como toda virgen debía dejar un rastro de ella, como dictaba la tradición de los mazokus, el semen guardaba la prueba de esta para si, como señal de su hombría y posesión para con su pareja, pero como una idiota se le había olvidado aquel detalle, recordando que dicho frasquito seguía guardado en uno de sus joyeros.

 

Los gritos se escuchaban por toda la mansión, se llamaba idiota, estupida a mas no poder, como una cualquiera había pasado la noche con un total descocido que bien si era el rey, no por eso seria menos mal visto, y para que, para nada.  La gota que rebaso el baso aquella tarde fue el enterarse de que su enemigo había roto el compromiso y darse cuenta tras aquella noche que el moreno sentía algo por el.

 

 

Quien la viera no creía que esa era Roses Buliours, jamás la habían visto tan contenta desde el tiempo en que se comprometiera con aquel que le rompiera el corazón, para luego empeorar su comportamiento, pero ahora, simplemente su comportamiento era irreal.

 

Debía hablar con su majestad, debía contarle lo que ocurría, ahora si seria suyo, ni el se podría negar, ya que en su vientre llevaba a su hijo.

 

 

Estaba furiosa, llevaba casi una semana en palacio y el apenas se dignaba a visitarla, acaso no se casarían, claro que si, ya la petición había sido hecha formalmente a sus padres, la boda estaba próxima, menos de un mes fue el acuerdo, no debía esperarse mas, su vientre no se lo permitiría y ni sus padres, ni sus consejeros deseaban ver a sus futuros reyes en la boca de todos.

 

Maldito fuera Wolfram Von Bielfield, lo que no consiguió siendo una belleza desbordante lo había logrado siendo un monstruo horroroso, lo odiaba de lo mas profundo de su alma.  Tanta era su rabia que ni cuenta se dio cuando tropezó con su propio vestido y cayo de bruces al suelo, rodando un par de escalones.

 

 

El mal estar iba en aumento, tenia miedo, no podía estar ocurriendo, no ahora, se negó rotundamente a que aquella medico la atendiera, si alguien lo hacia, ese debía ser alguien de confianza, quien mejor que su medico.  

 

 

-Lo siento- dijo el hombre guardando sus cosas en su maletín.

 

No podía creerlo, tan cerca, para perderlo todo por un estupido accidente.

 

-Fue su culpa- dijo en voz baja, mirando al vacío.

 

-Se lo informare al Heika, permiso-

 

-¡No!- grito la joven entrando en si.

 

 

Debía permanecer en secreto, ni las suplicas, ni las amenazas funcionaron con su medico, pero algo nunca fallaba, poder, en cuanto ella fuese reina el tendría carta libre en lo que desease, es mas, se las arreglaría para que fuera el medico real si eso deseaba. 

 

Ocultaron las ropas ensangrentadas, junto a un par de sabanas, todo debía seguir igual, al menos hasta luego de la boda, tras esta quizás volvería a quedar en estado y todo seguiría igual, se daría cuenta pero ya seria tarde, estarían casados, el matrimonio consumado, seria la consorte real y ya no habría vuelta atras, todo debía seguir su curso.

 

 

 

 

 

 

-¡Porque no me lo dijeron!- exigió saber el Heika al medico que temblaba en su lugar.

 

-Heika…yo…vera…ella- tartamudeaba el hombre, sin terminar la oración.

 

-Esta claro que su ambición era grande- dijo un peli gris conteniendo su dicha por verse libre de aquella víbora.

 

-Bien, tienes algo que decir- pregunto molesto el moreno a quien fuera su futura esposa.

 

 

Le miro de frente, no tenia nada que decir, había sido descubierta, todo acabo, se dijo para sus adentros, entonces lo recordó, aquella gala, aquel prometido, aquel ponche derramado en su vestido, aquel maldito monstruo de seguro se reiría en su cara.

 

 

-¡Fue su culpa!- grito al fin molesta.

 

-De que habla- dijo Gunter en tono curioso para ver que inventaba ahora la joven.

 

-¡Sir Bielfield mato a nuestro hijo y ni siquiera lo castigaste!-

 

-¡Pero como se atreve!- grito furioso Conrad que no podía creer lo que decía la mujer.

 

-¡Es la verdad, el me empujo!-

 

-Eso no es cierto, aquel día en cuestión su excelencia se encontraba conmigo- dijo la medica para defender a su paciente y amigo.

 

-¡Yuri, créeme!- pidió suplicante.

 

-¡Heika!- dijo el moreno, ante las miradas curiosas de los presentes.

 

-¿Qué?- contesto ella aun mas extrañada.

 

-Solo soy Yuri par mis amigos, Heika para ti- contesto el moreno ante las lágrimas de esta.

 

 

 

 

 

 

 

Continuara..........................................

Notas finales:

Creo que esta vez me quedo un poquito mas largo, espero que les haya gustado, vamos a ver que sucede ahora, uuuuuuuu.

Gracias por los comentarios y por seguir con la historia, asi dan ganas de escribir mas aprisa.


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