CAP.10
REENCUENTRO
Tal como pensara en el campo de batalla, “estaba precioso”, se dijo para si, tragando con dificultad y recordando en seguida quien era el culpable de todos sus problemas.
-¡Vienes a regocijarte de lo que has hecho!- le grito furioso.
-¡Yo no he hecho nada, le recuerdo que fue usted quien inicio esto Heika!- contesto el rubio aun mas molesto.
Miro a su esposa e hijo para luego verle un poco mas de cerca, era obvio a lo que venia pero ni que creyera que se lo llevaría de su lado, eso jamás lo permitiría, antes muerto.
-¡Akane detrás de mi!- dijo el moreno caminando despacio junto a la mujer que miraba con satisfacción como el rubio se debatía entre actuar o quedarse quieto.
-¡Dámelo Yuri, no le causes mas daño de lo que has hecho!-
-¡Daño dices, yo jamás he lastimado a mi hijo, no como tú!-
-¡Debo recordarte que la única que atento contra su integridad es quien ahora lo carga!-
-Sir Bielfieled, deje ya esa mentira que bien es sabido que todo fue creado por usted-
No podía creer cuan cínica podía ser aquella mujer pero que esperar de la culpable de que un dulce y pacifista hombre como fuera conocido Yuri Shibuya, hubiese tenido aquel cambio tan radical.
-¡Por el bien de mi hijo y si algo de amor te queda por él, déjanos marchar!- exigió el rey ante el asombro del rubio.
-No-
Fue la escueta respuesta del joven mazoku, que ya tenia determinado que sin su hijo no volvería a salir de aquel castillo.
Ambos monarcas salían a paso lento del cuarto mientras eran seguidos por el rubio, llegando sin proponérselo hasta su habitación, la intención del rey era clara, huir através del agua a su mundo, lamentablemente con lo que no contaba era que tanto su padrino como ex general se encontraran apostados ahí, como adivinando sus futuras decisiones, apenas los vio se odio por no preveer eso.
-Todo acaba aquí su majestad- decía solemne un peli gris con su ya típica mirada agria que parecía aun mas severa que en otros tiempos.
-Por favor Yuri, entréguele el niño a su madre-
-¡Pues quien crees que le carga!- dijo notoriamente molesto pero no tanto como lo estaba quien le diera la vida al menor.
-Si lo quieren vengan por él- dijo la mujer del rey quien sigilosamente se había acercado hasta el balcón del cuarto real.
-¡Akane que haces!-
-Ten fe en mi querido- fue lo que respondió la morena a lo cual su esposo asintió ante el terror de un rubio que no daba crédito a lo que escuchaba.
-¡Que quieres, dilo!- grito desesperado el mazoku de fuego que ya había avanzado hasta el centro del cuarto.
-¿Qué quiero, quiero que nos dejen en paz, que se marchen de nuestro hogar, eso quiero?- contesto la mujer con una media sonrisa que les hacia entender que ya se daba por ganadora.
-Lo lamento Lady Akane, pero eso será imposible- sentencio un general ante el horror de su hermano menor.
La mujer elevo los brazos con el menor en estos en señal de que no estaba simplemente jugándoles una mala broma, si no que hablaba en serio.
-¡No le hagas daños, te daré lo que quieras, pero no lo lastimes!- pedía ya con lagrimas en los ojos un rubio suplicante.
-Eso no depende de mi Puto-
Aquella palabra molesto a los presentes, quienes de estar en otra posición hubiesen respondido sin reparo aquella ofensa pero para su desgracia estaban en desventaja y no podían darse el lujo de hacer enfadar aun más a la morena.
-¿Qué quiere?- pregunto esta vez Conrad con una expresión en el rostro que el mismo Yuri no creyó verle jamás, repudio.
-Ya lo dije, márchense de palacio- ordeno la mujer con autosuficiencia.
-Eso es imposible- agrego nuevamente el general ante la clara molestia de la mujer.
-Entonces no hay mas de que hablar- dijo en señal de querer soltar al bebe al vacío.
-¡Akane que demonios haces!- se escucho pronunciarse por primera vez a un moreno en contra de su mujer.
-¡Darles una lección a estos monstruos, eso hago!-
-¡Es mi hijo el que tienes ahí, recuérdalo!-
-No te preocupes Yuri, porque en mi vientre cargo a uno que si será digno de ti-
Diciendo esto dejo caer el bultito sin remordimiento alguno.
Con la alegría de aquella revelación por saberse padre por segunda vez, la rabia, la confusión, ni siquiera noto que lo que creía un simple ardid de su mujer fuese hacerse realidad, hasta que un grito desgarrador se escucho desde el centro de la habitación sacándolo de su ensismamiento.
Continuara.........................................................