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COMO PECAS, PAGAS. por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

Y aqui estoy de vuelta despues de haber pasado un gran susto, pense que nunca volveria a publicar con esta cuenta, ufffffff, que susto, pero gracias a la ayuda de Prue he vuelto, sniffffffff, lo que ayuda una mente fria en ciertas ocaciones, asi que este episodio va dedicado a ella, gracias.

 

 

 

Era su culpa lo sabia, pero porque entonces aquel rey también decía tener culpa.

 

Aquella tarde, apenas se entero que se marcharía lo mando a llamar, nuevamente le pedía que no lo hiciera, sabia que estaba siendo mesquino pero no podía quedarse sin hacer nada, su partida solo significaría sin lugar a dudas la retirada de palacio de su primogénito y eso era lo que menos deseaba luego de tantos años de ausencia. Una vez mas usaba sus bien conocidas tretas, nada parecía fusionar, hasta le dijo que estaría de acuerdo con el compromiso y hasta con la boda, pero eso más que alegrar a su amigo como le habría comentado la ex maou, solo logro molestarlo.

 

-¡Es una venganza cierto!- le grito molesto el moreno.

 

-¿A que te refieres?- dijo un tanto a la defensiva un rubio.

 

-¡Sabes bien a lo que me refiero!- el rubio solo negó con la cabeza.

 

-Aun no me perdonas el que no te haya podido amar-

 

 

Wolfram bajo la cabeza, esa era la primera vez desde su ruptura que se referían al tema y no era precisamente de su agrado.

 

-¡Lo sabía, me odias por haberme casado con Monique y no contigo!-

 

 

Le miro dolido, era cierto, todo aquello era la pura verdad pero ese no era el motivo por el cual se negaba aceptar aquella locura.

 

-Dime una cosa aun piensas que tienes una oportunidad-

 

-Yuri se bien que no- dijo cansinamente el mazoku.

 

 

El Heika se acerco hasta el, tomando su mentón con su mano hasta tenerlo ante sus ojos. 

 

Pudo sentir su aliento metérsele hasta sus pulmones, su calida piel tibia, no pudo controlarse, su corazón palpitaba a mil por hora, su mente se nublo, sus ojos se cerraron expectantes, sus labios ansiaban algo que lamentablemente jamás llego.

 

-Ni lo sueñes Wolfram, aun si sintiera algo por ti, que no lo es, nunca le haría tal daño a mi hijo-

 

 

Le soltó pero no por eso se alejo de el, vio como su rostro compungido por el dolor le esquivaba fingiendo entereza.

 

-Jajaja, Yuri, que cosas dices…yo…ya no siento nada…por ti-

 

 

Su deseo, era dejarle en claro que cualquier esperanza que albergara tras la muerte de su esposa seguía siendo nula.

 

-No te lo he contado, pero conocí a una hermosa noble hace un par de meses, con la llegada de Len la había olvidado, pero creo que la invitare a pasar una temporada en palacio-

 

 

Notaba claramente su confusión y dolor reflejado en aquel angelical rostro, pero no se echaría para atrás.

 

-Quien sabe, quizás ya sea hora de casarme nuevamente-

 

-Pero…su majestad murió…hace poco- decía dudoso el rubio.

 

-Wolf, ya han pasado cinco años-

 

-No creo que a Lear le agrade- agrego el demonio.

 

-Dudo que piense eso, el mismo me lo ha sugerido en más de una ocasión- dijo alegremente el moreno.

 

 

El corazón del rubio estaba a punto de sufrir un paro cardiaco, sentía su cuerpo temblar, debia marcharse.

 

Blanco como papel, así estaba su amigo, se sentía mal por hacerlo pasar por eso, pero tal como se lo dijera su padrino, su hermano menor aun tenia esperanzas con él, y mientras esto fuera así, nunca abriría su corazón a alguien mas y si ese alguien mas era su hijo debía hacer algo para remediar aquello a toda costa.

 

 

 

 

Le costo trabajo para que le dejaran verlo, mas para estar a solas, gracias a Lady Sherry lo había conseguido a regañadientes de sus hermanos, pero tras jurar no molestarlo y estarse quieto, por fin lo consiguió.

 

No podía creer lo que había hecho, aquel hombre que lo criara con principios, honor, orgullo, diciéndole siempre que no debia dejarse vencer por nada, ni nadie, estaba ahí, postrado en la cama, con las muñecas vendadas, manchadas con un poco de sangre que había parado de brotar.  Tan pálido como cuando llegaba en las noches de ventiscas a su hogar.  Se arrodillo al lado de la cama tomando una de sus manos, se sentía tan fría al tacto, reposo su cabeza en un extremo de su pecho y se hecho a llorar desconsoladamente, era su culpa, su culpa, por él su amado padre había atentado en contra de su vida, por su causa no volvía a sonreír, por el deseaba marcharse de palacio, por el no podía ser feliz.  El único que merecía morir de la peor forma era el mismo, por causar tal dolor a quien lo amara incondicionalmente desde que tuviera memoria.  Ya no le importaba el pasado, ni lo que hubiese hecho, “olvídalo”, se dijo a si mismo, “ya no tiene sentido desear venganza, ni odiarlo”, esa palabra le dolió, ya que aun sabiendo todo lo que hizo, nunca podría odiarlo, su amor era mucho mas fuerte que ese horrible sentimiento.

 

-Perdóname…padre…perdóname- decía lánguidamente, sollozando desconsoladamente.

 

 

Una mano se poso en su cabeza intentando desordenar sin éxito sus cabellos, tal como cuando era un niño, alzo la vista,  estaba despierto y sonreía con gran esfuerzo.

 

-¿Por qué mi pequeño?-

 

-Por…todo…padre perdóname-

 

-No hay nada que perdonar hijo mío-

 

Se levanto y le abrazo con cuidado jurándole que todo cambiaria. Antes que perderlo mil veces prefería olvidarse de aquellos sentimientos que ya habían echado raíces en el fondo de su corazón, eso era preferible antes de no tenerlo junto a el.

 

 

 

Continuara.....................................

Notas finales:

Gracias por los comentarios y por seguir leyendo.


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