CAP.12
Porque me enamore
Los miro a todos con detenimiento, pero no con ira, si no con tristeza, ya era hora y nada se podía hacer.
Tomo con fuerza la mano de su esposa saltando dentro de la gran fuente, llegando enseguida a su hogar.
Adiós Wolfram, pensaba mientras aquellos segundos al transportarse se hacían eternos.
Me enamore, esa fue la respuesta que le dio al rubio aquella tarde, pero lo que nunca sabría era de quien lo había hecho, de cuan cobarde fue al darse cuenta que aquellos sentimientos crecían sin control alguno en su pecho, de cómo con el tiempo se daba cuenta que nunca tendría a la tan ansiada familia que soñara y todo por haber tentado contra la naturaleza, de cómo en un momento de desesperación le pidió a una joven que conociera en su colegio que se convirtiera en su novia, de cómo ambos tenían los mismos planes para el futuro, de cómo en ella veía la salvación para sus retorcidos pensamientos llenos de lujuria para nada sanos, de cómo la perdería si no hacia algo, de cómo le pidió para su sorpresa apenas a los dos meses de conocerla que se casaran ante la reprimenda de sus propios padres por lo que hacia, de cómo se auto convenció que era lo correcto y que con el tiempo le borraría de su mente, de su piel, de su corazón. Pero nada, deseaba odiarlo por haberlo convertido en un anormal más no podía, pero al menos tenia el consuelo de que al verlo entrar a palacio con su esposa, él si lo haría, entonces pelearían y todo acabaría, por fin su suplicio terminaría, pero no, lo impensable había sucedido.
Wolfram, su Wolfram estaba en cinta, ¿Cómo? ¿Por qué? Si se hubiese tratado de una mujer las respuestas serian obvias pero no, el era un chico, aquello era imposible, debía tratarse de un truco, solo eso podía ser, ¡pero no!, ahí estaba nuevamente algo de ese mundo que el ignoraba por completo. Entonces la rabia comenzó a crecer en su pecho,
¿Por qué nadie le informo de eso? ¿Por qué no se lo advirtieron o al menos comentaron?
Pero nadie se lo había dicho y por eso ahora estaba casado con una bella mujer, porque si, Akane era hermosa, además de buena esposa, como decirle de la noche a la mañana, lo siento solo fuiste un reemplazo pero ahora ya no me sirves, puedes marcharte, eso no, el no podía ser tan cruel, no después de haberla arrinconado y casi obligado a casarse con él, no después de que ella abandonara el hogar de sus padres ignorándoles cuando la amenazaron con desheredarla. Sabia que ahí el único culpable era una persona, bella como ninguna otra, pero aun así… Acaso no había sido él quien lo atosigaba desde el principio, acaso no era él quien insistía en tener un acercamiento, acaso no era él quien gritaba ser su prometido y quien a toda costa deseaba hacerlo perder su inocencia, podía reír al pensar en esa palabra, inocencia, en esos momentos lo menos que tenia era aquello.
Cometió tantos errores y con tal de no aceptarlos se los había achacado a otros, cuan mal había actuado con su rubio, si su rubio, fiel hasta el final.
Los años pasan, su hijo se columpia en el parque, siempre que lo ve se pregunta por aquel que dejo en Shin Makoku, fue tan estupido, apenas unos meses de que Rio-Chan naciera, Akane le dejo por no considerar la vida que tenían como digna de ellos, y es que su esposa siempre se imagino una vida llena de lujos, la cual tuvo por un corto periodo de tiempo, pero que al no poder acceder mas a esta, decidió regresar al seno paterno, desde entonces apenas y la había visto un par de veces, esto cuando se acordaba que tenían un hijo en conjunto. Según lo que sabia se había vuelto a casar con un hombre escogido por su padre, adinerado por cierto y ya tenia otro hijo, Akane, otra victima suya, en cierta forma se alegraba que se encontrara bien pero en otras la odiaba.
Sintió como le tomaba con fuerza la mano, esto siempre lo desconcertaba, aunque no sabia porque, después de todo era obvio que el pequeño temiera que al igual que su madre, él también lo dejara, pero no, jamás haría eso, ya había perdido a un hijo y por nada del mundo perdería a otro.
Miro con nostalgia aquella pileta por la cual en más de una ocasión salto junto a su amigo para ir a su reino. Murata, pensó, nunca mas supo de el, quizás estaba tan decepcionado al igual que los otros pero bien sabia que alguna que otra noticia llegada através de la tina de su hogar eran su obra, por lo cual estaba muy agradecido.
Lo único que le importaba era saber que estaban bien, Greta, su hijo y Wolfram.
Su amado Wolfram.
FIN