Cualquier perdón u olvido desapareció al verlo de nuevo, imponente, estaba de pie junto a su silla, cínicamente le saludo como si no lo conociera, desconsideradamente no le presto la atención que tanto anhelaba, mas no importaba, tendría mucho tiempo para esta a solas con el, porque tarde o temprano se encontrarían y entonces sabría quien era en verdad Lear Von Bielfield, no, mejor dicho Lear Shibuya.
Intento interceptarlo para hablar a solas, pero siempre alguien se cruzaba en su camino, de alguna forma se las arreglaba para estar siempre acompañado de uno de sus hermanos, si no de una criada cualquiera o un antiguo soldado a su orden.
-Eres hábil padre, pero ni creas que te saldrás con la tuya-
Cuando supo que había dejado palacio no pudo evitar sentirse molesto, intranquilo, su padre lo noto enseguida, pero al saber de adonde se había dirigido decidió seguirle, claro esta que dando la excusa de seguir su camino. Esto llamo la atención de su reciente encontrado padre, quien no pudo evitar pedirle que se quedara, era tan poco el tiempo el que había permanecido con el, tantos años de ausencia, como era posible que desease marcharse ahora, sabiendo que era un príncipe, que tenia derechos, que no tenia necesidades. El joven sintió lastima por aquel hombre pero no podía dejar pasar mas tiempo, no sabia si volvería a verle y eso mas que nada lo asustaba.
Estaba a punto de subir a su caballo cuando una rubia despampanante le hizo un comentario que mas que llamarle la atención provoco en el un poco de sosiego.
-Mi niño volverá mañana sabes, será una lastima si no estas, ¿no crees?-
-¿Qué niño?- pregunto tontamente.
-Pues mi Wolfy, joven príncipe- dijo en tono pícaro para luego retirarse.
Como pudo olvidarlo, como no se dio cuenta, era obvio que aquella mujer era la madre de su supuesto padre, el parecido era enorme. Se quedo pensativo junto al animal, debia arriesgarse, quedarse significaría perder tiempo si este no regresaba, pero si lo hacia el estaría muy lejos de ahí, por lo cual quizás si lo perdería por siempre, que debia hacer.
El rey estaba feliz al escuchar el cambio de planes de su hijo, hasta ese momento pensaba que había tocado su corazón y en cierta forma su perdón por no haberse esmerado en encontrarlo tras su secuestro. Pero cuando vio como su rostro irradiaba felicidad al ver a cierto bishounen, comprendió más de lo que le hubiese gustado.
Con un mes estando en aquel castillo ya podía moverse a sus anchas por ser hijo del rey, aun mas, había descubierto uno que otro pasadizo secreto gracias a la ayuda del consejero, que había sido explicito que solo eran utilizados en caso de ataque o emergencia, bueno esa era una emergencia sin lugar a dudas.
La fragancia que emitía ese cuarto era la suya, de eso estaba seguro, a lo lejos vio la cama, pero antes de dar un paso una voz lo saco de su tranquilidad.
-Te esperaba hace tiempo hijo-
Dijo la silueta situada en un sillón frente a la ventana del cuarto, que supo reconocer como a quien por tanto tiempo llamara padre.
-Ya no tienes que fingir Wolfram- decía en tono seco sin moverse de donde estaba.
El comentario le dolió al rubio, porque aun muy dentro de él deseaba que aquel joven, con todo lo que había ocurrido le considerara aun su padre.
-Vienes a matarme-
-No, aunque no dudo que mi verdadero padre quisiese hacer eso- dijo con voz dura y seca.
-Se lo dirás-
-Lo he pensado, pero ya te lo dije antes, aun te quiero en mi vida-
El rubio sintió un golpe en su corazón, una sonrisa se formaba en su rostro, no todo estaba perdido con su pequeño.
-Hijo yo…-
-No me mal entiendas, tu no eres mi padre, jamás te volveré a llamar a si-
-Lo entiendo- dijo en tono tembloroso el rubio.
