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Un poco de Color y Vida por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

Después de la llamada a Grecia y con el resultado del encuentro de su padre, Shaka debe replantearse muchas cosas. ¿Estará a tiempo para recuperar lo perdido?

Dos días, dos días habían pasado. El jueves se consumió de la misma forma que lo hizo el martes, el miércoles... El viernes pronto llegaría y parecía llevar el mismo destino, consumirse como una vela de cera fría derritiéndose hasta forma una estructura amorfa y sin sentido en la madera. Hastiado el rubio dio otra vuelta en la cama, chocando con una libreta y el lápiz de carboncillo, lo único, además de algunas de sus mudas, que había desempacado.

Temía hacerlo... porque temía pensar que tendría que quedarse en Londres y tratar de nuevo de hacer las cosas desde cero al lado de recuerdos. Temía pensar que ya no había nada en Grecia que buscar, que todo quedó allí, como una estación más en su vida que no era necesario visitar, de nuevo. Podría decir de regresar para al menos tener la compañía de Aphrodite, pero él mismo estaba convencido que esa separación ya era, también, inminente. El tipo de relación que ellos llevaban estaba condenada desde un principio y sentía, que estando él aún a su lado, quizás su amigo no tendría la oportunidad que él mismo se negaba: la de amar.

Bufó contrariado con sus propios pensamientos, viendo de nuevo la hora, resistiendo el cansancio y mal animo de su cuerpo golpeado por el mal comer y el insomnio, por esos recuerdos que llegaban a su cabeza y la gangrenaban lentamente, por sentirse tan indefenso, herido y perdido en su propio camino. Encendió la lamparilla de decoración china a su lado, dibujando la luz formas de ese arte oriental extravagante con mujeres de afilados rasgos y vestidas con vaporosas telas. Se sentó de nuevo en la cama, aún solo con un bóxer ceñido y tomando la libreta en su mano. Abrió y vio algunos de los bocetos en los que ha malgastado esas horas de vida, uno del rostro del pequeño Moises, el de Dohko sudado por las labores de carpintería, la sonrisa de Sunrey, el ceño de seriedad de Shiryu... ninguno de ellos tenía demasiado detalles, apenas los necesarios para identificarlos y poderle dar un nombre a la expresión. El asunto es que terminaba aburriéndose del retrato y dejaba de lado la libreta, se recostaba y terminaba pensando de más.

Siguió rodando algunas hojas... al igual habían varios rostros, de algunos clientes a los que iba recordando junto con las anécdotas de esas casas: aquella familia que se veían tan unida en las revistas y por dentro estaba desquebrajada, tal como la pared que cayó por la filtración de agua en uno de sus trabajos. Aquella mujer soltera y amargada que intentó seducirlo, tan vacía como el apartamento en el que vivía desde que su pareja la había dejado. La anciana que le buscó para darle más vida a su pequeño hogar luego de descubrir que pese a los cincuenta y tantos años y los recuerdos de su difunto marido, visible en antiquísimas pertenencias: ella aún estaba viva y deseosa de seguirlo estando. Recordó en la expresión anciana de su sonrisa ese dejo de vida que le impresionó, y hasta admiró.

"Dime que puedo conquistar a un jovencillo como tú" Le dijo aquella vez, mientras le mostraba las nuevas blusas que había comprado en una costosa Boutique. La mujer lo trataba como si fuera un amigo, pese a que estaba solo trabajando en la re decoración de la casa.

"Con esa actitud es capaz de conquistar a cualquiera" Esa había sido su respuesta y ante ella la mujer le sonrío como si hubiera rejuvenecido décadas. Precisamente, fue esa sonrisa la que dibujó en la hoja de papel.

Pasó la hoja de papel y encontró los rostros de Aioria y Aioros, algunas expresiones diversas, Aioros con su sonrisa que parecía no borrarse, Aioria con su ánimo y chispa, los había dibujado varias veces, y había recordado otras tantas más lo que había vivido con ellos, los regaños, las celebraciones al final del contrato, las veces que los acompañaron... Recordó aquel verano que con Aphrodite los cuatro fueron a la costa de Apolo, disfrutaron del sol, Shaka con más protector solar del acostumbrado, Aioria peleando porque quería ser su pareja de Vóleibol de playa y él prefería quedarse con el hermano mayor... Empezó a extrañarlos a ellos, empezó a extrañar su vida en Grecia...

