EPILOGO
Por algún extraño motivo no había podido volver a su reino como su amigo Murata, esto lo descoloco, mas al escuchar a su madre dándole la bienvenida como si hubiese regresado de Shin Makoku.
Después de un par de días intentado infructuosamente regresar, por fin lo había conseguido y aunque pareciese raro, nadie lo había ido a recibir como era de costumbre, es mas, Ulurike al verlo se sorprendió alegando muy apesadumbrada que ni se había percatado de su corta ausencia. ¿Corta?, pensó, acaso no había pasado más de una semana fuera, al menos en su mundo, porque en Shin Makoku tal vez serian semanas o quizás mas, entonces recordó lo que alguna vez le dijera Murata, que sin darse cuenta controlaría con mayor precisión sus viajes entre dimensiones y vaya que había tenido razón.
Apenas se cambio de ropas, decidió irse al Pacto de Sangre, gracias a las sacerdotisas tendría un caballo a su disposición, en eso vio un rubio asomarse por la entrada del gran templo, en seguida se le vino a la mente un solo nombre.
-Wolfram- dijo algo apesadumbrado esperando ya sus reprimendas, pero no, ese no era quien pensaba, aquel era su ancestro, el Gran dios Shinoun.
-Estas seguro que no deseas regresar por donde llegaste- se pronuncio solemnemente aquella copia adulta de su amigo.
-¿Qué?- dijo con tono infantil, sin entender nada.
El rubio bajo la cabeza.
-Es por esto que no se deben cambiar los hilos de la historia, siempre hay consecuencias y esta es una de esas-
El moreno estaba mas que extrañado por lo que decía aquel dios pero apenas iba a preguntar a lo que se refería este se desvaneció en el aire.
Cuando presencio esto, no podía dejar de pensar en como le gustaría hacer aquello, sobre todo cuando deseaba esquivar a cierto rubio que por accidente era su prometido.
Desmonto del caballo apenas entro a palacio, los soldados le vieron un tanto asombrados, podía escucharles decir que no les habían anunciado que su rey había salido de palacio, el arco las cejas en señal de molestia, porque debía anunciarles algo como eso, además apenas iba llegando.
Lo peor había venido después, cuando su amigo muy sonriente le pedía disculpas por haberle dejado solo esa mañana, mas cuando le dio un beso sin siquiera su consentimiento, como era obvio, en seguida le empujo molesto gritándole que no lo volviera a hacer, entonces el rubio pálido le preguntaba porque actuaba así luego de lo ocurrido entre ellos.
¿Ocurrido?, de que diablos hablaba, acaso debía recordarle que no le amaba, que era un hombre, que el jamás se fijaría en el, porque debía repetir aquella discusión de la ultima vez, no deseaba herirlo pero si debía lo haría, por su bien y por el del propio rubio, ya que bajo ninguna circunstancia le daría falsas esperanzas.
Pudo ver como sus verdes ojos derramaban lagrimas, como su rostro mostraba molestia, como luego de secarse el rostro le refregó en la cara que una noche antes se le había entregado en cuerpo y alma para que ahora el lo repudiara de la forma mas vil.
Respiro profundo, no daba crédito a lo que escuchaba, como se atrevía a decir tal mentira, mas en aquel lugar en donde transitaban un par de soldados en todo momento.
Seguía gritándole, insultándole, mientras el intentaba de reprimir su rabia, pero al ver como una bella joven de cabellos lila les observaba, no pudo mas que actuar.
De un golpe, fuerte y certero, lo hizo caer de bruces al suelo, ni siquiera pensó en la marca que podía causarle aquel bello rostro que tanto le gustaba admirar en sus noches de insomnio, no, nada importaba cuando estaba siendo humillado y ofendido ante sus súbditos.
