Le perseguía por donde fuera, no tenia ni un momento de sosiego, decidió marcharse por un tiempo de palacio, se iría a sus tierras pero cuando estaba a punto de marcharse este le llamo de lo lejos. Deseaba despedirse, después de todo no le vería en mucho tiempo y aun con todo era su querido hijo.
-No te vayas- le pidió serio el joven, a lo cual se negó.
-No te lo estoy pidiendo- miro a su alrededor y le pidió que le siguiera, ya en el cuarto de música a solas se sintió libre de hablarle.
-Debo ir a mis tierras, volveré dentro de una semana-
-Pues llévame contigo- pidió el moreno como si fuera un niño.
-Tú deber esta aquí junto a tu padre-
-Acaso no es lo que te pido- el rubio lo miro con un ligero brillo en los ojos-después de todo esas tierras son de las que tanto hablabas, mi herencia, recuerdas-
El rubio sonrío, como podía olvidarlo, siempre deseo que las conociera, después de todo serian suyas, de eso no había duda, era su único hijo, su único heredero, pero entonces recordó a Yuri, su semblante triste cada vez que el joven comentaba que pronto se marcharía porque no tenia nada que lo atara a ese lugar, no, no podía ir con él, por lo menos por ahora.
-Volveré pronto mi niño- dijo acariciando su mejilla, a lo cual el joven respondió con una sonrisa sincera.
-Iré de todas formas- dijo tomando su mano, la cual fue arrebatada inmediato.
-¡Compórtate Lear, tu deber es aquí!-
La poca paz que durara su encierro se esfumo tal como llego, el muchacho no se retractaría, el estaba en su derecho, el debia retribuirle por el engaño, pero a cambio seguía tratandole como a un niño, estaba arto, intento actuar civilizadamente pero ya no mas.
-Creo que debo ser mas claro, no te lo pido, te lo exijo como tu futuro esposo-
El rubio no podía creer lo que escuchaba, ahí estaba nuevamente con aquel absurdo, dio la media vuelta para retirarse entonces el joven le agarro con fuerza del brazo haciéndole girar para verse frente a frente.
-¿Qué crees que te pasara cuando se sepa lo que hiciste?- decía con rudeza el moreno ante la mirada neutra del rubio.
-¿Crees que tu crimen quedara impune?-
-Se que no será así- contesto apenas el mazoku.
-Sabes lo que ha dicho mi padre, mi verdadero padre- acentúo estas ultimas palabras para que se le grabaran en la mente aquel que le criara.-Los mataría, eso hará cuando les atrape-
-Pues es su merecido- contesto ante un atónito muchacho que no creía como podía llegar a tanto su cinismo.
-¿Acaso no te importa morir?-
-No, si me lo merezco, lo aceptare-
No podía creer cuan testarudo podía ser, o acaso era que no creía que fuese capaz, debia ser mas directo.
-Me pregunto que cara pondrá él-
Noto como el rubio comenzaba a temblar, había dado en el clavo.
-No solo te odiara, te repudiara, mas o peor que antes-
Vio como sus lindos ojos verdes se anegaban de lágrimas pero al igual como evitaba a que se derramaran. Lo odiaba, solo recordar la historia que le contaran las sirvientas mas antiguas de cómo el y su verdadero padre habían estado comprometidos, de cómo compartían la misma cama, como el le profesaba su amor sin tapujo alguno mientras el otro le ignoraba y hasta engañaba, sin importarle si quiera sus sentimientos, de cómo se humillaba, hasta el punto de denigrarse por aquel amor no correspondido, todo por un hombre que no lo merecía, mientras a él que estaba ahí, ofreciéndole todo su corazón le ignoraba de la forma mas vil.
-Se lo diré-sus palabras sonaron tan sutiles que ni el demonio las creyó.
-¡Esta tarde, te marches o te quedes!- dijo en tono mas autoritario.
-¡No!- decía con la voz temblorosa.
-Entonces aceptaras mi propuesta-
-No puedo, eso…yo…hijo entiende por favor- decía con la cabeza gacha.
-Bueno es tu decisión, pero que harás cuando lo sepa-
Se soltó de su agarre dirigiéndose a la puerta, el joven esperaba su respuesta y nuevamente se impacientaba.
-Prefiero morirme a que el lo sepa- dijo con voz agónica a punto de las lagrimas, retirándose del cuarto.
El joven no se sentía orgulloso por utilizar aquella arma en contra de su amado, pero no se daría por vencido y si debia hacerse de algo tan vil para ganárselo, lo haría.
No podía evitar sentirse feliz, el ya no se marcharía de palacio, esa tarde se formalizaría su compromiso, pronto seria su consorte, por fin podría disfrutar de aquel hermoso cuerpo que por tanto tiempo pensara como sacrilegio para si, no daba mas de la felicidad, hasta que escucho un grito y toda su alegría se esfumo.
Continuara........................................