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Déjà vu por metallikita666

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Notas del capitulo:

Les informo con orgullo y satisfacción que vamos ya por la mitad de la historia, aprovechando también para manifestarles una vez más mi gratitud por su devoto seguimiento. Un abrazo a la distancia, mis niñas =D

-¡Por el éxito en Atlantic City, y por el genial equipo que formamos tú y yo!-

       Brindé, chocando mi vaso contra el de mi jefe hasta que los cristales se encontraron, hicieron el característico ruido y ambos nos llevamos la bebida a los labios.

-Entonces, ¿es un hecho? ¿Ya cerraste el negocio?- interrogué alegando un cierto desconocimiento, pues luego de que revisara las cuentas que me había enviado el americano e hiciera las correcciones que consideraba pertinentes, no había vuelto a saber del asunto. Mi rubio jefe asintió con la cabeza, sonriendo satisfecho tras cruzar la pierna.

-Así es. Bastó solamente una llamada que, por supuesto, fue planeada, por si Kawamura tenía intervenidos los teléfonos. La hicimos aprovechando que Kazuhiko andaba por el banco. Luego de eso me comuniqué con Ryuichi para notificarlo de que la firma será en dos semanas.- Hayashi extrajo un cigarrillo del paquete que había puesto sobre la mesita de centro de mi sala de estar, encendiéndolo al momento. –Para entonces, me importará un comino si el desgraciado cede el jet o, si por el contrario, nos manda de nuevo en primera clase…-

       Su gesto de satisfacción; su tono tan reposado y tranquilo. Para mí seguía siendo un misterio la manera en que mi excompañero de la universidad lograba convertirse en el tipo más seguro y convincente del mundo cada vez que la situación lo requería: siempre capaz de demostrar un absoluto control sobre las cosas y un dominio del momento que jamás en la vida le había visto a nadie más. Al estar con él, uno nunca contemplaba sus posibilidades de fallar o de haber dado un paso en el vacío. No: a leguas se miraba que ese no era su estilo. Su forma de expresarse y hasta de moverse lograban extraer la completa confianza de su interlocutor.

-Y bueno, ¿tú qué hiciste en estos días en que debimos alejarnos un poco? Tengo entendido que no te han vuelto a ver en Luna Sea.-

       Me volví a recostar en el cómodo sofá una vez que deposité la ceniza de mi tabaco en el utensilio de cobre que para dicho fin tenía en la mesa; colocándolo luego sobre el sillón, a mi lado, para así no tener que moverme de nuevo en su búsqueda. Le di otra calada a mi cigarro y exhalé apaciblemente el humo.

-¿Por qué habría de volver? Lo único que tengo que hacer cuando deseo compañía es llamar directamente al jefe, ¿no?- repuse con ironía, adelantándome a los posibles comentarios del hombre en frente de mí. Casi nunca hablábamos de esos asuntos, y las pocas veces que sucedía, de sus labios salían sentencias desconsideradas que lograban incomodarme y que –a pesar de la camaradería que nos unía en aquellos tiempos- no estaba dispuesto a seguir escuchando. Al menos no si su objetivo era ensañarse con Sugizo, motivadas solamente por la enemistad que entre ambos había, en vez de por alguna sospecha fundada o un argumento objetivo y aceptable. –Ya esos tiempos quedaron atrás.-

-¡Vaya! ¡Nunca pensé que resultarías tan fiel!...- Yoshiki sostuvo su brazo derecho sobre el reverso de su mano contraria, la cual se había posado en el descansabrazos de su lado, sobre el que recargaba el peso de su cuerpo. Me miró fijamente. –Y como sé bien qué es lo que estás pensando, voy a sacarte de tu error: durante todo este tiempo, y a pesar de tener a Inoran como exclusivo, yo he seguido visitando el burdel como cualquier otro cliente…-

       La confesión me desconcertó, en especial porque mi interlocutor mismo había sido para mí el motivo principal de mi relación con ese mundo –que ya comprendía difícil y oscuro- al cual posiblemente nunca me habría acercado por voluntad propia. No obstante, decidí que no me mostraría sorprendido. Sus palabras tendrían que desentrañar un sentido mayor.

-¿Entonces para qué gastas tanto dinero en el chico? Y no me refiero solamente a lo que pagas por él, sino además a todo lo que le compras. Ropa, zapatos, maquillaje, flores… ¿Para qué todo eso, eh Yoshiki? No es como que Inoran pueda negarse a servirte, aun si no le das nada…-

       Un resplandor de ira brilló en sus ojos; uno que yo conocía muy bien.

-Porque el maldito de su dueño lo cubre de joyas, a las cuales, de no ser oyabun, probablemente nunca habría tenido acceso.-

       Apagó el tabaco en el fondo del vaso de whisky. Luego endureció su mirada y la clavó fijamente en mí.