Rodó una página más, pasando en donde tenía también varios rostros de Aphrodite con su sonrisa, con su mirada irónica, con la sensualidad que tenía impresa; hasta quedarse en una hoja que solo vislumbraba un par de ojos. Los observó en silencio, tomando el lápiz y empezando a trazar líneas acentuando las irises.

Recordó... recordó a Saga, recordó aquella cena, la sensación que tuvo al despedirse y tomarse la mano, sus pensamientos diciéndole que no se inmiscuyera. Evocó esa mirada verde llamándolo, clamándole algo, algo que quizás el mismo Saga aún no veía... le sintió llamarle, le sintió buscarlo... Rememoró...

Evocó la discusión en la sala, el acercamiento que él mismo se atrevió a ejercer para mostrarle quien era, para ponerlo frente a un espejo. Recordó su mirada turbia... y la sonrisa, con la que esa mañana del sábado le esperó dentro de su oficina al haber tomado la decisión.

Admiró el temple, admiró la fuerza, la forma en que se levantaba, como se agitaba el mar librándose de las piedras y la inseguridad se convertía en temple, en poder, en autoridad... y eso lo había atraído... las maneras en que ideaba acercarse pese a sus advertencias y derrotaba a sus argumentos dejándolo sin nada con que defenderse. Todo eso, de Saga, le había atraído.

Cuando volvió en sí unas espesas cejas acompañaban aquella mirada que tenía vida propia. Tragó grueso, subiendo aquella imagen al nivel de su rostro y observándola fijamente, sintiendo que a través del carbón aquel también lo miraba. Deseó... deseó de nuevo verse dibujado por esas pupilas verdes.

Y comprendió... No podía avanzar porque estaba en el lugar equivocado... en Grecia estaba su camino, y en Grecia estaba su mar...

El asunto es que en Londres estaba su represa.

-¿Me odiarás, Saga?-se preguntó, al aire, pasando su mano por el flequillo, notando los vellos nacientes en su rostro-. Quizás si regreso... para cuando regrese ya será muy tarde para mí-y aquello le dolía-, pero si no lo hago ahora, si no resuelvo esto ahora; sé que me arrepentiré después.

Se levantó de la cama dejando la libreta y el carboncillo a un lado. Otra noche sin dormir. Su corazón latía lentamente, sentía que en cualquier momento se detendría si seguía aminorando su ritmo y lo más insultante de su situación emocional es que poco le importaba que eso sucediera. Se vio entonces en el espejo de la habitación, se vio pálido, con las ojeras haciendo marcas debajo de sus opacos ojos azules, enrojecidos por la falta de sueño. La piel de su cuello ya hacía forma de sus huesos y supo, en ese momento, que estaba bajando de peso por el mal comer en esos tres días. Empezaba a verse la barba crecer, aunque era muy poca. Se burló de sí mismo al recordar cuantas veces deseó que le saliera más para verse más hombre... lo que podía ser la creencia equivocada.

Ser lo que era no le hacía menos hombre... el asunto era como explicárselo a su padre.

-Este no soy yo...-farfulló molestó consigo mismo, pasando una mano sobre su cabello y echándolo hacía atrás, reseco, opaco como todo él en el reflejo-. Este no soy yo...-se sentó en el filo de la cama, volvió a caer de espalda, al lado del libreto y del carboncillo, viendo el techo.

Su camino estaba en Grecia, su represa en Londres... su represa no dejaba pasar todo el caudal que él tenía... su represa limitaba a su propio ser a correr, a ser libre, a vivir...

A amar...

Por eso en Grecia sólo llegaba algo de él... algo: a lo que llamó Shaka Espica. Todo el resto, todo Shaka Wimbert estaba contenido tras la paredes del orgullo de su padre.

La mañana había llegado, tan fría, tan sola como ya Saga se estaba acostumbrando. Empezó a extrañar el ruido de Mu haciendo café en la cocina y el de su hermano refunfuñando para levantarse temprano. Estaba solo, en su nuevo hogar decorado, aún con la vista en el techo con el trabajo de yeso y la imagen de las constelaciones como si pudiera verlas desde el mar. Era claro, Shaka había hecho un trabajo glorioso con la decoración... pero todo estaba tan plagado de él que simplemente se sentía asfixiado.

