CAP.22
CONCECUENCIAS
Despertó un tanto confundido, reconoció al instante su cuarto real, entonces lo recordó, lo había conseguido, por fin se le había declarado a su amado rubio y no solo eso, lo había hecho suyo. Podía reír de la felicidad, cuan idiota pudo ser en el pasado al negarse tal dicha, si que era un enclenque.
Dio la media vuelta para ver a su amor pero lo único que encontró fue el costado de la cama vacía, se extraño por ello, ya que sabía bien que luego de esa noche su ángel no estaría tan bien como para salir caminando así como así. ¿Acaso no seria virgen?, agito su cabeza por tal pensamiento recordando cuanto le había dolido, ¿pero si no lo era?
-¡Por un demonio Yuri acaso eso importa!-
Se critico a si mismo molesto, recordando su aventurita con…mejor ni pensar en ella, debía concentrarse en el futuro que tendría junto a su amado, si, muy pronto la tan ansiada boda que su suegra anunciaba con tristeza porque nunca llegaba, le seria encomendada, río nuevamente al pensar en ello, ya podía imaginarse la cara de todos al comunicárselos, sobre todo la de su demonio de fuego.
Corrió las sabanas para levantarse, la sonrisa que explayo era enorme, lo sabia, era el primero y también seria el único.
Se extraño al no encontrarlo en el desayuno, mas cuando comenzó a buscarlo y nadie le daba noticias suyas, no entendía lo que sucedía, algo no estaba bien, su pecho se oprimió.
A un par de horas pudo escuchar un gran algarabía, vio como unos soldados corrían hasta una torre ya conocida por él, sintió un nudo en su garganta el cual impidió que les preguntara que ocurría. Corrió tras estos rogando por que fuera cualquier cosa menos lo que estaba pensando.
-¡Su excelencia!-
Pudo escuchar a un par de hombres gritar, mientras veía como su padrino lo pasaba a dejar. Se detuvo en seco. No podía ser cierto, no, eso no.
La imagen era la misma, la sangre, su hermoso cabello teñido de rojo, su cuerpo frágil tirado en el suelo, el temblando de pies a cabeza sin dar crédito de lo que veía.
Parado en un costado de aquella escena, pálido a más no poder, derramando lagrimas sin control, viendo como un castaño sostenía al menor de sus hermanos con premura, anunciando su muerte, estaba un moreno que apenas y atinaba a dar un par de pasos, apenas lo vio creyó estarse volviendo loco.
“No cambiare los hilos de la historia”, había dicho el gran Shinoun en su primera discusión.
“Cualquier acto tendrá su consecuencia, estas preparado para eso”, fue lo que le dijera al ir nuevamente a insistirle.
Consecuencia, historia, que rayos estaba pasando, porque Wolfram estaba muerto, porque su rubio amado había…¡no quien lo había hecho!
-Es mi culpa- escucho decir melancólicamente aquel moreno que reconocía como la palma de su mano.
Lo miro detenidamente, de pies a cabeza, dejo que la furia se apoderara por completo de su ser y se lanzo sobre este sin pensarlo.
Ante el asombro de todos, dos morenos exactamente iguales peleaban por sus vidas en el suelo, uno más sorprendido que el otro.
-¡Tu lo mataste, tu lo mataste!- gritaba fuera de si uno de ellos, mientras que el otro intentaba defenderse a duras penas ante el asombro de ver una copia suya sobre el.
-¡Muere, muere, te odio!- continuaba gritando el que atacaba propinándole golpes salvajes en el rostro.
Lo odiaba, lo odiaba como nunca pensó odiar a alguien en su vida, cada vez que se levantaba, cada vez que le ignoraba, cada vez que fingía no saber porque estaba triste, cada vez que lloraba sabiendo bien que era su culpa, siempre, siempre lo odiaría, sobre todo cuando viera su reflejo en un espejo.
FIN