-La principal razón por la que quiero arruinar a Kawamura es esa, Hide. ¿Qué nos separa a tipos como tú y yo -que nacimos en una familia promedio, que fuimos a la universidad y que tenemos por fuerza que aliarnos con miserables como él- de su posición, mal ganada y menos merecida todavía?-

-Supongo que el destino; el azar. Llámalo como quieras. Pero nosotros no somos los únicos en nuestra condición, y tampoco él en la suya. ¿Estás seguro de que eso es lo único que te mueve?...-

       Lancé la pregunta a pesar de saber al tipo de respuesta que me arriesgaba: una mentira cubierta de burlas, o en su defecto, una burla nada más. Una mentira en todo caso. Justo como lo esperaba, sus comisuras se alargaron en un mohín sarcástico. Pero no hubo ni una sola risa.

-Por supuesto que lo es, ¿o crees que yo perdería la cabeza por una puta interesada como todas?- Por un momento lo dudé: ¿había percibido acaso un dejo de amargura en su tono?  –Se trata no sólo de que Kawamura tenga todo lo que su clase debía proveerle, sino también de que posea aun lo que debió negársele, pero que él ha sabido procurarse de manera infame.-

       Levanté las cejas, admirado por sus últimas palabras. Durante todo el tiempo que     -mal de mi grado- llevaba en el negocio, siempre había creído que la patente rivalidad entre mis dos jefes obedecía solamente a una cuestión de orgullo competitivo alrededor de su relación superior-subordinado; socios, a pesar de todo. En última instancia, habría creído al hermoso pelinegro nimia razón para avivar los recelos de hombría de ese par de cretinos de los que por fuerza tenía que rodearse, pero jamás me habría imaginado que un motivo más profundo y hasta filosófico era el que daba sentido a su actitud.

-Tú eres aún muy inexperto en todo esto, Hide- dijo el rubio, atrayendo de nueva cuenta mi atención hacia el entonces presente. –Hay muchas cosas que todavía ignoras, pero créeme que ha sido por tu bien. Sin embargo, tarde o temprano debes enterarte, porque ahora, por lo que a mí respecta, no dejaré que te jueguen sucio.- Se inclinó hacia adelante para depositar su vaso en la mesa, cuyo sonido al chocar con ésta fue una especie de énfasis en sus últimas cavilaciones; preludio a su vez de lo que habría de decir. –Te has ganado mi confianza y mi respeto al haber llegado hasta este punto sin fallarme y sin tener siquiera asomo de querer traicionarme; comportándote además a la altura, a pesar de saber en qué estamos metidos. Y eso, amigo mío, también se paga con creces en este mundo odioso y detestable.-

       No me agradó para nada el tono ominoso en su discurso, por lo que rápidamente me removí en el sillón. No obstante, él ya se había puesto en pie y miraba hacia el balcón, dándome la espalda mientras mantenía las manos en sus bolsillos, con gesto meditativo.

-¿De qué demonios estás hablando, Yoshiki? ¿No es que así eran las cosas en este negocio? ¿Que yo me movería hacia donde tú lo hicieras? ¡Habla!-

-Todo te lo diré, pero a su tiempo.- Se volteó, dejándome ver su rostro rígido e imponente.

-¿Qué te garantiza que yo no te voy a traicionar?- dije por fin, tiñendo mis palabras de una aflicción que me nacía más de no comprender todo lo que ahí se estaba diciendo, que de en realidad albergar la remota idea de volverme contra mi jefe; que era, al fin y al cabo, hacerlo contra mí mismo. Esperé su respuesta, la cual acabaría grabándoseme tan fidedignamente como si un punzón tallara mi memoria.

-No lo harás, porque no eres tan idiota como para desear tu propia desgracia; ahora menos que nunca. Y si tuvieras que llegar a hacerlo, sé muy bien que no será por tu propio deseo, en cuyo caso obedecerá a injerencia externa. La cual, como te dije antes- pude notar cómo acariciaba el cañón de su revólver, oculto bajo su cinturón y su saco, al tiempo que media sonrisa se le dibujaba en los labios, como si los enemigos que tenía en mente pudieran observar su gesto de amenaza -es la que tenemos que evitar a toda costa, manteniéndolo todo bajo control. ¿Lo has entendido, Hide-kun?...-

 

Notas finales:

Como se vuelve patente en el ambiente de las dos últimas escenas (ésta inclusive), las cosas han empezado a cambiar mucho, y tengan por seguro que seguirán haciéndolo; así que -yo sé que está de más decirlo, pero por si acaso- no vayan a despegarse de este canal XD

¡Hasta el domingo! :3


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