Vio de nuevo el reloj marcando las seis de la mañana, más él no tenía animo de ponerse en pie, enfundarse de nuevo su traje, ir a tribunales... aunque en ese momento había un caso que podría mantenerlo entretenido, las veces que se encontraba solo o sin nada mayor en que pensar era Shaka el que se colaba en sus pensamientos. Era él y su sonrisa en los primeros días, era él y las pocas lágrimas aquella noche que decidió confrontarlo y acorralarlo. Era la furia de su mirada, era el desconcierto de sus pupilas cuando le recitó aquella declaración... Era su voz en el teléfono, lo último que escuchó y supo de él.

Resignado golpeó al despertador que volvía a repetir la tonada, como tenía haciéndolo cada cinco minutos después de las cinco y media. Se levantó resintiendo el dolor de cabeza y así como estaba, medio desnudo, se internó al baño a darse una ducha. Pensó que quizás esa noche se prepararía el jacuzzi, se dedicaría un tiempo a él y a repensar la situación, a pensar que ahora Shaka había decidido seguir su camino lejos de él y que él tenía otras cosas en que pensar, como la salud de su padre, como su caso... como la proposición de Marin.

Era cierto, había olvidado ello hasta que ella le había aparecido el día anterior en el tribunal donde ejecutaban el juicio de su caso, en la primera sección. No supo como tomarlo, pero al menos la compañía de alguien con quien conversar le había caído bien. Quizás su hermano tuvo razón en la noche cuando le dijo que era una trampa, una que no sabía si era Marin o era él mismo, quizás la vida la que le estaba tendiendo. Entrando la proposición de Marin junto a la partida de Shaka, ¿podría llamarlo casualidad?

"No me digas que ahora vas a aceptar solo para complacer a papá antes de morir"

Complacer a su padre, al menos regalarle un nieto antes de que la enfermedad terminara por desahuciarlo... ¿era eso lo que debería hacer el cómo hijo?

"Un hijo no debería venir solo para complacer un capricho"

Esa había sido su respuesta; sin embargo, tampoco le había dicho el no a Marin.

Sin más fue hasta los tribunales a organizar el caso y la nueva sección que tendría lugar a unas horas. De nuevo preguntó por mensaje de texto a Shura si había algún tipo de cambio, más las cosas seguían igual. Pese a que ya había desertado de la idea de buscarlo a Italia, al menos quería saber si todo estaría bien con él, si de verdad empezaría su nueva vida como aparentaba ser. Tenía una vana esperanza, muy vana, de que Shaka se arrepintiera y regresara, que el tiempo fuera suficiente para hacerle entender lo que sentía. Debía esperar, ¿no? No estaba seguro si hacerlo, pero aquellas palabras de "arreglar algo antes" las tenía repitiéndose en un mantra agónico en cada latido de su corazón. Quizás se estaba ilusionando, pero por mucho que Aphrodite hubiera lanzado la posibilidad de que Shaka usara eso para lastimarlo, el tono de su voz no le adjudicaba algo así. No estaba bien, Shaka no lo dijo por decir, esas palabras él las sintió tan sinceras que aún después de saber que se había ido no podía dejar de pensarlo...

Lamentablemente las noticias con Shura no fueron motivadoras. La tarjeta de crédito de Shaka no había presentado el primer movimiento, por lo tanto no podía saber aún en que parte de Italia estaba. Eso, junto a las palabras de Aphrodite lo tenía en verdadera contrariedad, porque si Shaka ya para una semana de haber partido no había hecho uso de su propio dinero sólo podía significar una cosa: que aquel italiano al que fue a buscar se estaba encargando de sus gastos... nada podía hacerlo mascullar una maldición con tanta eficacia como eso.

Debería dejarlo de lado, decirle a Shura que dejara la investigación y olvidarse que Shaka existió, pasó por su vida, le regaló un libro y...