-Serás mi amante, así es como te quiero-
Le miro mas que asombrado, espantado, apenas le vio acercarse se levanto del lugar poniéndose en guardia, no permitiría que algo similar a la noche de su gran pelea volviese a pasar.
-Olvídalo, eso jamás sucederá- dijo un tanto espantado.
-No me mal entiendas, cuando dije amante, no lo digo en ese sentido, serás mi prometido- decía seriamente el moreno.
-Soy tu…-
-¡Ya basta!, mañana lo haré publico, nos casaremos a mas tardar dentro de una semana. Nunca te dejare, siempre estaremos juntos, tal y como siempre lo quisiste-
Le miraba de reojo, no deseaba ver su expresión dolida, ni mucho menos de asco, bien sabia que si el ya había aceptado no ser su hijo, para el seria muy diferente, pero eso no le importaba, lo deseaba, lo amaba y nada iba a detenerlo para conseguirle en cuerpo y alma.
A nadie le fue indiferente el ver como el recién llegado príncipe abofeteaba al heredero de la casa Bielfield, ya varios habían notado como le miraba y como cambio de planes al escuchar que este regresaría a castillo, mas pronto de lo estimado, lo que si extraño fue escuchar a su monarca pidiéndole que se retractara, que si sabia lo que hacia, explicándole no una, si no tres veces el significado de ese acto, era claro que su Heika aun no olvidaba su primer día en palacio y que al igual que a el, un accidente cultural lo atara a una persona por la cual no sentía nada, pero estaba equivocado, el joven amaba al rubio, así se lo hizo saber, mas aun, le comunico que si había llegado hasta ese reino, solo había sido siguiendo aquel joven que le había robado el corazón en un pueblo lejano. Todos miraron expectantes al rubio, más este no se pronuncio.
-¡Wolfram tu lo conocías!- dijo asombrado el rey-¡Porque no me lo dijiste!-
-Yo, Yuri veras- decía el mazoku siendo interrumpido.
-¡Lord Mocoso, acaso no ve que son dos gotas de agua, que planeaba!- gritaba molesto Gunter pensando lo peor.
Podían ver claramente lo que pensaban, acaso planeaba con aquel descubrimiento obligar al maou a casarse con el, luego de tantos años, aun le amaba, podía ser eso, “Tu hijo a cambio de que te cases conmigo”, seria capaz de llegar a tanto.
El joven moreno viendo las caras de reproche de esas personas en contra de su rubio alzo la voz molesto, no permitiría que lo lastimaran, eso nunca.
-Nos conocimos, pero dudo que notara alguna similitud, por algo no me reconoció el día que nos presentaron-
Todos le miraban expectante, mientras el rubio solo atinaba a mirar el suelo, no sabia que estaba planeando su hijo y a decir verdad, no le agradaba como iba el asunto.
-En ese tiempo trabajaba en una cantina, no estaba muy limpio que digamos, recuerdo que me dijo, “deberías darte un baño mocoso, así no dan ganas de comer”-
Definitivamente eso era lógico, el demonio de fuego era muy temperamental cuando de higiene se trataba.
-Además, en ese tiempo yo tenía el cabello castaño-
-¿Castaño?- dijo dudoso el maou.
-Si padre, no es bien visto el color azabache y bueno no me…-
-Buaaaaaaa, pobre príncipe Lear, teniendo que teñirse el cabello para que esos salvajes no le dañaran- decía notoriamente afectado el consejero real.
-Bueno, pero acerca del compromiso- decía el Heika no muy conforme todavía, a lo que veía en los rostros de todos las suplicas para que aceptara sin contratiempos, en especial de su querido hijo. Cuando una voz se alzo en el comedor congelándolos a todos.
-No se preocupe Heika, porque yo no pienso aceptar-
Fue la sentencia de un demonio de fuego que tras decir aquello y ver la sonrisa de paz expresada en el rostro de su amigo, salio del cuarto con una fuerte punzada en su espalda, y es que sabia bien que el joven príncipe no daría su brazo a torcer, muy pronto tendría que enfrentarlo nuevamente y entonces…no sabia que pasaría a ciencia cierta.
Continuara......................................