Nadie podía negar su belleza, la conoció en una de muchas fiestas en las cuales le insistieran en asistir sus padres, al principio no le había prestado mucha atención en aquel tiempo que aun seguía empecinado con algo que definitivamente no podía ser, pero luego, ya con la mente mas tranquila, comenzó abrirse a otras posibilidades. No dejo pasar mucho tiempo desde que la viera por ultima vez para citarla en palacio, desde luego acepto, ambos congeniaron, ella además de bella tenia ese algo que tanto añoraba, debia reconocer que sus verdes ojos le llamaron la atención, eran mas oscuros que los de él, pero igual de hermosos, también su cabello rubio oscuro que le llegaba hasta la cintura. Sus calidos labios le hicieron olvidar cualquier deseo prohibido, entonces lo decidió, ella seria su consorte, con quien pasaría el resto de su vida, la madre de sus hijos.
No podía evitar ponerse contento al enterarse que regresaba, de la misma forma que en su antiguo hogar su padre debia continuar con sus deberes de futuro heredero de su casa, lo cual le tomaba mucho tiempo, lamentablemente había una persona que no solo lo notaba, si no que también le dolía, pero prefería callar a hacer una escena de celos.
Siempre era lo mismo, al igual que su padre biológico, su padre insistía en saber cuando harían abuelo al Heika, la verdad era que deseaba saber cuando lo seria él, pero por motivos obvios no podía decirlo.
Como siempre les llevaba obsequios, tanto a el como a su esposa, esta siempre le agradecía de forma cortes, le agradaba ver cuan bien se llevaban esas dos personas que tanto amaba.
Desde su noche de bodas era así, se refugiaba en sus brazos, sus caricias, sus besos, olía con premura su piel, no era lo mismo, lo sabía. Pasaba sus dedos por sus sedosos cabellos que aunque suaves,… no eran de la misma contextura. Rozaba sus manos por sus largas piernas,… las suyas eran cortas. Besaba su estomago hasta llegar a su pecho voluptuoso y se preguntaba ¿porque estaba ahí? Intentaba devorar con ansias sus labios pero solo lograba recordar el primer y único beso que le robara. Olvida, se decía, olvida, una y otra vez hasta aquella noche.
En la excitación del momento rozando sus cuerpos perlados por el sudor, quitando su cabello del rostro, escuchándole gemir de placer al acariciarle el pecho, penetrándola ansioso, fingiendo no desear a otro en su lugar. Entrando y saliendo de su interior, una y otra vez con deseo, se sentía venir, los gritos inundaban el cuarto, los cuerpos se aferraban uno al otro con premura, un te amo constante por parte de ella no paraba de ser emitido, mientras un yo también de él le seguía.
-¡Leaaaaaaaaaaaaarrrrrrrrrrrrrrrrr!- grito al llegar al clímax la joven, mientras su esposo gritaba un nombre que definitivamente no era el suyo.
Molesta, no era poco a como se debia sentir, dolida, eso si, por ello no le criticaba, ni mucho menos le regañaba por desquitarse con quien se encontrara, hasta con el mismo, se lo merecía, lo sabia. Después de tantos años reprimiendo ese sentimiento, no entendía porque había salido a relucir hasta ahora y justamente en ese momento, se sentía un verdadero canalla, como volvería a verle a la cara cuando volviera a palacio después de lo que hizo con su sagrado nombre.
Tomaban el té como solían hacerlo cuando iba de visita, el ambiente estaba algo tenso entre ellos pero entre risas y comentarios aquello quedaba tenuemente oculto, por ningún motivo el joven deseaba preocupar a su padre, mucho menos cuando iba por tan pocos días de visita.
En medio de una simple conversación entre la ex maou y la nuera del rey, un rubio se defendía, nunca le había agradado que su madre le empezara a emparentar con romances que nunca tuvo, mucho menos a crear futuros, así queriendo cambiar de tema, como siempre, le hizo la pregunta regular a quien no sabia que también era su nuera.
-Y cuando piensan tener un bebe- pregunto sonriente el mazoku, a lo cual en vez de una respuesta solo recibió la taza de agua hirviendo que se hubiese servido recién la joven, en plena cara, haciéndole lanzar un horrible grito.
Apenas habían llegado y presenciar aquello no fue del agrado de ninguno, la ex reina intentaba de hacer algo para calmar el dolor que su hijo negaba tener, pero que ella bien sabia no era cierto, mientras un joven moreno corrió hacia el para ver su rostro rojo y mojado por el agua caliente del té.
-¡Lear!- grito el Heika al ver como su hijo abofeteaba a su esposa y decidido a darle unas cuantas más.
Continuara....................................