CAP.9
La sublevación
Un gran ejercito estaba apostado en la colina frente a la gran capital del reino de los demonios, pudo notar que los ex nobles pertenecientes al consejo real estaban al mando de estos, también como entre los soldados estaba imponente e igual de orgulloso con los cabellos revueltos por el fuerte viento, un rubio de ojos verdes, más hermoso de lo que lo recordaba. Dio gracias a que su esposa no estuviera junto a él, porque de estarlo habría notado su alegría por volverlo a ver. No, se dijo, no debía flaquear en esos momentos, debía pensar en su reino, en su familia.
Por última vez fue advertido, por nada en ese mundo aquellos nobles deseaban derramar la sangre de su propia gente, pero si estos estaban de parte de aquel rey corrupto, no les quedaría mas que actuar.
Tal y como lo temieron se negó a marcharse en paz, es más, les había gritado agitadores, traidores, a ellos, quienes dieron todo por su reino, en las buenas y en las malas, quienes le aceptaron a su llegada, quienes intentaron de no entrometerse en su mandato a pedido del mismo Shinoun, quienes solo interfirieron cuando vieron que su joven rey los necesitaba, más aun, tragándose el orgullo de ver como por primera vez un medio mazoku y no un sangre pura ocupaba el trono real, sin siquiera haber nacido en aquellas tierras. Su actitud para con ellos era simplemente inaceptable.
Sin más dio la orden de atacar, los nobles no podían creer lo que pasaba, el gran heika pacificador iniciaba la batalla.
Solo un trecho de camino llevaba cuando se dio cuenta que de su gran ejercito, solo le acompañaban unos treinta hombres, ya sabia que estaba en desventaja pero nunca creyó que sus propios hombres se irían en su contra, entonces reconoció a los traidores, todos ellos hombres de la antigua escuadra Von Voltaire y Weller, a quienes les había delegado tareas de reconocimiento al notar como intentaban sacar a su hijo de castillo, seguramente para llevárselo a escondidas a quien jamás debió parirlo.
Le hirvió la sangre al verles las caras de satisfacción aquellos nobles hipócritas, pero ni que creyeran que solo se debía a sus hombres como ellos o que podían darse ya como vencedores, quizás el no tenia mucha destreza con la espada pero de algo que sin lugar a dudas nunca dejaría de contar, era con la excepcional fuerza de su mayoku.
Descomunal, esa era la única palabra que se les venia a la mente al verle transformado, ahí estaba nuevamente esa gran figura del maou en toda su grandeza y no precisamente ofreciéndoles su ayuda o sentenciando justicia.
La batalla fue dura, aun siendo mayoría, el mayoku del soberano era poderoso, pero aun así se vio obligado a replegarse con los pocos hombres que tenia a su mando.
Ya en palacio mando a cerrar sus puertas con premura, quienes aun estaban de su lado tiritaban de miedo, no tanto por quienes intentaban de entrar, si no por el mismo aura negra que emanaba del cuerpo de su rey.
Debía hacer algo y rápido, no permitiría que se salieran con la suya.
Su llegada fue abrupta, los pocos hombres en su entrada no deseaban levantar sus armas con quienes reconocían como sus antiguos superiores pero bien sabían que se debían a su honor de soldados y por ello no podían bajar sus armas, ellos pudieron notar su disyuntiva enseguida, por lo cual ni siquiera les pidieron rendirse, si debían morir, seria con gloria, como un digno y orgulloso mazoku.
Entro por un pasadizo secreto tal como se lo pidieran sus hermanos, discutió sobre el asunto hasta rendirse, aquello era de cobardes, si debía enfrentarles seria de frente y no de espaldas, pero las ansias de tener a su hijo nuevamente entre sus brazos era mucho mas fuerte que su propio orgullo.
El cuarto era tal y como se lo habían descrito, precioso, se veía que al menos Yuri había cuidado bien de su retoño. Camino con cuidado hasta su lecho pero este se encontraba vacío, antes de preguntarse en donde estaría una voz conocida lo saco de sus pensamientos.
-Acaso buscas esto-
Aquella mujer lo sostenía en brazos, igual a cuando se marcho de palacio, pudo notar como su pequeño había crecido en esos meses, no se extraño, después de todo era un cuarto humano. Apenas dio unos pasos hacia estos cuando la susodicha hizo un gesto para que se alejara, poniendo una mano sobre el delicado cuello de su bebe.
Pudo notar en seguida que aquel promiscuo roba esposos retrocedía al ver con claridad su amenaza, si pensaba que le permitiría llevarse al menor estaba muy equivocado y no porque le tuviese cariño alguno aquel mocoso, eso jamás, por un monstruo como ese nunca sentiría mas que puro desprecio, el único motivo para conservarlo en aquel momento junto a ella era para su propia seguridad y bien que había dado con el clavo, su rostro pálido le daba todas las de ganar.
-¡Akane!-
Fue lo que escucho cuando una cabellera azabache que reconocía entro al cuarto presuroso, sin siquiera notarlo.
-¡Debemos salir de aquí!- le decía agitado mirando con preocupación a ambos, mientras un rubio observaba desde un punto de la habitación sin saber que hacer por temor a que lastimaran a su pequeño.
-Tenemos visita cariño- dijo serena la mujer.
Iba a replicar a lo que su esposa acababa de decir cuando esta le forzó a mirar tras de si.
-Wolfram-
Continuara...............................