No, no podía hacer tal cosa. Para eso debía vender su reciente adquisición con todo lo que Shaka hizo en ella, para empezar... Prefirió entonces abocarse a su trabajo, abrir las carpetas donde estaba su caso, dejar todo de lado y pensar, al menos por unas horas, que no sentía la falta de alguien al lado de su cama.

Esa mañana del viernes, Dohko vio a Shaka entrar a su galpón, mientras ocupado terminaba de armar uno de los estantes que habían pedido. Lo vio tomar los guantes, colocarse el cinturón con las herramientas y amarrarse su cabello para que no molestara. Tomó una de las maderas, se fijó en el diseño que estaba recreando y aplicó sus conocimientos a ellos. El anciano no dijo, nada, volviendo a sus labores, reconociendo que al menos ya Shaka había salido de su habitación y buscaba con que distraerse. De seguro, pronto entonces podría decir lo que había estado pensando en ese encierro.

-Lo quiero...

Escuchó el anciano luego de unos minutos de silencio. Subió la mirada hacía el joven quien lijaba con pausa la madera entre sus manos, concentrado más en lo que estaba por decir que en la tabla.

-Sus atenciones, su fuerza, la manera en la que me miraba, sea molesto incluso... todo eso...-y recordando...-. La forma en que metía sus manos a los bolsillos denotando su actitud implacable, el cómo su ceño fruncido no era capaz de opacar el brillo de sus ojos al verle. Cada invitación, aún después de mis desplantes. La manera en que seguía golpeando incesantemente hasta que le prestara atención. Todo, Dohko...-se detuvo en un instante, dejando la lija al lado, sosteniendo la madera contra su pierna-. No hubo momento en que no me hiciera saber su interés; no importaba como me negara, destruía mis argumentos, hacía ver invalida cualquiera de mis quejas y... internamente, me gustaba eso.

-¿Y qué pasó?

-Tuve miedo...-confesó-. Sentía, no... siento lo mismo que sentí aquella vez. Cuando me di cuenta que no podía quitármelo de la cabeza, que respondí sus mensajes, que le sonreía cuando veía que me observaba; entonces pensé en lo que había pasado, en lo que significaba... no quise, no quise caer de nuevo.

-¿A que le temías, Shaka?

-A que fuera otro Simmons-declaró finalmente-. Otro más que me llenara de ilusiones, con quien viera un futuro y al final...

-¿Lo es?-interrumpió el mayor con la mirada fija-. ¿Es como aquel?-el rubio tragó grueso... duró minutos, largos minutos en silencio hasta que...

-No...-bajó su cabeza, se quitó uno de los guantes para apretar sus dedos contra sus parpados-, no es ese tipo de hombre. Saga... Saga es del tipo de hombre que resuelve las cosas de frente, asume su responsabilidad y... se frustra cuando no puede hacerlo, cuando tiene que ocultarse.

-Entonces...

Shaka dejó la madera a un lado, dando tres pasos violentos antes de dar media vuelta y sopesar sus ideas. En eso había estado pensando, en eso mientras vez tras ves volvía a esa hoja, seguía dibujando líneas hasta que... hasta que el fiel rostro de Saga tan vivo como jamás pensó verlo en un retrato le miraba y le seducía. Hasta que podía ver incluso esos labios inmóviles esbozarle una sonrisa, hablarle, recordando el movimiento a esa declaración que le hizo aquella última noche que lo vio. Entender al final que quería regresar, quería recuperar el camino de donde había decidido salir, volver a su cauce. Que Londres... Londres ya no era su hogar.

-¡No sé qué hacer, Dohko!-finalmente habló, conteniendo un llanto que ya no derramaría, más todas las palabras que se abultaban en la garganta, que le apresaban-. Cielos, quiero regresar... quiero volver a mi casa, a mi vida en Grecia. Quiero volver a verlo-pasó sus manos por su rostro, tragó saliva-. Pensé que era por mi padre... pensé que era la idea de su rechazo pero, aún con lo que pasó con él, ¡lo único que tengo en mente es que quiero tenerlo cerca! Incluso pensé... que si mi padre me aceptaba y podía volver a casa quería regresar y decírselo... hacerlo participe...-se ahogaba-, ¿pero qué hago con esta advertencia que tengo?-señaló su pecho, angustiado-. Esto que me grita que no me inmiscuya, que no me acerque, no me compenetre. ¡Esto que siento desde que lo vi en el restaurant!-el anciano lo observó, lo detalló.