Se le veía sorprendido, era obvio que no se esperaba aquello, lo sabia, ni el mismo pensó alguna vez en golpearlo de esa forma, pero es que no daba mas, hasta cuando continuaría atosigándole, cuando pararía de gritar a los mil vientos que era suyo, cuando volvería a ser un joven con una vida normal y pacifica, cuando podría tener una novia por dios.
-¡ENTIENDELO WOLFRAM!, ¡SOLO CON UNA MUJER, ME ESCUCHAS, SOLO CON UNA MUJER ME ENTREGARIA!, ¡NUNCA CON UN HOMBRE!, ¡ENTIENDELO YA MALDITA SEA!-
Le vio levantarse con dificultad y aunque quiso ayudarlo se reprimió, no daría mas pie a sus esperanzas, ya no, definitivamente debía romper aquel maldito compromiso y aunque le doliera también su amistad.
Respiro profundo, aun sentía la rabia latente en su pecho, una mano se poso en su hombro, iba alegar por aquel atrevimiento pensando que el rubio había regresado al ataque, mas no se trataba de el, en su lugar estaba esa bella joven regalándole una calida sonrisa.
Realmente era agradable, además de bonita, se había pasado esas horas muy a gusto con ella, quizás en un futuro, porque no, talvez podría tener algo con esta.
Se dirigía a su habitación cuando escucho un tumulto de soldados bishounen acercarse, no solo no le habían saludado, si no que le miraron con verdadera rabia en el rostro, mientras escuchaba a uno de ellos gritarles a sus compañeros que debían encontrar a su capitán a toda prisa, se pregunto a que se debería todo eso, cuando un nuevo soldado que reconoció como uno raso gritaba que debían ira a la torre norte a toda prisa porque había sucedido una desgracia. Apenas escucho esto se puso en marcha, un General le había dado alcance dándole un escueto saludo con la cabeza, era su imaginación o estaba algo molesto, acaso ya se habría enterado de su reciente pelea con su hermano menor, quiso sacarse esos pensamientos, ahora no debía pensar en ello, había algo mucho mas importante en ese momento.
De piedra, así quedo al ver a su padrino sosteniendo a su amigo en sus brazos, la sangre era tanta, su hermoso rostro estaba en parte destrozado al igual que su cabeza, su rubio cabello ahora era rojo, ¿Qué había ocurrido? Se preguntaba sin dar crédito a lo que presenciaba. Cuando de repente, alguien se le vino encima, supo entonces que el había tenido la culpa, ya aquel hombre le culpaba de su muerte, no le detendría, merecía sus golpes, merecía la pena máxima, sin importar como hubiese sucedido, él sabia que era el responsable. Eso hasta que pudo reaccionar y ver a quien le golpeaba, no era otro más que un joven moreno, idéntico a él.
-Tú- dijo apenas audible para los presentes que miraban la escena horrorizados, sin comprender lo que pasaba.
Ahora lo entendía todo, aquel sujeto de alguna forma había conseguido disfrazarse a la perfección de su persona, el fue quien le impidió regresar a ese mundo, quien se había aprovechado del amor que sentía el rubio por él.
Wolfram, pensó con rabia, ¿Qué te hizo este infeliz?, miles de imágenes le pasaron por la mente, una mas vivida que la otra, recordando los reproches que le hiciera su prometido unas horas antes, entonces lo comprendió todo, ¡ese infeliz lo había tomado haciéndose pasar por él!, ¡lo había engañado!, ¡se aprovecho del profundo amor que su rubio le tenia y lo había violado! Si antes permitió que le golpeara, ahora era todo lo contrario, no dejaría que lo lastimara, si el pensaba que lo mataría estaba muy equivocado, porque seria el quien vengara la muerte de su amigo,… de su prometido,… de su….
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Un grito desgarrador se pudo escuchar salir desde el fondo de un alma, tarde se daba cuenta de la realidad y solo la sangre podría tranquilizarlo, la de aquel sujeto, la de él, la de su amado, la de cualquiera, ya no importaba, solo deseaba verla y saciar así su dolor.
FIN EPILOGO