-¿A qué te refieres?-preguntó el mayor intrigado y por fin aliviado de verlo así, tal como era: vulnerable, confundido, dejándose llevar por una vez más llevar de esos sentimientos que se le agolpaban en el pecho.

-¡A todo!-exclamó levantando las manos, agobiado-. Cuándo tomé su mano al despedirme del restaurant, lo sentí, sentí lo mismo que sentí con Simmons, esa corriente, esa atracción en su mirada-y el anciano empezaba a comprender-. Si algo en mí me advierte sintiendo las mismas señales debería obedecerlo ¿no?, ¿quizás sea intuición? ¿Para que no vuelva a vivir lo que vivir con Simmons?

Y la respuesta estaba allí...

-Shaka-se acercó el anciano, levantó su mano hasta posarla en el pecho del joven-, lo que viviste con Simmons, ¿fue realmente malo?-y los ojos azules abriéndose, desconcertados-. Eso que viviste, ese romance, ¿realmente fue malo?

-No puedes preguntarme eso viendo las consecuencias.

-No hablo del final-acotó de inmediato, con esos ojos verdes bosque que parecía leerlo-. Un río, es río por el camino que recorre, no por el final-golpeándolo con una verdad-. Ahora Shaka, ese camino, ¿realmente fue malo? Lo que viviste con ese hombre, ¿no vale la pena recordarlo? Lo que aprendiste, lo que sentiste, todo eso, Shaka, ¿te hizo infeliz?

Y enfrentándolo contra su represa.

-Cuándo me pediste que te diera mi apellido, no pude objetarlo, pero entendí que buscabas y entendí que regresarías después por ello-acorralado ante la experiencia-. No fue tu orgullo lo que quiso levantarse sin el apellido, Shaka, fue tu temor y tu vergüenza de que alguien encontrara lo que dejaste atrás. Pero dime, ¿quién es Shaka Espica? ¿Un hombre con sólo cuatro o seis años de vida que no ha amado? ¿Dónde quedó Shaka Wimbert? Todo lo que Shaka Wimbert vivió, sintió, ¿le hizo infeliz como para querer enterrarlo?

Recordando sus propias palabras:

"Hoy definitivamente he aprendido dos cosas, Saga Leda. La primera, ¡Simmons es lo peor que me pudo pasar en mi vida!, y la segunda, ¡es que tú estás después de él!"

¿Realmente fue tan malo? Lo que vivió con Simmons, pese al final, ¿fue tan malo?

Lo que empezó a sentir con Saga, ¿le hizo infeliz? ¿O fueron sus propias trabas?

-Mientras no termines de aceptar que todo lo que el rio ha recorrido desde su nacimiento hasta ahora te ha permitido ser quien eres, y no solo aceptarlo con resignación y un tanto de rencor, sino con tranquilidad y comprensión; mientras eso no suceda, Shaka, no podrás avanzar.

Su represa no era su padre, su represa era él mismo... su represa tenía el nombre de Shaka Espica.

-Cierto que debes resolver la situación con tu padre y has venido a eso, pero no es lo único, debes resolver lo que tu llevas Shaka. No es tu padre lo que te detiene a vivir lo que sientes y lo sabes. Debes responderte si realmente fue tan malo vivir lo que viviste como para pensar que al tener señales parecidas ahora en tu presente tengas miedo... Puede que esas señales simplemente signifiquen que él es otro hombre a quien te puedes entregar, a quien te puedes abrir... que él te ayudará a superar lo que no superas aún... tal como Simmons lo hizo en su tiempo.

Todo era cuestión de visión...

-Pero un árbol que no reconoce sus raíces están condenados a caer...

Allí debía empezar...

-Aceptar el pasado, para afrontar el presente y esperar lo mejor del futuro, eso es lo que debes hacer, Shaka.

Ya conocía la respuesta... de él dependía derribar su propia represa.

 

Notas finales:

En unos dias el siguiente que ya lo comencé. Gracias por comentar, estaré contestando los review pronto ^^


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